5 ago 2017

Ken Upanishad




INVOCACIÓN

AUM

¡Qué Brahma nos proteja! ¡Qué nos nutra!
¡Qué nos proporcione energía!
¡Qué mediante este estudio nos iluminemos!
¡Qué nunca nos odiemos!

AUM
Paz, paz, paz.



AUM

¡Qué mis extremidades sean fortalecidas!
¡Qué también mi prana, mi habla, mi vista y todos mis órganos 
de los sentidos sean fortalecidos!
La Existencia entera es el Brahman de los Upanishads.
¡Qué nunca reniegue del Brahman! ¡Qué el Brahman nunca me rechace!
¡Qué nunca  haya rechazo alguno!
¡Qué, al menos de mi parte, nunca reniegue!
Sean cuales sean las virtudes contenidas en  los Upanishads,
¡Qué se apliquen en mí, devoto del atman!
¡Qué arraiguen en mí!

AUM
Paz, paz, paz.


***

¿Por los deseos de quién, impelida por quién, arde la mente por sus objetos?
¿Impelido por quién, realiza el prana —la fuerza vital— su función?
¿impelidos por quién hablan los hombres?
¿Qué deva, qué dios, dirige los ojos y los oídos?

El atman es el oído del oído, la mente de la mente, el habla del habla, el prana del prana, el ojo del ojo.
Los sabios, al separar el atman de las funciones sensoriales, se elevan por encima de la vida de los sentidos y alcanzan la inmortalidad.

Los ojos no pueden aproximársele, ni tampoco el habla ni la mente.
Por lo tanto, no le conocemos ni sabemos cómo enseñarlo.
Es diferente de lo conocido y diferente de lo desconocido.
Así lo oímos de nuestros predecesores que nos enseñaron.

Eso que el habla no puede revelar, pero que es revelado por el habla,
eso y sólo eso, conócelo como el Brahman,
no esto —los objetos— que la gente reverencia aquí.
Lo que la mente no abarca, pero que es revelado por la  mente,
eso y sólo eso, conócelo como el Brahman,
y no esto que la gente reverencia aquí.
Lo que la vista no puede ver, pero aquello que la vista ve,
eso y sólo eso, conócelo como el Brahman,
y no esto que la gente reverencia aquí.
Lo que el oído no puede oír, pero que el oído escucha,
eso y sólo eso, conócelo como el Brahman,
y no esto que la gente reverencia aquí.
Lo que el prana no revela, pero que es revelado por el prana,
eso y sólo eso, conócelo como el Brahman,
y no esto que la gente reverencia aquí.

Si crees conocer bien al Brahman, entonces sabes muy poco de él,
porque la forma de Brahman que ves como condicional en todos los seres y dioses, no es más que una nimiedad.
Así pues, deberías indagar más sobre el Brahman.
Yo no creo conocerle, ni creo no conocerle, y no obstante le conozco.
El que sabe que Él es distinto de lo conocido y de los desconocido, 
ése Le conoce.
Le conoce quién no Le conoce, y no le conoce quién Le conoce.
Para el hombre de verdadero conocimiento, Él es lo desconocido, 
mientras que para el ignorante es lo conocido.
De hecho, aquél que Le realiza en y en cada bodh —latido— 
de conocimiento y consciencia, ése alcanza la inmortalidad.
A través del atman,  alcanza fortaleza y vigor 
y mediante Su conocimiento, inmortalidad.
Aquél que Le realiza aquí, en este mundo, obtiene la verdadera vida.
¡Grande es la pérdida del que no Le realiza!
Al descubrir al atman en cada ser viviente, los sabios, muriendo a este mundo de experiencias, se vuelven inmortales.

La historia dice que Brahman obtuvo una victoria para los devas y aunque la victoria era debida a Brahman, los devas, sintiéndose eufóricos, pensaron: "Esta victoria es nuestra; esta gloria nos pertenece".
Brahman llegó a enterarse de su vanidad y apareciendo ante ellos, pero los devas no comprendieron quién era aquél Yaksha —semi-dios.
Se dirigieron a Agni —el fuego—, diciéndole: "¡Oh Jatadeva! Averigua quién es ese Yaksha".
"Sí", dijo Agni.
Agni se dirigió al Yaksha y éste le preguntó quién era. Agni le replicó: "Soy Agni, también conocido como Jatadeva —casi omnisciente".
"¿Qué energía posees, tú con tanta fama?", le preguntó el Yaksha.
"En esta Tierra, puedo quemarlo todo, sea lo que sea", replicó Agni.
El Yaksha colocó ante él una paja y le dijo: "¡Consúmela!"
Agni, rápidamente, lo intentó, pero no puedo quemarla. Entonces se retiró y les dijo a los devas: "No puedo saber quién es este Yaksha".
Entonces se dirigieron a Vayu.
"¡Oh Vayu! Por favor, averigua quién es este Yaksha".
"Sí", contestó Vayu.
Vayu se dirigió al Yaksha y éste le preguntó quién era. Vayu le replicó: "Soy Vayu, también conocido como Matarisva —el que transporta la atmósfera".
"¿Qué energía posees, tú con tanta fama?", le preguntó el Yaksha.
"En esta Tierra, puedo derribarlo todo, sea lo que sea", replicó Vayu.
El Yaksha colocó ante él una paja y le dijo: "¡Muévela!"
Vayu, rápidamente, lo intentó, pero no puedo moverla. Entonces se retiró y les dijo a los devas: "No puedo saber quién es este Yaksha".
Entonces se dirigieron a Indra.
"¡Oh Maghavan! Por favor, averigua quién es este Yaksha".
"Sí", contestó Indra y se dirigió al Yaksha. Pero éste desapareció de su vista.
Y en aquél mismo lugar apareció una mujer, la maravillosamente efulgente Uma, la hija de Himavat, la montaña vestida de nieve. Y a ella le preguntó: "¿Quién puede ser esta Yaksha?"
"Este Yaksha era el Brahman" , dijo Uma. "Mediante la victoria del Brahman obtuvisteis esta gloria".
Y fue por esas palabras de Uma que Indra comprendió que el Yaksha era el Brahman.
Por tanto, esos dioses —Agni, Vayu e Indra— son superiores a los demás dioses, porque fueron los que más se aproximaron al Brahman, porque fueron los primeros en conocerle como Brahman.
Y por lo tanto, Indra es superior a los demás dioses porque fue el que más se acercó a Yaksha; él fue el primero en conocerle como Brahman.
Esta es la enseñanza respecto a Brahman. Es como un destello de luz, es como un parpadeo. —
Esto es en referencia al adhidaivatam —su aspecto como manifestación cósmica.

Ahora se le  describe como adhyatma, su aspecto manifestado en el hombre:
La mente se dirige hacia el Brahman a toda velocidad. también gracias a su mente, el Brahman es imaginado y recordado como siempre cercano.
Brahman es conocido por el nombre de Tatvanam —Eso—, de modo que ha de meditarse en Él como
Tatvanam —Eso.
Todos los seres aman al que conoce así al Brahman.

"Señor, enséñame el Upanishad".
"El Upanishad te ha sido enseñado. Te hemos enseñado el Upanishad en relación a Brahma"

El sostén de los Upanishads son: austeridades —tapas—, auto-control —daman— y dedicación plena —karma.
Los Vedas son sus extremidades y la verdad es su morada.
Aquél que lo realiza —aquél que conoce al Brahman— destruye los pecados y se establece firmemente en Brahman, el infinito, dichoso y supremo.



4 ago 2017

Kaivalya Upanishad





AUM

Que los  diferentes miembros de mi cuerpo
—mi voz, mi nariz, mis ojos, mis oídos, mi fortaleza
y también los demás órganos de los sentidos—
sean nutridos y adquieran inteligencia.


Todos los Upanishads son manifestaciones del mismo Brahman.
¡Que nunca niegue al Brahman
y que el Brahman nunca reniegue de mí!


¡Que el dharma descrito en los Upanishads me pertenezca a mí, devoto de Brahman!

AUM
Paz, paz, paz.

***


El sabio Asvalayan se acercó al Señor Parameshwar, el creador Brahma, y le dijo:

"¡Oh bendito! Enséñame el brahmavidya, la más excelsa ciencia de la realidad,
el sendero hollado siempre por las gentes de bien, siempre oculto para el hombre.
Debido a él, los sabios, desembarazándose de todos sus pecados pasados,
alcanzaron el Purusha supremo, el Yo-búdico".
El gran señor Pitama, Brahma, le dijo:
"Conócelo mediante la fe, la devoción, la meditación y el yoga".
Ni mediante el trabajo, ni por estirpe, ni mediante riquezas,
sino solamente mediante la renunciación, se alcanza la inmortalidad.
Excediendo el mismísimo cielo, la Verdad última mora, radiante, en la cueva del corazón, y el sincero buscador la alcanza.
Aquellos que han purificado su mente mediante la práctica del sanyas y del yoga, aquellos que han comprendido el significado exacto de la ciencia espiritual contenida en el Vedanta de los Upanishads,
esos, por fin, son capaces de alcanzar el bramaloka, el mundo de Brahma.
Y, liberándose de todo, se esfuerzan por alcanzar la inmortalidad.

En un espacio lejos de cualquier molestia, descansando en una cómoda postura, limpia y pura, con el cuello, cabeza y cuerpo alineados y en posición erecta; con una actitud mental de sanyas, habiendo controlado los sentidos, saludando al propio maestro, al gurú, con devoción,
meditan en el loto del corazón —el principio de devoción, inmaculado, puro, sin pesar, limpio y transparente.
De esta manera, mediante la meditación, alcanzan la realidad última,
la inimaginable e inmanifestada,
la primera de las infinitas formas, la siempre auspiciosa, la pacífica, 
la inmortal, origen del creador, sin principio, evolución ni final; 
la única, no-dual, que todo lo permea, la consciencia, la dicha, 
la sin-forma, la maravillosa.



Meditando en el Señor Parameshwar, el señor Supremo, el Todopoderoso, el de los tres ojos, el Siempre-silencioso consorte de la Madre Uma,
el meditador alcanza a Aquél que es el origen de toda manifestación,
 el presenciador de todo, el que trasciende toda ignorancia.
Él es Brahma, Shiva, e Indra.
Es indestructible, supremo y auto-luminoso.
Es Vishnu, es Prana. Es el sol, el fuego. Es la luna.
Es todo lo que ha sido y todo lo que será, lo eterno.
Concoiéndole, uno trasciende el aguijón de la muerte —no hay otra manera de alcanzar la libertad suprema.
Al vivirse uno mismo en todos los seres y experienciar a todos los seres en uno mismo,
se alcanza el Brahma más elevado —no hay otro medio.

Los sabios hacen de su consciencia el arony inferior, la varilla de agitar,
y del AUM, la varilla de agitar superior.
Y con la ayuda de ambos practican la agitación del conocimiento.
En el fuego del conocimiento, nacido de dicha fricción,
incineran todas sus máculas y alcanzan la liberación.

El Yo, engañado por maya, se identifica con el cuerpo y sus ejecuta todos sus actos.
En el estado de vigilia es él, el Yo,
el que encuentra gratificación a través de los diversos objetos de disfrute: mujeres, vino, comida, etc.
En el estado de sueño con sueños, es el mismo ego individualizado el que experimenta placer y dolor en un campo de experiencias creado por su propia maya, la menos aprensiva a la realidad.
Durante el estado de sueño profundo, cuando todo se halla fusionado,
es subyugado por tamas —la inercia— y la experimenta como felicidad.



Bajo el acicate de las acciones realizadas en previas encarnaciones,
el jiva regresa del sueño profundo al sueño con sueños o al estado de vigilia.
El jiva, el alma encarnada, nace de esta manera en las tres ciudades: los cuerpos burdo, sutil y causal, de donde todas las diversidades han brotado.
Cuando esos tres cuerpos se han disuelto por completo,
solamente entonces este alma se libera de maya y alcanza la dicha eterna.
De ésta nace el prana, los órganos, el espacio, el aire, el fuego, el agua y la tierra que todo lo soportan.


Eso que es el brahma supremo, el yo en todo, el anciano sostenedor del universo, más sutil que lo sutil, eterno,
Eso y únicamente Eso eres Tú.
Tú eres únicamente Eso.
Eso que ilumina el mundo de las experiencias
vive en los estados de vigilia, sueño con sueños y sueño profundo.
Aquél que realiza "Brahma y Yo somos uno", se libera de toda esclavitud.


Distinto de todo aquello que constituye
el experimentador —bhokta—, lo experimentado —bhogya— y la propia experiencia —bhoga—,
en los estados de vigilia, sueño con sueños y sueño profundo,
Yo soy el que todo lo presencia, el siempre auspicioso, la pura consciencia.
Soy el Brahma no-dual.
En mí y sólo en mí nace todo.
En mí y sólo en mí, existe todo.
En mí y sólo en mí, se disuelve todo.


Soy más pequeño que lo menor; también soy lo más inmenso.
Soy el cosmos maravilloso.
Soy el antiguo, el purusha, la base de todo.
Soy hiranyamaya, el efulgente, el siempre eterno.


Soy la incomprensible shakti, la energía.
No tengo manos ni pies.
Puedo ver sin ojos, oír sin oídos, saber sin intelecto alguno.
vacío de toda forma, lo sé todo, pero no hay nadie que me conozca a mí.
Soy la siempre pura consciencia.


Yo y sólo yo, soy el tema de los diferentes Vedas.
Soy el revelador de los Upanishads, del Vedanta y los Vedas.
Sólo Yo soy el verdadero conocedor.
para mí no hay ni virtud —punya—, ni pecado —papa.
No sufro destrucción alguna, ni he tenido nacimiento, ni tengo cuerpo, ni sentidos, ni mente.
Yo solo, soy el tema de los distintos Vedas.
Soy el revelador de los Upanishads, del Vedanta y los Vedas.
Sólo Yo soy el verdadero conocedor.


Para mí ni hay tierra, ni agua, ni fuego, ni aire, ni éter —akasha.
De esta manera, realizando la naturaleza de Paramatma, el Yo supremo, el que mora en la cavidad del corazón,
el que no tiene forma, el que excede toda comparación, advidya —el testigo de todo—, más allá de toda existencia o no existencia, uno alcanza el Yo supremo.


Así termina el Kailvalya Upanishad.
AUM
Paz, paz, paz.

2 ago 2017

Nirvana Upanishad



INVOCACIÓN


AUM

Que mi habla se base en mi mente
y que mi mente se apoye en mi habla.
¡Oh, alma auto-iluminada! Manifiéstate para mí.
¡Oh, habla y mente!
Ambas sois las bases de mi conocimiento, por tanto, no lo destruyáis.


Practicando este conocimiento invierto mis días y mis noches.
Hablaré sólo de rit, lo natural. 
Hablaré sólo de la Verdad.
¡Protégeme, pues! 
Protege al que habla.
Protégeme, 
protege al que habla,
protege al que habla.
AUM,
paz, paz, paz. 
Ahora describiré el Nirvana Upanishad.



****


Yo soy el Paramahansa, el cisne supremo.
El sanyasin  alberga las cualidades del estado último.
El sanyasin  es como un centinela  impidiendo entrar al deseo y a la sexualidad.
El sabio dice: “El principio del Paramahansa es intocable, 
inmodificable e indiferente, como el cielo;
su consciencia es como la corriente de un río de néctar.
Su naturaleza es inextinguible e imperecedera.
Está más allá de toda duda y no alberga incertidumbre alguna.
El Nirvana, la Liberación última, es su único objetivo.
Se encuentra libre de cualquier tensión 
y en su estado, sólo el conocimiento permanece. 
Elevarse es su único camino.


La asana del sanyasin  —su esterilla de meditación—
no se apoya en nada.
La comunión con la Realidad Suprema es su iniciación.
La separación de lo ilusorio es su enseñanza.
La iniciación es su contento —es pavan, es sagrada.
En su propio interior ve los doce soles.


La atención es la protección del sanyasin .
La compasión es su único juego.
La dicha es su mala —su collar.
La solitud de su postura interna es su cueva.
La alegría imperturbable es su único diálogo.
Sus limosnas son espontáneas.
Se comporta como el cisne.
El alma que reside en cada ser vivo es el verdadero cisne —
ésa es su única enseñanza.


La paciencia es el la bolsa de viaje del sanyasin .
La indiferencia es su taparrabos.
El pensamiento consciente es su empleado.
El Brahma darshan —la contemplación de Dios— 
es su única graduación en Yoga.
La riqueza es su calzado y su sirviente.
El anhelo por trascender el más allá es su única motivación.
La kundalini es su única fuente de energía.
Libre de toda condena hacia los demás, es un jivanmukta,
el liberado en vida.


Incluso durmiendo, el sanyasin  se halla absorto en lo Divino.
Mora en Brahma, la Realidad Suprema;
Así es su ser: absolutamente dichoso.
Se halla libre de las tres gunas, de las tres cualidades básicas.
Dicho estado es alcanzado a través de vivek –la atención; no es el objetivo de la mente o del habla.


Este mundo es transitorio.
El que nace en él, vive como en un sueño —
falso como un elefante visto en las nubes.
De la misma manera,
tus deseos e imaginaciones son el resultado
del impacto del cuerpo y de sus sentidos;
son ilusorios, como la cuerda que parece una serpiente.
Así pues, el objetivo es realizar a Brahma,
la Realidad Suprema,
poseedor de mil nombres distintos, tales como Vishnu o Brahma.


La disciplina es el único camino.


Shunya —el vacío— no es solamente un símbolo; es la existencia de Dios.
El templo del sanyasin  es el verdadero y experimentado Yoga.
Sin conocer el Yo, no hay inmortalidad.
El Brahma original es auto-iluminador.
El mantra no pronunciado es el gayatri del sanyasin ;
La liberación de las impurezas mentales es su objetivo.
La cesación de la mente es su bolsa de viaje.


Mediante el yoga, el sanyasin  experiencia constantemente el gozo del Yo.
La única limosna por la que suspira es esa dicha.
Incluso viviendo en un cementerio, vive como en un jardín de placer.
La soledad es su única morada.
Sin descanso se esfuerza por alcanzar la luz.
Siempre se dirige hacia la no-mente.
Su cuerpo es limpio y puro.
La no-dependencia es su refugio.
Sus actividades son como un juego, un flujo juguetón.


Dios es el cielo interior del sanyasin ; éste es su principio supremo.
Su sabiduría reside en la elección del lugar y la persona correctos
en los que utilizar los divinos poderes de sama y dama —la mente extinta y el cuerpo disciplinado.
La unidad con el más allá es su mensaje de salvación.
La no-dualidad eternamente dichosa es su Dios.
El dominio de los sentidos interiores es la luz que le guía.


El abandono de todo miedo, apego, pesar e ira,
es la renuncia del sanyasin .
Tan sólo disfruta del sabor de su unidad con la Realidad Suprema.
La ausencia de toda disciplina es todo su poder.
Atraviesa y se eleva por sobre toda ilusión mundana.
El mundo ilusorio es mantenido por Shiva y Shakti,
las energías universales masculina y femenina,
que también se hallan incluidas en la realidad Suprema auto-iluminadora.
Los sentidos cubren la consciencia como las capas de hojas flotan sobre una corriente.
Adopta la actitud del cielo para reducir a cenizas las capas de emoción y no-emoción.


Turiya —el cuarto— es el yagnopavit del sanyasin  —su rosario sagrado.
La absorción en sí mismo es su sikha, su moño de pelo.
La renuncia al mundo volviéndose absolutamente consciente es su cetro.
Ver constantemente  la Realidad Suprema es su kamandal, 
su calabaza para el agua.
Su esterilla para el sueño es arrancar todos los karmas —las acciones pasadas.
Aquél que ha quemado su ego —su mundo de apego e ilusión—
como en una pira funeraria, ése es el anahat-angi —el intacto, el íntegro.


El sanyasin  se esfuerza por explorar su existencia más allá de las tres gunas —las tres cualidades básicas vitales— y de esta forma aniquila toda ilusión.
Quema su deseo sexual; quema todo deseo.
La resolución en cualquier dificultad es su koupin, su vestido.
Vive en el peligro y la inseguridad.
Su mantra es anahat — el sonido no producido.
El no-hacer es su estado de ser.
Conociendo su propia naturaleza mediante su conducta emergida del Yo,
encarna el moksha —la Liberación última. 
Aquí finaliza la necesidad de recordar..
Flotar en Dios es su comportamiento.


El brahmacharya, el comportamiento bondadoso y la paz son el único tesoro del sanyasin .
Sanyas es la renuncia a todo lo que ha nacido de aquello que uno ha aprendido
en el brahmacharya —la primera etapa de la vida—
y en el vanaprashahrama —la tercer etapa de la vida.
Al final, todos los cuerpos se disuelven y uno mora para siempre en la Realidad sin forma.
éste es el darshan, la visión del nirvana.
Este misterio es tal que no debería ser entregado a nadie excepto a un discípulo o a un hijo.


Aquí termina el Nirvana Upanishad.