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29 jun 2020

La comprensión del yoga: Vivir en el mundo. TKV Desikachar

FUENTE: EL CORAZÓN DEL YOGA. TKV DESIKACHAR








Vivir en el mundo 



Aunque practiquemos con esmero, el yoga no puede garantizarnos este o aquel beneficio en particular. No es una receta para sufrir menos, pero lo que sí puede es ofrecernos un cambio de actitud para que tengamos menos avidyā y así nos liberemos más de duḥkha. Podemos entender a toda la práctica del yoga como un proceso para examinar nuestras actitudes, comportamientos habituales y sus consecuencias.


Yama y niyama: la actitud con nosotros mismos y con los demás

¿Qué nos sugiere el yoga hacer acerca de nuestras relaciones con los demás, nuestro comportamiento hacia quienes nos rodean y nuestra actitud hacia nosotros mismos? En el yoga se conoce como yama a la actitud que tenemos hacia las cosas y personas que se encuentran en el exterior y niyama a la forma en que nos relacionamos interiormente.



Yama y niyama se ocupan de nuestra actitud social y estilo de vida, cómo nos relacionamos con los demás, con nuestro ambiente y cómo manejamos nuestros problemas. Todos forman una parte del yoga, pero no se pueden practicar. Lo que podemos ejercitar son āsanas y prāṇāyāma, para saber dónde estamos, dónde estamos parados y cómo vemos las cosas. El primer signo de claridad es reconocer nuestros errores. Después, en forma gradual, tratamos de hacer algunos cambios a la manera en que mostremos respeto a la naturaleza o a la relación con un amigo. Nadie puede cambiar en un día, pero las prácticas del yoga nos ayudan a modificar nuestras actitudes, nuestro yama y niyama. Y nunca al revés.



Permítanme contarles la historia de un hombre llamado Daniel y su esposa, María. En el trabajo, Daniel siempre era amigable con todo el mundo, pero en casa perdía la calma con facilidad. María nunca estaba segura de cuándo estaría él de mal humor. Ninguno de sus amigos y colegas le creían a su esposa cuando ella les contaba lo que hacía en casa y Daniel no admitía su mal genio. Como sufría de dolor de espalda y por sugerencia de un amigo, Daniel empezó a asistir regularmente a una clase de yoga. Poco a poco su dolor desapareció. Al final de la práctica su maestro le solía decir: “Mientras estés recostado para relajarte, siente tu cuerpo, tu respiración y toma consciencia de tus emociones.” De repente, un día se dio cuenta de que su mal humor se iba creando en el camino del trabajo a su casa. Reconoció que le estaba haciendo a su esposa lo que no podía hacer con su jefe o subordinados. Ese día se fue a casa y le dijo a María: “Tienes razón, realmente soy una persona con mal carácter. Pero tenme paciencia. Estoy trabajando en eso.” María se sintió muy feliz con esta aceptación.



Yama y niyama son los dos primeros de ocho extremidades del cuerpo del yoga (Yoga Sūtra 2.29. Las ocho extremidades o angas son: yama, niyama, āsana, prāṇāyāma, pratyāhāra, dhāraṇā, dhyānay samādhi.) Las dos palabras tienen muchos significados. Los de yama pueden ser “disciplina” o “moderación.” Sin embargo, prefiero pensar en yama como “actitud” o “comportamiento.” Ciertamente puede expresar como disciplina una actitud en particular, la que entonces influye en nuestro comportamiento. En el Yoga Sūtra, Patañjali menciona cinco diferentes yamas, esto es, patrones de conducta o relaciones entre los individuos y el mundo exterior (El yama y el niyama se describen en el Yoga Sūtra 2.29-45).




Los yamas

Ahiṁsā

El primero de estos patrones de conducta se llama ahiṁsā. Esta palabra que significa “injusticia” o “crueldad,” pero ahiṁsā es algo más que la simple ausencia de hiṁsā, que es lo que sugiere el prefijo a-. Ahiṁsā es más que la falta de violencia. Es amabilidad, amistad y consideración hacia otras personas y cosas. Debemos usar nuestro criterio cuando pensemos en ahiṁsā. Esto no implica necesariamente que no debamos comer carne o pescado, o que no nos debamos defender. Sólo significa que debemos comportarnos siempre con consideración y atención hacia los demás. También, ahiṁsā significa tratarnos con amabilidad. Si somos vegetarianos y nos encontráramos en una situación donde lo único que hay es carne, ¿sería mejor morir de hambre que comer lo que hay? Si aún tenemos algo que hacer en esta vida, como responsabilidades familiares, entonces debemos evitar hacer algo que nos pueda causar daño o que nos impida realizar nuestras obligaciones. En este caso, la respuesta es clara: demostraría una falta de consideración y arrogancia aferrarse a nuestros principios. Así que ahiṁsā también tiene qué ver con nuestras obligaciones y responsabilidades. Aún más, esto podría significar que debemos pelear si nuestra vida está en peligro. En cada situación debemos adoptar una actitud considerada. Eso es el significado de ahiṁsā.



Satya

El siguiente yama que Patañjali menciona es satya, lo verdadero. Satya significa “hablar con la verdad,” pero no siempre es recomendable hacerlo, porque podría dañarse innecesariamente a alguien. Tenemos que estar conscientes de lo que hablamos, cómo lo decimos y en qué forma puede afectar a los demás. Si decir la verdad tiene una consecuencia negativa para alguien, entonces lo mejor es no decir nada. Satya nunca debe entrar en conflicto con nuestros esfuerzos para comportarnos de acuerdo con ahiṁsā. El Mahābhārata, la gran épica hindú, dice: “Di la verdad que es agradable. No digas verdades desagradables. No mientas, aunque esas mentiras sean gratas al oído. Es la ley eterna, el dharma.”


Asteya

Asteya es el tercer yama. Steya significa “robar”; asteya es lo opuesto, no tomar nada que no nos pertenezca. Esto también quiere decir que cuando alguien nos confíe algo o nos haga alguna confidencia, no debemos tomar ventaja de esta situación.


Brahmacarya

El siguiente yama es brahmacarya. Esta palabra se compone de la raíz car que significa “mover” y de la palabra brahma “verdad,” desde el punto de vista de una verdad esencial. Podemos entender brahmacarya como un movimiento hacia lo esencial. Principalmente se usa en el sentido de abstinencia, en particular con relación a la actividad sexual. Más específicamente, brahmacarya sugiere que debemos formar relaciones que fomenten nuestro entendimiento de verdades más elevadas. Si los placeres sensuales son parte de esas relaciones, debemos tener cuidado de conservar nuestra dirección para no perdernos. En el camino de una búsqueda constante de la verdad, existen varias maneras para controlar los sentidos de percepción y deseos sexuales. Sin embargo, este control no se identifica con la total abstinencia.


En India se tiene mucho respeto por la vida familiar. De acuerdo con la tradición hindú, todo en la vida tiene su lugar y tiempo, y dividimos el ciclo de vida en cuatro etapas: la primera, es el crecimiento del niño, la segunda es aquella en la que el estudiante se esfuerza por un entendimiento mayor y por la búsqueda de la verdad. La tercera etapa, se centra en empezar y formar una familia, y la cuarta es la etapa donde el individuo, después de satisfacer todas las responsabilidades familiares, se puede consagrar a liberarse de toda esclavitud y encontrar la verdad suprema.


En esta cuarta etapa de la vida, todos se pueden convertir en sannyāsin (monje o monja). Pero un sannyāsin debe entonces mendigar la comida a las personas que aún están involucradas en la vida familiar. El Upaniṣads aconseja al estudiante que se case y forme una familia inmediatamente después de terminar sus estudios. Por esto brahmacarya no necesariamente implica celibato. Aún más, es un comportamiento responsable con relación a nuestra meta de caminar hacia la verdad.


Aparigraha

El último yama es aparigraha, una palabra que significa algo como “rechazar” o “no aprovechar la oportunidad.” Parigraha significa “tomar” o “medir.” Aparigraha significa tomar sólo lo que se necesita y no sacar ventaja de la situación. Una vez tuve un estudiante que me pagaba mensualmente por trabajar juntos. Pero al final del curso también me ofreció un regalo. ¿Por qué debería aceptar esto, cuando ya me había pagado suficiente por mi trabajo? Sólo debemos tomar lo que hemos ganado; si admitimos más, estamos explotando a alguien más. Además, los premios no ganados pueden traer obligaciones que más tarde nos causarían problemas.


Desarrollando los yamas


El Yoga Sūtra describe qué es lo que pasa cuando estos cinco comportamientos que expliqué anteriormente, forman parte de la vida de una persona. Por ejemplo, entre más ahiṁsā (amabilidad y consideración) desarrollemos, se engendrarán más sentimientos placenteros y de amistad con nuestra presencia. Y si permanecemos fieles a la idea de satya, todo lo que digamos será verdad.


En relación con este tema hay una historia maravillosa en el Rāmāyana. El mono Hanuman, sirviente del príncipe Rama, sale a buscar a Sita, la esposa de su amo. Viaja a Sri Lanka donde la tenían prisionera. Al final, fue capturado por los secuestradores de Sita y prendieron fuego a la cola del mono. Cuando Sita ve lo que está sufriendo, grita: “¡Dejen que el fuego se enfríe!,” El dolor de Hanuman, cesa inmediatamente y grita: “¿Qué pasa?” “¿Por qué el fuego ya no me está quemando?” Porque Sita siempre hablaba con la verdad, gran poder tenían sus palabras que pudieron extinguir el fuego.



Para aquellos que siempre hablan con la verdad, no hay diferencia entre lo que se dice y lo que se hace, lo que dicen es verdad. El Yoga Sūtra siempre afirma que una persona que está firmemente anclada en asteya, recibirá todas las joyas del mundo. De hecho, esa persona podría no estar interesada en el bienestar material, pero tendrá acceso a las cosas más valiosas de la vida.


Entre más reconozcamos el significado de la búsqueda de la verdad, de lo esencial, menos nos distraeremos con otras cosas. Ciertamente, se requiere de una gran fuerza para tomar este camino. La palabra que usa el Yoga Sūtra para describir esta fuerza es vīrya, está muy relacionada con otro concepto, el de śraddhā, confianza infinita y fe amorosa (En el Yoga Sūtra 1.20, Patanjali enumera lo que las personas necesitan para reconocer la verdad: Fe y confianza, fuerza y energía, y la habilidad para nunca perder de vista su meta). El Yoga Sūtra dice que entre más fe tengamos, desarrollaremos más energía. Al mismo tiempo, tendremos más fuerza para alcanzar nuestras metas. Así que entre más busquemos la verdad desde el punto de vista de brahmacarya, más vitalidad tendremos para hacerlo. Parigraha es la creciente orientación hacia las cosas materiales. Si reducimos parigraha y desarrollamos aparigraha, nos estaremos orientando más hacia nuestro interior. Mientras menos tiempo ocupemos en nuestras posesiones materiales, más tiempo tendremos para investigar eso que llamamos yoga.


Los niyamas

Como los cinco yamas, los niyamas no son ejercicios ni acciones que simplemente se estudian. Representan mucho más que una actitud. Comparados con los yamas, son más íntimos y personales. Se refieren a la actitud que adoptamos hacia nosotros mismos.

Śauca

El primer niyama es śauca, limpieza. Tiene aspectos internos y externos. La limpieza exterior simplemente significa conservarnos limpios. La interior tiene mucho que ver con la salud, el funcionamiento libre de nuestros órganos corporales, así como la limpieza de nuestra mente. La práctica de āsanas y prāṇāyāma es el medio esencial para ocuparse de este śauca interior.


Saṃtoṣa

Otro niyama es saṃtoṣa, modestia y el sentimiento de estar satisfechos con lo que tenemos. A menudo esperamos un resultado particular, como consecuencia de nuestras acciones y la mayoría de las veces nos desilusionamos. Pero no hay necesidad de esa desesperanza, en su lugar, deberíamos aceptar lo que ha pasado. Ese es el verdadero significado de saṃtoṣa: aceptar lo que pasa. Un comentario del Yoga Sūtra dice: “La satisfacción vale más que todos los dieciséis cielos juntos.” En lugar de quejarnos por las cosas que van mal, podemos aceptar la situación y aprender de ella. Saṃtoṣa abarca nuestras actividades mentales como el estudio, nuestros esfuerzos físicos y aún cómo nos ganamos la vida. Se refiere a nosotros mismos, lo que tenemos y cómo nos sentimos en relación con lo que Dios nos ha dado.


Tapas

El siguiente niyama es tapas, un término que ya hemos discutido anteriormente. En relación con los niyamas, tapas se refiere a la actividad de mantener el cuerpo en forma. Literalmente significa prender fuego al cuerpo y, al hacer esto, lo limpiamos. Detrás de tal noción se encuentra la idea de que nos podemos deshacer de la basura que está dentro de nuestro cuerpo. Anteriormente hablé de āsanas y prāṇāyāma, como los medios por los cuales nos podemos conservar saludables. Otra forma de tapas es poner atención a lo que comemos. Comer cuando no tenemos hambre es lo opuesto a tapas. La atención a la postura del cuerpo, a los hábitos alimenticios, a los patrones de respiración, son todos los tapas que nos ayudan prevenir la acumulación de basura en nuestro cuerpo, incluyendo el exceso de peso y la respiración insuficiente. Tapas hace que todo el cuerpo esté en forma y que funcione bien.

Svādhyāya

El cuarto niyama es svādhyāya. Sva significa “mismo” o “perteneciendo a mí.” Adhyāya, “investigación” o “examen”; literalmente, “acercarse a algo.” Por lo tanto svādhyāya significa acercarse a uno mismo, es decir, estudiarse a sí mismo. Todo aprendizaje, toda reflexión y todo contacto que nos ayude a aprender más sobre nosotros mismos es svādhyāya. A menudo, en el contexto de niyama encontramos el término traducido como “el estudio de los textos antiguos.” Sí, el yoga nos ordena leer los textos antiguos. ¿Por qué? Porque no siempre podemos sentarnos y contemplar las cosas únicamente. Necesitamos algunos puntos de referencia. Para muchos podría ser la Biblia o un libro que sea significativo para la persona; para otros puede ser el Yoga Sūtra. Este dice, por ejemplo, que al progresar en nuestro análisis personal, gradualmente, encontraremos la conexión con las leyes divinas y los profetas que las revelaron. Y ya que los mantras son a menudo recitados para este propósito, algunas veces encontramos svādhyāya traducido como “la repetición de mantras.” (Un mantra es una palabra o una sílaba que tradicionalmente, el maestro da al alumno. La repetición de un mantra se conoce como japa y es una de las muchas técnicas yoga para la meditación). 


Īśvarapraṇidhānā

En la parte I ya se había hablado del último niyama. īśvarapraṇidhānā significa “poner todas nuestras acciones a los pies de Dios.” Debido a que avidyā seguido apoya nuestras acciones, las cosas con frecuencia van mal. Esta es la razón por la que saṃtoṣa (modestia) es tan importante: es suficiente saber que hemos hecho lo mejor que hemos podido y dejar el resto al poder supremo. En el contexto de los niyamas podemos definir como īśvarapraṇidhānā, la actitud de una persona que por lo general, en sus oraciones diarias ofrece a Dios los frutos de sus acciones.



Más reflexiones sobre los yamas y los niyamas 

P: ¿Cuál es la relación entre los ejercicios de kriyā y śauca?

R: El Yoga Sūtra no menciona el concepto de kriyā cuando habla de los diversos niyamas. La palabra kriyā significa “acción.” En el contexto de su pregunta, se refiere a la limpieza. Algo desde afuera se usa para limpiar lo de adentro. Por ejemplo, podemos limpiar una fosa nasal tapada con una solución ligeramente salada o usar una técnica prāṇāyāmaa fin de reducir la dificultad para respirar, que se haya desarrollado por la inhalación de aire viciado. En este sentido, los kriyā son un aspecto vital de śauca.

P: A menudo he oído que traducen tapas como “abnegación” o “despojarse.” ¿Cómo las interpreta?

R: Si por abnegación se entiende ayunar por ayunar o adherirse a un estricto e inusual estilo de vida, simplemente porque sí, usted está hablando sobre actividades que no tienen nada que ver con tapas. De igual forma cuando está lidiando con satya (verdad) todo lo relacionado con tapas debe ayudarlo a seguir adelante. Podría ocasionarle serios problemas físicos el hacer algo como ayunar veinte días, sólo por ayunar. Por otro lado, si por abnegación usted entiende sensatez, disciplina bien fundada que ayuda a seguir adelante en la vida, entonces está hablando de los verdaderos tapas. Los tapas no deben causar sufrimiento. Esto es muy importante.

P: ¿Los yamas y los niyamas nos pueden ayudar a diferenciar entre un momento de claridad verdadera y otro de engaño propio?

R: Las relaciones que tenemos con el mundo exterior —con la gente y las cosas que nos rodean— nos pueden ayudar a reconocer un momento de engaño propio. Aquí es donde los yamas y los niyamas se vuelven importantes. Si tratamos en forma íntegra y respetuosa a las demás personas, será fácil decir si nos estamos engañando o no. Puedo pensar que soy un gran yogui, pero por lo que los demás piensan de mí, cómo se relacionan conmigo, y yo con ellos, podré experimentar en forma muy directa si mi imagen es la correcta o no. Por esta razón, es importante vivir en el mundo y observar qué tipo de comunicación tenemos con los demás. De otra manera, será muy fácil engañarnos.

P: ¿Los yamas y los niyamas, los que ayudan a reducir avidyā y sus efectos, se pueden desarrollar a través de un esfuerzo consciente de la voluntad?

R: Siempre debemos distinguir entre la causa y el efecto. Con frecuencia los confundimos. En general, seguimos ciertos patrones de conducta porque tenemos expectativas y metas definidas. Sin embargo, muchas veces no alcanzamos nuestras metas. Durante nuestras vidas y debido al desarrollo personal y eventos externos, puede ser que surja algo totalmente inesperado. Yamas y niyamas, ambos, pueden ser la causa y el efecto. Hoy les pudiera decir cien mentiras insolentes y sentirme muy feliz; mañana, podría retroceder y no decir ni una pequeña mentira. Así es como yamas crece. No existen reglas definitivas y nunca podemos predecir con seguridad lo que va a ocurrir. Pero en lo que ha sucedido en el pasado podemos encontrar algunas claves para saber qué podría surgir en el futuro.

P: ¿Así que lo único que podemos hacer, por ejemplo, es observar cómo la gula y el odio aparecen, y entonces tratar de prevenirlos para que no resurjan?

R: Al principio sólo debemos observar, lo primero que hacemos es vigilar lo que está pasando. Entonces vemos en qué necesitamos tener cautela. Cuando entramos a una autopista, no sólo manejamos y aceleramos. Debemos ver a nuestro alrededor constantemente mientras avanzamos.

P: ¿Es más fácil cumplir con los principios del yoga si se vive en un lugar tranquilo como un monasterio, en lugar de vivir en casa con la familia?

R: Los dos lugares nos pueden ayudar. Un amigo mío vino a la India creyendo que sería bueno para él vivir solo en los Himalayas, por dos o tres años. Encontró un bonito lugar y permaneció allí por tres años. Tenía algunos libros y practicaba sādhana, de verdad lo hizo intensamente. Un día vino conmigo a trabajar en unos āsanas y a estudiar el Yoga Sūtra. Cuando llegó a Madrás dijo que sentía que habían pasado muchas cosas en él. Se veía muy feliz. Usaba expresiones muy complicadas tales como sabīja samādhi cuando hablaba de su desarrollo en los Himalayas. Entonces encontró un cuarto sencillo en los terrenos de la Sociedad Teosófica en Madrás, un lugar silencioso y apacible donde no sería molestado. Dos días después había cambiado de opinión y quería buscar un lugar más grande para vivir. Me sorprendí un poco y le pregunté por qué estaba buscando una casa grande, tan de repente. “Conocí a una mujer. Toda mi vida ha cambiado en un momento.” No juzgo este cambio de sentimientos; simplemente quiero señalar que mi amigo no era quien en realidad creía ser.

Un lugar como un asilo o monasterio puede ser muy útil, pero la prueba verdadera para esta experiencia sería una ciudad tan poblada como Madrás. Para alguien que viva en Madrás la verdadera prueba será vivir encerrado en un monasterio. Estoy seguro que hay personas que no podrían durar más de un día en esa clase de quietud. Por otro lado, quien no tiene confianza en sí mismo, no duraría más de un día en Madrás.

Los cambios ayudan. Debemos tener la experiencia del fuego y del agua si queremos saber cómo reaccionaríamos ante ellos. Por eso yama es tan importante, ya que incluye nuestras relaciones con distintas personas en momentos diferentes. De esta forma podemos experimentar quiénes somos.

P: ¿Para el yoga es importante un cambio de ambiente?

R: Sí, un pequeño cambio es importante. La mente se acostumbra a las cosas tan rápido que nuestras acciones se convierten en hábitos (saṃskāras). Nunca podremos experimentar nuestra verdadera naturaleza si no nos exponemos al cambio. Por esta razón, algunas veces, nos debemos poner a prueba haciendo algo completamente diferente.

P: Entiendo que debemos renunciar a un deseo que reconocemos nos haría mal. ¿En dónde debe caer el énfasis de nuestro trabajo, en renunciar a él o en estar seguros de que el deseo no vuelva a aparecer? Me doy cuenta que me enojo cuando surge un deseo y me molesto por estar tan enojado. Es un círculo vicioso.

R: Primero debemos determinar si lo que estamos considerando un problema, en realidad lo es. Piense en lo que quiere decir cuando asegura: “Eso me está causando muchos problemas.” Para reconocer si en realidad éste existe, a menudo, es muy útil cambiar de entorno y ver las cosas desde una perspectiva diferente. Como ejemplo permítame decir: usted tiene la oportunidad de mentir sobre algo. Puede ser una “mentira blanca,” esa que evitaría una relación difícil. También podría ser un comentario falso que le evitaría tener que pasarse mucho tiempo analizando una situación. O podría ser que la mentira no tuviera ninguṇa consecuencia; hay muchos orígenes filosóficos diferentes que describen a una simple mentira. En ese momento, podría parecer correcto que hasta desearía mentir. Pero después esto le molesta. Piensa: “¿Cómo pude mentir de esa forma? Hubiera sido mejor decir la verdad o permanecer callado.” ¿Qué estuvo bien en esta situación? Puede descubrirlo cuando discuta todo esto, de una forma abstracta, con alguien y observe su reacción. O puede cambiar su entorno, entrando en una situación diferente que le proporcione una nueva perspectiva, desde la cual pueda analizar toda la situación. Entonces tiene la oportunidad de ver todo otra vez. El Yoga Sūtra dice que si en realidad algo le está causando problemas, imagine la situación opuesta, esto puede ayudarlo a decidir lo correcto. La idea es estar abierto.


Estimular un cambio de perspectiva es cuestión de encontrar una nueva postura que le permita desarrollar una actitud fresca. Quizá leer un libro, hablar con un amigo o ir al cine. Tal vez descubra que lo que le estaba preocupando no es en realidad la fuente de sus problemas.

En cualquier situación, cuando no sepa con exactitud cómo comportarse, entonces no debe de actuar de inmediato.

P: ¿Así que, no se debe actuar cuando se tienen dudas?

R: Si se tiene tiempo para considerar la situación, no actúe. Si no hay tiempo, entonces por lo menos permítase un pequeño respiro. Cuando tenga dudas, es mejor hacer una pausa. Hay pocas cosas que provocan tanta presión, que no permitan esperar por un momento de respiro.

P: Me parece que es precisamente cuando estoy en una situación dudosa, cuando encuentro casi imposible hacer una pausa, especialmente si en ese momento soy el responsable de alguna persona. Hay situaciones en las que la duda y la incertidumbre son los grandes enemigos de mi experiencia, debido a que no me puedo dar un momento para respirar. Si fuera distinto, la presión bajo la que vivo no parecería tan grande. ¿Qué debo hacer cuando las dudas aparecen? ¿Debo voltear hacia otro pensamiento o circunstancia? ¿O sería mejor ignorarlas?

R: De alguna manera debe de arreglar las cosas para que pueda ver el problema desde otro punto más ventajoso. Si tiene éxito al hacerlo, es ya un signo de progreso. Si practica yoga, puede ser que las cosas sean mejores para usted hoy de lo que fueron ayer, y de este modo, le es más fácil ver el mismo problema de manera diferente. Pero hay ocasiones en que no se pueden resolver los problemas con sólo verlos desde un ángulo diferente o discutiéndolos con otra persona. Algunas veces se necesita de algo más.

En el yoga es importante crecer. Debemos desarrollarnos. Lo que era incierto, no tiene por qué permanecer así por siempre. En mi experiencia personal, la mayor decisión que trajo consigo muchos conflictos fue dejar la ingeniería para convertirme en un dedicado maestro de yoga, en 1964. Hablé con muchas personas pero los problemas persistían. Y entonces, de repente, un día desaparecieron. De alguna manera pude ver toda la situación desde un punto más ventajoso y así los problemas se fueron. Cuando las cosas se vuelven más fáciles, las dudas desaparecen de la misma manera.

La meta del yoga es alentarnos a ser hoy un poco mejores de lo que fuimos ayer. Lo logramos esforzándonos y al practicar la paciencia. Al hacer esto no nos sentiremos como si estuviéramos rodeados de tantos problemas. Nuestros esfuerzos pueden cambiar en intensidad, pero a través del tiempo, experimentaremos un progreso paulatino. Debemos aprovechar hábilmente cada oportunidad que nos ayude a progresar.

24 ene 2020

La comprensión del yoga: El mundo existe para verse y descubrirse. TKV Desikachar

FUENTE: EL CORAZÓN DEL YOGA. TKV DESIKACHAR







El mundo existe para verse y descubrirse 


El yoga sigue las enseñanzas del Sāṃkhya, que divide el universo en dos categorías: pūruṣa y prakṛti. Puruṣa es esa parte de nosotros capaz de ver y percibir verdaderamente. No está sujeto a un cambio. A la inversa, prakṛti sí está sujeto a un cambio constante y lo abarca todo, aun nuestra mente, pensamientos, sentimientos y recuerdos. Puruṣa puede ver y percibir la totalidad de prakṛti. (El Yoga Sūtra usa el término draṣṭṛ para pūruṣa y dṛśya para eso que se ve).




Todo lo que cae en el reino de prakṛti tiene una fuente común llamada pradhāna, una palabra que se refiere a la sustancia original de la que todas las cosas están formadas, la fuente de donde fluye toda la vida. En el principio, no había conexión entre pradhāna y pūruṣa. Pero entonces se juntaron y germinaron como una semilla, que es prakṛti. Todo el mundo material surgió de esta simiente. Primero vino mahat, el gran principio. De éste vino ahamkāra, el sentido del “Yo.” De ahamkāra vino manas, el poder detrás de los sentidos y de allí los tan nombrados tanmātras y los indriyas. Los tanmātra se refieren al sonido, tacto, forma, gusto y olfato de los objetos materiales. Los indriyas, los once sentidos que incluyen a todas nuestras actividades mentales; nuestros sentidos pasivos de percepción como oír, sentir, ver, gustar y oler; nuestras facultades activas del habla; las habilidades manuales, la locomoción, la evacuación y la procreación. A los tanmātras les siguen los bhūtas, los cinco elementos: espacio, aire, luz, agua y tierra.




Lo que acabo de describir es un pequeño resumen de la teoría yóguica de la evolución. El mundo, como lo vemos, es una combinación de estos aspectos que interactúan unos con otros constantemente. Todo lo que pasa en el mundo exterior tiene una influencia en nosotros y todo lo que sucede dentro de nosotros, a su vez, ejerce una influencia en nuestra relación con el mundo exterior.



Entenderemos más fácilmente lo que pūruṣa es, si pensamos en lo que falta en un cadáver. En la muerte, pūruṣa se desvanece (el Yoga Sūtra no revela a dónde va). El cuerpo, el cerebro y los órganos de los sentidos aún están presentes, pero sin vida porque pūruṣa se ha ido. Con todo, para pūruṣa no hay muerte, porque para él no existe el cambio, y ¿qué es la muerte, sino un cambio? Nuestra mente no puede ver a pūruṣa. Sabemos que existe porque algunas veces experimentamos momentos de claridad. Es el constante testigo de nuestras acciones. Es activo, pero no está influenciado por lo que ve. Debido a que pūruṣa trabaja a través de la mente, sólo puede ver cuando la mente está clara (Yoga Sūtra 2.20).



Es difícil imaginar que pūruṣa y prakṛti puedan existir de forma independiente. En los humanos siempre están relacionados. ¿Por qué confundimos pūruṣa con prakṛti? De acuerdo con las enseñanzas del yoga, tal confusión, saṃyoga, impregna la existencia humana. Al mismo tiempo, quienes buscan la claridad pueden aprender la diferencia entre el entendimiento correcto y el incorrecto. A este respecto el yoga es optimista: nos movemos hacia la claridad a través de una percepción sutil de los problemas y las confusiones.



Sólo porque algunos de nosotros buscamos las soluciones de los problemas y en el proceso obtenemos cierto grado de claridad, no significa que el pūruṣa de los demás pueda ver con más claridad. Otros sistemas filosóficos tienen la creencia de que sólo hay un pūruṣa; sin embargo, en el yoga se cree que el hecho de que una persona resuelva sus problemas, no significa que haya liberado a toda la humanidad de parte de la carga (Yoga Sūtra 2.22). Mientras que hay pūruṣa diferentes, hay un prakṛti único, un universo común para todos nosotros. Es la relación entre el pūruṣa individual y un prakṛti que es especial. Por esta sola razón, la forma en que cada cual ve las cosas, tales como nuestro cuerpo, sentidos y hábitos, es totalmente diferente. La observación puede ocurrir sólo cuando el pūruṣa tiene la energía e inclinación para salir y regresar con impresiones del mundo exterior. Aquí se encuentra la gran diferencia con la física moderna, según la cual necesitamos luz para poder ver la imagen de un objeto. Aun cuando la luz esté presente, así como el objeto que se puede ver, debe de haber algo más que nos llame para ver, pensar y escuchar. Este impulso viene del pūruṣa que llevamos dentro y no de afuera. A menudo existen objetos externos que llaman nuestra atención, pero no reaccionamos a ellos. Toda acción debe venir del pūruṣa.



Existen varias opiniones sobre cómo ocurrió la relación entre pūruṣa y prakṛti. Algunos dicen que es līlā, un juego divino. Otros creen que al principio hubo una entidad que se dijo a sí misma “Me gustaría volverme muchos.” La tercera opinión dice que es casualidad. Nuestras opiniones sobre este tema deben ser sólo una simple especulación.




Hay otras teorías acerca de qué le sucede a nuestro pūruṣa cuando morimos. Las personas que creen en una energía más alta que los seres humanos, en Dios, dicen que los diversos pūruṣas son como los ríos, todos fluyen hacia el mar. Cada uno tiene su propia cama, su propia dirección y calidad, pero todos fluyen juntos en el mar.



El cambio no es una consecuencia directa o indirecta del yoga o de cualquier otra práctica. Lo que podemos ganar de nuestra práctica de yoga es una mente más tranquila; de alguna forma la pesadez e inquietud desaparecen. Pero, algo muy personal y esencial tiene que pasarnos en el momento preciso, y además tiene que tocarnos en lo más profundo de nuestro ser, para que de repente queramos realmente hacer una pausa, reflexionar y cambiar el curso de nuestras acciones. Después de que esto sucede, sólo seguimos adelante paso a paso. La calidad de nuestras acciones empieza a cambiar. El saṃskāra, nuevo y positivo, se vuelve más fuerte y nuestra mente permanece clara.


La mente no puede observar sus propios cambios. Algo más lo hace (Yoga Sūtra 4.18-21). Por esta razón describimos a nuestro pūruṣa como el testigo y la fuente de nuestras acciones. Como tal, nuestro pūruṣa trabaja de manera similar al transmisor de una puerta eléctrica, en donde, lo que en realidad se mueve es la puerta. Nuestro pūruṣa es la fuente de nuestra acción. Sin embargo, también lo necesitamos como un testigo y un observador constante de la forma como funciona nuestra mente. Al final, la claridad puede prevalecer en la mente, pero el entendimiento experimental ocurre sólo a través de pūruṣa.



Si la claridad verdadera está presente, experimentamos tranquilidad y paz dentro de nosotros. Si sólo hay claridad intelectual, podremos ser felices por un instante o dos, pero este sentimiento no durará. Nuestra meta es liberarnos de duḥkha, de la aflicción y el sufrimiento. En este punto debemos de reconocer a duḥkha, saber que surge de un entendimiento incorrecto de avidyā y que debemos saber de que podemos evitarlo.



Nuestro propósito al practicar el yoga es traer un cambio a la calidad de la mente y así poder percibir más a pūruṣa. El yoga intenta influenciar a la mente de tal manera que nuestro pūruṣa pueda trabajar sin obstáculos.



23 mar 2019

La comprensión del yoga: las acciones dejan huella. TKV Desikachar

FUENTE: EL CORAZÓN DEL YOGA. TKV DESIKACHAR


Las acciones dejan huella






Ya he hablado de cómo el conocimiento incorrecto de avidyā afecta nuestras acciones. Algunas veces no vemos las cosas como son y actuamos de acuerdo a ese malentendido. A menudo esa acción no tiene una consecuencia inmediata, pero tarde o temprano empezamos a sufrir sus efectos. Una acción que se deriva de una percepción defectuosa puede influenciar a la siguiente, y así, nos vamos esclavizando cada vez más. Sólo caminamos el mismo viejo sendero y el resultado es duḥkha, un sentimiento de estar limitado y no ser libre. Duḥkha aparece cuando no conseguimos lo que queremos, surge del deseo. También es el resultado de querer repetir una experiencia placentera, que en realidad no se puede repetir porque la situación ha cambiado. Otra forma de duḥkha se experimenta cuando nos hemos acostumbrado a tener algo y de repente no lo poseemos más. En este caso, duḥkha emerge porque tenemos que renunciar a algo a lo que estamos acostumbrados.




Duḥkha: el destino de los que buscan 



El Yoga Sūtra dice que a pesar de que duḥkha se puede encontrar por todos lados, no siempre lo percibimos y sin duda hay muchas personas que nunca se darán cuenta de él. Pero precisamente quienes buscan la claridad son los que a menudo lo experimentan con una fuerza particular. El comentario de Vyasa en el Yoga Sūtra nos da un maravilloso ejemplo (Este comentario se discute en el anexo 1). Dice que el polvo que cae en la piel es inofensivo, pero si sólo una diminuta partícula de eso entra en el ojo, provocará un gran dolor. En otras palabras, quien busque la claridad se volverá más sensible porque sus ojos deben estar abiertos, aunque lo que vean sea muy desagradable algunas veces. El que busca, siente y ve las cosas antes que los demás. Desarrolla un especial sentido, una clase de sensibilidad particular. Debemos verlo en una forma positiva. Esta percepción o sensibilidad puede tener un uso tan útil como una señal indicadora de un carro. Nos dice que algo anda mal y seremos tan inteligentes como para encontrarlo. Alguien que busca la claridad siempre ve más dolor que quien no lo hace. Esta advertencia de sufrimiento resulta de una gran sensibilidad. La persona que no está en la búsqueda de la claridad, ni siquiera sabe qué cosas le traen felicidad o tristeza.



Ya hemos hablado sobre cómo el movimiento de las tres partes de la mente, el guṇa—rajas, tamas, y sattva—provoca que duḥkha emerja. Rajas es activo, fiero y es el que nos induce a actuar. Algunas veces empuja a nuestra mente a un estado de constante actividad y no podemos estar quietos: ese estado se caracteriza por la inquietud y la agitación. Tamas es lo opuesto a rajas, es un estado de la mente: fijo, inmóvil y pesado. Sattva es la cualidad de percepción que es blanco, claro y transparente. Es un estado en el cual ninguno de los otros dos guṇa predomina. De acuerdo con la relación entre rajas y tamas, duḥkha tomará diferentes formas. Nuestra meta es reducir estos dos guṇa hasta que nuestra mente alcance el estado de sattva.




Reconocer a duḥkha es un proceso que se puede dividir en siete etapas. La primera es entender que algo no está bien. Por ejemplo, podemos sentir la necesidad de evitar cosas usuales de nuestra vida y, en consecuencia, obligados a hacer algo para cambiar la dirección de su curso normal. A lo mejor no sabemos con exactitud qué acción tomar, pero al menos nos hemos dado cuenta del problema. Es el primero de los siete pasos y quien esté en la búsqueda del entendimiento, estará más despierto que los demás para captar el sentimiento de que algo no está bien. Los otros pasos son demasiado complejos para discutirlos aquí. El comentario de Vyasa del sūtra (2.27) del Yoga Sūtra, dirige los siete pasos hacia el verdadero reconocimiento de duḥkha.






De acuerdo con el Yoga Sūtra, nuestra mente posee cinco facultades a las que llamamos vṛtti, "movimientos” o “actividades” (Yoga Sūtra 1.6-11.1.) La primera actividad de la mente es pramāna, dirige las percepciones a través de nuestros sentidos. Viparyaya, el entendimiento incorrecto, es la siguiente actividad posible de la mente. La tercera facultad, vikalpa, es el poder de la imaginación. Describe el conocimiento o entendimiento que se basa en las ideas que no tienen nada que ver con el momento presente o la realidad material. La cuarta facultad en nidrā, sueño tranquilo. La quinta es smṛti, memoria, esa actividad de la mente que puede guardar una experiencia u observación.

Estas facultades trabajan juntas; a excepción de nidrā, cada segundo del día experimentamos una mezcla de ellas. Estas actividades mentales, solas o en cualquier combinación, no necesariamente disminuyen una forma de duḥkha, pero pueden tener una influencia en la forma en que muchos duḥkhas se presentan. Por ejemplo, los sueños surgen de la combinación de varias actividades. Que un sueño nos cause o no duḥkha, dependerá de sus efectos, que pueden ser buenos o malos, según lo que hagamos con el sueño o lo que éste nos provoque.




Puruṣa vista por medio de la mente


¿Cuál es la relación entre citta, la mente y pūruṣa, nuestra parte que ve? El Yoga Sūtra dice que pūruṣa sólo puede ver por medio de la mente, la cual, si está empañada, nublará también la percepción y con el tiempo, esto afectará al pūruṣa. Sin embargo, si la mente es clara, sus poderes de observación serán de lo mejor. Como el pūruṣa observa a través de la mente y con su ayuda, la calidad de tal observación depende totalmente de la calidad de la mente. Es el instrumento por el cual pūruṣa percibe, aun si la energía y el poder que la mente necesita para ver, provienen de pūruṣa*. Ya que no podemos trabajar directamente con pūruṣa, nos enfocamos en la mente. Por medio del yoga, la mente se hace más transparente a un ritmo constante, así, pūruṣa puede ver más claramente y hacer esta visión accesible para nosotros.



*Patañjali usa la palabra draṣṭṛ para pūruṣa, “el profeta” y dṛśya para "lo que es visto.” De acuerdo con Patañjali, avidyā emerge cuando se confunde a los dos. A esta desorientación se le llama saṃyoga, una palabra que significa que dos cosas se han involucrado tanto entre ellas que no podemos separarlas. En el momento de saṃyoga las semillas del sufrimiento están sembradas.

Asmita es una expresión de saṃyoga. Hablamos de asmitā cuando el pūruṣa y el citta se mezclan en una noción inseparable del “yo.” La mente es esencialmente un instrumento de percepción y pūruṣa es el que percibe. La mente tiene la cualidad de cambio, mientras que pūruṣa no. La asociación de estas dos distintas entidades a menudo causa problemas. Ver el Yoga Sūtra 2.6 y 2.17-24. 









Muy a menudo la mente es la que decide a donde dirigir nuestra atención. Lo hace porque está condicionada para ello. Saṃskāra es la condición de la mente que, sin cesar, le permite tomar la misma dirección. Es la suma total de todas nuestras acciones, que nos condicionan para comportarnos de cierta manera y puede ser positivo o negativo. Por el yoga nos atrevemos a crear otros saṃskāra nuevos y positivos, en lugar de reforzar el viejo que nos ha estado limitando. Cuando este nuevo saṃskāra es lo suficientemente fuerte y poderoso, el otro, viejo y angustiado, ya no podrá afectarnos. Entonces se podrá decir que hemos empezado una vida completamente nueva. Cuando los recientes patrones de comportamiento son más fuertes, los anteriores se vuelven inútiles.



Cuando practicamos āsanas , realizamos acciones que no están determinadas por nuestros hábitos y aún así permanecen dentro de la gama de nuestras habilidades. De esta manera, planeamos una secuencia de ejercicios, y al ejecutarlos, la mente se aclara un poco. Ya no estamos limitados por ellos. Cuando eso pasa, podremos descubrir que debemos cambiar un poco nuestro plan de práctica, reconociendo con gran claridad lo que es bueno para nosotros. Esta clase de cambio de orientación se llama parivṛtti. Vṛtti significa “movimiento” y pari se traduce como “alrededor.”







Imagine que está conduciendo un auto y de repente aparece un árbol justo enfrente de usted. Los ojos de su mente ven lo que podría suceder si sigue conduciendo en la misma dirección: chocaría con el árbol. Para evitarlo, gira hacia otra dirección de inmediato. Parivṛtti describe esta habilidad para prever lo que va a pasar y volver a dirigirnos en forma adecuada. En lugar de dejar que la mente viaje más allá en la misma dirección, practicamos āsanas o hacemos algo distinto que nos ayudará a ver más claramente. A lo mejor esta actividad nos permite ver que no estamos en el camino correcto. Si la reorientación no nos ayuda, es probable que nuestra mente y no pūruṣa, sea la que decidirá lo que se hará enseguida. Algunos filósofos han hecho una magnífica descripción diciendo que la mente es un leal sirviente pero un amo terrible. La mente no es un amo, aunque a veces actúe como tal. Por eso es bueno hacer algo que le dé a pūruṣa la oportunidad de llevar a cabo lo que tiene que hacer, principalmente, ver con claridad. Si sólo nos deslizamos por aguas conocidas, entonces nuestra mente toma el timón y pūruṣa no puede hacer nada en lo absoluto.




La idea es que, al aceptar la práctica del yoga, empezamos un proceso que nos ofrece una forma de detener lo que nos daña. No tenemos que dejar de hacer algo, deliberadamente, ni hacer nada. Lo que nos daña desaparece, simplemente porque hemos cambiado nuestra dirección hacia aspectos positivos.





La expresión de pūruṣa nos permite ver cómo funciona la mente y cómo podemos trabajar con ello. Puruṣa no destruye la mente, sino que nos otorga el control sobre ella: conocemos nuestras fuerzas y debilidades y lo que nos puede causar dolor. Usamos la palabra viveka para describir esta claridad de pūruṣa. Viveka significa ver ambos lados, poder ver lo que somos y lo que no, diferenciar. Cuando usamos la palabra asmitā la definimos como ego, también se puede describir como un estado en el cual pūruṣa y citta se mezclan, para funcionar como una unidad, a pesar de que realmente no pueden volverse uno solo. Viveka se hace presente cuando la diferencia entre pūruṣa y citta es clara.



Algunas veces puede ser útil entender las razones de nuestro viejo y negativo saṃskāra, porque hay muchas clases de saṃskāra. El más poderoso es el único que causa problemas, mientras que los débiles refuerzan a aquellos que tienen más influencia. Bien podría ser que, en una situación dada, hubiéramos actuado de buena fe y hecho lo correcto, aún así, nuestras acciones nos causaron problemas. En esos momentos una mente tranquila nos ayudará a descubrir qué fue lo que pasó. Nos será de mucha ayuda estar siempre conscientes de tal situación, ya que así, estaremos más alertas la próxima vez.

7 mar 2019

La comprensión del yoga: Las cosas que ensombrecen al corazón. T K V Desikachar

Krishnamacharya enseñando padmāsana
FUENTE: EL CORAZÓN DEL YOGA. TKV DESIKACHAR






Las cosas que ensombrecen al corazón 



Hay muchas definiciones del yoga y ya he mencionado algunas de ellas:


El yoga como el movimiento de un punto a otro, más alto.

El yoga como lo que reúne, lo que unifica dos cosas.

El yoga como la acción con una atención completa e incesante.



Estas definiciones tienen una cosa en común: la idea de que algo cambia. Este cambio debe llevarnos a un punto donde no hemos estado antes. Es decir, que lo que era imposible se vuelva posible; lo inalcanzable, alcanzable; que podamos ver lo que nos era invisible. Una de las razones fundamentales por la que muchas personas aceptan el yoga es para cambiar algo acerca de ellas mismas; poder pensar más claramente, sentirse mejor y actuar hoy mejor de lo que lo hicieron ayer en todos los aspectos de su vida. En estos propósitos, el yoga nos puede ayudar mucho y no necesita de ningún requisito previo para emprender este camino. Porque el yoga se origina en la India no quiere decir que nos debamos volver hindúes para poder practicarlo. Por el contrario, el yoga no requiere de una creencia en especial y si ya la tenemos, no se interpone con aquel. Todos pueden empezar y el punto donde lo hagan es muy personal, depende de dónde se encuentre cada cual en ese momento.


Krishnamacharya demostrando sanmukhi mudrā.
Después de todo, ¿por qué emprendemos este viaje? Porque sentimos que no siempre hacemos lo mejor para nosotros y para los demás. Porque a menudo notamos que no reconocemos lo suficientemente claro, las cosas que están a nuestro alrededor y en nuestro interior. Y ¿por qué pasa esto? Porque el velo de avidyā nubla nuestras percepciones. En un momento dado nuestra valoración de una circunstancia puede ser correcta o no, pero esto es algo que no podemos saber en ese momento. Si nuestra perspectiva de una situación es falsa, entonces avidyā está presente y nublará la siguiente acción. De esta forma influye en nuestros actos y sus resultados, los que deberemos enfrentar, tarde o temprano. Ya hemos hablado sobre el hecho de que, desde el punto de vista yoguístico, todo es real y nada es ilusión. Hasta avidyā, la fuente de tantos problemas, tiene un valor y es real. Todo lo que vemos y experimentamos se puede aceptar. A este concepto se le llama satvāda. El yoga dice también que todo está en un estado de cambio constante. Mañana no veremos las cosas de la misma manera en que las vemos hoy. A este concepto se le llama pariṇāmavāda.



Si continuamos un poco más con el pensamiento yoguístico, encontraremos que hay algo que puede percibir este cambio constante en las cosas porque en sí mismo no es sujeto de cambio. Esto es pūruṣa, algo muy profundo dentro de nosotros, que en realidad puede ver y reconocer la verdadera naturaleza de todas las cosas, incluyendo el hecho de que se hallan en un estado de constante cambio. Pero pūruṣa también está envuelto por el mismo velo de avidyā que cubre la mente.



Ya he descrito cómo avidyā se expresa y experimenta de cuatro diferentes maneras. Una es asmitā, el ego: “estoy en lo correcto”; “estoy triste”; “soy un maestro de yoga.” Estas son declaraciones de asmitā. Nos identificamos por completo con algo que tal vez pudiera cambiarse y que probablemente ya no nos pertenezca mañana. Otra forma de avidyā es rāga, el deseo de tener algo sin importar si lo necesitamos o no. La tercera forma es dvesa, que se manifiesta como el rechazo a las cosas y como los sentimientos de odio. Y para terminar está abhinivesa o miedo (miedo a la muerte, aferrarnos a la vida con todas nuestras fuerzas). Avidyā se puede expresar de cuatro formas posibles.


Krishnamacharya y su esposa Namagiriamma





El propósito esencial de la práctica del yoga es reducir avidyā para que, poco a poco, el entendimiento pueda salir a la superficie. Pero, ¿cómo podemos saber si hemos visto y entendido bien las cosas? Cuando vemos la verdad, cuando alcanzamos un nivel más elevado de nuestro entendimiento normal diario, algo profundo dentro de nosotros está muy tranquilo y en paz. Entonces sentimos el contento de que nada nos pueden quitar. No es la clase de satisfacción que se deriva de contemplar objetos hermosos. Es mucho más que eso. Es una satisfacción profunda dentro de nosotros que está libre de los sentimientos y de los juicios. El centro de este contexto es pūruṣa.







El yoga es tanto el movimiento hacia un punto como la llegada a éste. El yoga que ejercitamos y por el cual, a través de la práctica, podemos progresar, se llama kriyā yoga. El Yoga Sūtra lo define como estar formado por tres componentes: tapas, svādhyāya e īśvarapraṇidhānā.




Tapas no significa penitencia ni castigo, sino que es algo que hacemos para mantenernos saludables en cuerpo y mente. Es un proceso de limpieza interna; quitamos las cosas que no necesitamos. 



Svādhyāya es el proceso de descubrir poco a poco, dónde estamos, quiénes somos, qué somos, etc. Nuestra práctica de āsana empieza precisamente con estas preguntas. Damos el primer paso al observar la respiración y el cuerpo. Lo hacemos una y otra vez, con la esperanza de que con el tiempo, desarrollaremos un entendimiento más profundo de nosotros mismos y de nuestro estado actual. De esta forma también aprendemos a reconocer cuáles serán nuestros próximos pasos. Si seguimos el Yoga Sūtra, esta cercana conexión con svādhyāya será verdadera en la práctica de todo tipo de yoga. 




La acepción literal de īśvarapraṇidhānā es “rendirse con humidad a Dios.” En kriyā yoga existe la libertad para aceptar a Dios o no. El sentido de īśvarapraṇidhānā en el contexto de kriyā yoga se relaciona mucho más con una clase especial de atención al actuar: valoramos más la calidad de la acción y no los frutos que se obtengan de ella.



El primer paso de nuestra trayectoria normal de acción sería decidir una meta y después, teniéndola en mente, empezar a trabajar por ella. Pero, es fácil que nuestra meta cambie o, aún más, desaparezca. Por ejemplo, alguien piensa que necesita hacer un millón de dólares y se pasa dos o tres años trabajando hacia este fin. De repente descubre que dicha meta ya no le es útil, ya que ha perdido su significado y es reemplazada por otra totalmente distinta pero mucho más importante. Debemos permanecer flexibles para que podamos reaccionar ante los cambios de nuestras expectativas y viejas ideas. Mientras más distantes nos encontremos de los frutos de nuestro trabajo, estaremos en mejor disposición para hacerlo. Y si nos concentramos, más en la calidad de los pasos que damos por el camino que en la meta en sí, entonces también evitaremos desilusionarnos si no podemos alcanzar el objetivo exacto que nos habíamos impuesto. El significado de īśvarapraṇidhānā en el kriyā yoga (1)   es poner más atención al espíritu con el que actuamos y ver menos hacia los resultados que nuestras acciones nos puedan traer.

(1. La pregunta sobre la actitud que adoptamos hacia nuestras acciones es capital para la definición de īśvarapraidhānā que nos da el Yoga Bhāsya, el comentario más antiguo en el Yoga Sūtra. Ahí está escrito: īśvarapraidhānā es ceder toda acción a Dios, la renuncia del deseo de los frutos de toda acción.”)


Avidyā cambia de acuerdo a la forma en la que se manifiesta, ya sea asmitā, rāga, dvesa o abhiniveśa. Algunas veces se manifiesta como ansiedad; otras aparecerá como apego, rechazo, avaricia, etc. No siempre están presentes en la misma proporción los cuatro aspectos de avidyā. A pesar de que normalmente todos están ahí, por lo general uno o dos dominan y los demás acechan en el fondo.




Si por un momento la modestia se apodera de nosotros, no significa que hemos sobrepasado nuestra tendencia de una búsqueda personal. Nunca sabemos cuándo aparecerá más claramente alguna forma particular de avidyā. Es como sembrar semillas: tan pronto como reciben agua, fertilizante y aire, empiezan a crecer. Cada semilla tiene sus propias condiciones y tiempos para crecer mejor. Así puede pasar que un deseo (rāga), nos conduzca a hacer algo que nuestro orgullo, nuestro ego (asmitā) hayan prohibido. O que el propio deseo de hacernos notar (asmitā) sea tan grande que sobrepase nuestra ansiedad (abhiniveśa), porque tenemos que probar qué grandes héroes somos.




Nunca nos debemos sentar cómodamente, con un aire de suficiencia, cuando parezca que ya nos hemos librado de avidyā. Debido a que sus cuatro fases no siempre aparecen en la superficie, debemos estar conscientes de que sus poderes e intensidad pueden seguir cambiando. Algunas veces avidyā es apenas visible en alguna de sus formas y otras nos agobia. Ya que hay tantos niveles de avidyā, debemos permanecer atentos y alertas en nuestras acciones y mantener nuestros esfuerzos para atenuar su influencia. Seguramente indica un gran progreso el que alguien haya disfrutado por años de una mente y de un espíritu claro. Pero avidyā puede golpearnos de repente como un terremoto otra vez. Es por eso que hacemos énfasis en que nuestra práctica de yoga (la lucha por un entendimiento más profundo), debe continuar hasta que avidyā se reduzca al mínimo.



Una práctica y una contemplación de pocos días puede ayudar por algún tiempo, pero los beneficios no durarán por siempre. Debemos poner piedra sobre piedra; es un proceso gradual. Nos debemos comprometer con estas prácticas constantemente porque, a pesar de que podemos estar hoy más lejos que ayer, podríamos resbalar un escalón mañana. Se nos pide que estemos siempre activos hasta que las semillas de avidyā se quemen y no puedan germinar más. Mientras estén allí, nunca sabremos si brotarán o no. La práctica del yoga ayuda a prevenir que estas semillas germinen y crezcan de nuevo. Avidyā está muy relacionada con la inacción, aún ésta tiene consecuencias. El Yoga Sūtra dice que el grado de influencia que avidyā tiene sobre nuestras acciones, determinará si sus efectos son positivos o negativos.(2.Yoga Sūtra 2.12)




El Yoga Sūtra hace una distinción entre dos clases de acción: la que reduce avidyā y trae el verdadero entendimiento y la que lo incrementa. Aumentamos avidyā al alimentarla y la reducimos dejándola sin comer; nuestras acciones animan o desaniman a avidyā para que crezca. Todo lo que hacemos en yoga tiene como meta la reducción de avidyā, ya sea en la práctica de āsana, prāṇāyāma o meditación, en la observación atenta, la búsqueda personal o al revisar una pregunta en especial.










Todo lo que hacemos tiene una consecuencia 




Cada una de nuestras acciones muestra sus efectos de forma inmediata o después de un tiempo. Cada acción tiene una consecuencia. Puede tomar la forma de un residuo que sea el resultado de una acción, que en su momento influenciará al siguiente acto. Por ejemplo, alguien con quien nos hemos comportado de manera amigable, llevará algo de nuestra simpatía a su siguiente encuentro. Es un proceso continuo: la primera acción influye en la siguiente y así sucesivamente, ad infinitum. Esa es la razón por la cual es mejor que estemos alertas en todas nuestras acciones.




¿Qué posibilidades hay para prevenir las acciones que tengan consecuencias negativas, de las que después nos podemos arrepentir? Una posibilidad es dhyāna, que en este contexto significa “reflexión” (3. Yoga Sūtra 2.11) y puede tomar varias formas. Por ejemplo, cuando enfrenta una decisión importante, imagine qué pasaría si hiciera exactamente lo opuesto de lo que sus instintos le sugieren (4. Yoga Sūtra 2.33 y 2.34 presenta esta idea como pratipakṣabhāvana). Trate de ver la consecuencia de su decisión lo más real posible. No importa qué es o qué sienta, antes de tomar una decisión importante y de que realice una acción, debería darse la oportunidad de considerar el asunto con una mente abierta y con un cierto grado de objetividad. A este respecto dhyāna es una consideración silenciosa y alerta, una meditación. El propósito es liberarlo de las ideas preconcebidas y evitar las acciones que después pueda lamentar y traerle más problemas (duḥkha) a usted.




Dhyāna fortalece la autosuficiencia. El yoga nos hace independientes. A pesar de que muchos de nosotros dependamos de psicólogos, gurús, maestros, drogas o lo que sea, todos queremos ser libres. Aunque los consejos y la guía son de utilidad, al final nosotros mismos seremos los mejores jueces de nuestras propias acciones. Nadie está más interesado en mí que yo. Con la ayuda de dhyāna encontramos nuestros propios métodos y sistemas para tomar decisiones y entender mejor nuestro comportamiento.




Para permanecer apartados de nuestras acciones, hay otras formas que nos pueden decir qué pasaría si actuáramos de forma diferente a la que nos propusimos. Estas serían ir a un concierto, caminar o hacer algo diferente para calmar nuestros pensamientos. Todo este tiempo nuestra mente sigue trabajando inconscientemente, sin ninguṇa presión externa. Al desarrollar otras actividades ganamos cierta distancia. Sin embargo, pronto llegará el momento de pensar en los pros y los contras de la decisión que se debe tomar. Puede ser que con calma y poniendo distancia de por medio, optemos por una mejor decisión. Salirse de una situación para poder verla desde otra perspectiva se llama pratipakṣa. La misma palabra describe el proceso de considerar otro posible curso de acción (5. Yoga Sūtra 2.33). El tiempo que se pasa en dhyāna es en extremo importante. Nuestras acciones alcanzan calidad a través de una reflexión personal.



Duḥkha es otra noción muy ligada con avidyā. Algunos términos tales como “sufrimiento,” “problemas” o “enfermedad” sirven para explicar el significado de duḥkha, pero es mejor describirlo como el sentimiento de estar apretados. Dukha es una cualidad mental que nos da el sentimiento de agobio. No se compara con un dolor físico. No se necesita percibirlo para experimentar un sentimiento de gran duḥkha. La mente es el nivel donde trabaja y no es otra cosa que un cierto estado mental, en el cual experimentamos cierta limitación en nuestra capacidad para actuar y entender. Aun si no tenemos la necesidad de expresar nuestros sentimientos llorando, de alguna manera nos sentimos muy molestos en nuestro interior, dolorosamente limitados y restringidos.




Cuando sentimos una sensación de ligereza y abertura en nuestro interior, entonces estamos experimentando lo opuesto a duḥkha, un estado llamado sukha (6. Una traducción literal nos puede ayudar a entender estos términos, los que se usan una y otra vez en el Yoga Sūtra, kha significa algo como “espacio,” y su “feliz,” “fortuna” o “bueno.” Una metáfora gráfica para duḥkha como el opuesto de sukha es un cuarto oscuro.) El concepto de duḥkha juega un importante papel, no sólo en el yoga sino en todas las filosofías importantes de la India. Hay duḥkha en diferentes momentos de la vida de cada ser humano. Todos tenemos la meta de eliminar duḥkha. Eso es lo que Buda enseñó y por lo que Vedānta se esfuerza. Esto es lo que el yoga trata por alcanzar.








Duḥkha emerge de avidyā




¿Cuál es la relación entre duḥkha y avidyā? Cada acción que se origina en avidyā siempre conduce a una u otra forma de duḥkha. A menudo sucede que no vemos nuestro avidyā como presunción, deseo, odio o miedo, sino que sólo percibimos el resultado, el duḥkha. Se puede expresar de muchas maneras diferentes; nunca sabemos cómo, hasta que nos acosa. Algunas veces podemos sentirnos literalmente como si nos estuviera asfixiando; otras sólo notamos duḥkha en nuestros pensamientos y sentimientos. Sin tomar en cuenta la forma que adopte, es seguro que duḥkha aparecerá cuando nuestras acciones hayan surgido de avidyā. Una acción que está apoyada por una mente clara, no puede ocultar avidyā dentro de ella. En consecuencia, de alguna manera hay acciones que nunca tienen un aspecto negativo y otras que creíamos buenas, pero que después reconocemos que nos trajeron duḥkha.




Aún más, duḥkha puede emerger de nuestros esfuerzos para progresar por nuestro camino del yoga. Cuando vemos algo que nos gustaría tener, duḥkha no está presente al principio. Empieza a tomar posesión cuando no podemos conseguirlo. Muy seguido, las personas sufren por esta clase de duḥkha, precisamente cuando están en el proceso de mejorar sus vidas. Se vuelven tan sedientas por la verdadera percepción, que no pueden alcanzar esta nueva calidad de entendimiento y acción tan pronto como quisieran. En la gran literatura espiritual de la India, hay varias historias de personas que luchan por ser mejores, pero que por tener tanta prisa logran tan poco, que desarrollan duḥkha y son infelices. Y esto sucede a pesar de que han tratado de cambiar algo para mejorar.




También hablamos de duḥkha cuando no podemos sentirnos cómodos en una nueva situación. Dukha puede surgir al usarse sólo para ciertas cosas y no insistir en nada más. Nos sentimos incómodos cuando se alteran nuestros hábitos. Si no podemos continuar nuestra vida en la forma habitual, lo que experimentamos es una perturbación. Esta forma de duḥkha surge de nuestras acciones que nos han traído un sentimiento de satisfacción.





También duḥkha puede generarse desde otra dirección. Algunas veces el proceso de darnos cuenta que nuestro antiguo camino ya no es bueno, nos puede causar dolor y duḥkha. Esta es la razón por la cual algunas veces es difícil dejar a un lado cierto comportamiento al reconocer que ya no es productivo. Nos puede doler mucho separarnos de un patrón que hemos estado usando. Depende de nosotros encontrar el por qué de esto para que podamos sobrellevar la situación (7. Los diferentes procesos de duḥkha que se discuten aquí se distinguen entonces: por la incapacidad de percibir o aceptar un cambio que surja de pariṇāma-duḥkha; por la situación donde no se puede satisfacer una necesidad surge tāpaduḥkha; por la dificultad para dejar los hábitos emerge saṃskāraduḥkha. En el Yoga Sūtra 2.15 se puede encontrar una discusión de las diferentes causas de duḥkha.)




Duḥkha emerge del guṇa


Para comprender duḥkha debemos entender las tres cualidades de la mente que describe el yoga. Estas son: tamas, rājas y sattva, y en conjunto se les conoce como el guṇa.8 (8. El concepto de los tres guṇa no se presenta a detalle en el Yoga Sūtra, sin embargo, hace referencia de ellos en 2.18 y se presuponen en el Yoga Sūtra constantemente. Se explican en los textos de Sāṃkhya, donde los guṇa se resumen en esas tres cualidades que son peculiares a todo el material (al que también pertenecen nuestros pensamientos, sentimientos y todo el rango de nuestra actividad mental), pero no puruṣa. Aun más, el movimiento de los tres guṇa puede ser la razón de duḥkha. Ver el Yoga Sūtra 2.15.)





El tamas describe un estado de pesadez y lentitud en sentimientos y decisiones. Digamos que cuando tiene que dar una conferencia lo ataca un sentimiento de gran somnolencia. De repente le cuesta mucho trabajo permanecer alerta, y como consecuencia, su audiencia (y usted) se sentirá desilusionado y al final podrá experimentar duḥkha. Esta clase de letargo es lo que tamas significa. Existe una situación diferente cuando ya es hora de ir a dormir pero su mente dice “¡Apúrate, vámonos! ¡Vamos al cine! ¡Debes ir al cine! ¿Cómo es que quieres ir a la cama ahora?” A esta cualidad de la mente le gustará la acción y el baile. Se le llama rajas y también produce duḥkha. La tercera cualidad de la mente describe la ausencia de las otras dos. No existe la pesadez y el letargo ni la prisa y la inquietud, sino sólo la claridad. Se llama sattva y duḥkha no puede surgir de esta cualidad. 





Estas tres cualidades están sujetas a sus propios ciclos, algunas veces prevalece uno y a veces el otro. Sólo sattva, claridad, es totalmente positiva en el sentido de conducirnos a una reducción de duḥkha. Rajas y tamas nos pueden guiar a duḥkha. Por ejemplo, si en realidad necesito dormir y quiero hacerlo, entonces mi mente está en tamas y es bueno. Pero si voy a dar una conferencia o me gustaría asistir a una, y el estado de la mente está predominantemente en tamas, me causa muchas dificultades. 






Todos los factores que conducen a que duḥkha ocurra, trabajan en nosotros como fuerzas que reducen nuestro espacio y libertad y al final nos limitan. Si estamos lo suficientemente alertas, siempre nos podremos dar cuenta del juego de estas fuerzas dentro de nosotros. A través de nuestra práctica de yoga estamos atentos para darnos cuenta de estos movimientos internos, para reducir las limitaciones resultantes y evitar que ocurran en el futuro. Cuando estamos conscientes de duḥkha y lo vemos como algo que hay que enfrentar, también podemos encontrar el camino para deshacernos de él. Es por eso que estar conscientes de duḥkha es el primer paso para liberarnos de él. 



Para finalizar, el yoga dice que hay un estado llamado—kaivalya en el cual alguien está libre de los asuntos externos que causan tales problemas y generan duḥkha.9 Digamos que tengo un radio que significa mucho para mí. Un día mi hijo lo rompe, me pongo furioso y me enojo con él, aunque lo haya hecho sin querer. De hecho no me debería de haber enojado, después de todo era sólo un radio. En efecto, debería mejor convencer a mi hijo para que sea más cuidadoso; también debo ser suficientemente flexible para ver lo que pasó en realidad. Un poco de tolerancia siempre reduce duḥkha.