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6 ago 2012

El entrenamiento de la concentración

Del libro "El arte de vivir" de William Hart
Tratamos de controlar nuestras acciones verbales y físicas con la práctica de sila; sin embargo, la causa del sufrimiento yace en las acciones mentales. Limitarnos a refrenar nuestras palabras y nuestros actos no tiene objeto; mientras la mente siga hirviendo en deseo y aversión, en acciones mentales perjudiciales. No podremos ser felices mientras sigamos lastimándonos a nosotros mismos de esta manera. Tarde o temprano, el deseo y la aversión entrarán en erupción y romperemos sila, dañándonos a nosotros y a los demás.

Podemos comprender intelectualmente que realizar acciones perjudiciales es un error; al fin y al cabo, todas las religiones han predicado la importancia de la moralidad durante miles de años. Sin embargo, en cuanto llega la tentación, desborda la mente y se rompe el sila. Un alcohólico sabe perfectamente bien que no debe beber porque el alcohol le hace daño, pero, en cuanto surge el deseo, toma alcohol y se intoxica. No puede evitarlo porque no tiene control sobre su mente. Pero en cuanto aprendemos a dejar de forjar acciones mentales perjudiciales, resulta fácil abstenerse de las palabras y de los actos perjudiciales.

Puesto que el problema se origina en la mente, es en la mente donde debemos enfrentarlo. Para hacerlo, debemos emprender la práctica de bhavana -literalmente "desarrollo mental"- o meditación en lenguaje común. Desde el tiempo de Buda, el significado de la palabra bhavana se ha ido volviendo más imprecisa a medida que su práctica ha ido declinando. En los últimos tiempos se ha utilizado para referirse a cualquier forma de cultivar la mente o proyecto espiritual, e incluso a actividades tales como leer, hablar, escuchar o pensar sobre el Dhamma.

"Meditación", que es la traducción más común de bhavana, se utiliza con poca exactitud para referirse incluso a actividades muy diferentes entre sí: desde relajación mental, ensoñaciones diurnas y asociaciones libres, hasta auto hipnosis. Todo esto queda muy lejos de lo que el Buda quiso decir con bhavana. El utilizó este término para referirse a ejercicios mentales específicos, técnicas precisas para enfocar y purificar la mente.

Bhavana incluye dos tipos de entrenamiento: concentración (samadhi) y sabiduría (pañña). La práctica de la concentración se llama también "El desarrollo de la tranquilidad" (samatha bhavana), y el de la sabiduría "El desarrollo de la visión cabal" (vipassana bhavana). La práctica de bhavana se inicia con la concentración, que es la segunda división del Noble Sendero Óctuple; y consiste en la acción provechosa de aprender a tomar el control de los procesos mentales para convertirse en el dueño de la propia mente. Son tres las partes del sendero que caen dentro de este entrenamiento: Recto Esfuerzo, Recta Atención y Recta Concentración.

Recto Esfuerzo
El Recto Esfuerzo es el primer paso en la práctica de bhavana. La mente es fácilmente vencida por la ignorancia y dominada por el deseo y la aversión. Tenemos que fortalecerla de algún modo para que se vuelva firme y estable, para que se convierta en una herramienta útil; que nos sirva para examinar los niveles más sutiles de nuestra naturaleza, para primero revelar, y después eliminar nuestros condicionamientos.

Un médico que quiera diagnosticar la enfermedad del paciente, tomará una muestra de sangre y la pondrá bajo un microscopio. Antes de examinar la muestra, debe asegurarla en el foco y enfocar bien el microscopio; sólo entonces será posible inspeccionar la muestra, descubrir la causa de la enfermedad y poner el tratamiento adecuado para curarla. Igualmente, debemos aprender a enfocar, fijar, y mantener la mente en un solo objeto de atención para hacer de ello un instrumento que nos sirva para examinar nuestra realidad mas sutil.

El Buda recetó varias técnicas para concentrar la mente, cada una de ellas adecuada para la persona específica que iba a él en busca de entrenamiento. La técnica más apta para explorar la realidad interior, la técnica que el Buda mismo practicó, es la de Anapana-sati, "atención de la respiración".

La respiración es un objeto de atención fácilmente disponible para todo el mundo; porque todos respiramos desde que nacemos hasta que morimos. Es un objeto de meditación universalmente accesible y universalmente aceptable. Para empezar a practicar bhavana, los meditadores se sientan adoptando una postura erguida que les sea cómoda, y cierran los ojos. Debe hacerse en una habitación tranquila, sin estímulos que distraigan la atención. La primera actividad que se advierte en cuanto se va del mundo exterior al interior, es la propia respiración; así pues, se presta atención a este objeto: el aire entrando y saliendo por las ventanas de la nariz.

No es un ejercicio de respiración, es un ejercicio de atención; y el esfuerzo no consiste en controlar la respiración, sino en permanecer conscientes de ella tal y como es naturalmente, larga o corta, pesada o ligera, áspera o sutil. La atención se mantiene fija en la respiración durante tanto tiempo como sea posible, sin permitir que ninguna distracción rompa la cadena de la consciencia.

Como meditadores, vemos de inmediato lo difícil que resulta. Tan pronto como intentamos mantener la mente fija en la respiración, comienza a preocuparnos un dolor en las piernas. En cuanto intentamos reprimir todos los pensamiento que distraen la atención, irrumpen mil cosas en la mente: recuerdos, planes, esperanzas, temores... En el momento en que una de ellas consigue acaparar nuestra atención, nos damos cuenta al cabo de un rato, que nos hemos olvidado totalmente de la respiración. Comenzamos de nuevo, con renovada determinación; y de nuevo, al poco tiempo, vemos que la mente se ha vuelto a escabullir inadvertidamente.

¿Quién está en control aquí? Nada más iniciamos este ejercicio, vemos de inmediato y con toda claridad que la mente está fuera de control, que la mente no hace más que huir de la realidad saltando de un pensamiento a toro, de un objeto de atención a toro, igual que un niño mimado agarra un juguete, se aburre y agarra otro, y luego otro...

Este hábito está profundamente arraigado en la mente, es lo que l amente ha estado haciendo toda la vida. Pero, al empezar a investigar nuestra verdadera naturaleza, debemos detener esas huidas; debemos cambiar el modelo de conducta de la mente, y aprender a mantenernos en la realidad. Comenzamos tratando de fijar la atención en la respiración, cuando nos damos cuenta de que se ha distraído; con paciencia y calma la llevamos de nuevo a su sitio. Fallamos, y volvemos a intentarlo una y otra vez. Seguimos repitiendo el ejercicio con una sonrisa, sin tensión y sin desánimo; al fin y al cabo el hábito de toda una vida no se cambia en unos cuantos minutos. La tarea requiere práctica repetida y continua, amén de paciencia y calma. Así es como desarrollamos la consciencia de la realidad. Esto es el Recto Esfuerzo.

El Buda describió cuatro tipos de Recto Esfuerzo:
  1. Prevención del surgimiento de estados nocivos y perjudiciales.
  2. Eliminación de los ya surgidos.
  3. Generación de estados beneficiosos no existentes todavía.
  4. Mantenimiento constante de estos estados, haciendo que se desarrollen y alcancen total madurez y perfección.

Al practicar la atención en la respiración, practicamos los cuatro esfuerzos correctos. Cuando nos sentamos y fijamos la atención en la respiración, sin ningún pensamiento que se interponga; iniciamos y mantenemos un saludable estado de autoconciencia. Nos impedimos caer en distracciones o divagaciones, perder de vista la realidad. Si surge un pensamiento, no lo perseguimos, volvemos una vez más la atención a la respiración. De este modo desarrollamos la aptitud de la mente para permanecer enfocada en un sólo objeto y resistir las distracciones, dos cualidades esenciales de la concentración.

Recta Atención
La observación de la respiración es un método para practicar la Recta Atención. El sufrimiento procede de la ignorancia; reaccionamos porque no sabemos lo que estamos haciendo, porque no conocemos nuestra propia realidad. La mente pasa la mayor parte del tiempo perdida en fantasías e ilusiones, reviviendo experiencias agradables o desagradables; y anticipándose al futuro con impaciencia o miedo. Mientras andamos perdidos en tales deseos y aversiones, somos inconscientes de lo que está sucediendo ahora, de lo que estamos haciendo ahora mismo. A pesar de que con toda seguridad, lo más importante para nosotros es, el momento presente -el ahora-; porque no podemos vivir en el pasado que ya se ha ido, ni podemos vivir en el futuro que está fuera de nuestro alcance. Sólo podemos vivir en el presente.

Si somos inconscientes de nuestras acciones presentes, estamos condenados a repetir las equivocaciones del pasado y nunca podremos obtener lo que soñamos para el futuro. Pero si logramos desarrollar la capacidad de ser conscientes del momento actual, podremos utilizar el pasado como pauta para ordenar las acciones del futuro, de manera que nos sirvan para alcanzar nuestra meta.

El Dhamma es el camino del aquí y el ahora, por eso debemos desarrollar la habilidad para estar atentos al momento presente. Necesitamos un método para enfocar la atención sobre la realidad del instante. La técnica de Anapana-sati es dicho método; practicándolo, desarrollamos la autoconsciencia del aquí y ahora: en este momento inspiramos, en este momento espiramos. Ejercitando la atención en la respiración, nos hacemos conscientes del momento actual.

Otra razón para desarrollar la consciencia de la respiración, es el deseo de experimentar la realidad última; y el focalizar la atención en la respiración nos ayuda a explorar todo lo que ignoramos sobre nosotros mismos, a traer al plano consciente todo lo que hasta ahora había sido inconsciente. La respiración actúa como un puente entre la mente consciente y la inconsciente porque funciona de ambas maneras. Podemos, a voluntad, respirar de una forma determinada, controlar la respiración; también podemos detenerla durante algún tiempo, y cuando dejamos de intervenir en ella, continúa de forma natural.

Por ejemplo: podemos empezar a respirar un poco más fuerte intencionadamente, para fijar la atención con mayor facilidad; y tan pronto como la sintamos clara y firme, dejamos que la respiración se produzca de forma natural - ya sea fuerte o suave, profunda o superficial, larga o corta, rápida o lenta-. No hacemos ningún esfuerzo por regularla, el único esfuerzo consiste en ser conscientes de ella. Al mantenernos atentos a la respiración natural, hemos empezado a observar el funcionamiento autonómico del cuerpo, algo que normalmente es inconsciente. Partiendo de la observación de una realidad burda -la respiración intencional-, hemos progresado hasta la observación de una realidad más sutil -la respiración natural-. Así comenzamos a avanzar más allá de la realidad superficial hacia la consciencia de una realidad más sutil.

Una razón más para desarrollar la atención de la respiración es la liberación del deseo, la aversión y la ignorancia; dando previamente el paso de apercibirnos de todo ello. En este sentido, la respiración nos sirve de ayuda porque actúa como un reflejo del estado mental. Cuando la mente está tranquila y en calma, la respiración es regular y suave, pero en cuanto surge una negatividad; ya sea ira, odio, miedo o pasión, la respiración se hace más áspera, pesada y rápida. De esta manera, la respiración nos advierte de nuestros estados mentales y nos ayuda a empezar a tratar con ellos.

Pero todavía nos queda otra razón para practicar la atención en la respiración. Puesto que nuestra meta es una mente libre de negatividad, debemos poner gran cuidado en que cada paso que demos hacia la meta sea puro y provechoso. Debemos utilizar un objeto de atención conveniente, incluso en el estado inicial de desarrollo de samadhi; y la respiración es ese objeto, porque no podemos sentir deseo o aversión hacia ella. Además es algo plenamente real, divorsiado de toda ilusión o engaño. Todo ello la convierte en un objeto de atención adecuado.

En el momento en que la mente está enfocada por completo en la respiración, se halla libre de deseo, libre de aversión y libre de ignorancia. Por más breve que sea ese momento de pureza, es muy provechoso porque desafía todos los condicionamientos del pasado. Se remueven todas las reacciones acumuladas, y comienzan a asomarse a la superficie en forma de dificultades diversas -tanto físicas como mentales- que entorpecen nuestros esfuerzos para desarrollar la atención. Puede que experimentemos impaciencia por progresar, lo que es una forma de deseo. Quizá la aversión surja en forma de enojo y depresión porque el progreso nos parece lento. A veces el sopor nos abruma y nos sentimos amodorrados tan pronto como nos sentamos a meditar.

En algunas ocasiones estaremos tan agitados que nos dispersaremos o encontraremos cualquier excusa para evitar meditar; en otras ocasiones el escepticismo minará el deseo de trabajar con dudas obsesivas e irracionales sobre el maestro, la enseñanza o nuestra aptitud para meditar. Cuando nos topemos subitamente con todas estas dificultades, es muy posible que pensemos en abandonar la práctica por completo.

En esos momentos, debemos comprender que todos estos obstáculos han surgido únicamente como una reacción provocada por el éxito obtenido con la práctica de la atención en la respiración, y desaparecerá gradualmente si perseveramos en ela. En cuanto lo hagamos, el trabajo se verá facilitado; porque eso significará que algunas capas de condicionamientos han sido erradicadas en la superficie de la mente, incluso en este estadío temprano de la práctica. De esta manera, vamos limpiando la mente y avanzando hacia la liberación, incluso cuando practicamos la atención en la respiración.

Recta Concentración
La consciencia del momento presente se desarrolla fijando la atención en la respiración; el mantenimiento constante de esta atención, por un período de tiempo tan largo como sea posible, es Recta Concentración.

La concentración también es necesaria en las actividades cotidianas de la vida ordinaria, pero no es necesariamente la que llamamos Recta Concentración. Una persona puede estar concentrada en la satisfacción de un deseo sensorial o en la supresión de un temor. Un gato aguarda con toda su atención puesta en una ratonera, listo para saltar en cuanto aparezca un ratón. Un ladrón está absorto en la cartera de la víctima esperando el mejor momento para quitársela. Un niño, en la cama por la noche, mira fijamente lleno de miedo, el rincón más obscuro de la habitación; imaginando monstruos escondidos en las sombras. Ninguno de estos ejemplos es Recta Concentración, la concentración que puede utilizarse para la liberación. Samadhi debe tener por núcleo un objeto que esté libre de todo deseo, de toda aversión y de toda ofuscación.

En cuanto empezamos a practicar la atención en la respiración, vemos lo difícil que resulta sostenerla ininterrumpidamente. A pesar de la firme determinación de mantener la atención fija en el objeto, se nos escabulle de una forma u otra, vemos que somos como un borracho intentando caminar en línea recta, y que sin embargo; da bandazos de un lado a otro. De hecho, estamos embriagados con nuestra propia ignorancia e ilusiones, y no hacemos más que dar bandazos del pasado al futuro, del deseo a la aversión, no podemos mantenernos en el sendero recto que es la atención continúa.

Debemos, como meditadores, ser sabios y no dejarnos deprimir o desanimar cuando nos enfrentamos a estas dificultades. Lo que tenemos que hacer es comprender que cambiar los hábitos mentales que se han ido enraizando profundamente durante años, lleva tiempo y que sólo puede conseguirse trabajando con insistencia, continuidad, paciencia y perseverancia.

La tarea consiste sencillamente en devolver la atención a la respiración tan pronto como nos demos cuenta de que se ha extraviado; si lo conseguimos, habremos dado un paso importante para enmendar los vagabundeos de la mente. A través de repetir la práctica, cada vez se retoma la atención con más presteza; los períodos de olvido se acortan gradualmente y se van prolongando los de atención sostenida, samadhi.

A medida que se fortalece la concentración, vamos sintiéndonos relajados, felices y llenos de energía. La respiración cambia poco a poco y se vuelve suave, regular, ligera y superficial; a veces parece incluso que se ha parado por completo y, de hecho, cuando la mente se calma; también se calma el cuerpo y el metabolismo se hace más lento, necesitando entonces menos oxígeno.

En esta fase, aquellos que practican la atención en la respiración, pueden tener diversas experiencias inusuales mientras están sentados con los ojos cerrados; como por ejemplo, ver luces, o tener visiones, u oír sonidos extraordinarios. Todas estas llamadas experiencias extrasensoriales, son meros indicadores de que la mente ha alcanzado un alto grado de concentración. Estos fenómenos no tienen ninguna importancia en sí mismos, y no debe prestárseles ningún atención. El objeto de la atención sigue siendo la respiración, cualquier otra cosa es una distracción. Tampoco debemos esperar dichas experiencias, pues en unos casos suceden y en otros no; todas estas experiencias extraordinarias son simples señalamientos que indican el progreso en el camino, y que a veces están escondidos a la vista. También puede suceder que estemos tan absortos en el camino que pasemos de largo sin advertirlos. Pero si tomamos dichos señalamientos como la meta final y nos apegamos a ellos, dejaremos totalmente de progresar. Después de todo, son muchas las experiencias extrasensoriales que se puede tener. Los que practican el Dhamma no buscan esas experiencias, sino lograr la penetración en su propia naturaleza para alcanzar la liberación del sufrimiento.

Por tanto, seguimos prestando atención nada más que a la respiración. A medida que la mente aumenta el grado de concentración, la respiración se hace más sutil, y es más difícil seguirla; por lo que se requiere de un esfuerzo aún mayor para permanecer atento. De esta manera seguimos afilando la mente, agudizando la concentración; para hacer de ella una herramienta que nos permita penetrar más allá de la realidad aparente, y poder observar la realidad interior más sutil.

Hay muchas otras técnicas para desarrollar la concentración. Se puede aprender a concentrarse en una palabra a base de repetirla, o en una imagen visual, o incluso a realizar una determinada acción física una y otra vez. Haciendo todo eso, es posible absorberse en el objeto de atención, y conseguir un extasiante estado de trance; pero aunque no hay duda de que ese estado es muy agradable mientras dura, cuando termina, nos encontramos de vuelta a la vida ordinaria con los mismos problemas de antes. Todas esas técnicas funcionan, desarrollando una capa de paz y gozo en la superficie de la mente, pero los condicionamientos permanecen intactos en lo profundo. Los objetos que se utilizan en dichas técnicas para lograr la concentración, no tienen ninguna conexión con nuestra realidad de cada momento; la beatitud o éxtasis que se obtiene está impuesta, creada intencionalmente, en vez de surgir espontáneamente de las profundidades de una mente purificada. El Recto Samadhi no puede ser una intoxicación espiritual, debe estar libre de todo artificio, de toda ilusión.

También con la enseñanza del Buda se pueden obtener diversos estados de trance -jhana- . El mismo Buda aprendió oco estados de absorción mental, antes de obtener la iluminación; y siguió practicándolos durante toda su vida. Sin embargo, los estados de trance no pudieron liberarlo por sí solos. Por ello, cuando enseñó los estados de absorción, enfatizó que su función era meramente la de servir como escalones en el desarrollo de la visión cabal. Los meditadores no desarrollan la capacidad de concentración para experimentar estados de beatitud o éxtasis, sino para forjar la mente, y hacer de ella un instrumento con el que examinar su propia realidad; y eliminar los condicionamientos que causan su sufrimiento. Ésta es la Recta Concentración.

1 abr 2012

Mahasatipatthana Sutta El Gran Sermón sobre los Fundamentos de la Atención. Parte 1/3: Introducción y Kayanupassana.


Texto fundamental de la literatura budista.


Traducción de la edición revisada de la versión en inglés del texto Pali en escritura latina por Vipassana Research Institute. (Ver notas numeradas al final de la entrada).

"Tras haber conocido cómo son de verdad las sensaciones,

cómo surgen y desaparecen, cómo se goza de ellas, el peligro

que hay en ellas, la liberación de ellas, el Iluminado, Oh

monjes! está totalmente liberado y libre de todo apego."
 DhIga-nikaya 136, Brahmajala Sutta

Parte I


Así lo he oido:
En una ocasion vivía el Iluminado entre los Kurus, en Kammasadhamma, una ciudad de mercado de los Kurus. Allí el Iluminado se dirigió así a los monjes: "Monjes"(1) y ellos contestaron: "Venerable Señor". Entonces el Excelso habló como sigue:

1. Uddeso: Introducción
Monjes, el único camino para la purificación de los seres, para la superación de la pena y las lamentaciones, para la destrucción del dolor y la aflicción, para recorrer el sendero de la verdad, para experimentar directamente el Nibbána, es éste: El cultivo de los Cuatro Fundamentos de la Atención (2).

¿Cuáles son esos cuatro? Monjes, he aquí que un monje mora ardiente, con recta atención y comprensión minuciosa y constante de la impermanencia (3) observando el cuerpo en el cuerpo, habiendo eliminado el deseo y la aversión hacia este mundo (de mente y materia); mora ardiente, con recta atención y comprensión minuciosa y constante de la impermanencia, observando las sensaciones en las sensaciones, habiendo eliminado el deseo y la aversión hacia este mundo (de mente y materia); mora ardiente, con recta atención y comprensión minuciosa y constante de la impermanencia observando la mente en la mente, habiendo eliminado el deseo y la aversión hacia este mundo de (mente y materia); mora ardiente con recta atención y comprensión minuciosa y constante de la impermanencia observando los contenidos mentales en los contenidos mentales, habiendo eliminado el deseo y la aversión hacia este mundo (de mente y materia) (4) .

2. Kayanupassana: La Observación del Cuerpo

A. Anapanapabbam: Sección sobre la Atención a la Respiración. 
Monjes: ¿cómo mora un monje observando el cuerpo en el cuerpo? He aquí que un monje va al bosque, o a los pies de un árbol o a un cobijo vacío, se sienta con la piernas cruzadas, mantiene el cuerpo erguido, fija su atención alrededor de la boca. Atento inspira y atento espira. Al hacer una inspiración profunda o larga sabe perfectamente (5): "Estoy haciendo una inspiración profunda o larga". Al hacer una inspiración superficial o corta sabe perfectamente: "Estoy haciendo una inspiración superficial o corta". Al hacer una espiración profunda o larga sabe perfectamente: "Estoy haciendo una espiración profunda o larga". Al hacer una espiración superficial o corta sabe perfectamente: "Estoy haciendo una espiración superficial o corta". Se ejercita de esta manera: "Sintiendo todo el cuerpo en una respiración, inspiraré". "Sintiendo todo el cuerpo en una respiración, espiraré". Así se ejercita, "Con las actividades corporales calmadas, inspiraré", así se ejercita. "Con las actividades corporales calmadas, espiraré", así se ejercita. 

De la misma manera que un tornero experto o un aprendiz de tornero. al darle al torno un giro grande sabe perfectamente: "Estoy dando un giro grande", o al darle al torno un giro pequeño sabe perfectamente: "Estoy dando un giro pequeño", así el monje, al hacer una inspiración larga o profunda sabe perfectamente: "Estoy haciendo una inspiración larga o profunda". A! hacer una inspiración corta o superficial sabe perfectamente: "Estoy haciendo una inspiración corta o superficial". Al hacer una espiración larga o profunda sabe perfectamente: "Estoy haciendo una espiración larga o profunda". Al hacer una espiración corta o superficial sabe perfectamente: "Estoy haciendo una espiración corta o superficial". Se ejercita así: "Sintiendo todo el cuerpo en una respiración inspiraré". "Sintiendo todo el cuerpo en una respiración espiraré", así se ejercita. "Con las actividades corporales calmadas espiraré", así se ejercita.

Así (6) mora observando internamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando externamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando tanto interna como externamente (7) el cuerpo en el cuerpo. Así mora observando en el cuerpo el fenómeno del surgimiento. Así mora observando en el cuerpo el fenómeno de la disolución, así mora observando en el cuerpo el fenómeno simultáneo del surgimiento y de la disolución. Ahora tiene consciencia de que: "Esto es cuerpo" (8). Desarrolla esta consciencia hasta el grado en el que hay mera comprensión junto con mera atención (9). De esta manera mora desapegado, sin aferrarse ni codiciar nada en este mundo de mente y materia. Monjes, así es como mora un monje observando el cuerpo en el cuerpo.

B.  Iriyapathapabbam: Sección sobre las Posturas del Cuerpo.
Así mismo, cuando un monje camina, sabe perfectamente: "Estoy caminando"; cuando permanece en pie sabe perfectamente: "Estoy en pie"; cuando está sentado, sabe perfectamente: "Estoy sentado"; cuando está tumbado, sabe perfectamente: "Estoy tumbado". Tiene perfecta consciencia de cualquier posición en la que coloque su cuerpo (10).

Así mora observando internamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando externamente el cuerpo en el cuerpo; o mora observando en el cuerpo el fenómeno del surgimiento, mora observando en el cuerpo el fenómeno de la disolución, mora observando en el cuerpo el fenómeno simultáneo del surgimiento y de la disolución. Ahora tiene consciencia de que: "Esto es cuerpo" y desarrolla esta consciencia hasta el grado en el que hay mera comprensión junto con mera atención y mora desapegado sin aferrarse ni codiciar nada en este mundo de mente y materia. Monjes, así es como mora un monje observando el cuerpo en el cuerpo.

C. Sampajánapabbam. Sección sobre la Comprensión Constante y Minuciosa de la Impermanencia. 
Así mismo, monjes, un monje, mientras avanza o retrocede lo comprende, consciente siempre de la impermanencia (11), ya mire de frente o mire alrededor, lo comprende, consciente siempre de la impermanencia; mientras extiende o encoge los miembros, lo comprende, consciente siempre de la impermanencia; ya se ponga las prendas interiores o las exteriores o lleve la escudilla, lo comprende consciente siempre de la impermanencia. Ya coma, beba, mastique o saboree, lo comprende, consciente siempre de la impermanencia; al obedecer la llamada de la naturaleza, mientras defeca u orina, lo comprende, consciente siempre de la impermanencia; ya camine, esté en pie, sentado, durmiendo o despierto, hablando o en silencio, lo comprende, consciente siempre de la impermanencia.

Así mora observando internamente el cuerpo en el cuerpo, mora observando externamente el cuerpo en el cuerpo o mora observando tanto interna como externamente el cuerpo en el cuerpo. Mora observando en el cuerpo el fenómeno del surgimiento, mora observando en el cuerpo el fenómeno de la disolución, mora observando en el cuerpo el fenómeno simultáneo del surgimiento y de la disolución. Ahora tiene consciencia de que: "Esto es cuerpo". Desarrolla esta consciencia hasta el grado en el que hay mera comprensión junto con mera atención, y mora desapegado sin aferrarse ni codiciar nada en este mundo de mente y materia. Monjes, así es como mora un monje observando el cuerpo en el cuerpo.

D. Patikülamanasikárapabbam: Sección sobre la Reflexion acerca de la Repulsión al Cuerpo.
Así mismo, monjes, un monje reflexiona sobre su propio cuerpo, envuelto en la piel y lleno de toda clase de impurezas, de la planta de los pies hacia arriba y del pelo de la cabeza hacia abajo, pensando así: "En este cuerpo hay: pelo en la cabeza, vello en el cuerpo, uñas, dientes, piel, carne, tendones, huesos, tuétano, riñones, corazón, hígado, pleura, bazo, pulmones, intestinos, mesenterio, estómago y su contenido, heces, bilis, flemas, pus, sangre, sudor, grasa sólida, lágrimas, grasa líquida, saliva,
mocos, fluido sinovial y orina".

Es como tener un saco de provisiones de los de dos aberturas lleno de diversas clases de grano y semillas, tales como arroz de montaña, arroz común, alubias, guisantes, semillas de sésamo y arroz perlado, y un hombre que tiene buenos ojos, abriendo ese saco, hiciera inventario de su contenido diciendo: "Esto es arroz de montaña, esto es arroz común, esto son alubias, esto son guisantes, esto son semillas de sésamo, esto es arroz perlado.

Monjes, de la misma manera reflexiona un monje sobre su propio cuerpo, envuelto en la piel y lleno de toda clase de impurezas, desde la planta de los pies hacia arriba y desde el pelo de la cabeza hacia abajo, pensando así: "En este cuerpo hay pelo de la cabeza, vello del cuerpo, uñas, dientes, piel, carne, tendones, huesos, tuetano, riñones, corazón, hígado, pleura, bazo, pulmones, intestinos, mesenterio, estómago y su contenido, heces, bilis, flemas, pus, sangre, sudor, grasa sólida, lágrimas, grasa líquida, saliva, mocos, fluido sinovial y orina".

Así mora observando internamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando externamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando tanto interna como externamente el cuerpo en el cuerpo. Mora observando en el cuerpo el fenómeno del surgimiento. Mora observando en el cuerpo el fenómeno de la disolución. Mora observando en el cuerpo el fenómeno simultáneo del surgimiento y de la disolución. Ahora tiene consciencia de que: "Esto es cuerpo". Desarrolla esta consciencia hasta el grado en el que hay mera comprensión junto con mera atención y mora desapegado sin aferrarse ni codiciar nada en este mundo de mente y materia. Monjes, así es como mora un monje observando el cuerpo en el cuerpo.

E. Dhátumanasikárapabbam: Sección sobre las Reflexiones en los Elementos Materiales.
Así mismo, monjes, un monje reflexiona sobre su propio cuerpo, en cualquier lugar o posición en que se encuentre, pensando en él según la característica de cada elemento: "En este cuerpo hay el elemento tierra, el elemento agua, el elemento fuego y el elemento aire".

Monjes, igual que un carnicero experto o su aprendiz, que tras sacrificar una vaca y dividirla en partes se pone a venderla en el cruce de cuatro caminos, de la misma manera, un monje reflexiona sobre su propio cuerpo en cualquier lugar o posición en que se encuentre pensando en los elementos de la materia:

 "En este cuerpo hay el elemento tierra, el elemento agua, el elemento fuego y el elemento aire".

Así mora observando internamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando externamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando tanto interna como externamente el cuerpo en el cuerpo. Mora observando en el cuerpo el fenómeno del surgimiento. Mora observando en el cuerpo el fenómeno de la disolución. Mora observando en el cuerpo el fenómeno simultáneo del surgimiento y el de la disolución. Ahora tiene consciencia de que "Esto es cuerpo". Desarrolla esta consciencia hasta el grado en el que hay mera comprensión junto con mera atención; y mora desapegado sin aferrarse ni codiciar nada en este mundo de mente y materia. Monjes, así es como mora un monje observando el cuerpo en el cuerpo.

F. Navasivathikapabbam: Sección sobre las Nueve Contemplaciones de un Pudridero.
Así mismo, monjes, cuando un monje ve un cuerpo en el pudridero que lleva muerto un día, dos días o tres días, hinchado, amoratado y putrefacto, lo aplica a su propio cuerpo y considera: "En verdad que este cuerpo tiene la misma naturaleza, se volverá igual y no escapará a ello".

Así mora observando internamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando externamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando tanto interna como externamente el cuerpo en el cuerpo. Mora observando en el cuerpo el fenómeno del surgimiento. Mora observando en el cuerpo el fenómeno de la disolución. Mora observando en el cuerpo el fenómeno simultáneo del surgimiento y el de la disoluci6n. Ahora tiene consciencia de que: "Esto es cuerpo". Desarrolla esta consciencia hasta el grado en el que hay mera comprensión junto con mera atención y mora desapegado sin aferrarse ni codiciar nada en este mundo (de mente y materia). Monjes, así es como mora un monje observando el cuerpo en el cuerpo.

Así mismo, monjes, cuando un monje ve un cuerpo tirado en el pudridero que está siendo devorado por los cuervos, devorado por los buitres, devorado por los halcones, devorado por las garzas reales,
devorado por los perros, devorado por los tigres, devorado por los leopardos, devorado por los chacales y por diversas clases de criaturas, lo aplica a su propio cuerpo y considera: "En verdad que este cuerpo tiene la misma naturaleza, se volverá igual y no escapará a ello.

Así mora observando internamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando externamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando tanto interna como externamente el cuerpo en el cuerpo. Mora observando en el cuerpo el fenómeno del surgimiento, mora observando en el cuerpo el fenómeno de la disolución, mora observando en el cuerpo el fenómeno simultáneo del surgimiento y el de la disolución. Ahora tiene consciencia de que: "Esto es cuerpo". Desarrolla esta consciencia hasta el grado en el que hay mera comprensión junto con mera atención y mora desapegado sin aferrarse ni codiciar nada en este mundo (de mente y materia). Monjes, así es como mora un monje observando el cuerpo en el cuerpo.

Así mismo, monjes, cuando un monje ve un cuerpo tirado en el pudridero, reducido a un esqueleto con un poco de carne y sangre adherido a él, unido tan sólo por los tendones, lo aplica a su propio cuerpo y considera: "En verdad que este cuerpo tiene la misma naturaleza, se volverá igual y no escapará a ello".

Así mora observando internamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando externamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando tanto interna como externamente el cuerpo en el cuerpo. Mora observando en el cuerpo el fenómeno del surgimiento. Mora observando en el cuerpo el fenómeno de la disolución. Mora observando en el cuerpo el fenómeno simultáneo del surgimiento y el de la disolución. Ahora tiene consciencia de que: "Esto es cuerpo".

Desarrolla esta consciencia hasta el grado en el que hay mera comprensión junto con mera atención y mora desapegado sin aferrarse ni codiciar nada en este mundo (de mente y materia). Monjes, así es como mora un monje observando el cuerpo en el cuerpo.

Así mismo, monjes, cuando un monje ve un cuerpo tirado en el pudridero, reducido a un esqueleto, embadurnado de sangre y sin carne, unido tan sólo por los tendones, lo aplica a su propio cuerpo y considera: "En verdad que este cuerpo tiene la misma naturaleza, se volverá igual y no escapará a ello".

Así mora observando internamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando externamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando tanto interna como externamente el cuerpo en el cuerpo. Mora observando en el cuerpo el fenómeno del surgimiento. Mora observando en el cuerpo el fenómeno de la disolución. Mora observando en el cuerpo el fenómeno simultáneo del surgimiento y el de la disolución. Ahora tiene consciencia de que:"Esto es cuerpo". Desarrolla esta consciencia hasta el grado en el que hay mera comprensión junto con mera atención. Y mora desapegado sin aferrarse ni codiciar nada en este mundo (de mente y materia). Monjes, así es como un monje mora observando el cuerpo en el cuerpo.

Así mismo, monjes, cuando un monje ve un cuerpo tirado en el pudridero, reducido a un esqueleto, sin nada de carne ni de sangre, unido tan sólo por los tendones, lo aplica a su propio cuerpo y considera: "En verdad que este cuerpo tiene la misma naturaleza, se volverá igual y no escapará a ello".

Así mora observando internamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando externamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando tanto interna como externamente el cuerpo en el cuerpo. Mora observando en el cuerpo el fenómeno del surgimiento. Mora observando en el cuerpo el fenómeno de la disolución. Mora observando en el cuerpo el fenómeno simultáneo del surgimiento y de la disolución. Ahora tiene consciencia de que: "Esto es cuerpo".

Desarrolla esta consciencia hasta el grado en el que hay mera comprensión junto con mera atención. Y mora desapegado sin aferrarse ni codiciar nada en este mundo (de mente y materia). Monjes, así es como un monje mora observando el cuerpo en el cuerpo.

Así mismo, monjes, cuando un monje ve un cuerpo tirado en el pudridero, reducido a huesos sueltos esparcidos en todas direcciones: aquí un hueso de la mano, aquí un hueso del pie, acá un hueso del tobillo, un hueso de la rodilla, un hueso del muslo, de la pelvis, allí una vértebra, allá un hueso de la espalda; también un hueso del hombro, de la garganta, la mandíbula, los dientes y el cráneo lo aplica a su propio cuerpo y considera: "en verdad que este cuerpo tiene la misma naturaleza, se volverá igual y no escapará a ello."

Así mora observando internamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando externamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando tanto interna como externamente el cuerpo en el cuerpo. Mora observando en el cuerpo el fenómeno del surgimiento. Mora observando en el cuerpo el fenómeno de la desaparición. Mora observando en el cuerpo el fenómeno simultáneo del surgimiento y el de la desaparición. Ahora tiene consciencia de que: "Esto es cuerpo". Desarrolla esta consciencia hasta el grado en el que hay mera comprensión junto con mera atención. Y mora desapegado sin aferrarse ni codiciar nada en este mundo (de mente y materia). Monjes, así es como mora un monje observando el cuerpo en el cuerpo.

Así mismo, monjes, cuando un monje ve un cuerpo tirado en el pudridero, reducido a huesos blanqueados como una concha, lo aplica a su propio cuerpo y considera: "En verdad que este cuerpo tiene la misma naturaleza, se volverá igual y no escapará a ello".

Así mora observando internamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando externamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando tanto interna como externamente el cuerpo en el cuerpo. Mora observando en el cuerpo el fenómeno del surgimiento. Mora observando en el cuerpo el fenómeno de la desaparición. Mora observando en el cuerpo el fenómeno simultáneo del surgimiento y de la desaparición Ahora tiene consciencia de que: "Esto es cuerpo" .

Desarrolla esta consciencia hasta el grado en el que hay mera comprensión junto con mera atención. Y mora desapegado sin aferrarse ni codiciar nada en este mundo (de mente y materia). Monjes, así es corno mora un monje observando el cuerpo en el cuerpo.

Así mismo, monjes, cuando un monje ve un cuerpo tirado en el pudridero, reducido a un montón de huesos de más de un año, lo aplica a su propio cuerpo y considera: "En verdad que este cuerpo tiene la misma naturaleza, se volverá igual y no escapará a ello",

Así mora observando internamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando externamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando tanto interna corno externamente el cuerpo en el cuerpo. Mora observando en el cuerpo el fenómeno del surgimiento, mora observando en el cuerpo el fenómeno de la desaparición. Mora observando en el cuerpo el fenómeno simultáneo del surgimiento y de la desaparición. Ahora tiene consciencia de que: "Esto es cuerpo". Desarrolla esta consciencia hasta el grado en el que hay mera comprensión junto con mera atención. Y mora desapegado sin aferrarse ni codiciar nada en este mundo (de mente y materia). Monjes, así es corno un monje mora observando el cuerpo en el cuerpo.

Así mismo, monjes, cuando un monje ve un cuerpo tirado en el pudridero, los huesos reducidos a polvo, lo aplica a su propio cuerpo y considera: "En verdad que este cuerpo tiene la misma naturaleza, se volverá igual y no escapará a ello".

Así mora observando internamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando externamente el cuerpo en el cuerpo, o mora observando tanto interna como externamente el cuerpo en el cuerpo. Mora observando en el cuerpo el fenómeno del surgimiento. Mora observando en el cuerpo el fenómeno de la desaparición. Mora observando en el cuerpo el fenómeno simultáneo del surgimiento y el de la desaparición. Ahora tiene consciencia de que: "Esto es cuerpo".

Desarrolla esta consciencia hasta el grado en el que hay mera comprensión junto con mera atención. Así mora desapegado sin aferrarse ni codiciar nada en este mundo (de mente y materia). Monjes, así es como un monje mora observando el cuerpo en el cuerpo.

Notas:

1.- La palabra bhikkhü [monjes] se usaba para dirigirse a todos aquellos que escuchaban los sermones del Buda. Por tanto, cada meditador, cada persona que camina por el sendero del Dhamma, aunque no sea literalmente un bhikkü; puede beneficiarse siguiendo las instrucciones que se dan aquí.

2.- Satipatthana [el cultivo de los Fundamentos de la Atención]. Sati significa atención y consciencia. Satipatthana significa que el meditador tiene que trabajar con diligencia y constancia para afincarse firmemente en la consciencia o atención. Por tanto, hemos utilizado los "Fundamentos de la Atención" para transmitir el sentido de que hay que afanarse activamente para mantener una consciencia continua de las sensaciones, tal y como se desprenderá del resto del Sermón.

Hay ciertos pasajes en los sermones del Buda en los que sati tiene el significado de "memoria" (Digha-nikaya. VRII, 411; 11, 347; PTS 1, 180; 11, 292) lo que es cierto en particular cuando se refiere a la habilidad especial de recordar vidas pasadas, habilidad que se desarrolla por la práctica de los jhanas (absorciones profundas de la concentración). Pero en el contexto del Satipatthana, la práctica de Vipassana, que no conduce a los jhanas sino a la purificación de la mente, sati sólo puede significar prestar atención (o ser consciente) del momento presente, y no recuerdo del pasado (o ensoñación del futuro).

3.- El Buda siempre incluía el término sampajañña [comprensión constante y minuciosa de la impermanencia] o sampajano (la forma adjetivada de sampajañña) cuando se le pedía que explicase sati (atención, consciencia). (Véase por ej., la definición de samma sati en el capítulo sobre las Cuatro Verdades Nobles: La Verdad del Sendero). Como resultado de la asociación frecuente de ambas palabras, sampajañña se ha considerado a menudo como casi sinónimo de sati, como "consciencia clara" o "clara comprensión"- o como una exhortación a permanecer atentos. Otra definición tradicional de sampajañña, más cercana a su significado pleno, es "comprensión minuciosa".

En el Sutta Pitaka el Buda dió dos explicaciones del término. En el Samyutta-nikaya (VRlI, Mahavaggasamyutta, 401; PTS V; 180-1) lo define como sigue:
Monjes: ¿ Cómo comprende minuciosamente un monje? Monjes, he aquí que un monje sabe que las sensaciones surgen en él, sabe de su persistencia y sabe de su desvanecimiento; sabe que las percepciones surgen en él, sabe de su persistencia y sabe de su desvanecimiento; conoce cada aplicación inicial de la mente sobre un objeto que surja en él, sabe de su persistencia y sabe de su desvanecimiento. Meditadores: así es como un meditador comprende minuciosamente.

De lo anterior se desprende que se está sampajano únicamente cuando se da uno cuenta de la característica de la impermanencia (surgir, persistir y desvanecerse). Esta comprensión debe estar basada en la sensación (vidita vedana). Si la característica de la impermanencia no se percibe en vedana, dicha comprensión es una simple intelectualización puesto que la experiencia directa sólo sucede a través de la sensación. La declaración además indica que sampajañña está presente en la experiencia de la impermanencia de vitakka y sañña. Aquí debemos señalar que la impermanencia que se verifica en vedana realmente abarca los tres casos, ya que, según la enseñanza del Buda en el Anguttara-nikaya (VRl 111, Desakanipata; 58; PTS V. 107):

Vedana samosarana sabbe dhamma
Todo lo que surge en la mente fluye con las sensaciones.

La segunda explicación que nos da el Buda de sampajañña hace hincapié en que debe ser continuo y repite en diversos lugares las palabras del sampajanapabbam del Mahasatipathana-sutta (Digha-nikaya II: VRI, 160; PTS 95):

Monjes, ¿ y cómo comprende minuciosamente un monje? Monjes, he aquí que un monje, mientras avanza o retrocede, lo comprende, consciente siempre de la impermanencia; ya mire de frente o mire alrededor lo comprende, consciente siempre de la impermanencia; mientras encoge o extiende (los miembros) lo comprende, consciente siempre de la impermanencia; ya se ponga las prendas interiores o las exteriores o lleve la escudilla, lo comprende, consciente siempre de la impermanencia; ya coma, beba, mastique o saboree lo comprende, consciente siempre de la impermanencia; al obedecer la llamada de la naturaleza, mientras defeca u orina, lo comprende, consciente siempre de la impermanencia; ya camine, esté en pie, sentado, durmiendo o despierto, hablando o en silencio lo
comprende, consciente siempre de la impermanencia.

Con una comprensión adecuada de la enseñanza del Buda, se desprende claramente que si este sampajañña continuo consiste solamente en la comprensión minuciosa del proceso externo del caminar, comer y de las demás actividades corporales, lo que se está practicando es meramente sati. Pero si la comprensión constante y minuciosa incluye la característica del surgimiento y de la desaparición de vedana mientras el meditador realiza estas actividades, lo que se está practicando es sampajano satima, y se está desarrollando pañña (sabiduría),

El Buda lo describe más específicamente en este pasaje del Anguttaranikaya (VRI 1, Catukkanipata, 2; PTS II 14) con palabras que recuerdan el Sampajanapabbam:

El monje, ya camine o permanezca en pie, se siente o se tumbe ya se doble o se extienda, arriba, hacia adelante, hacia detrás en cualquier dirección observa el surgir y el desaparecer de los agregados.

El Buda enfatiza claramente la comprensión minuciosa de anicca (impermanencia) en todas las actividades corporales y mentales. Por tanto, dado que la comprensión correcta de este término técnico -sampajañña- es crítica para la comprensión de este sutta, lo hemos traducido como "la comprensión constante y minuciosa de la impermanencia" aunque sea una definición menos concisa de lo que es la tradicional "Clara comprensión".

4.- En este párrafo introductorio, el Buda repite una fórmula verbal clásica para recordarnos que debemos permanecer continuamente observando "el cuerpo en el cuerpo", o las "sensaciones en las sensaciones", o "la mente en la mente" o "los contenidos mentales en los contenidos mentales". Aunque pueden parecer unas instrucciones verbales poco usuales, hacen referencia al hecho de que la observación tiene que ser experimentada directamente antes que hacerla sólo con el pensamiento, la imaginación o la contemplación del objeto.

El Buda enfatiza este punto en el Anapana-sati-suttam, (Majjhima-nikaya III; VRI, 149; PTS 83-4), en el que describe los estados graduales de la práctica de anapana. En la sección en la que explica cómo se perfeccionan los cuatro satipatthanas por medio del anapana dice:

...Monjes, cuando digo "inhalación-exhalación" es como otro cuerpo en el cuerpo. Monjes, observando el cuerpo en el cuerpo de esta manera, es la forma en la que un monje mora ardiente, con recta atención y comprensión constante de la impermanencia, habiendo eliminado la codicia y la aversión hacia este mundo de mente y materia.

Esto indica que la práctica de ánápána conduce directamente a la experiencia del cuerpo, es decir, sentir las sensaciones en el cuerpo. Las sensaciones pueden estar relacionadas con la respiración, con el oxígeno fluyendo en la sangre, etc., pero estos detalles carecen de importancia. La experiencia del cuerpo en el cuerpo ni se imagina ni se contempla, sino que se siente en todo el cuerpo. Y especifica:

...Monjes, cuando digo: "con la adecuada atención a la inhalación exhalación" es como otra sensación en las sensaciones. Monjes, observando las sensaciones en las sensaciones de esta manera, es la forma en la que un monje mora ardiente con recta atención y comprensión constante de la impermanencia, habiendo eliminado la codicia y la aversión hacia este mundo de mente y materia.

Al igualar la observación de la respiración con la experiencia de las sensaciones, el Buda está subrayando la importancia crucial del cuerpo y de las sensaciones en la práctica correcta de la meditación. Lo que perfecciona los cuatro satipatthanas es la constatación directa de las sensaciones en todo el cuerpo con consciencia de la impermanencia y con ecuanimidad.

Es esclarecedor que describa en el Anapana-sati-suttam la experiencia del cuerpo en el cuerpo y de las sensaciones en las sensaciones cuando se observa la respiración, o que cuando trata de la observación de la mente no lo haga con la misma fórmula verbal, sino que dirija nuestra atención una
vez más a la importancia de sampajañña :
.
...Monjes, observando la mente en la mente un monje mora ardiente con recta atención y comprensión constante de la impermanencia, habiendo eliminado la codicia y la aversión hacia este mundo de mente y materia. Monjes, os digo que aquel que está desatento, que no es consciente constantemente de la impermanencia, no está haciendo anapana.

Tomando  anapana como punto de partida, la práctica descrita conduce directamente a la Vipassana, es decir, a la práctica de los cuatro satipatthanas. Vemos el énfasis con el que Buda hace constar que, incluso mientras se practica la atención a la inspiración y a la espiración, no se está practicando correctamente a menos que haya consciencia de la impermanencia junto con la experiencia directa de las sensaciones.

5.-Pajanati [sabe perfectamente] - "conocer en profundidad, a propósito, con sabiduría" - es difícil de expresar con un solo término. Es el resultado de la intensificación del verbo janati (sabe) con la adición del prefijo pa, de paññii (sabiduría).

6.- Iti ajjhattam...kaye kayianupassi viharati [Así mora... mora observando el cuerpo en el cuerpo]. Este párrafo se repite 21 veces en todo el Mahasatipatthana sutta con las variaciones pertinentes según la sección de los cuatro satipatthanas que se hayan alcanzado: cuerpo, sensaciones, mente o contenidos mentales.

En este párrafo clave, el Buda describe los pasos comunes de la Vipassana que todos los meditadores deben dar, sin que haga al caso la sección por la que se comience. En cada una de sus repeticiones el párrafo enfoca nuestra atención sobre el hecho esencial de que hay que percibir, ya se esté observando el cuerpo, las sensaciones, la mente o los contenidos mentales, su característica fundamental de surgir y desaparecer. Entonces, la comprensión de la impermanencia conduce directamente al desapego absoluto del mundo de mente y materia, lo que nos lleva al nibbana (liberación).


7.- Bahiddha [externamente] se ha traducido a veces como "cosas exteriores" u "observar el cuerpo de otro". En la sección siguiente que trata de la observación de las sensaciones, se ha supuesto que quiere decir "sentir las sensaciones de otros". Aunque esta experiencia no es imposible, sólo sería factible practicarla en un estado de desarrollo muy elevado. Según el sutta, se le dice al meditador que se siente solo en algún lugar de un bosque, bajo un árbol o en una celda y comience a practicar; en una situación así no tendría sentido observar a otros, y carecerían de sentido las sensaciones de alguna otra persona o cosa. Por tanto, para un meditador "externamente" significa la superficie del cuerpo, que es la definición más práctica de bahiddha.
(Ver también la nota número 20)

8.- La expresión pali atthikayo [esto es cuerpo] indica que, en este sentido, el meditador comprende claramente de forma empírica, en las sensaciones, la verdadera naturaleza del "cuerpo": su característica de surgir y desaparecer y por tanto no identifica el "cuerpo" como el de un hombre o una mujer, joven o viejo, hermoso o feo, ni siente ningún apego hacia el "yo", "mi" o "mío". Por ello hemos optado por traducir esta frase con un genérico "Esto es cuerpo".

En cada una de las otras tres secciones del sutta, -las sensaciones, la mente y los contenidos mentales- se identifican en su párrafo correspondiente con la misma traducción genérica: "Esto es sensación", "esto es mente", "esto son contenidos mentales", para señalar la falta de identificación del meditador con el objeto y su comprensión del objeto en su verdadera característica de anicca (impermanencia).

En este párrafo clave, el Buda describe los pasos comunes de la Vipassana que todos los meditadores deben dar, sin que haga al caso la sección por la que se comience. En cada una de sus repeticiones el párrafo enfoca nuestra atención sobre el hecho esencial de que hay que percibir, ya se esté observando el cuerpo, las sensaciones, la mente o los contenidos mentales, su característica fundamental de surgir y desaparecer. Entonces, la comprensión de la impermanencia conduce directamente al desapego absoluto del mundo de mente y materia, lo que nos lleva al nibbana (liberación).


9.- Yavadeva ñanamattaya patisamattaya [así desarrolla esta consciencia hasta el grado en el que hay mera comprensión junto con mera atención]. Cuando ha llegado a este punto, la mente del meditador esta absorta en una clara consciencia de anicca (el surgir y desaparecer de las sensaciones) sin que haya ningún tipo de identificación más allá de esta consciencia; .y basado en la clara consciencia desarrolla el conocimiento de su propia experiencia. Esto es pañña (sabiduría). Con la consciencia fundamentada .de este modo en anicca no existe atracción hacia el mundo de mente y materia.

10.- Incluye no sólo las cuatro posturas clásicas del cuerpo, sino también los cambios de postura. Haga lo que haga un meditador ardiente siempre es claramente consciente con sabiduría: yatha yatha va-tatha tatba nam pajanati (sabe perfectamente lo que está haciendo).

11.- Sampajanakari hoti [comprende, consciente siempre de la impermanencia] significa literalmente: "Esta haciendo (todo el tiempo) sampajañña". Es muy útil seguir la progresion en pali de las palabras del Buda, cuando utiliza janati (sabe), pajanati (conoce, a propósito, o profundamente, con sabiduría) y sampajanati (comprende constantemente la naturaleza impermanente de su experiencia), Cada palabra indica un paso progresivo que el meditador da al seguir las instrucciones dadas en el sutta.

Así avanza desde la simple experiencia a la clara cornprension con el conocimiento empírico hasta la comprensión minuciosa y correcta, que es la consciencia constante de las sensaciones con una percepción total y detallada de la naturaleza impermanente de cualquier experiencia.

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3 feb 2011

La meditación en la respiración (ANAPANA)

Cada vez que una impureza, como la ira, el odio, la pasión, el miedo, etc. surge en la mente, uno se siente desdichado. Cuando algo no deseado sucede, uno crea tensiones, y comienza a atar nudos internos. Del mismo modo, cuando algo deseado no ocurre, también uno genera tensiones internas. Durante toda la vida se repite este proceso, hasta que toda la estructura física y mental no es más que un manojo de nudos gordianos. Además, uno no mantiene esta tensión limitada a sí mismo, sino que la distribuye a todos aquellos con los que se relaciona. Sin duda ésta no es la forma correcta de vivir.

¿Cómo vivir pacífica y armoniosamente con uno mismo? y generar paz y armonía hacia todos los demás; cómo vivir feliz día a día mientras avanzáis hacia la felicidad máxima que ofrece una mente totalmente pura, una mente llena de amor desinteresado, con compasión, con alegría por el éxito de los demás y con ecuanimidad.
Para aprender el arte de vivir armoniosamente primero uno debe encontrar qué causa la falta de armonía. La causa siempre está en nuestro interior, y por esta razón debes explorar tu propia realidad. Esta técnica te ayuda a hacerlo; a examinar tu propia estructura física y mental, hacia la que existe tanto apego, resultando en sólo tensiones y desdicha. Al nivel de la experiencia, uno debe comprender su propia naturaleza, mental y física; sólo entonces uno puede experimentar lo que pudiese haber más allá de la mente y la materia. Por lo tanto, ésta es una técnica de comprensión de la verdad, de auto—comprensión, que investiga la realidad de lo que llamamos "uno mismo". También puede llamarse una técnica para comprender a Dios, pues Dios no es más que verdad, amor y pureza.

La experiencia directa de la realidad es esencial. "Conócete a ti mismo", desde la realidad superficial, aparente y burda, hacia realidades más sutiles, hasta llegar a la realidad más sutil de la mente y la materia. Tras haber experimentado todas ellas, uno podrá ir aún más lejos, y experimentar la realidad última, que está más allá de la mente y la materia.

La respiración es un buen punto de partida para iniciar este viaje. Usar un objeto de atención imaginario, creado por uno mismo (una palabra o una forma) sólo llevará hacia mayores imaginaciones, mayor ilusión; no ayudará a descubrir las verdades más sutiles sobre uno mismo. Para penetrar en la verdad sutil, uno debe empezar con la verdad, con una realidad aparente y burda como la respiración. Además, si se utiliza una palabra, o la forma de una deidad, la técnica se convierte en sectaria. Una palabra o forma será identificada con una cultura, una religión u otra; lo cual puede resultar inaceptable para personas de diferentes culturas. El sufrimiento es una enfermedad universal. El remedio para esta enfermedad no puede ser sectario, debe ser también universal. La atención en la respiración cumple este requisito. La respiración es común a todos: observarla resultará aceptable para todos. Cada paso en el camino debe estar totalmente libre de todo tipo de sectarismo.

La respiración es una herramienta con la que se puede explorar la realidad sobre uno mismo. De hecho, en el ámbito de la experiencia, conocéis muy poco sobre vuestro cuerpo. Sólo conocéis su apariencia externa, sus partes y funciones que podéis controlar conscientemente. Pero no conocéis nada sobre los órganos internos que funcionan sin vuestro control, ni sobre las células que componen todo vuestro organismo y que
cambian a cada momento. Numerosas reacciones bioquímicas y electromagnéticas ocurren constantemente en vuestro cuerpo sin que tengáis conocimiento alguno sobre ellas.

En este camino, lo que desconozcáis sobre vosotros mismos debéis conocerlo. La respiración os ayudará a lograrlo, actuando como un puente desde lo conocido hasta lo desconocido, ya que es una función del cuerpo que puede ser consciente o inconsciente, intencionada o automática. Uno empieza con la respiración consciente, intencionada y continúa hacia la atención de la respiración normal, natural. A partir de ahí, avanzaréis hacia verdades aún más sutiles sobre vosotros mismos. Cada paso es un paso con la realidad; cada día penetraréis un poco más para descubrir realidades más sutiles sobre vosotros mismos, sobre vuestro cuerpo y mente.

En un curso de Meditación Vipassana se pide que observen la función física de la respiración, pero al mismo tiempo, cada uno estuvo observando la mente, ya que la naturaleza de la respiración está fuertemente conectada con el estado mental propio. Tan pronto como aparece cualquier impureza, o surge cualquier contaminación en la mente, la respiración se altera, uno empieza a respirar un poco más rápido, un poco más pesadamente. Cuando la contaminación desaparece, la respiración vuelve a ser suave nuevamente. De esta forma, la respiración ayuda a explorar no sólo la realidad del cuerpo, sino también la de la mente.

Una realidad de la mente que comenzas a experimentar, es su hábito de estar siempre vagando de un objeto a otro. No quiere centrarse en la respiración ni en un objeto único de atención; al contrario, anda desenfrenada. Y cuando la mente vaga de un lado a otro, ¿a dónde va? Como habéis observado a través de vuestra práctica, la mente vaga o en el pasado o en el futuro. Éste es el patrón de comportamiento de la mente; no le gusta permanecer en el momento presente. Pero lo cierto es que uno debe vivir en el presente. El pasado es irrecuperable y el futuro está fuera de nuestro alcance hasta que se convierta en presente. Recordar el pasado y pensar en el futuro son importantes pero sólo en la medida en que os ayude a tratar el presente. Sin embargo, debido a este hábito tan arraigado, la mente constantemente trata de escapar de la realidad presente hacia un pasado o futuro que es inaprensible, y por lo tanto esta mente salvaje permanece agitada, desdichada. La técnica que estáis aprendiendo aquí, se llama “Anapana”, o "el arte de vivir" porque la vida sólo puede ser realmente vivida en el presente. Por eso, el primer paso consiste en aprender cómo vivir en el momento presente, manteniendo la mente en la realidad presente: la respiración que está entrando o saliendo ahora por las fosas nasales. Ésta es la realidad de este momento, aunque se trate de una realidad superficial. Si la mente se distrae, con una sonrisa, sin tensión alguna, uno acepta el hecho de que, debido a su antiguo comportamiento habitual, se ha distraído. Tan pronto como uno se da cuenta que la mente vaga, automáticamente y de forma natural, ella misma regresará a la atención en la respiración.

Habéis detectado con facilidad la tendencia de la mente a divagar sobre pensamientos tanto del pasado como del futuro, pero ¿de qué tipo son estos pensamientos? Hoy habéis observado que a veces los pensamientos aparecen sin ninguna secuencia, sin principio ni fin. Tal comportamiento mental normalmente se considera como signo de locura. Sin embargo, ahora habéis descubierto que estás igual de locos, perdidos en la ignorancia, en las ilusiones, en el engaño (moha). Incluso cuando hay una secuencia en los pensamientos, éstos tienen como objeto algo que es agradable o desagradable. Si es agradable, uno reacciona con placer, que se transforma en avidez, en apego (râga). Si es desagradable, uno reacciona con desagrado, que se transforma en aversión, en odio (dosa). La mente está constantemente llena de ignorancia, de avidez y de aversión.
Todas las demás impurezas surgen de estas tres básicas, y cada impureza le hace a unodesdichado.

El objetivo de esta técnica es purificar la mente, liberarla del sufrimiento mediante una erradicación gradual de las negatividades internas. Es una operación profunda en el propio inconsciente, con el fin de descubrir y remover los complejos allí escondidos.

Incluso el primer paso de la técnica debe purificar la mente, y así es: observando la respiración, no sólo habéis empezado a concentrar la mente sino también a purificarla. Tal vez durante un día, sólo hay unos pocos momentos en los que vuestra mente se concentra plenamente en la respiración, sin embargo, cada uno de esos momentos es muy poderoso para cambiar el patrón habitual de la mente. En ese momento sois conscientes de la realidad presente, del aire entrando o saliendo por las fosas nasales, sin ilusión alguna. Y como no tiene sentido desear más aire o sentir aversión hacia vuestra propia respiración, simplemente observáis, sin reaccionar. En tal momento, la mente está libre de las tres contaminaciones básicas, es decir, está pura. Este instante de pureza en el ámbito consciente tiene un fuerte impacto en las antiguas impurezas acumuladas en el inconsciente. El contacto de estas fuerzas positivas y negativas produce una explosión. Algunas de las impurezas escondidas en el inconsciente surgen al nivel consciente, y se manifiestan como diversas molestias físicas o mentales.

Cuando uno se enfrenta a una situación así, existe el peligro de inquietarse y de multiplicar las dificultades. Sin embargo, sería sensato comprender que lo que parece ser un problema es en realidad una señal de éxito en la meditación, un aviso de que la técnica ha empezado a funcionar. Se ha iniciado la operación en el inconsciente y el pus oculto comienza a salir de la herida. Aunque el proceso sea incómodo, ésta es la única
forma de hacer salir el pus, para liberarse de las impurezas. Si continuáis trabajando correctamente, estas dificultades irán disminuyendo progresivamente. Mañana será un poco más fácil, el siguiente día un poco más. Si trabajáis, poco a poco todos los problemas pasarán.

Nadie puede hacer este trabajo por ti; tienes que hacerlo tú mismo. Debes explorar la realidad en ti mismo. Tienes que liberarte a ti mismo.

Esta información es puramente teórica y no es conveniente practicar la Meditación Vipassana por cuenta propia. El aprendizaje de la técnica debe hacerse exclusivamente en un curso con un profesor autorizado. La meditación es un asunto serio y profundo, si la teoría te inspira aprende la técnica en un centro de Meditación Vipassana.

¡Que todos los seres sean felices!