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22 ago 2016

La función del asana en el Hatha Yoga. Por Ramiro Calle





Ya en 1939 el notable psiquiatra Jung afirmaba que el yoga en la India se había convertido básicamente en un negocio y se preguntaba qué sería del mismo décadas después, temiéndose lo peor. Precisa y lamentablemente, fueron parte de los primeros mentores indios de yoga que llegaron a Estados Unidos los que en su mayoría mostraron un hatha-yoga (yoga psicofísico) totalmente desnaturalizado, para poder así mercantilizarlo y rentabilizarlo, sin reparar, inescrupulosamente,en la traición que estaban causando a la verdadera esencia de esta forma de yoga, que en absoluto propicia el apego al cuerpo, sino que invita a instrumentalizar el cuerpo (base de la pirámide humana y vehículo del Ser) para estabilizar la mente, unificar la consciencia y desarrollar el entendimiento correcto.Pero de tal manera se ha degradado el hatha-yoga que se ha puesto al servicio de un bochornoso y obsesivo culto al cuerpo y se utilizan los asanas o posiciones yóguicas como medio para el lucimiento, el envanecimiento y el burdo y hueco contorsionismo. Es deplorable a todas luces que ya aquellos mentores que llegaron a Estados Unidos propiciaran, incluso, campeonatos de asanas, tanto en India como fuera de la misma. Así, para muchos, el asana ha perdido todo su elevado y transformativo alcance y se ha tornado una simple herramienta para el fitness, el endurecimiento de glúteos, el descarado postureo y el superfluo alardear de poseeer una acrobática elasticidad. Para ello es mejor hacer sentadillas o abdominales, levantar pesas o meterse en la sauna. Los asanas no son gimansia, ni deporte, ni un procedimiento para adelgazar. Son algo muy distinto y muy valioso psicosomática y espiritualmente. Por eso he adelantado este trabajo sobre el de los faquires rasayani, que abordaré en el próximo número de la revista. 


En el verdadero hatha-yoga, la ejecución de los asanas dispone de tres fases: hacer, mantener y deshacer. Los movimientos de hacer y deshacer deben ser lentos y conscientes. En la fase intermedia, la de detención, el practicante aprovecha para vivir a fondo su corporeidad y lograr la unidireccionalidad de la consciencia. La mente se aplica al cuerpo, estando atenta a las presiones, estiramientos, masajes y la respiración. Esta importantísima fase de detención tambien permite controlar los pensamientos parásitos e introvertirse, obteniendo un más elevado nivel de consciencia. Así el esquema corporal se convierte en un apoyo para el entrenamiento metódico de la atención y la práctica se convierte en una meditación a través del cuerpo. Cada postura impone su propia ritmo y forma de respirar. Unas posturas imponen, por ejemplo, la respiración torácica (la cobra, entre otras) y las hay que imponen una respiración diagfragmática (como es el caso de la vela).

La repiración debe ser, en la medida de los posible, tranquila y por la nariz. Cuando la mente se dispersa, nos sirve eficientemente para a través de ella reunificarla. No debe el practicante adaptarse tan solo a la postura, sino que la postura debe también adaptarse al practicante en cuestión. Todo esfuerzo excesivo está contraindicado y la persona debe aplicar esfuezos bien medidos tanto al hacer la posición como al mantenerla. Las posturas pueden hacerse de una a tres veces. Las combinaciones son muy numerosas. Existen tantas posturas para hacerle asumir al cuerpo posiciones que de otra manera nunca adoptaría. Así ningua zona del cuerpo, órgano o función, pasarán desapercibidos. Los programas deben variar, aunque dando prevalencia a los asanas más básicos o fundamentales. Realizar siempre el mismo programa es un grave y evitable error. La tempratura de la estancia debe resultar agradable, ni fría ni caliente.

En la ejecución del asana nuca debe haber una actitud competitiva ni siquiera con uno mismo. No es jamás una práctica acrobática, ni una gimnasia exótica, ni un culto al cuerpo ni una reafirmación del ego. Los asanas representan un trabajo consciente sobre el cuerpo que afecta al psiquismo y favorecen la evolución de la consciencia. 

El asana es una preciosa herramienta psicofísica, pero para que su alcance sea el adecuado, debe acompañarse siempre de la atención y combinarse, inconstestablemente, con el pranayama y la relajación consciente, e incluso preferiblemente con otras técnicas del hatha-yoga, como los mudras y los bandhas. A través de la percepción del cuerpo se llega a la percepción de ser.

Los asanas inciden tambien sobre las energías, para que circulen más libremente. Son una fuente de salud y vitalidad, pero sobre todo un método para conectar con la persencia de ser. 

En la ciencia de los asanas nada es gratuito ni se ha librado al azar. Los asanas han sido durante cientos de años verificados y experimentados ad infinitum. Repercuten sobre el sistema nervioso y el endocrino, mejoran la coordinación cuerpo y mente. Al inmovilizar el cuerpo, hay un cambio de consciencia y percepción que va favoreciendo la transformación interior. Se trabaja con la atención mental pura, que es la que se limita a percibir lo que es sin juicios ni prejuicios, sin discurso mental. Uno de los logros del asana es que ayuda a inhibir el pensamiento egocéntrico y mecánico.

Sin la aplicación de ejercicios de pranayama, la sesión de asanas pierde mucha de su sustancia. 

El esfuerzo bien aplicado y nunca excesivo, conduce al esfuerzo sin esfuerzo y la postura se va tornando mucho más confortable y permite un trabajo interior más eficiente. El secreto está en ir porlongando la fase de detención en el asana. Por la inmovilidad del cuerpo se llega a la de la me tmente y no olvidemos que "cuando el pensamiento cesa se revela la luz la luz del ser". Hay posturas que se pueden llegar a mantener de uno a cuatro minutos o más. 



Los asanas nada tienen que ver con un ejercicio simplemente aeróbico. Potencián el vínculo entre el cuerpo y la mente para hacer posible el acceso a una dimensión superior de consciencia donde se manifieste la realidad más profunda que se enconde tras la mente y el cuerpo. Así los asanas nos permiten desencadenar estados superiores de consciencia y el trabajo sobre el cuerpo hace posible el trabajo sobre la psique. Todas las herramientas del yoga, incluídos los asanas, tienen por objeto transformar la mente. Pero ¿en qué transforma el denominado yoga fitness o el "yoga" gimnástico que tiene por objeto sudar y tener un trasero más recogido.? 

Mediante los asanas se trata de restablecer el equilibrio entre el cuerpo y la mente. Si el cuerpo y la mente están mejor armonizados, será también más facil el trabajo espiritual. El asana nos permite situarnos en el presente y así liberarnos de condicionamientos de pasado y de futuro. Se adentra el practicante en su propio universo psicosomático para conocerlo de primera mano. Representa una exploración consciente y voluntaria.

En el verdadero hatha-yoga, el asana es un medio para frenar la mecanicidad o robotismo y poder reencontrar la libertad interior. El control sobre el movimiento, sobre la respiración y sobre la mente, le permite al practicante aproximarse al sentir de su propia esencia. Si se ejecutan de acuerdo a los requisitos necesarios, son siluetas corporales que ayudan a servirse del cuerpo para ir más allá del cuerpo. Se unifican el cuerpo, la respiración y la mente. El asana se vuelve un apoyo meditacional. 

El hatha-yogui se sirve del poder del cuerpo para desarrollar el de la mente. Cuerpo y mente se convierte en un trampolín para acercarse a la propia esencia. 

Los asanas no solo inciden sobre la fisiología ordinaria, sino tambien sobre una fisiología sutil. El verdadero hatha-yogui no trabaja sobre su cuerpo para exhibirlo o pavonearse de la elasticidad conquistada. No se trata de una simple cultura física o una gimnasia exótica, sino de un medio para armonizar el cuuerpo y la mente en base a abrir una vereda hacia la realidad más profunda que subyace en uno mismo. 

Si muchos asanas tienen nombres de plantas o animales es para reportarnos un sentido ecológico y de unidad con todas las criaturas sintientes. El hatha-yoga es una escalera hacia el radja-yoga o yoga mental. 

Uno puede obtener a través del asana una salud más estable, mayor vigor, equilibrio psicosomático, bienestar, longevidad, sosiego, plenitud, pero el asana no solo es una fuente de bienestar físico, sino en especial de estabilidad psíquica y y cultivo espiritual.



15 sept 2014

Yoga y trabajo interior

Por Ramiro Calle

El yoga es tan antiguo ya la vez tan actual que Mircea Eliade -practicante de yoga- se refirió a él como «un fósil viviente».

Es, sin duda, la técnica liberatoria más antigua del mundo, pues el yoga arcaico (que ya disponía de eficaces métodos para conducir la mente a un estado de conciencia superior) es muy anterior a la penetración de los arios en la India. Los primeros yoguis se adentraron en la búsqueda interior con el afán de conectar con conocimientos de orden superior y poder acceder a regiones ignotas de la mente. En el transcurso de los años fue configurándose un cuerpo amplísimo de enseñanzas, métodos, técnicas y prescripciones para la auto superación, la evolución de la conciencia y la conquista de una mente superior a la que el yoga denomina supramundana, por situarse más allá de las apariencias.

Por su propia experimentación personal, los yoguis fueron concibiendo y ensayando toda clase de métodos de autoconocimiento y autodesarrollo, así como técnicas muy específicas para la contención del pensamiento, el cultivo armónico de la atención, el acrecentamiento de la conciencia, la purificación del inconsciente, el control psicosomático, el desarrollo de la visión esclarecida y la reunificación de las energías dispersas. Como lo más cercano a un ser humano es su propio cuerpo, su mente y las energías que animan a ambos, el yogui convirtió su complejo psicofísico en un laboratorio para efectuar su trabajo, poniendo en práctica innumerables procedimientos para armonizar el cuerpo, la mente y las energías y poder conquistar un tipo de percepción (yóguica) liberadora muy diferente y muy superior a la percepción ordinaria, siempre sometida a error.

El yogui emprendió sin tregua el trabajo sobre sí mismo, al que denominamos, por su carácter, trabajo interior. Se trata de una práctica minuciosamente llevada a cabo para poder conocer la naturaleza real que reside en uno mismo y para aprender a conocer y regular la propia realidad interna. Se trata de superar la ignorancia básica de la mente y de desplegar todos los potenciales internos para superar la desdicha, procurar un sentido de aprendizaje interior a la vida y mejorar las relaciones con uno mismo y con los demás.

Este trabajo es integral, o sea, que se realiza sobre todos los componentes del ser humano: cuerpo, cuerpo energético, órgano psicomental (mente y emociones) y comportamiento. Se conoce ese trabajo interior que es el entrenamiento yóguico como sadhana o práctica espiritual. El sadhana tiene por objeto la evolución consciente, el autoconocimiento y el autodesarrollo, para beneficio propio y ajeno. En este trabajo sobre uno mismo, el practicante encontrará no pocos obstáculos, pero también buenos aliados internos. Entre los obstáculos se encuentran no solamente las circunstancias externas adversas y el entorno inapropiado y las vicisitudes de la vida, sino también los que derivan del desequilibrio orgánico y de la inarmonía psíquica. Son obstáculos el desasosiego, la pereza, la negligencia, el descontento, la ofuscación, la avidez, el odio y tantos otros, a los que hay que sumar el propio inconsciente desordenado, caótico y el cúmulo de viejos patrones, heridas psicológicas, traumas y frustraciones. También son obstáculos los enfoques incorrectos, los estrechos puntos de vista, el apego a las ideas.

A menudo es la propia mente uno de los escollos más difíciles de superar, porque hay que ir limpiándola de esa ofuscación o ignorancia básica que genera innumerables emociones insanas, del mismo modo que hay que ir aprendiendo a contener el pensamiento neurótico y descontrolado que es fuente de avidez, odio y, en suma, de una gran masa de sufrimiento para uno mismo y para los demás. Todas las técnicas del yoga (incluidas las del yoga psicofísico) apuntan a la mente para sanearla e iluminarla. De una mente ofuscada todo lo que se deriva es nocivo.

Hasta que se somete uno al sadhana adecuado, la mente está dominada por innumerables condicionamientos (muchos de ellos inconscientes) que falsean su visión, ya que ésta está densamente velada por tres «oscurecimientos»: el interpretativo, el reactivo y el imaginativo. La visión liberadora va desencadenándose en la medida en que la mente se purifica, los condicionamientos se resuelven y la percepción se esclarece.

Pero si bien los obstáculos no son pocos en esta senda hacia la paz interior y la sabiduría, también hay dentro de uno mismo un buen número de aliados que se desplegarán para colaborar en la conquista de la quietud y el conocimiento liberador. Son simientes de iluminación que es necesario cultivar para que maduren y reporten sus excelencias. Estos aliados, denominados factores de crecimiento o iluminación, son entre otros: el esfuerzo correcto, la atención vigilante, la ecuanimidad, el sosiego, el contento y la visión lúcida. Estos factores de iluminación colaborarán de manera eficaz en la superación de uno de los más graves obstáculos, el del ego o la autopersonalidad, que nos desvía de nuestra naturaleza original y nos somete a esclavitud.

Los condicionamientos inconscientes reaccionan generando a menudo el «charloteo» mental, ese pensamiento mecánico y confuso (en las antípodas del recto pensar) que es el ladrón de la felicidad. Tengamos bien presente que la primera definición del yoga por escrito es «el control de los pensamientos en la mente»; así, todos los procedimientos yóguicos ponen su empeño en controlar los pensamientos mecánicos y neuróticos, para poder conocer un tipo superior de mente que nada tiene que ver con la mente ordinaria, al que se denomina unmani o no mente.

Como el trabajo interior o sobre uno mismo tiene un carácter integral (se extiende a todos los elementos que conforman al ser humano), comporta:

. Unos ideales yóguicos que son asiduamente cultivados.
. Un buen número de técnicas psicofisiológicas para intensificar el control psicosomático y mejorar psicofísicamente a la persona.
. Un nutrido arsenal de técnicas psicomentales, entre las que se encuentran la retracción de los órganos sensoriales y el recogimiento interior, la concentración, la meditación, la auto indagación, la contención del pensamiento y muchas otras.
. El cultivo de una adecuada actitud vital, que debe ser trasladada a la vida cotidiana, apuntalada en la atención consciente, la ecuanimidad, el sosiego y la compasión.
. Una ética natural, que estriba en poner medios para que las otras criaturas sean felices y evitarles el sufrimiento.

Este sadhana (ejercitación) integral compete, pues, al cuerpo, al cuerpo energético, al órgano psicomental y al comportamiento con nosotros y con los demás. El trabajo sobre el órgano psicomental adquiere gran importancia, pues somos aquello que pensamos y sentimos, ya que lo que hay dentro de nosotros tiende a emerger a través del comportamiento. Incluso el yoga psicofísico (hatha-yoga) pretende con sus numerosas técnicas no sólo beneficiar los cuerpos físico y energético, sino también favorecer el dominio de la psique.

Este trabajo integral se traslada a la vida cotidiana y el practicante debe tomar su existencia como una práctica interior, tratando de:

. Hacer lo mejor que pueda en cualquier momento y circunstancia.
. Hacer con atención consciente y con destreza, sin dejarse alienar por la acción.
. No obsesionarse por los resultados, pues los mismos, si han de venir, lo harán por añadidura.
. Tratar de que la acción sea menos persona lista y egoísta.
. Convertir la vida cotidiana en un maestro, aprendiendo a bregar sabiamente y con actitud adecuada con los acontecimientos, circunstancias y situaciones, poniendo en marcha la atención consciente y la firme ecuanimidad.

La práctica de las técnicas yóguicas va transformando al practicante y le enseña a modificar sus viejos modelos de conducta mental cuando estos son nocivos o perturbadores, para poder conseguir una renovada y más armónica forma de sentir y sentirse.

9 ago 2014

En la casa de la Nada, por Ramiro Calle

Ramiro Calle

¿Quién no tiene problemas con su mente? Mientras no se deterioran, los órganos, las glándulas, los sistemas del organismo van a  nuestro favor, pero ¿y la mente? Muchas veces se comporta como si fuera nuestro peor enemigo. Por ello y desde muy antaño ha habido personas que han concebido y ensayado metidos para poder estabilizar, reorientar, sosegar y esclarecer la mente.  Mientras no se consigue, la mente no es de fiar, se extravía en sus interpretaciones y suposiciones, es, en palabras del gran místico Kabir, un fraude, una casa con un millón de puertas. A mis alumnos de meditación me gusta recordarles el adagio hindú que reza" El monarca que no controla su mente es un mendigo; el mendigo que controla su mente es un monarca". Y como todo lo experimentamos  y vivimos en el escenario de luces y sombras de la mente, es necesario, incluso urgente, empezar a reeducar la mente y conseguir que nos apoye en nuestra senda de la autorrealización. Una mente sana nos ayudará tanto a nosotros como a los demás. Una mente sana está más libre de ofuscación, avaricia y odio. Una mente sana es la que está liberada de los que Buda denominaba "oscurecimientos" o velos. Si todo surge de la mente, es la mente la que hay que ordenar, equilibrar y sanear, además de liberarla de todos sus autoengaños y embustes. 
 
Hay una incomparablemente valiosa herencia en cuanto a instrucciones y métodos para poder desarrollar lo mejor del centro mental y acelerar así nuestro proceso de evolución consciente. Podemos adiestrarnos para poder captar lo que se esconde tras las apariencias. Un tipo diferente y mucho más revelador de percepción se manifiesta cuando la mente logra silenciarse y no somos víctimas de las interferencias de los pensamientos automáticos y que nos robotizan, nos desgastan y neurotizan. "Permanece quieto y sabe que yo soy Dios", dicen los Salmos. "Cuando inhibes los pensamientos, te estableces en tu naturaleza real", señala Patanjali. "Cuando cesan los pensamientos se revela la luz del ser", resaltan los sabios de la India. "Si dejo de ser esto o aquello y soy, la experiencia del ser se expande más allá del ego", enseñan los vedantines. Muchas técnicas del yoga tratan de conducir la mente al estado de silencio profundo, donde uno viaja a la raíz del pensamiento y se asocia con su propia fuente interior. Ese estado especial de mente es denominado unmani o no-mente o también Nirvana-kala o la Mansión del Vacío. Es el vacío de egocentrismo, tendencias perniciosas y subyacentes de la mente, codicia y miedo. Es un estado de no-saber que es el verdadero saber. Pero como el ego trata de afirmarse y es un tirano que no quiere perder su poder, se aferra a las apariencias y se aterra ante la experiencia del vacío. Y el vacío interior, que es plenitud, limpia, esclarece, otorga infinita paz. Es darse un baño del propio ser, en lugar de estar constantemente zarandeados por las olas del ego, el afán de posesividad, la actividad desmedida y la tendencia a externalizarse y el hacer compulsivo. Ese estado de no-pensamiento mecánico o vacío, nos permite experimentar energías muy finas o sutiles, reveladoras, que escapan al estado de mente ordinaria, poseído por las tendencias contrapuestas y los pares de opuestos (amargo-dulce, frío-calor, dentro-fuera, etcétera). En el vacío la mente se unifica y se funde con su fuente. Hay otro tipo de presencia interior. En suma y como apuntara San Juan de la Cruz, el gran experto occidental en las nadas que conducen a lo Absoluto: 
 
"EN LA CASA DE LA NADA NUNCA EL ALMA ESTA PENADA."

8 ene 2014

Conversaciones con yoguis: Swami Anandadevananda y Ramiro Calle

Extracto del libro "Conversaciones con Yoguis" de Ramiro Calle.

Swami Anandadevananda: Existen muchas técnicas, mucho métodos, muchas vías. Cada aspirante debe seguir su camino. No hay que entrar en inútiles comparaciones, y mucho menos en críticas, o en tratar de convencer a los otros de los propios métodos. Exponer las propias técnicas a los demás, comparar y tratar de persuadir no es relevante. Cada uno debe seguir su vía. Hay mucho niveles, grados, en la evolución de la persona. Según el grado de evolución se seguirán unas u otras técnicas. Hay quienes necesitan del canto; otros, el japa (repetición del mantra) o el yantra, y otros,la meditación. Las técnicas son instrumentos, y según el nivel de evolución se recurrirá a unas u otras. Son medios para pasar de una a otra orilla. 

Ramiro Calle: ¿Es usted feliz?

SA: Hay dos clases de felicidad. Está la felicidad mezclada con el dolor que nos proporciona lo exterior. En efecto, eso no es felicidad. De hecho, las personas jamás son felices solamente con lo exterior. Sienten ansiedad, voracidad, apegos y, al final, esa felicidad que se convierte en dolor. Hay otra clase de felicidad: la interna. Esta no tiene el germen del dolor. Surge de nuestra naturaleza real, sin sombra de sufrimiento. Yo no dispongo de nada externo, carezco de todo tipo de comodidades, soy sannyasi desde hace dècadas, pero disfruto de la felicidad que fluye de mi ser interno. 

RC: ¿Qué opinión le merece la meditación vipassana?

SA: Es una gran técnica. Es yoga, sin duda. Es una técnica de observación atenta y ecuánime que utilizaban los yoguis desde ya mucho antes de que el Buddha la incorporase a la enseñanza. Es la observación de todos los procesos físicos y mentales. Es yoga. Pero el Buddha la utilizó de modo sistemático para penetrar la última realidad de los fenómenos. De hecho, todas las técnicas pertenecen a la más remota antigüedad. Luego los maestros las incorporan a su enseñanza, pero las técnicas son miles de años anteriores a ellos. 

RC: ¿Cuál es su opinión sobre el hatha-yoga y en qué medida ayuda en la meditación y en la práctica general del raja-yoga?

SA: El hatha-yoga es muy importante, realmente importante. Es necesario. Hay que tratar de conseguir una sincronización perfecta entre el cuerpo y la mente. Es conveniente que el cuerpo conquiste una postura muy estable y equilibrada a fin de facilitar la meditación profunda. Hay que lograr el equilibrio, la armonización del cuerpo y la mente. La postura yóguica es fundamental para la meditación. 

RC: Cuando una persona es muy rajásica, es decir, vehemente y apasionada, como es por ejemplo mi caso, ¿como puede reorientar esa energía?

SA: Meditando. Medita más. Medita más.

RC: Yo mismo me he preguntado muchas veces, y muchos de mis alumnos también me lo han planteado, por qué mostramos tanta resistencia a meditar y por qué surgen tantas dificultades mentales cuando lo hacemos. 

SA: No es difícil de entender. Estamos en un nivel material, externalizados, somos cautivos de todo lo externo, por un lado, y de todo lo que se genera en la mente, por otro. Es decir, somos esclavos de los fenómenos externos y de nuestro propio pensamiento; estamos muy lejos del nivel cósmico que también reside en nosotros. Este desplazamiento de nuestro habitual estado en lo fenoménico hacia la realidad cósmica interna nos resulta realmente muy difícil porque siempre, o casi siempre, hemos estado en el nivel material. 

RC: ¿Tenemos que tratar de alcanzar nuestra realidad cósmica?

SA: No hay nada que alcanzar, pues ya está alcanzada, sino que hay que sentir y reconocer lo alcanzado. Hay que percibir nuestra naturaleza real. No se trata de obtenerla, porque jamás hemos dejado de tenerla con nosotros, ¿entiende? Se trata de penetrarla y experimentarla. 

RC: En los últimos años ha habido maestros que han insistido en que el esfuerzo personal no es necesario. Desde mi punto de vista, el esfuerzo o entrenamiento (sadhana) es completamente imprescindible. Me gustarìa conocer su opinión.

SA: Hay que hacer esfuerzo. Sin esfuerzo es imposible retomar el hilo de la consciencia. Todo nos impulsa, nos saca hacia afuera. La meditación consiste en cortar y en entrar, entrar, entrar hacia lo más nuclear. El esfuerzo y el ejercitamiento son insoslayables. Si no es así, uno pierde el nivel meditacional y no logra estar atento en la vida diaria. Solo mediante la meditación  logramos la atención suficiente para permanecer meditacionales en la vida cotidiana. La meditación nos ayuda a retomar el hilo de la consciencia y experimentar nuestra realidad cósmica.