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31 jul 2016

"40 versos sobre la realidad, Sat Darshanam" Sri Bhagavan Ramana Maharshi


ORACIÓN

1. ¿Puede haber la sensación de «yo», 
sin eso que existe, siempre?
Libre de pensamientos, existe, 
este ser interno, el Corazón.
¿Cómo conocer entonces eso que es más allá de la mente?
Conocerlo es morar, firmemente, en el Corazón.

2. El pensamiento «yo» es el primero en morir para aquellos
que se han refugiado del miedo de la muerte,
a los pies del conquistador de la muerte.
En adelante son, naturalmente inmortales.
¿Pueden ser asaltados alguna vez de nuevo 
por el miedo de la muerte?

EL TEXTO

1. Puesto que nosotros vemos el variopinto mundo,
una sola fuente, con poderes ilimitados, ha de ser aceptada.
El veedor, lo visto, la pantalla sobre la que es
proyectado, la luz, son todos sólo Él, el Uno.

2. Todas las religiones comienzan con la existencia del
individuo, el mundo y Dios.
Mientras dure el ego éstos tres permanecerán separados.
Morar, sin ego, en el Sí mismo, es lo mejor.

3. ¿De qué utilidad son las disputas tales como
«el mundo es real», «no, es un espejismo»,
«es energía consciente»,
«no, es materia», «es felicidad», «no, es sufrimiento»?
Morar en el exaltado estado donde ni el
ego ni el mundo existen, es aceptable para todos.

4. Mientras uno piensa que tiene una forma, el mundo
y Dios también tienen formas.
Cuando uno es el Sí mismo sin forma, ¿quién hay para ver?
Ello mismo es el Ojo, completo, sin límites.

5. El cuerpo está constituido de cinco envolturas.
El cuerpo y el mundo co-existen.
¿Cómo puede alguien ver el mundo, 
a menos que tenga un cuerpo?

6. El mundo es en la forma de los cinco sentidos, 
como el sonido.
Estos sentidos son conocidos a través de los cinco
órganos de los sentidos.
Sólo la mente percibe el mundo a través de estos
órganos de los sentidos.
Por consiguiente, el mundo es sólo la mente.

7. Aunque tanto la mente como el mundo surgen
y se sumergen juntos, es la mente la que
ilumina al mundo.
La fuente de la que el mundo y la mente
surgen y en la que se sumergen, es la
Realidad, que no surge ni se sumerge.

8. La adoración de lo Supremo, bajo cualquier nombre 
y bajo cualquier forma,
es una ayuda para la visión de Ello.
Sin embargo, la verdadera visión es sumergirse 
y morar en la Realidad.

9. Cuando el individuo, para quien la dualidad 
y la trinidad existen,
es rastreado, éstas se sueltan y caen.
Entonces todo movimiento mental cesa para siempre.

10. ¿Puede haber conocimiento sin ignorancia?
¿Puede la ignorancia existir sin el conocimiento?
Buscar la fuente del individuo a quien pertenecen,
y morar ahí, es verdadero conocimiento.

11. ¿Puede el conocimiento de todo, sin el conocimiento
del Sí mismo, ser verdadero conocimiento?
El conocimiento del Sí mismo, que es el soporte del
conocedor y lo conocido,
destruye la pareja de conocimiento e ignorancia.

12. Ni el sueño profundo ni la cognición de los objetos 
es conocimiento.
En el verdadero estado, que es diferente de ambos,
no hay ningún conocimiento de objetos;
sólo brilla la consciencia.
Por tanto, no es un vacío.

13. La consciencia, el Sí mismo, es Real.
La multitud de las formas no pueden existir aparte de él.
¿Pueden los diferentes ornamentos existir por sí mismos?
¿Acaso son aparte del oro?

14. Sin el «yo» las personas segunda y tercera
no pueden existir.
Cuando el «yo» se sumerge a través de la indagación 
sobre su fuente,
las personas segunda y tercera también desaparecen.
Nuestro propio estado natural, brilla.

15. En su tiempo, tanto el pasado como el futuro 
son sólo el presente.
¿No es como para reírse el que se discuta
acerca del pasado y el futuro, sin darse cuenta del presente?
¿Puede uno contar sin el número uno?

16. ¿Puede haber espacio, puede haber tiempo, 
excepto para mí?
El espacio y el tiempo me atan, sólo si yo soy el cuerpo.
Yo no estoy en ninguna parte, yo soy sin tiempo.
Yo existo por todas partes y siempre.

17. Tanto el sabio como el ignorante consideran al cuerpo como «yo».
El ignorante limita el «yo» al cuerpo.
Para el sabio, el Sí mismo brilla en el corazón,
sin límites, incluyendo el cuerpo y el mundo.

18. Para el ignorante y para el sabio, el mundo existe.
El ignorante considera que sólo el mundo es real.
Para el sabio, la fuente sin forma de lo
visto, es real, completa.

19. La controversia sobre si el destino es más fuerte que
el libre albedrío o viceversa,
es sólo para aquellos que no conocen su propia fuente.
Aquellos que conocen al individuo a quien
pertenecen (el destino y el libre albedrío),
permanecen intocados por ellos.

20. Ver a Dios como aparte del veedor, es sólo una
imagen mental,
puesto que Dios no está separado del veedor.
Morar en el equilibrio del Sí mismo
es verdadera visión de Dios.

21. Las escrituras declaran «ve al Sí mismo», «ve a Dios».
No es fácil comprender estas ideas.
Puesto que el Sí mismo es Uno no puede ser visto.
¿Cómo puede uno ver a Dios? Sólo deviniendo
alimento para Él.

22. Dios ilumina la mente y brilla dentro de ella, invisible.
¿Cómo entonces puede uno conocer a Dios a través de la mente?
Sólo volver la mente hacia adentro y fijarla en Él,
es tener Su visión.

23. El cuerpo no dice «yo».
No hay nadie que diga «yo» en el sueño profundo.
Cuando el «yo» surge, todo surge.
Encuentra con agudo intelecto, ¿de dónde viene este «yo»?

24. El cuerpo es insenciente, el Sí mismo no surge.
Dentro del límite del cuerpo un «yo» surge,
entre el cuerpo y el Sí mismo. Es llamado
«ego», «nudo de materia y espíritu», «esclavitud»,
«cuerpo sutil», y «mente».

25. Nacido de formas, enraizado en formas,
alimentándose de formas, siempre cambiando sus formas,
él mismo carente de forma, este fantasma del ego
llega hasta sus raíces con la indagación.

26. Con la emergencia del ego, todo emerge;
con su submersión, todo se sumerge.
Por consiguiente, el ego es todo.
Rastrear es la vía a la victoria sobre todas las cosas.

27. El «yo» no surge en el estado real.
La búsqueda de la fuente del «yo» lo disuelve.
¿De qué otro modo puede uno alcanzar el supremo estado del
propio Sí mismo de uno?

28. Descubrid la fuente real del ego,
explorando dentro, con intelecto agudo,
regulando el soplo, el habla y la mente.
Lo mismo que uno haría para recuperar una cosa que ha
caído en un pozo profundo.

29. Sólo indagar, silente y profundamente, sobre la fuente
de la mente, el «yo», es auto-indagación.
Ideas como «yo soy eso» o «yo no soy esto», son sólo ayudas.

30. El ego cae, abatido, cuando uno indaga
«¿Quién soy yo?» y entra en el Corazón.
Entonces otro, «yo—yo», late incesantemente, por sí mismo.
No es el ego sino el Sí mismo mismo, el todo.

31. ¿Quién puede comprender el estado del
que ha disuelto su ego y
está morando siempre en el Sí mismo?
Para él, sólo el Sí mismo es.
Para él, ¿qué queda por hacer?

32. Las escrituras afirman «Eso eres tú»,
sin indagar y obtener
el Sí mismo que brilla siempre, y permanecer como Eso.
Discutir una y otra vez, interminablemente, se debe sólo a la
debilidad de la mente.

33. Afirmaciones como «yo no me conozco a mí mismo» o «yo
me conozco a mí mismo», son motivos de risa.
¿Acaso hay dos sí mismos, el veedor y lo visto?
La experiencia de todos es que el Sí mismo es Uno.

34. En lugar de morar firmemente en el propio Corazón de uno,
nuestro verdadero estado,
disputar sobre «real o irreal», «con forma o
sin forma» —«muchos o uno»,
es estar cegados por la ilusión.

35. Sólo la permanencia en Sí mismo es un milagro.
Los otros milagros son como sueños que duran hasta
el despertar.
¿Pueden aquellos que están firmemente arraigados en lo Real,
recaer en la ilusión?

36. Mientras nosotros tenemos la idea de que 
el cuerpo es el Sí mismo,
el pensamiento de que uno es el Sí mismo 
es útil para ser Eso.
Pero cuando uno es Eso, es tan fútil como un hombre que
repite «Yo soy un hombre», «Yo soy un hombre».

37. Las teorías tales como la dualidad en la sadhana y
el advaita sobre la realización, no son verdaderas.
El décimo hombre estuvo presente no sólo cuando se le
encontró, sino también durante la búsqueda con
amorosa preocupación.

38. Si uno siente que uno es el hacedor, uno debe cosechar los
frutos de su acción.
Si uno indaga «¿quién es el hacedor?», y entra en el
Corazón, la idea del hacedor terminará y
el triple karma es destruido. En verdad, esto es liberación.

39. Los pensamientos de liberación sólo están mientras uno
piensa que está en esclavitud.
El Uno obtiene el «yo» eternamente liberado por la
indagación «¿para quién es la esclavitud?»
En adelante, ¿cómo pueden surgir pensamientos de
esclavitud y liberación?

40. Algunos eruditos dicen que después 
de la liberación la forma permanece.
Otros dicen que las formas no perduran.
Sin embargo, otros dicen que a veces las formas permanecen
y otras veces se pierden.
Sólo la pérdida del ego, que examina estos tres conceptos,
es la verdadera Liberación.



COMENTARIO

Versos 1 al 4

Las palabra crucial en el verso 1 es «puesto que», con la que comienza el verso.
Puesto que en nuestra visión, el individuo y el mundo están separados, un creador con variados poderes ha de ser necesariamente aceptado. Ramana advierte en la segunda mitad de este verso que, aunque el mundo consiste en innumerables nombres y formas, el creador y Su creación no están separados. «Si el éter, el aire, el fuego, el agua, la tierra y todos los seres vivientes no son nada sino tú y sólo tú, ¡Oh luz pura, única y omniabarcante!, ¿cómo puedo yo estar separado y alejado de ti?». 

Ramana señala, repetidamente, la futilidad de las meras disputas filosóficas. La discusión de si el individuo, el mundo y Dios son uno solo, o si son tres y siempre separados, se trata en el verso 2. Él se refiere después a las argumentaciones relativas a la naturaleza del mundo en el verso 3, y lo continúa refiriéndose en el verso 4 a la cuestión de si Dios tiene forma o es sin forma. Posteriormente, en los versos 19 y 40, se cubren también los argumentos filosóficos relativos al libre albedrío y al destino, y la naturaleza
de la liberación. Los versos 33 y 34 tratan de otros argumentos librescos, basados meramente en la erudición. Por consiguiente, estos siete versos forman un grupo.

Se advertirá que la segunda mitad de cada uno de estos versos dirige la atención al estado donde el ego se sumerge en el Sí mismo, pues todas las escuelas de pensamiento, centradas en la mente, no son más que «necedad instruida», y llegan a un final automático cuando uno es el Sí mismo.

Puede mencionarse que en el verso 4, Bhagavan indica también que la visión no
puede ser diferente del veedor. Uno no puede estar arraigado en la idea del cuerpo, y al mismo tiempo negar la forma al mundo y a Dios.

Versos 5 al 8

Las cinco envolturas a las que se hace referencia en el verso 5 son Annamaya (grosera), Pranamaya (vital), Manomaya (mental), Vignanamaya (intelectual) y Anandamaya (feliz). Todas ellas se incluyen en el término de «cuerpo». «Una analogía adecuada para las cinco envolturas sería la de un pañuelo de cabeza perfumado. Tiene material, textura, dimensión, color, y aroma, correspondientes a las cinco envolturas. Pero los cinco no son distintos uno de otro. Coexisten juntos en cada fibra del pañuelo. Similarmente, las cinco envolturas están integradas juntas en el Sí mismo».

En el verso 7, Bhagavan da un nuevo vislumbre sobre la mente. Surge del Sí mismo, de lo Real, y se sumerge en Ello. Hay una submersión de la mente en el sueño profundo, y una emergencia de ella en la vigilia. Esta importante clave para rastrear la mente hasta su fuente es dada sólo por Ramana.

Aunque el Supremo no tiene ningún nombre ni forma, no obstante, su adoración a través de un nombre o forma particulares también da una visión de lo Supremo. Ramana señala, en el verso 8, que la visión de Dios o lo Supremo no es lo mismo que la permanencia en el Sí mismo, lo cual sólo tiene lugar cuando uno sumerge su individualidad en lo Real. Esto necesita una pequeña explicación, y podemos referirnos útilmente a una conversación registrada en las «Conversaciones». Dios es todo lo que es, más lo Real — de la misma manera que «yo» significa el individuo más lo Real, y el «mundo» significa variedad más lo Real.

«La realidad detrás del individuo y Dios es la misma», y sólo la inherencia en esta realidad es la visión de la Verdad.

Versos 9 al 12

Lo que distingue a las enseñanzas de Bhagavan es Su enfoque sobre lo familiar, eso que es parte de nuestra experiencia diaria, el «yo», el individuo. Pues en la comprensión de la verdadera importancia de este «yo», está la clave del descubrimiento de la verdad.

Los versos 9 y 10 introducen el tema de Vichara, o la indagación centrada en el
«yo». El «yo» no puede soportar la atención indagadora, y la garra del profundo hábito de identificar al «yo» con el cuerpo se soltará. Una tal indagación tiene el efecto de volver la mente hacia dentro y de retrotraerla a su fuente, la consciencia. En adelante, el «yo» cae, por así decir, dejando sólo la sensación de «yo» como una vibración continua del Corazón.

El verso 11, que recalca la supremacía del Auto-Conocimiento, nos recuerda un verso del Anma Viddai, donde Bhagavan se refiere a la futilidad de conocer todo lo demás, y ser consciente de la realidad sobre uno mismo. Mientras uno considere al «yo» como separado e independiente, uno sólo puede estar en un estado de ignorancia. El veedor, lo visto y el acto de ver, serían considerados también como distintos uno de otro. «A aquel para quien el sujeto no es diferente del Sí mismo, el objeto y la cognición tampoco aparecen diferentes del Sí mismo. A aquel para quien el sujeto es diferente del Sí mismo, el objeto y la cognición también aparecen diferentes del Sí mismo».

Al sueño profundo se hace referencia en el verso 12, pues los objetos son no-existentes para «el que duerme profundamente». En el estado de vigilia los objetos son percibidos. El verdadero estado es diferente de ambos, pues en ese estado aunque los objetos son aprehendidos, no distraen a la mente. Este verso también niega categóricamente la teoría de que el estado supremo es un vacío, y afirma que, al contrario, es un estado en el que la consciencia brilla resplandeciente.

Versos 13 al 16

Para una mejor comprensión del verso 13, uno tiene que tener claro el significado de los términos «Real» e «Irreal». Eso que existe siempre, no está sujeto a cambio, y es auto-luminoso, es lo «Real». Eso que es transitorio y cambiante, y que depende de algún otro para funcionar, es «Irreal». Tomando la ilustración del cuerpo, uno es consciente de él sólo porque la luz del Sí mismo lo penetra.

En el verso 13 se afirman dos proposiciones, a saber, que sólo la consciencia es Real, y que nada puede existir independientemente de ella. Percibir el mundo como constituido de múltiples formas sólo es ignorancia. Pero incluso esta ignorancia no puede existir aparte de lo Real. Para demostrar este punto se da la analogía de los ornamentos, que no tienen ninguna realidad aparte del oro del que están hechos. Esta analogía también la da Bhagavan en otra parte. «¿Existe un ornamento de oro aparte del oro? ¿Puede el cuerpo existir aparte del Sí mismo?» El ignorante piensa, «Yo soy el cuerpo». El iluminado sabe «Yo soy el Sí mismo».

Puede advertirse que el verso 14 forma parte de un mismo grupo con los versos 23, 27, 28, 29, 30. Todos estos versos tratan de la práctica de la auto-indagación, tal como la enseñó Sri Ramana.

Uno podría preguntar, «¿Cuál es la eficacia de la indagación sobre la fuente de “yo”?» Anteriormente, en el verso 7, se ha mencionado que la fuente de la mente es el Sí mismo. La mente y «yo» son idénticos, pues la mente es sólo un paquete de pensamientos centrados en el «yo». Una indagación sobre la fuente del «yo» tiene el efecto de introvertir la mente, de sumergirla en su fuente consciente, el Sí mismo.

Además, en los textos de las escrituras que tratan el dicho de las Upanishads «Yo soy Eso», el énfasis recae sobre «Eso», sobre su naturaleza como existencia, consciencia y felicidad. Bhagavan traslada el foco desde «Eso» al «Yo soy». Pues, al encontrar la verdad sobre uno mismo, uno es naturalmente «Eso».

En el verso 15 se señala la importancia del «presente», que es el único tiempo verdadero. Las indagaciones «¿quién soy yo?», y «¿de dónde soy yo?» permiten vivir en el presente, al impedir el movimiento del pensamiento.

En el verso 16, la pregunta «¿somos nosotros el cuerpo?» se formula para hacernos reflexionar si nosotros somos lo que creemos que somos. La respuesta de que nosotros no somos el cuerpo está también implícita en este verso. Puesto que uno es «Eso», las limitaciones del tiempo y el espacio no pueden aplicarse a nosotros.


Versos 17 al 20

En los versos 17 y 18, Bhagavan explica la diferencia entre el ignorante y el sabio. Ramana dice, «¿Puede el cuerpo ser la “consciencia de yo”? No estaba antes de nacer, está compuesto de cinco elementos, está ausente en el sueño profundo… por consiguiente, deja a un lado el cuerpo insenciente como si fuera verdaderamente un cadáver». Además, según Su punto de vista, atribuir realidad al mundo, es sólo ignorancia. Por consiguiente, es necesario hacer la pregunta «¿en qué sentido dice Bhagavan que para el sabio también existe el cuerpo, y que el mundo es también real para él?» Tenemos la respuesta en un verso anterior, el verso 7, donde Bhagavan ha señalado, como fuente de la mente, del «yo» y del mundo, al Sí mismo, del que surgen y en el que se sumergen. Puesto que nada puede existir aparte del Sí mismo, el cuerpo y el mundo están también en el Sí mismo. Sólo en este sentido tienen realidad para el sabio.

Bhagavan no pierde nunca la oportunidad de indicar la urgente necesidad de la autoindagación. Esto lo hace de nuevo en los versos 19 y 20. Cualquier controversia sobre el dominio de Dios o la libertad del hombre sólo pueden tener sentido para el individuo. Así pues, Bhagavan dice que la investigación en la fuente de aquél con quien se relacionan el destino y el libre albedrío, acabará con tales dudas. Una tal indagación le permite a uno funcionar desde el Corazón, libre de las controversias distrayentes.

Los versos 20, 21 y 22 tratan de la pregunta, «¿qué es la verdadera visión de Dios?» Sólo la submersión de la propia separatividad de uno en el Sí mismo es verdadera visión de Dios.

Versos 21 al 24

La idea del verso 21 se comprende más fácilmente si se lee junto con el verso 33. La pregunta sería «¿qué se entiende por el Sí mismo?» Si hubiera dos sí mismos, el veedor y lo visto, el problema no surgiría. Sin embargo, el Sí mismo es uno, y él mismo es el veedor y no lo visto. Puesto que el Sí mismo y Dios son idénticos, si uno «ve a Dios», también «ve al Sí mismo». Este «ver» a Dios se obtiene cuando uno deviene alimento para Dios, cuando el ego se sumerge en lo Real.

La felicidad de tal unión con Dios es descrita por Ramana así: «Conforme profundizas cada vez más, devienes un mero centro, y después ni siquiera eso, pues devienes mera consciencia… es una inundación; eres tragado vivo, devienes la cosa misma que te traga».

La limitada luz de la mente, derivada ella misma de Dios, no puede comprehender a la luz total y omniabarcante. En el verso 22 se aclara que la introversión de la mente es un prerrequisito esencial para la visión de Dios. «Vuélvete y mira dentro, busca siempre al Sí mismo con el “ojo” interno, y lo verás».

Los versos 23 y 24 tratan del ego. Ramana es único en cuanto a darnos una comprensión de la naturaleza del ego, así como al proporcionarnos una vía segura para su submersión. Anteriormente, en el verso 14, Bhagavan se ha referido a la utilidad de una indagación dirigida a encontrar la fuente del ego. Así mismo, en otro lugar, ha recalcado esto fuertemente: «Ha de indagarse en la fuente del pensamiento “yo”… Cuando se busca la fuente, el ego se sumerge en ella, y lo que queda es sólo el verdadero Sí mismo, en toda su plenitud». La pérdida del ego en el Sí mismo es como la submersión del río en el mar.

El verso 24 es la contribución especial de Bhagavan a la comprensión del ego. Señala que el ego o el «yo» es sólo un nexo entre el Sí mismo y el cuerpo. Por consiguiente, participa de las características del Sí mismo, es decir, de la consciencia, y de las del cuerpo, es decir, de la materia. Visto bajo esta luz, es el puente para retornar a nuestro estado natural de consciencia y felicidad. El corte del nudo, o del nexo con la materia, tiene lugar a través de la indagación, tal como la enseña Bhagavan. La garra de la materia producida por la extroversión de la mente, se suelta y elimina a medida que la mente adquiere fuerza para volverse hacia dentro y permanecer sumergida en su fuente.

Versos 25 al 28

En el verso 25, el ego es descrito como un fantasma debido a que no tiene ninguna forma suya propia, sino que, por así decir, no deja de cambiar de forma. Aunque señala que sólo la auto-indagación es el medio directo para el conocimiento de uno mismo, Bhagavan dice, «El ego puede tomar formas diferentes y cada vez más sutiles en diferentes etapas de nuestra práctica, pero él mismo nunca es destruido». Por consiguiente, señala que a través de las disciplinas mentales no será posible eliminar al ego. Sólo una indagación en cuanto a la fuente del ego dará como resultado su submersión.

En el verso 26, la auto-indagación es etiquetada como «la vía más victoriosa», pues permite la conquista del ego, que es considerada imposible. Todas las vanidades humanas están centradas alrededor del ego. Puesto que la submersión del ego en su fuente le permite a uno funcionar desde el Corazón, libre del ego; esto es realmente renunciar a todo.

Las escrituras declaran, «Yo soy Eso». ¿Qué significa esto? Se dice en el verso 27, que es el estado en el que el «yo» no surge. Uno es Eso cuando el ego está sumergido en su fuente.

La expresión «Gaveshana» utilizada en este verso está diciendo que cuando el ganado se descarría, el pastor lo buscará y lo traerá de vuelta al rebaño. Similarmente, cuando la mente se descarría y se externaliza, es retrotraída por la búsqueda de su fuente.

El verso 28 es un verso importante, pues trata de la práctica de la auto-indagación. Una y otra vez, Bhagavan aclara que la única vía segura de disolver el ego es buscar su fuente, preguntarse ¿de dónde surge?

Esto retrotraerá el ego al Sí mismo, su fuente. Esta indagación necesita también un sumergirse en uno mismo, con toda la mente recogida como el buceo determinado para recuperar una cosa que ha caído en el agua. También se sugiere la regulación del soplo, porque la respiración y la mente tienen una fuente en común, el Sí mismo. Por consiguiente, la quiescencia de la mente se produce automáticamente prestando atención al soplo. «El control del soplo significa meramente observar con la mente el flujo de la respiración». En el Ramana Gita, hay un verso correspondiente: «Entra en el Corazón con una mente que indaga o profundizando dentro o a través del control del soplo, y permanece en el Atman».

En el verso 28 se menciona específicamente lo que es la búsqueda. Es encontrar la fuente del ego, donde se sumergirá si tal indagación es proseguida diligentemente. En otro lugar, Bhagavan da la analogía de un buscador de perlas, que atando una piedra a su cintura, se sumerge en el mar, y recupera las perlas del lecho marino. Y agrega, «Así pues, todo aspirante, comprometido con Vairagya, puede sumergirse profundamente en sí mismo y realizar el precioso Atman».

La expresión, «sumergirse» es utilizada porque la mente, que está extrovertida debido a las tendencias, es recogida y vuelta hacia adentro. Hay un sumergirse debajo de la superficie de las exterioridades, dentro del Sí mismo.

Versos 29 al 32

La cuestión de qué es lo que constituye la auto-indagación, es abordada en el verso 29. Hay diferencia entre jnana marga, la vía del conocimiento de la tradición advaita, y vichara marga, o las indagaciones «¿quién soy yo?» y «¿desde dónde soy yo?», destinadas a encontrar la verdad sobre el ego y a sumergirlo en su fuente consciente. Bhagavan ha señalado las diferencias entre las dos así:

«La auto-indagación (vichara) para conocer al Sí mismo es diferente de la meditación Sivoham o Soham, que es más o menos un pensamiento mental. Pero la búsqueda de la que hablo es un método directo… pues en el momento en que entras en el movimiento de la búsqueda del Sí mismo y profundizas cada vez más, el Sí mismo está esperando ahí para acogerte».

Esto no quiere decir que Bhagavan considerara la jnana marga tradicional como
inútil. Al contrario, este verso mismo dice que tales afirmaciones de identidad con el Sí mismo y de negación de la idea del cuerpo, son soportes para la indagación. Son correctivos para la identificación, profundamente arraigada y errónea, del Sí mismo con el cuerpo. Desarrollan el desapasionamiento, y ayudan a que la mente se concentre. 

En el verso 30, Bhagavan explica lo que acontece cuando el ego se sumerge en el Corazón —simultáneamente, una sensación de «yo» incesante y feliz se hace patente. No es el ego. Puesto que la sensación es continua, se describe como «yo—yo». Es la forma del Sí mismo, completo y auto-luminoso. «Es un incesante relámpago de Consciencia de “yo”; por así decir, puedes ser consciente de ella, sentirla, escucharla, saborearla; eso es Aham spoorthi».

El siguiente verso, el 31, se maravilla ante la estatura de aquellos que están liberados en vida. Moran, de modo natural, en el Estado en el que el ego no surge. Puesto que el sujeto está sumergido en el Sí mismo, para ellos no hay «otros». Son canales puros de lo divino que actúan como tales para el bienestar universal.

Una vía tradicional para el Conocimiento del Sí mismo es escuchar primero la gran verdad de la identidad del individuo y el Sí mismo, y seguirla por la contemplación de esta identidad y la práctica de la misma. La posición de Bhagavan es que el conocimiento de esta identidad no puede conferir por sí mismo ninguna experiencia. La experiencia se obtiene sólo por la indagación sobre el origen de la mente.

Versos 33 al 36

Expresiones tales como «yo falso» o «yo verdadero», darían la impresión de que hay dos «yo». Ésta es la duda que tenía Paul Brunton cuando preguntó a Bhagavan, «¿Cuál es exactamente el sí mismo del que usted habla? Si lo que usted dice es verdad, debe haber otro sí mismo en el hombre. ¿Puede un hombre poseer dos identidades, dos sí mismos?» Bhagavan responde, «El Sí mismo es sólo uno». Este punto se aclara en el verso 33.

Ramana utiliza una fuerte expresión, «maya» o «ilusión» por primera vez en el verso 34. Él no ve ninguna utilidad en las interminables discusiones filosóficas, que devienen substitutos de la permanencia en el Sí mismo.

El ejercicio de los poderes sobrenaturales o siddhis atrae al imprudente, pero Bhagavan dice en el verso 35 que no tienen más significación que los sueños. La primera conversación que se conserva escrita, en la que Bhagavan habla sobre los siddhis, fue con F. H. Humphreys, quien se encontraba fuertemente inclinado en esa dirección. Le dijo, «A ningún maestro le han importado nunca los poderes ocultos… la clarividencia, la clariaudiencia y cosas semejantes no merece la pena tenerlas cuando son posibles una iluminación y una paz muchísimo más grandes sin ellas que con ellas». La cuestión estriba en que el ejercicio de tales poderes no es natural, y lo que no es natural no es permanente, y por consiguiente no merece la pena buscarlo. Por otra parte, implican el uso de la mente, mientras que, todo el propósito de la enseñanza de Bhagavan es sumergir la mente en el Corazón, para permitir el funcionamiento sin ego. Si tales poderes son alcanzados, a menudo desviarán al buscador de su deber primordial de buscar y ser restaurado en su verdadero estado. «La actitud de esos necios que, sin realizar el poder que les anima, esperan alcanzar poderes sobrenaturales, le recuerda a uno la historia de un cojo que dijo, «Si me apoyo sobre mis pies, ¿qué puede hacer el enemigo?». Es verdad que si uno se vuelve hacia Bhagavan los milagros acontecen; Él dice que éstos no se deben al ejercicio de la mente por Su parte, sino por «la puesta en movimiento de la energía divina automática».

Una vez le dijo a Evans-Wentz que «Jesús pudo no haber sido consciente de que estaba ejerciendo poderes cuando curaba a la gente de sus enfermedades». —Dando a entender con esto que no era un acto de volición, un ejercicio consciente del poder por parte de Jesús, sino que Él era meramente el canal de lo divino.


Versos 37 al 40

La verdad es siempre la misma, tanto si uno es consciente de ella como si no. Sólo la consciencia brilla, tanto durante la búsqueda de la fuente del ego, como después de su submersión en su fuente. El individuo que fue olvidado al contar, el décimo hombre «perdido», estuvo presente tanto durante la búsqueda con preocupación amorosa, como después de que fue «encontrado».

Para la comprensión correcta del verso 37, es necesario relatar la historia del décimo hombre «perdido». Diez amigos cruzaron un torrente. Tras llegar a la otra orilla, empezaron a contar para asegurarse de que habían cruzado todos. Sin embargo, cada uno de ellos contó erróneamente, omitiendo contarse a sí mismo. Consecuentemente, cada vez que contaban, su número era sólo nueve. Pensando que uno de ellos se había ahogado comenzaron a lamentarse. Un viajero que pasaba por allí encontró rápidamente la verdad contando apropiadamente, y aclaró que nadie se había perdido nunca.

La sensación «yo hago», el sentido de ser el hacedor, cesa por la indagación «¿quién es el hacedor?», y todo Karma acaba. «Si el agente (el hacedor) de quien depende el Karma, a saber, el ego… se sumerge en su fuente y pierde su forma, ¿podrá sobrevivir el Karma, que sólo depende de él?»

El triple Karma al que se hace referencia, es el Karma almacenado en la forma de tendencias latentes, eso que ha comenzado a dar resultados, y los frutos futuros basados en la acción pasada y presente. «Lo mismo que ninguna de las esposas de un hombre puede no quedar viuda a su muerte, así también, cuando el hacedor desaparece, ninguna de las tres formas de Karma puede sobrevivir».

La «esclavitud» y la «liberación» son tratadas en los versos 39 y 40. La esclavitud no puede ser para el Sí mismo, pues es eternamente libre. Sólo puede ser para el individuo, que, debido a la sensación de ser «esclavo», busca la «liberación». «Esclavitud» y «Liberación» son meramente términos lingüísticos… Si uno indaga ¿para quién hay «esclavitud» y la «liberación»?, se verá que son para mí. Por consiguiente, si uno indaga después «¿quién soy yo?», lo que queda es el propio ser real de uno».

Sólo la submersión del ego en su fuente es la liberación, según Ramana. Por consiguiente, Él niega, en el verso 40, las teorías de los «eruditos» sobre que «las personas liberadas tienen forma», «que no tienen forma», o que «a veces tienen forma, pero otras veces no tienen forma». Todo esto son sólo conjeturas del ego sobre el estado postliberado, y tales pensamientos no pueden sobrevivir cuando el ego mismo se sumerge en el Sí mismo.

20 abr 2015

Nan Yar? (¿Quién soy yo?) - Ramana Maharshi


De la prosa tamil original de Bhagavan Sri Ramana 
Traducido al inglés por Michael James

Párrafo uno 
Puesto que todos los seres vivos desean ser siempre felices [y] exentos de miseria, puesto que todos [ellos] tienen el amor más grande solo por su propio sí mismo, y puesto que solo la felicidad es la causa del amor, [para] obtener esa felicidad, que es su propia naturaleza [verdadera] y que experimentan diariamente en el sueño profundo [sin sueños], el cual es carente de la mente, es necesario conocer [el propio] sí mismo [real]. Para eso, solo jñana-vichara [escudriñar la consciencia para saber] «¿quién soy yo?» es el medio principal.

Párrafo dos 
¿Quién soy yo? El sthula deha [el cuerpo «grosero» o físico], que está [compuesto] de los sapta dhatus [los siete constituyentes, a saber: quilo, sangre, carne, grasa, médula, hueso y semen], no es «yo». Los cinco jñanendriyas [los órganos de los sentidos], a saber: oídos, piel, ojos, lengua y nariz, que individualmente [y respectivamente] conocen los cinco vishayas [los «dominios» de los sentidos o los tipos de percepción de los sentidos], a saber: sonido, tacto [la textura y otras cualidades percibidas por el tacto], forma [figura, color y otras cualidades percibidas por la vista], gusto y olfato, no son tampoco «yo». Los cinco karmendriyas [los órganos de acción], a saber: las cuerdas vocales, los pies [o piernas], las manos [o brazos], el ano y los genitales, que [respectivamente] hacen las cinco acciones, a saber: hablar, caminar, agarrar [o dar], defecar y gozar [sexualmente], no son tampoco «yo». Los pancha vayus [los cinco «vientos», «aires vitales» o fuerzas metabólicas], comenzando con prana [la respiración], que cumplen las cinco funciones [metabólicas], comenzando con la respiración, no son tampoco «yo». La mente, que piensa, no es tampoco «yo». La ignorancia [la ausencia de todo conocimiento dualista] que está combinada solo con los vishaya-vasanas [las inclinaciones, impulsos, deseos, propensiones o saboreaciones latentes de las percepciones o el goce de los sentidos] cuando todas las percepciones de los sentidos y todas las acciones han sido cortadas [como en el sueño profundo], no es tampoco «yo». Habiendo hecho neti [negación, eliminación o denegación de todo lo que no es nosotros] pensando que todas las cosas dichas anteriormente no son «yo», no «yo», solo el conocimiento que permanece [entonces] desapegado es «yo». La naturaleza de [este] conocimiento [«yo soy»] es satchit-ananda [ser-consciencia-felicidad].

Párrafo tres 
Si [nuestra] mente, que es la causa de todo conocimiento [dualista, relativo u objetivo] y de toda actividad, se sumerge [deviene quieta, desaparece o cesa de existir], [nuestra] percepción del mundo cesa. Lo mismo que el conocimiento de la cuerda, que es la base [que subyace y soporta la apariencia de la serpiente], no surge a no ser que el conocimiento de la serpiente imaginaria cese, svarupa-darsana [el verdadero conocimiento experimental de la naturaleza esencial o sí mismo real], que es la base [que subyace y soporta la apariencia del mundo], no surge a no ser que [nuestra] percepción del mundo, que es una imaginación [o fabricación] cese.

Párrafo cuatro 
Eso que es llamado «mente» es una atisaya sakti [un poder extraordinario o formidable] que existe en atma-svarupa [el sí mismo real]. Ella proyecta todos los pensamientos [o causa que todos los pensamientos aparezcan]. Cuando [nosotros] vemos [lo que queda] habiendo eliminado [abandonado, descartado, disipado, borrado o destruido] todos [nuestros] pensamientos, [descubrimos que] solitariamente [separada de o independiente de los pensamientos] no hay ninguna cosa tal como la «mente»; por lo tanto, solo el pensamiento es la svarupa [la naturaleza o forma básica] de [nuestra] mente. Habiendo eliminado [todos los] pensamientos, [descubrimos que] no hay ninguna cosa tal como el «mundo» [existiendo separada o independientemente] como [aparte de los pensamientos]. En el sueño profundo no hay pensamientos [y consecuentemente] no hay tampoco ningún mundo; en la vigilia y el sueño con sueños hay pensamientos, [y consecuentemente] también hay un mundo. Lo mismo que una araña saca [un] hilo de sí misma y de nuevo lo [retrae] dentro de sí misma, así también [nuestra] mente proyecta [este o algún] otro mundo desde dentro de sí misma y de nuevo lo disuelve [lo retrae] dentro de sí misma. Cuando [nuestra] mente sale de atma-svarupa [el sí mismo real], el mundo aparece. Por lo tanto, cuando el mundo aparece, svarupa [la «propia forma» o sí mismo real] no aparece [como es realmente, es decir, como la consciencia de solo ser no-dual, absoluta e infinita]; cuando svarupa aparece (brilla) [como es realmente], el mundo no aparece. Solo si [nosotros] continuamos investigando la naturaleza de [nuestra] mente, «tan» aparece finalmente como [la única realidad subyacente que ahora tomamos erróneamente por la] mente. Eso que [aquí] es llamado «tan» [un pronombre reflexivo tamil que significa «uno mismo» o «nosotros»] es solo atma-svarupa [el sí mismo real]. [Nuestra] mente solo subsiste combinándose siempre con [literalmente, siguiendo o conformándose a] un objeto grosero [un cuerpo físico]; solitariamente no subsiste. De [nuestra] mente solo se habla como sukshma sarira [el «cuerpo sutil», es decir, la forma o semilla sutil de todos los cuerpos físicos imaginarios que la mente crea y toma erróneamente como ella misma] y como jiva [el «alma» o sí mismo individual].

Párrafo cinco 
Lo que surge en este cuerpo como «yo», solo eso es [nuestra] mente. Si [nosotros] investigamos en qué lugar el pensamiento «yo» surge primero en [nuestro] cuerpo, llegamos a saber que [surge primero] en [nuestro] corazón [el núcleo más íntimo del ser]. Solo eso es el lugar de nacimiento de [nuestra] mente. Si permanecemos pensando «yo, yo», ello [nos] lleva y [nos] deja en ese lugar. De todos los pensamientos que aparecen [o surgen] en [nuestra] mente, solo el pensamiento «yo» es el primer pensamiento. Solo después de que éste surge, otros pensamientos surgen. Solo después de que la primera persona aparece, la segunda y la tercera persona aparece; sin la primera persona, la segunda y la tercera no existe.

Párrafo seis 
Solo por [medio de] la investigación «¿Quién soy yo?» [nuestra] mente se sumerge [se encoge, se aplaca, deviene calma, desaparece o deja de ser]; el pensamiento «¿Quién soy yo?» [es decir, el esfuerzo que hacemos para prestar atención al ser esencial], habiendo destruido todos los demás pensamientos, finalmente él mismo es destruido como un palo de cremar cadáveres [es decir, un palo que se usa para mover la pira funeraria a fin de asegurar que el cadáver está enteramente quemado]. Si surgen otros pensamientos, sin tratar de completarlos, [nosotros] debemos investigar a quién han acontecido. Por muchos pensamientos que surjan, ¿qué [más da]? Tan pronto como aparece cada pensamiento, si [nosotros] investigamos vigilantemente a quién han acontecido, «a mí», será claro [es decir, estaremos acordándonos claramente de nosotros, a quien acontece cada pensamiento]. Si investigamos [así] «¿Quién soy yo?» [es decir, si volvemos la atención atrás hacia nosotros y la mantenemos fijada firme, aguda y vigilantemente sobre el ser auto-consciente esencial para descubrir qué es realmente este «mí»], [nuestra] mente vuelve a su lugar de nacimiento [el núcleo más íntimo del ser, que es la fuente de la que surgió]; [y puesto que con ello nos abstendremos de prestarle atención] el pensamiento que había surgido se sumerge también. Cuando practicamos, y practicamos de esta manera, para [nuestra] mente aumenta el poder de permanecer firmemente establecida en su lugar de nacimiento [es decir, al practicar repetidamente volviendo la atención hacia el mero ser, que es el lugar de nacimiento de la mente, aumenta la capacidad de ésta para permanecer como mero ser]. Cuando [nuestra] mente sutil sale a través del portal de [nuestro] cerebro y órganos de los sentidos, los nombres y formas groseros [los pensamientos o imágenes mentales que constituyen la mente, y los objetos que constituyen este mundo] aparecen; cuando permanece en [nuestro] corazón [el núcleo de nuestro ser], los nombres y formas desaparecen. Solo a [este estado de] retener [nuestra] mente en [nuestro] corazón sin dejar[la] ir hacia fuera [es verdaderamente aplicable] el nombre «ahamukham» [«mirar –a– yo» o «auto-atención»] o «antarmukham» [«mirar– adentro» o introversión]. Solo [al estado de] dejar[le] ir hacia fuera [es verdaderamente aplicable] el nombre «bahirmukham» [«mirar–afuera» o extroversión]. Solo cuando [nuestra] mente permanece firmemente establecida en [nuestro] corazón de esta manera, [el pensamiento primario] «yo», que es la raíz [la base, fundamento u origen] de todos los pensamientos, se va [desaparece o deja de ser], y solo brilla [nuestro] sí mismo [real] siempre existente. El lugar [es decir, el estado o realidad] exento incluso del menor [rastro] de [nuestro] pensamiento [primario] «yo», es svarupa [la «propia forma» o sí mismo real]. Solo eso es llamado «mauna» [silencio]. Solo a [este estado de] solo ser [es verdaderamente aplicable] el nombre «jñana-drishti» [«conocimiento–ver», es decir, la experiencia del conocimiento verdadero]. Ese [estado] que es solo ser, es solo [el estado de] hacer [que la] mente se sumerja [se aplaque, se funda, se disuelva, desaparezca, sea absorbida, o perezca] en atma-svarupa [el sí mismo real]. Aparte de [este estado de ser no-dual] estos [estados de conocimiento dualista] que son conocer los pensamientos de otros, conocer los tres tiempos [lo que aconteció en el pasado, lo que está aconteciendo ahora, y lo que acontecerá en el futuro], y conocer qué está aconteciendo en un lugar distante, no puede ser jñana-drishti [la experiencia del conocimiento verdadero].

Párrafo siete 
Eso que existe realmente es solo atma-svarupa [el sí mismo real]. El mundo, el alma y Dios [que son los tres elementos básicos de la existencia finita] son imaginaciones [o fabricaciones] en él [en el sí mismo real], lo mismo que la plata [imaginaria] [que vemos] en una concha. Estos tres [elementos básicos de relatividad o dualidad] aparecen al mismo tiempo [tal como cuando despertamos del sueño profundo] y desaparecen al mismo tiempo [tal como cuando nos sumergimos en el sueño profundo]. Solo [nuestra] svarupa [la «propia forma» o sí mismo real] es el mundo; solo [nuestra] svarupa es «yo» [la consciencia que aparece como el sí mismo individual, la mente o alma]; solo [nuestra] svarupa es Dios; todo es siva-svarupa [el sí mismo real, que es siva, la única realidad absoluta y verdaderamente existente].

 Párrafo ocho 
Para hacer que la mente se sumerja [permanentemente], no hay ningún medio adecuado aparte de vichara [investigación, es decir, el arte de ser auto-atento]. Si es controlada por otros medios, la mente permanecerá como si estuviera sumergida, [pero] emergerá de nuevo. Por el pranayama [control de la respiración], la mente se sumergirá; sin embargo, [aunque] la mente permanezca así mientras la respiración permanece sumergida, cuando la respiración emerja [o devenga manifiesta] ella también emergerá y vagará errante bajo el dominio de [sus] vasanas [inclinaciones, impulsos o deseos]. El lugar de nacimiento tanto de la mente como del prana [la respiración o fuerza vital] es uno. Solo el pensamiento es la svarupa [la «forma propia»] de la mente. Solo el pensamiento «yo» es el primer pensamiento [o pensamiento básico] de la mente; solo él es el ego. De donde surge el ego, solo de ahí surge también la respiración. Por lo tanto, cuando la mente se sumerge, el prana también [se sumerge], [y] cuando el prana se sumerge, la mente también. Sin embargo, en el sueño profundo, aunque la mente se haya sumergido, la respiración no se sumerge. Está dispuesto así por el ordenamiento de Dios con el propósito de proteger al cuerpo, y para que otras gentes no se pregunten si el cuerpo ha muerto. Cuando la mente se sumerge en la vigilia y en samadhi [cualquiera de los distintos tipos de absorción mental que resultan del yoga u otras formas de práctica espiritual], el prana se sumerge. Se dice que el prana es la forma grosera de la mente. Hasta el tiempo de la muerte, la mente mantiene el prana en el cuerpo, y en el momento en que el cuerpo muere, ella [la mente] lo toma y se lo lleva [el prana]. Por lo tanto, el pranayama es solo una ayuda para controlar la mente, pero no efectuará mano-nasa [la aniquilación de la mente].

Párrafo nueve 
De la misma manera que el pranayama, la murti-dhyana [la meditación en una forma de Dios], el mantra-japa [la repetición de palabras sagradas tales como un nombre de Dios] y el ahara-niyama [la restricción de la dieta, particularmente la restricción de consumir solo comida vegetariana] son [solo] ayudas que controlan la mente [pero no efectúan su aniquilación]. Tanto por la murti-dhyana como por el mantra-japa, la mente obtiene agudeza [o concentración]. De la misma manera que, si [alguien] pone una cadena en la trompa de un elefante, que siempre se está moviendo [balanceándose tratando de agarrar una cosa u otra], ese elefante procede a aferrarse a ella firmemente sin [agarrar ni] aferrarse a nada más; así también ciertamente la mente, que está siempre moviéndose [vagando errante pensando en una cosa u otra], si es entrenada en [la práctica de pensar en] cualquier nombre o forma [particular] [de Dios], permanece aferrada firmemente a él [sin pensar innecesariamente en nada más]. Debido a que la mente se derrama [esparciendo su energía] en pensamientos innumerables, cada pensamiento deviene extremadamente débil. Para la mente que ha obtenido agudeza cuando los pensamientos se reducen y se reducen [es decir, que ha obtenido agudeza debido a la reducción progresiva de sus pensamientos] y que con ello ha obtenido fuerza, atma-vichara [la autoinvestigación, que es el arte de ser auto-atento] es logrado fácilmente. Por el mita sattvika ahara-niyama [el control de consumir solo una cantidad moderada de alimento puro o sattvika], que es la mejor entre todas las restricciones, el sattva-guna [la cualidad de la calma, claridad o «sei-dad»] de la mente aumenta y [con ello] surge la ayuda para la autoinvestigación.

Párrafo diez 
Aunque los vishaya-vasanas [las impulsiones o deseos latentes por prestar atención a otras cosas aparte de nosotros mismos], que vienen desde tiempos inmemoriales, surgen [como pensamientos] en incontable número como olas en el océano, son todos destruidos cuando svarupa-dhyana [la auto-atención] aumenta y aumenta. Sin dar lugar al pensamiento dubitativo: «¿Es posible disolver tantos vasanas y ser [o permanecer] solo como sí mismo?», [nosotros] debemos aferrarnos tenazmente a la auto-atención. No importa cuán pecador pueda ser una persona, si en lugar de lamentarse y llorar: «¡Yo soy un pecador! ¿Cómo voy a ser salvado?», [él] rechaza completamente el pensamiento de que es un pecador y es ardiente [o firme] en la auto-atención, ciertamente se realiza [o transforma en la «forma» verdadera del ser auto-consciente libre de pensamiento]. 

Párrafo once 
Mientras los vishaya-vasanas [impulsiones o deseos latentes de prestar atención a algo aparte de nosotros mismos] existan en [nuestra] mente, es necesaria la indagación «¿quién soy yo?» En el momento en que surgen los pensamientos, inmediatamente es necesario [para nosotros] aniquilarlos a todos por la investigación [la auto-atención aguda y vigilante] en el lugar mismo del que surgen. Ser [morar o permanecer] sin prestar atención a [nada] aparte [de nosotros mismos] es vairagya [desapasionamiento] o nirasa [nodeseación]; ser [morar o permanecer] sin dejar [separarse o apartarse del] sí mismo [real] es jñana [conocimiento]. En verdad [estos] dos [no-deseación y conocimiento verdadero] son solo uno. De la misma manera que un buscador de perlas, atando una piedra a su cintura y sumergiéndose, recoge una perla que yace en el océano, así también cada persona, sumergiéndose [debajo de la actividad superficial de su mente] y hundiéndose [profundamente] dentro de sí mismo con vairagya [libertad del deseo o pasión aparte de ser], puede obtener la perla del sí mismo. Si uno se aferra firmemente a svarupa-smarana [auto-recuerdo] ininterrumpido hasta que uno obtiene svarupa [el propio sí mismo esencial de uno], eso solo [es] suficiente. Mientras los enemigos estén dentro del fuerte, continuarán saliendo de él. Si [nosotros] continuamos destruyendo [o acabando] con todos ellos en el momento en que vienen, el fuerte [finalmente] viene a [nuestra] posesión. 

Párrafo doce 
Dios y el gurú en verdad no son diferentes. De la misma manera que [la presa] que ha sido atrapada en las fauces de un tigre no vuelve, así también aquellos que han sido atrapados en la mirada de gracia del gurú, ciertamente son salvados por él y nunca son abandonados; sin embargo, es necesario [para ellos] proceder [a comportarse o actuar] infaltablemente de acuerdo con la vía que el gurú ha mostrado.

Párrafo trece 
Estar completamente absorbidos en auto-permanencia, sin dar el menor espacio al surgimiento de ningún pensamiento aparte de la auto-contemplación, es darnos a Dios. Aunque coloquemos cualquier carga sobre Dios, él la llevará. Puesto que una única paramesvara sakti [poder supremo de Dios] está llevando todas las actividades [es decir, puesto que ella está causando y controlando todo lo que acontece en este mundo], ¿por qué debemos pensar siempre, «es necesario [para mí] actuar de esta manera; es necesario [para mí] actuar de esa manera», en lugar de ser [calmos, apacibles y felices] habiéndonos entregado [junto con la carga entera] a ése [poder gobernante supremo]? Si sabemos que el tren está llevando todas las cargas, ¿por qué debemos nosotros, que viajamos en él, sufrir llevando el pequeño equipaje sobre la cabeza en lugar de dejarlo colocado en ese [tren]? 

Párrafo catorce 
Lo que es llamado felicidad es solo svarupa [la naturaleza esencial] de atma [el sí mismo real]; felicidad y atma-svarupa [la auto-naturaleza esencial] no son diferentes. Solo existe atma-sukha [la felicidad del sí mismo]; solo eso es real. La felicidad no es obtenida de ninguno de los objetos del mundo. Pensamos que la felicidad es obtenida de ellos debido a la falta de discriminación. Cuando [nuestra] mente surge, experimenta infelicidad. En verdad, siempre que los pensamientos [o deseos] son cumplidos, ella [la mente] vuelve a su lugar propio [el núcleo de ser, el sí mismo real, que es la fuente de la que surgió] y experimenta solo la felicidad de [nuestro] sí mismo [real]. De la misma manera, en los tiempos del sueño profundo, del samadhi [un estado de intensa contemplación o absorción de la mente] y del desvanecimiento, y cuando una cosa deseada es obtenida, y cuando llega a su fin una cosa que desagrada [es decir, cuando la mente evita o es aliviada de alguna experiencia que le desagrada], [nuestra] mente deviene introvertida y experimenta solo la felicidad del sí mismo. De esta manera [nuestra] mente fluctúa sin descanso, yendo hacia fuera dejando [nuestro] sí mismo [esencial], y volviendo [después hacia] dentro. Al pie de un árbol, la sombra es deliciosa. Fuera el calor del sol es severo. Una persona que está fuera vagando errante, se refresca cuando se pone a la sombra. Al salir fuera tras un corto período, es incapaz de soportar el calor, de modo que vuelve de nuevo al pie del árbol. De esta manera continúa, yendo de la sombra a la luz del sol, y volviendo de la luz del sol a la sombra. Una persona que actúa de esta manera es alguien carente de discriminación. Pero una persona de discriminación no dejará la sombra. Similarmente, la mente de un jñani [una persona de auto-conocimiento verdadero] no deja el brahman [la realidad fundamental y absoluta, que es el ser o sí mismo esencial]. Pero la mente de un ajñani [una persona carente de verdadero auto-conocimiento] continúa sufriendo miseria vagando errante en el mundo, y obtiene felicidad volviendo al brahman por un corto período. Lo que es llamado el mundo es solo pensamiento [debido a que todo lo que conocemos como el mundo no es nada sino una serie de imágenes mentales que hemos formado en la mente por nuestro poder de imaginación]. Cuando el mundo desaparece, es decir, cuando el pensamiento cesa, [nuestra] mente experimenta felicidad; cuando el mundo aparece, experimenta infelicidad.

Párrafo quince 
Lo mismo que en la mera presencia del sol, que surge sin iccha [anhelo, deseo o gusto], samkalpa [volición o intención], [o] yatna [esfuerzo o empeño], una piedra de cristal [o lente de aumento] emite fuego, un loto florece, el agua se evapora, y las gentes del mundo se involucran en [o comienzan] sus respectivas actividades, hacen [esas actividades] y se sumergen [o dejan de ser activos]; y [lo mismo que] enfrente de un imán una aguja se mueve, [así también], los jivas [los seres vivos], que están atrapados en [el estado finito gobernado por] el muttozhil [la función triple de Dios, a saber: la creación, sostenimiento y disolución del mundo] o los panchakrityas [las cinco funciones de Dios, a saber: creación, sostenimiento, disolución, velamiento y gracia], que acontecen debido solo a la naturaleza especial de la presencia de Dios, se mueven [se ocupan, hacen actividades, hacen esfuerzos o se afanan] y se sumergen [dejan de ser activos, devienen calmos o en sueño profundo] de acuerdo con sus karmas respectivos [es decir, de acuerdo no solo a su prarabhda karma o destino, que les impele a hacer cualquier acción necesaria para que experimenten todas las cosas agradables y desagradables que están destinados a experimentar, sino también de acuerdo con sus karma vasanas, sus inclinaciones o impulsiones a desear, pensar y actuar de manera particular, que les impelen a esforzarse por experimentar ciertas cosas agradables que no están destinados a experimentar, y a evitar ciertas cosas desagradables que sí lo están]. Sin embargo, él [Dios] no es samkalpa sahitar [una persona relacionada con o que posea volición o intención]. Ni siquiera un solo karma se adhiere a él [es decir, él no es esclavizado ni afectado por ningún karma ni acción sea el que sea]. Eso es como las acciones del mundo [las acciones que acontecen aquí en la tierra] que no se adhieren [ni afectan] al sol, y [como] las cualidades y defectos de los otros cuatro elementos [tierra, agua, aire y fuego] que no se adhieren al espacio omnipenetrante. 

Párrafo dieciséis 
Puesto que en todo tratado [espiritual verdadero] se dice que para obtener mukti [emancipación espiritual, liberación o salvación] es necesario [para nosotros] retener [nuestra] mente, después de saber que mano-nigraha [sujetar, sujetar dentro, retener, sojuzgar, suprimir o destruir la mente] es la intención [o propósito] último de [tales] tratados, no hay ningún beneficio [que obtener] estudiando sin límite [un número incontable de] tratados. Para retener [nuestra] mente, es necesario [que] nos investiguemos a nosotros mismos [para saber] quién [somos realmente], [pero] en lugar [de hacer eso] ¿cómo [podemos conocernos a nosotros mismos] investigando en tratados? Es necesario [para nosotros] conocernos a nosotros mismos solo por el ojo de jñana [conocimiento verdadero, es decir, por la consciencia vuelta hacia sí misma]. ¿Necesita [una persona llamada] Raman un espejo para conocerse a sí mismo como Raman? [Nuestro] «sí mismo» está dentro de las pancha-kosas [las «cinco envolturas» con las que parecemos haber cubierto y oscurecido el ser verdadero, a saber: el cuerpo físico, el prana o fuerza vital, la mente, el intelecto y la oscuridad o ignorancia aparente del sueño profundo], mientras que los tratados están fuera de ellas. Por lo tanto, investigar en tratados en lugar de en nosotros mismos [esperando con ello ser capaces de conocernos], [con una atención vuelta hacia dentro] habiendo eliminado [dejado de lado, abandonado o separado] todas las pancha-kosas, es inútil [o improductivo]. Conocer el yathartha svarupa [el sí mismo real o ser esencial] habiendo investigado quién es [nuestro] sí mismo [falso individual], que está en esclavitud [al estar limitado dentro de los confines imaginarios de la mente], es mukti [emancipación]. El nombre «atma-vichara» [es verdaderamente aplicable] solo a [la práctica de] estar siempre [morando o permaneciendo] habiendo puesto [colocado, mantenido, asentado, depositado, detenido, fijado o establecido la] mente en atma [el sí mismo real], mientras que dhyana [meditación] es imaginarnos ser sat-chit-ananda brahman [la realidad absoluta, que es ser-consciencia-felicidad]. En algún momento devendrá necesario [para nosotros] olvidar todo eso que hemos aprendido.

Párrafo diecisiete 
Eso que existe realmente es solo atma-svarupa [el sí mismo real]. El mundo, el alma y Dios [que son los tres elementos básicos de la existencia finita] son imaginaciones [o fabricaciones] en él [en el sí mismo real], lo mismo que la plata [imaginaria] [que vemos] en una concha. Estos tres [elementos básicos de relatividad o dualidad] aparecen al mismo tiempo [tal como cuando despertamos del sueño profundo] y desaparecen al mismo tiempo [tal como cuando nos sumergimos en el sueño profundo]. Solo [nuestra] svarupa [la «propia forma» o sí mismo real] es el mundo; solo [nuestra] svarupa es «yo» [la consciencia que aparece como el sí mismo individual, la mente o alma]; solo [nuestra] svarupa es Dios; todo es siva-svarupa [el sí mismo real, que es siva, la única realidad absoluta y verdaderamente existente].

Párrafo dieciocho 
Excepto que la vigilia es dirgha [de larga duración] y el sueño es kshanika [momentáneo o duradero solo por un corto período], no hay ninguna otra diferencia [entre estos dos estados de actividad mental imaginarios]. En la medida en que todas las vyavahara [actividades y eventos] que acontecen en la vigilia parecen ser reales [en este momento presente], en esa [misma] medida las vyavahara [actividades y eventos] que acontecen en el sueño con sueños parecen ser reales en ese tiempo. En el sueño con sueños [nuestra] mente toma otro cuerpo [como ella misma]. Tanto en la vigilia como en el sueño con sueños, los pensamientos y nombres-y-formas [los objetos del mundo aparentemente externo] acontecen en un único tiempo [es decir, simultáneamente].

Párrafo diecinueve 
No hay dos [tipos de] mentes, a saber: un [tipo de] mente buena y un [tipo de] mente mala. Solo los vasanas [impulsiones o deseos latentes] son de dos tipos, a saber: subha [buenos o agradables] y asubha [malos o desagradables]. Cuando la mente [de una persona] está bajo el dominio de los subha-vasanas [impulsiones agradables] se dice que es una mente buena, y cuando está bajo el dominio de los asubha-vasanas [impulsiones desagradables] una mente mala. No importa lo malas que otras gentes puedan parecer ser, aborrecerlos no es adecuado [o apropiado]. Los agrados y desagrados son ambos aptos [para que ] los aborrezcamos [o renunciemos a ellos]. No es adecuado [para nosotros] dejar que [nuestra] mente [more] mucho en asuntos mundanos. No es adecuado [para nosotros] entrar en los asuntos de otras gentes [una manera idiomática de decir que debemos atender a los propios asuntos y no interferir en los de otras gentes]. Todo lo que uno da a otros se lo está dando solo a sí mismo. Si [cada uno] supiera esta verdad, ¿quién ciertamente se abstendría de dar?

Párrafo veinte 
Si [nuestro] sí mismo [individual] surge, todo surge; si [nuestro] sí mismo [individual] se sumerge [o cesa], todo se sumerge [o cesa]. En la medida en que nos comportemos humildemente, en esa medida hay bondad [o virtud]. Si [nosotros] estamos conteniendo [reteniendo, doblegando, condensando, contrayendo, encogiendo o reduciendo la] mente, dondequiera que [nosotros] podamos estar, [nosotros] podemos ser [o dondequiera que podamos estar, seamos].