Krishnamacharya con su hijo
Shribhasyam
en ardha dhanurāsana. |
Del libro "El corazón del Yoga" de TKV Desikachar.
Para empezar, me gustaría compartir algunos conceptos que pueden ayudarnos a entender los diversos significados de la palabra yoga. El yoga es uno de los seis sistemas fundamentales del pensamiento de la India que se conocen, en general, como darśana; los otros cinco darśana son nyāya, vaiśeṣika, sāṃkhya, mīmāmsā y vedānta.1 La palabra darśana se deriva de la raíz sánscrita dṛs, que se traduce como "ver.” Por lo tanto, darśana significa “vista,” “mirar,” “punto de vista” o, aún más "cierta forma de ver.” Pero más allá de estos significados, hay otro más y para entenderlo tenemos que conjurar a una imagen de un espejo, con la que podemos mirar hacia dentro de nosotros mismos. De hecho, todos los grandes textos nos introducen a formas “de ver,” que nos dan la oportunidad de reconocernos mejor. Conforme vamos aceptando las enseñanzas podemos ver dentro de nosotros más profundo. Como uno de los seis darśanas, el yoga tiene sus orígenes en los Vedas, los registros más antiguos de la cultura hindú. En el Yoga Sūtra, el gran sabio Patañjali lo sistematizó como un darśana especial. A pesar de que a este trabajo le siguieron muchos importantes textos de yoga, el Yoga Sūtra de Patañjali es, en verdad, el más significativo.
A través de los siglos se han transmitido diferentes interpretaciones de la palabra yoga. Una de ellas es “reunirse,” “unirse.” Otra sería “atar juntos los filamentos de la mente.” A primera vista, estas dos definiciones pueden parecer muy diferentes, pero en realidad hablan de la misma cosa. Mientras “reunirse” nos da una interpretación física de la palabra yoga, dirigir nuestros pensamientos hacia la sesión del yoga, antes de que aceptemos el reto de una verdadera práctica, es un ejemplo de: “atar juntos los filamentos de la mente.” Una vez que esos filamentos mentales se reúnen para formar una intención, estamos listos para empezar el trabajo físico.
Otro significado de la palabra yoga es “alcanzar lo que antes nos fue inalcanzable.” El punto de partida de este pensamiento consiste en saber que hoy hay algo que no podemos hacer; cuando encontramos los medios para realizar ese deseo, ese paso es yoga. De hecho, cada cambio es yoga. Por ejemplo, cuando encontramos la forma para flexionar el cuerpo hacia delante y tocamos la punta de los dedos de los pies, o cuando con la ayuda de un texto, aprendemos el significado de la palabra yoga, o cuando a través de una discusión, conseguimos una mejor comprensión de nosotros mismos o de los demás, estamos alcanzando un punto a donde nunca hemos estado antes. Cada uno de estos movimientos y cambios es yoga.
Otros aspectos del yoga están dirigidos a nuestras acciones. El yoga también significa actuar de tal manera que toda nuestra atención esté dirigida hacia la actividad que estamos realizando ahora. Por ejemplo, supongamos que mientras estoy escribiendo, una parte de mi mente está pensando en lo que quiero decir, mientras que la otra está pensando en algo totalmente diferente. Mientras más concentrado esté en lo que estoy escribiendo, mayor será mi atención en lo que estoy haciendo en este momento. Puede ocurrir lo contrario: podría estar escribiendo con gran atención, pero conforme lo voy haciendo, mi atención comienza a flaquear. Empezaría a pensar en los planes que tengo para mañana, o en lo que hay para la cena. Entonces parecería como si estuviera actuando con atención, pero no estoy presente. El yoga intenta crear un estado en el cual siempre estemos presentes—realmente presentes—en todas nuestras acciones.
Krishnamacharya con una estudiante en trikonāsana.
La ventaja de la atención es que realizamos mejor cada tarea y al mismo tiempo estamos conscientes de nuestras acciones. Entre más se desarrolle nuestra atención, la posibilidad de cometer errores es menor, proporcionalmente. Cuando ponemosatención en nuestras acciones, no somos prisioneros de nuestroshábitos; no necesitamos hacer nada hoy, porque ya lo hicimos ayer. En cambio, existe la posibilidad de tener presentes nuestras acciones y así evitar repeticiones innecesarias.
Otra definición clásica del yoga es “ser uno con el divino.” No importa qué nombre le demos al divino, Dios, Alá, Īśvara, o el que sea; cualquier cosa que nos acerque a la comprensión de que existe un poder supremo y más grande que nosotros mismos, eso es yoga. Cuando nos sentimos en armonía con ese poder supremo, eso también es yoga.
Así, vemos que existen muchas posibles formas para entender el significado de la palabra yoga. Encontramos sus raíces en el pensamiento hindú, pero su contenido es universal porque trata sobre los medio por los cuales podemos hacer los cambios que deseamos en nuestras vidas. La verdadera práctica del yoga lleva a cada persona por diferentes direcciones. No es necesario suscribirse a ninguna idea en particular sobre Dios, para seguir el camino del yoga. Su práctica sólo nos pide actuar y poner atención en nuestras acciones. Cada uno de nosotros necesita poner una cuidadosa atención a la dirección que estamos tomando, para que sepamos a dónde vamos y cómo vamos a llegar allá; esta cuidadosa observancia nos da la posibilidad de descubrir algo nuevo. Es una decisión personal que este descubrimiento nos conduzca a una mejor comprensión de Dios, a una mayor satisfacción o a una nueva meta. Cuando empecemos a hablar de āsanas , los ejercicios físicos del yoga, veremos cómo se pueden incorporar en nuestra práctica las diversas ideas implícitas en el significado de la palabra yoga.
¿Adónde y cómo empieza la práctica de yoga? ¿Debemos empezar siempre en el nivel físico? Yo diría que donde empecemos depende de nuestros intereses personales. Existen muchas formas para practicar el yoga y gradualmente el interés de un camino nos llevará a otro. Así puede ser que empecemos por estudiar el Yoga Sūtra o por la meditación. O en lugar de eso, empecemos con la práctica de āsanas y así, a través de la experiencia del cuerpo, empezar a entender el yoga. También podemos empezar con prāṇāyāma, sintiendo la respiración como el movimiento de nuestro ser interno. No existe ninguna regla sobre dónde y cómo debemos empezar nuestra práctica.
A menudo, los libros o las clases de yoga dan la impresión de que existen prerequisitos para poder estudiar el yoga. Nos podrán decir que debemos dejar de fumar o que debemos ser vegetarianos o que debemos deshacernos de nuestras riquezas. Hacer eso sería admirable sólo si se originara en nuestro interior (y puede ser el resultado del yoga), pero no sería así, si son una imposición desde afuera. Por ejemplo, muchas personas dejan de fumar una vez que empiezan una práctica yoga. Este es el resultado de sus prácticas; no han dejado de fumar para practicar el yoga. Empezamos donde y como estamos ahora y lo que deba pasar, pasará.
Cuando empezamos a estudiar el yoga, ya sea en forma de āsanas, prāṇāyāma, meditación o el estudio del Yoga Sūtra, la forma en que aprendemos es la misma. Mientras más progresemos, más nos daremos cuenta de la naturaleza holística de nuestro ser, sabremos que estamos hechos de cuerpo, respiración, mente y demás. Muchas personas que empiezan a estudiar el yoga con la práctica de āsanas continúan aprendiendo más poses hasta que para ellos el único significado del yoga es el ejercicio físico. Podemos comparar esto con un hombre que fortalece sólo un brazo y deja que el otro se debilite. De forma similar, hay personas que intelectualizan la idea del yoga; escriben magníficos libros y hablan con brillantez sobre complicadas ideas como el prakṛti y el ātman, pero cuando hablan o escriben no pueden sentarse derechos ni por unos pocos minutos. Así que no olvidemos que podemos empezar la práctica del yoga desde cualquier punto, pero si queremos ser seres humanos completos, debemos incorporar todos los aspectos y hacerlo paso a paso. En el Yoga Sūtra, Patañjali enfatiza todos los aspectos de la vida humana, incluyendo nuestras relaciones con los demás, nuestro comportamiento, salud, respiración, así como el camino hacia la meditación.
Krishnamacharya demostrando variaciones de eka pāda ḍrdhva prasrta pādāsana.
Los cimientos de la práctica del yoga
Para explicar el yoga me debo referir a los conceptos que Patañjali expone en el Yoga Sūtra. Prefiero esta guía de la práctica yoga a otros textos sobre el tema. De cierta manera, el Yoga Sūtra es más universal que los otros, porque está orientado en la mente, en sus cualidades y en cómo podemos influenciarla. Como se define en este texto, el yoga tiene la habilidad de dirigir la mente sin distracciones ni interrupciones. Nadie puede negar que ese proceso es benéfico para todas las personas que viven una vida dirigida y productiva. Otros textos de yoga hablan sobre Dios, de la conciencia y otros conceptos que pueden o no ser aceptados o consistentes con diversas filosofías y religiones. Si entiendo el yoga como un camino accesible para todos los seres humanos y debido a la universalidad de las preguntas sobre las cualidades de la mente, es natural que mi exposición se apoye exactamente en el Yoga Sūtra. Hablar en términos de Dios o de un Ser Supremo molesta a muchas personas, sin importar que acepten o rechacen esta noción. El Yoga Sūtra de Patañjali es un texto muy profundo porque está escrito de una forma muy abierta. La noción de Dios no se rechaza ni se le impone a nadie. Por esta razón, creo que Yoga Sūtra hace que el yoga sea más comprensible que en ningún otro libro.
Percepción y acción
Un concepto importante del Yoga Sūtra de Patañjali se relaciona más con la manera en la que percibimos las cosas, y explica porqué nos pasamos la vida metiéndonos en problemas. Si sabemos cómo nos metimos en esos problemas, también podemos aprender a liberarnos de ellos.
¿Cómo trabaja nuestra percepción? A menudo decidimos que hemos visualizado una situación “de forma correcta” y actuamos de acuerdo a esta percepción. Sin embargo, en realidad, nos estamos engañando, y así, nuestras acciones pueden traernos desgracias a nosotros y a los demás. Cuando dudamos si hemos comprendido bien una situación, aunque ésta sea correcta en realidad, nuestra postura es difícil, por lo tanto no actuamos, aun cuando hubiera sido benéfico haberlo hecho.
El Yoga Sūtra utiliza el término avidyā para describir los dos extremos del espectro de la experiencia. Avidyā significa literalmente “comprensión incorrecta,” lo que significa una percepción falsa o un malentendido. Avidyā confunde lo burdo con lo sutil. Lo opuesto es vidyā, “comprensión correcta.” (Yoga Sūtra 2.3-5).
Ahora, ¿qué es esta avidyā que está tan enraizada en nosotros? Se puede entender avidyā como el resultado acumulado de nuestras muchas acciones inconscientes, las acciones y las formas de percepción que por años hemos realizado deforma mecánica. Como resultado de estas respuestas inconscientes, la mente se va volviendo cada vez más dependiente de los hábitos, hasta que aceptamos las acciones de ayer como las normas de hoy. Se les llama saṃskāra a esas adaptaciones de nuestras acciones y percepciones. Estos hábitos cubren la mente con avidyā, como sí oscurecieran la claridad de la consciencia con una tenue capa.
Si no estamos seguros que hemos entendido bien una situación dada, por lo general no actuamos con decisión. Pero si hemos comprendido bien, actuaremos y nos irá bien. Tal acción emana de un profundo nivel de percepción. En contraste, avidyā se distingue por una percepción superficial. Creo que visualizo algo en la forma correcta, así que tomo una acción determinada y después tengo que admitir que estaba equivocado y que mis acciones no han sido las correctas. Así que tenemos dos niveles de percepción: Uno está en lo más profundo de nuestro ser y libre de esta capa de avidyā, y el otro es superficial y está cubierto por avidyā. De la misma forma que nuestros ojos son transparentes y claros y no se les debe pintar, ya que nos sirven para ver los colores con exactitud, así debe ser nuestra percepción: como un espejo de cristal limpio. La meta del yoga es reducir la capa de avidyā para actuar en forma correcta.
El joven Desikachar demostrando vimanāsana.
Las ramas de avidyā
Pocas veces tenemos la sensación inmediata y directa de que nuestra percepción es incorrecta y está nublada. Rara vez avidyā se expresa por sí misma. De hecho, una de sus características es que se esconde de nosotros. Sus ramas son fáciles de identificar. Si notamos que están vivas en nosotros, entonces podremos reconocer la presencia de avidyā.
La primera rama es lo que a menudo llamamos ego. Nos empuja a pensamientos como “Tengo que ser mejor que todos”; “Soy lo más grande”; “Sé que estoy en lo correcto.” A esta rama se le llama asmitā en el Yoga Sūtra.
La segunda, rāga, se expresa al hacer reclamos. Hoy queremos algo porque nos fue placentero ayer, pero no porque lo necesitemos en realidad. Ayer tomé un vaso con jugo de frutas, que estaba delicioso y me dio la energía que necesitaba. Hoy algo me dice: “Quiero otro vaso de este dulce jugo,” a pesar de que en realidad no lo necesito hoy y pudiera hacerme daño. Queremos las cosas que no tenemos. Lo que tenemos no es suficiente y queremos más. Queremos guardar lo que se nos ha pedido que regalemos. Esto es rāga.
De cierto modo, dveṣa, la tercera rama, es lo opuesto a rāga. Se expresa al rechazar las cosas. Tenemos una experiencia difícil y tememos repetirla, así que rechazamos a las personas, los pensamientos y los lugares que se relacionan con esa experiencia, con la creencia de que nos traerán dolor otra vez. Dvesa también nos motiva a rechazar aquellas cosas con las que no estamos familiarizados, aunque no tengamos ningún antecedente de ellas, negativo o positivo. Estas formas de rechazo son las expresiones de dveṣa.
Para finalizar está abhiniveśa, miedo. Este es probablemente el aspecto más secreto de avidyā y se expresa en muchos niveles de la vida actual. Nos sentimos inseguros. Tenemos dudas sobre nuestra postura en la vida. Tenemos miedo que las personas nos juzguen mal. Nos sentimos inseguros cuando se altera nuestro estilo de vida. No queremos envejecer. Todos estos sentimientos son expresiones de abhiniveśa, la cuarta rama de avidyā.
Juntas o separadas, estas cuatro ramas nublan nuestras percepciones. Por ellas avidyā está siempre activa en nuestra mente subconsciente y como resultado de esta actividad, terminamos sintiéndonos insatisfechos. Por ejemplo, si se practica āsanas en una clase, tenemos la tendencia de compararnos con los demás. Notamos que alguien es más ágil que nosotros y esa comparación nos disgusta. Pero la práctica de āsanas no es una competencia deportiva. Sólo porque una persona puede doblarse hacia delante más que otra, no necesariamente significa que está más aventajada en su práctica del yoga. Tales comparaciones nos conducen, ya sea a una satisfacción que recae en un sentimiento de superioridad o a una insatisfacción que origina una sensación de inferioridad. A menudo, esa insatisfacción tiene tanto peso, que siempre nos está hechizando y no nos dejará solos. En ambos casos, el origen son nuestros sentimientos que permanecen escondidos en nosotros.
Permítanme poner otro ejemplo de la persistencia de avidyā. Supongan que cometo una falta en un debate sobre el Yoga Sūtra. Por lo general admitiría mi error y me disculparía. Esta vez, cuando un amigo me hace ver que mi opinión sobre este gran libro es incorrecta, siento dolor muy dentro de mí. Me siento enfermo. Puede ser que bajo la influencia de asmitā, trate de probar que mi amigo esta equivocado y que yo estoy en lo correcto. O abhiniveśa me puede incitar a alejarme de esa situación. De cualquier manera, rechazo el reto, en lugar de aceptar la crítica y aprender de la situación.
Mientras las ramas de avidyā se estén expandiendo, existe la gran posibilidad de que daremos pasos en falso, porque no sopesamos las cosas con cuidado y hacemos juicios a la ligera. Cuando nos damos cuenta que los problemas han crecido de alguna manera, podemos asegurar que avidyā ha sido el instrumento que lo ha provocado. El yoga aminora los efectos de avidyā para que la comprensión verdadera pueda tomar su lugar.
Figura 1. Avidyā es la raíz que causa los obstáculos que nos impiden reconocer las cosas como en realidad son. Los obstáculos son: asmitā (ego), rāga (apego), dveṣa (rechazo) y abhiniveśa (miedo) Percibimos a avidyā más por su ausencia que por su presencia. Cuando vemos algo de la forma correcta sentimos una profunda paz interna, no sentimos ninguna tensión, malestar, ni agitación. Por ejemplo, cuando estoy consciente de que estoy hablando lento, siento un salto al cual le sigue la tranquilidad, por lo tanto, vidyā (comprensión clara) está dentro de mí. Pero si no estoy seguro sobre lo que estoy diciendo, tengo la tendencia a hablar muy rápido. Uso palabras innecesarias y puede ser que partiera mis oraciones. Así, cuando nuestra comprensión es clara, sentimos la tranquilidad y la calma dentro de nosotros.
La constancia y el cambio
Si nos suscribimos a los conceptos del yoga, entonces todo lo que vemos, experimentamos y sentimos no es una ilusión; es verdadero y real. Todo es real, incluyendo los sueños, las ideas y las fantasías. Aún avidyā es real. A este concepto se le llama satvāda.
Aunque en el yoga todo lo que vemos y experimentamos es real, toda forma y todo contenido está cambiando siempre. Este concepto de cambio continuo se conoce como pariṇāmavāda. La forma en que vemos las cosas hoy no tiene que ser la misma en la que las vimos ayer. Esto se debe a que las situaciones, nuestra relación con ellas y nosotros mismos hemos cambiado en el ínter. Esta noción de cambio constante sugiere que no tenemos que desalentarnos por la existencia de avidyā. Si las cosas van mal, siempre las podemos cambiar para mejorar. ¡Claro está que también las podemos empeorar! Nunca sabemos lo que va a pasar en nuestra vida y es por eso que es importante estar atentos. Que las cosas mejoren o empeoren depende en gran medida de nuestras acciones. La recomendación de una práctica regular de yoga sigue el principio de que, a través de la práctica, podemos aprender a estar presentes en todo momento y de esta forma, lograr mucho de lo que antes éramos incapaces de hacer.
El yoga está suscrito a la noción de que también dentro de nosotros hay algo muy real, pero, diferente a todo lo demás, que no está sujeto al cambio. A esta fuente se le llama pūruṣa o draṣṭṛ que significa “aquello que ve” o “aquello que puede ver correctamente.” Cuando nadamos en un río y no podemos ver la orilla, es difícil que nos demos cuenta de la corriente. Nos estamos moviendo tanto con el río, que casi no vemos el flujo. Pero si vamos hasta la orilla donde tenemos tierra firme, es mucho más fácil ver como está fluyendo el río.
Puruṣa indica la postura desde donde podemos ver; es el poder que nos permite percibir con exactitud. La práctica del yoga anima a que esta visión suceda sin trabas. Mientras nuestra mente esté cubierta por avidyā, nuestras percepciones estarán nubladas. Cuando sentimos esta tranquilidad dentro de nosotros, sabemos que hemos entendido de verdad y esta clase de comprensión puede tener un efecto fuerte y positivo en nuestras vidas, al conducirnos a una acción correcta. Por lo general, esta comprensión verdadera resultante de la disminución de avidyā, no sucede de forma espontánea. El cuerpo y la mente se usan para ciertos patrones de percepción y estos tienen la tendencia a cambiar poco a poco a través de la práctica del yoga. El Yoga Sūtra dice que las personas experimentan, sucesivamente, oleajes de claridad y nubosidad, cuando empiezan una práctica del yoga. Esto es, pasamos por periodos de limpidez, seguidos de momentos en los cuales a nuestra mente y percepción les falta dicha claridad.2 Con el tiempo disminuirá la nubosidad y aumentará la diafanidad. Una forma de medir nuestro progreso es reconocer este cambio.
Puruṣa indica la postura desde donde podemos ver; es el poder que nos permite percibir con exactitud. La práctica del yoga anima a que esta visión suceda sin trabas. Mientras nuestra mente esté cubierta por avidyā, nuestras percepciones estarán nubladas. Cuando sentimos esta tranquilidad dentro de nosotros, sabemos que hemos entendido de verdad y esta clase de comprensión puede tener un efecto fuerte y positivo en nuestras vidas, al conducirnos a una acción correcta. Por lo general, esta comprensión verdadera resultante de la disminución de avidyā, no sucede de forma espontánea. El cuerpo y la mente se usan para ciertos patrones de percepción y estos tienen la tendencia a cambiar poco a poco a través de la práctica del yoga. El Yoga Sūtra dice que las personas experimentan, sucesivamente, oleajes de claridad y nubosidad, cuando empiezan una práctica del yoga. Esto es, pasamos por periodos de limpidez, seguidos de momentos en los cuales a nuestra mente y percepción les falta dicha claridad.2 Con el tiempo disminuirá la nubosidad y aumentará la diafanidad. Una forma de medir nuestro progreso es reconocer este cambio.
Uno puede preguntar, ¿es una expresión de asmitā (el ego) el hecho de que alguien empiece a hacer yoga porque quiere ser mejor? Esa pregunta nos conduce a descubrimientos importantes sobre el significado de avidyā. Estamos sujetos a avidyā y cuando lo notamos, directa o indirectamente, es claro para nosotros que tenemos que hacer algo al respecto. Algunas veces nuestro primer paso es la necesidad de ser mejores o sentirnos más realizados. Esto no es diferente a que alguien diga, “soy pobre, pero quiero volverme rico,” o “me gustaría ser doctor.” Dudo que haya alguien que de verdad no quiera mejorar su persona y aunque nuestro primer paso brinque del deseo de ser mejores y por lo tanto, esté arraigado en el ego, aún así es un paso correcto porque nos coloca en el primer peldaño de la escalera del yoga. Además, no siempre permanecemos comprometidos con esta meta inicial de auto-mejoramiento. De acuerdo con el Yoga Sūtra, reconocer la conquista de avidyā y sus efectos, es la única escalera por la que podemos subir. La meta de querer hacer algo mejor puede ser el primer peldaño de la escalera. Y de hecho, es verdad que al practicar el yoga mejoramos poco a poco nuestra habilidad de concentración y ser independientes. Mejoramos nuestra salud, nuestras relaciones y todo lo que hacemos. Si podemos empezar arriba de este primer peldaño —el deseo de ser mejores— entonces puede ser que no necesitemos del yoga.
¿Cómo podemos subir esta escalera? En el Yoga Sūtra de Patañjali se recomiendan tres cosas para ayudarnos a subir. Lo primero es tapas. Tapas viene de la raíz tap que significa “calor” o “limpiar.” Tapas es un medio por el cual podemos conservarnos sanos y limpios por dentro. A menudo se describe como penitencia, mortificación o dieta estricta. Pero su significado en el Yoga Sūtra es la práctica de āsanas y prāṇāyāma, esto es, los ejercicios físicos y de respiración del yoga, que nos ayudan a deshacernos de los bloqueos e impurezas de nuestro sistema, además de darnos otros beneficios. Al practicar āsanas y prāṇāyāma podemos influenciar todo nuestro sistema. Es el mismo principio de calentar el oro para purificarlo.
El segundo medio por el cual podemos descubrir el estado del yoga es svādhyāya. Sva significa “uno mismo” y adhyāya se traduce como “estudio o investigación.” Con la ayuda de svādhyāya conseguimos conocernos a nosotros mismos. ¿Quiénes somos? ¿Qué somos? ¿Cuál es nuestra relación con el mundo? No es suficiente que nos conservemos sanos. Debemos saber quiénes somos y cómo nos relacionamos con los demás. Esto no es fácil, porque no contamos para nuestras mentes con ese espejo limpio como el que tenemos para nuestro cuerpo. Pero mientras leemos o estudiamos ciertos textos, podemos ver un reflejo de nuestras mentes, al discutirlos y reflejarnos en ellos. En especial, esto pasa con los grandes trabajos como el Yoga Sūtra, la Biblia, el Mahābhārata y el Corán. Podemos vernos a través de estudiar los textos de libros como estos.
Īśvarapraṇidhānā es la tercera forma posible que sugiere el Yoga Sūtra para acercarse al estado del yoga. Por lo general, este término se interpreta como “amor de Dios,” pero también significa una cierta calidad de acción. Practicar prāṇāyāma y āsanas , mantenernos sanos y reflejarnos en nosotros mismos no es todo lo que tenemos que hacer. También tenemos que proseguir nuestra carrera, ganar calificaciones y hacer todo lo demás que es parte de una vida normal. Todas estas cosas se deben hacer lo mejor posible. Pero nunca podremos estar seguros de los frutos de nuestras acciones. Es por eso que lo mejor es no estar tan apegados a nuestras esperanzas y poner más atención en las acciones en sí.
Todas juntas, estas tres formas de ser: la salud, la investigación y la calidad de acción, cubren todo el espectro del esfuerzo humano. Si estamos sanos, sabremos más de nosotros mismos y mejoraremos la calidad de nuestras acciones, así, es muy probable que cometamos menos errores. Se recomienda que trabajemos en estas tres áreas distintivas para reducir avidyā. Juntas se les conoce como kriyā yoga, el yoga de la acción. Kriyā viene de la palabra kṛ que significa “hacer.” El yoga no es pasivo. Debemos participar en la vida. Podemos trabajar en nosotros mismos para hacer esto bien.
Ya he explicado que el yoga es un estado en el cual se juntan dos cosas en una. También dije que el yoga significa atención en la acción, lo que es necesario si queremos lograr un punto o una postura que no hayamos podido alcanzar antes. El yoga de acción, kriyā yoga, es el medio por el cual alcanzamos el yoga como un estado de ser. A pesar de que es sólo una parte del yoga, kriyā yoga es la rama práctica del yoga que nos puede dirigir a un cambio mejor en todos los aspectos de nuestra vida.
EL CORAZÓN DEL YOGA
TKV DESIKACHAR
Índice
1. La vida y el yoga de Śrī T. Krishnamacharya, UNA ENTREVISTA CON T. K. V. DESIKACHAR
2. El yoga: concepto y significado
3. Los principios de la práctica de asanas
4. La construcción cuidadosa de una práctica de yoga
5. Variaciónes de āsanas
EL CORAZÓN DEL YOGA
TKV DESIKACHAR
Índice
1. La vida y el yoga de Śrī T. Krishnamacharya, UNA ENTREVISTA CON T. K. V. DESIKACHAR
2. El yoga: concepto y significado
3. Los principios de la práctica de asanas
4. La construcción cuidadosa de una práctica de yoga
5. Variaciónes de āsanas