FUENTE: EL CORAZÓN DEL YOGA. TKV DESIKACHAR
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El mundo existe para verse y descubrirse
El yoga sigue las enseñanzas del Sāṃkhya, que divide el universo en dos categorías: pūruṣa y prakṛti. Puruṣa es esa parte de nosotros capaz de ver y percibir verdaderamente. No está sujeto a un cambio. A la inversa, prakṛti sí está sujeto a un cambio constante y lo abarca todo, aun nuestra mente, pensamientos, sentimientos y recuerdos. Puruṣa puede ver y percibir la totalidad de prakṛti. (El Yoga Sūtra usa el término draṣṭṛ para pūruṣa y dṛśya para eso que se ve).
Todo lo que cae en el reino de prakṛti tiene una fuente común llamada pradhāna, una palabra que se refiere a la sustancia original de la que todas las cosas están formadas, la fuente de donde fluye toda la vida. En el principio, no había conexión entre pradhāna y pūruṣa. Pero entonces se juntaron y germinaron como una semilla, que es prakṛti. Todo el mundo material surgió de esta simiente. Primero vino mahat, el gran principio. De éste vino ahamkāra, el sentido del “Yo.” De ahamkāra vino manas, el poder detrás de los sentidos y de allí los tan nombrados tanmātras y los indriyas. Los tanmātra se refieren al sonido, tacto, forma, gusto y olfato de los objetos materiales. Los indriyas, los once sentidos que incluyen a todas nuestras actividades mentales; nuestros sentidos pasivos de percepción como oír, sentir, ver, gustar y oler; nuestras facultades activas del habla; las habilidades manuales, la locomoción, la evacuación y la procreación. A los tanmātras les siguen los bhūtas, los cinco elementos: espacio, aire, luz, agua y tierra.
Lo que acabo de describir es un pequeño resumen de la teoría yóguica de la evolución. El mundo, como lo vemos, es una combinación de estos aspectos que interactúan unos con otros constantemente. Todo lo que pasa en el mundo exterior tiene una influencia en nosotros y todo lo que sucede dentro de nosotros, a su vez, ejerce una influencia en nuestra relación con el mundo exterior.
Entenderemos más fácilmente lo que pūruṣa es, si pensamos en lo que falta en un cadáver. En la muerte, pūruṣa se desvanece (el Yoga Sūtra no revela a dónde va). El cuerpo, el cerebro y los órganos de los sentidos aún están presentes, pero sin vida porque pūruṣa se ha ido. Con todo, para pūruṣa no hay muerte, porque para él no existe el cambio, y ¿qué es la muerte, sino un cambio? Nuestra mente no puede ver a pūruṣa. Sabemos que existe porque algunas veces experimentamos momentos de claridad. Es el constante testigo de nuestras acciones. Es activo, pero no está influenciado por lo que ve. Debido a que pūruṣa trabaja a través de la mente, sólo puede ver cuando la mente está clara (Yoga Sūtra 2.20).
Es difícil imaginar que pūruṣa y prakṛti puedan existir de forma independiente. En los humanos siempre están relacionados. ¿Por qué confundimos pūruṣa con prakṛti? De acuerdo con las enseñanzas del yoga, tal confusión, saṃyoga, impregna la existencia humana. Al mismo tiempo, quienes buscan la claridad pueden aprender la diferencia entre el entendimiento correcto y el incorrecto. A este respecto el yoga es optimista: nos movemos hacia la claridad a través de una percepción sutil de los problemas y las confusiones.
Sólo porque algunos de nosotros buscamos las soluciones de los problemas y en el proceso obtenemos cierto grado de claridad, no significa que el pūruṣa de los demás pueda ver con más claridad. Otros sistemas filosóficos tienen la creencia de que sólo hay un pūruṣa; sin embargo, en el yoga se cree que el hecho de que una persona resuelva sus problemas, no significa que haya liberado a toda la humanidad de parte de la carga (Yoga Sūtra 2.22). Mientras que hay pūruṣa diferentes, hay un prakṛti único, un universo común para todos nosotros. Es la relación entre el pūruṣa individual y un prakṛti que es especial. Por esta sola razón, la forma en que cada cual ve las cosas, tales como nuestro cuerpo, sentidos y hábitos, es totalmente diferente. La observación puede ocurrir sólo cuando el pūruṣa tiene la energía e inclinación para salir y regresar con impresiones del mundo exterior. Aquí se encuentra la gran diferencia con la física moderna, según la cual necesitamos luz para poder ver la imagen de un objeto. Aun cuando la luz esté presente, así como el objeto que se puede ver, debe de haber algo más que nos llame para ver, pensar y escuchar. Este impulso viene del pūruṣa que llevamos dentro y no de afuera. A menudo existen objetos externos que llaman nuestra atención, pero no reaccionamos a ellos. Toda acción debe venir del pūruṣa.
Existen varias opiniones sobre cómo ocurrió la relación entre pūruṣa y prakṛti. Algunos dicen que es līlā, un juego divino. Otros creen que al principio hubo una entidad que se dijo a sí misma “Me gustaría volverme muchos.” La tercera opinión dice que es casualidad. Nuestras opiniones sobre este tema deben ser sólo una simple especulación.
Hay otras teorías acerca de qué le sucede a nuestro pūruṣa cuando morimos. Las personas que creen en una energía más alta que los seres humanos, en Dios, dicen que los diversos pūruṣas son como los ríos, todos fluyen hacia el mar. Cada uno tiene su propia cama, su propia dirección y calidad, pero todos fluyen juntos en el mar.
El cambio no es una consecuencia directa o indirecta del yoga o de cualquier otra práctica. Lo que podemos ganar de nuestra práctica de yoga es una mente más tranquila; de alguna forma la pesadez e inquietud desaparecen. Pero, algo muy personal y esencial tiene que pasarnos en el momento preciso, y además tiene que tocarnos en lo más profundo de nuestro ser, para que de repente queramos realmente hacer una pausa, reflexionar y cambiar el curso de nuestras acciones. Después de que esto sucede, sólo seguimos adelante paso a paso. La calidad de nuestras acciones empieza a cambiar. El saṃskāra, nuevo y positivo, se vuelve más fuerte y nuestra mente permanece clara.
La mente no puede observar sus propios cambios. Algo más lo hace (Yoga Sūtra 4.18-21). Por esta razón describimos a nuestro pūruṣa como el testigo y la fuente de nuestras acciones. Como tal, nuestro pūruṣa trabaja de manera similar al transmisor de una puerta eléctrica, en donde, lo que en realidad se mueve es la puerta. Nuestro pūruṣa es la fuente de nuestra acción. Sin embargo, también lo necesitamos como un testigo y un observador constante de la forma como funciona nuestra mente. Al final, la claridad puede prevalecer en la mente, pero el entendimiento experimental ocurre sólo a través de pūruṣa.
Si la claridad verdadera está presente, experimentamos tranquilidad y paz dentro de nosotros. Si sólo hay claridad intelectual, podremos ser felices por un instante o dos, pero este sentimiento no durará. Nuestra meta es liberarnos de duḥkha, de la aflicción y el sufrimiento. En este punto debemos de reconocer a duḥkha, saber que surge de un entendimiento incorrecto de avidyā y que debemos saber de que podemos evitarlo.
Nuestro propósito al practicar el yoga es traer un cambio a la calidad de la mente y así poder percibir más a pūruṣa. El yoga intenta influenciar a la mente de tal manera que nuestro pūruṣa pueda trabajar sin obstáculos.
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