8 jul 2016

Asato mā sad gamaya Mantra




असतोमा सद्गमय ।

तमसोमा ज्योतिर् गमय ।

मृत्योर्मामृतं गमय ॥

ॐ शान्ति शान्ति शान्तिः ।।



"Asato mā sad gamaya, / De lo irreal condúceme a lo Real 
                                    (Condúcenos de lo asat a lo sat)
Tamaso mā jyotir gamaya, / De la oscuridad condúceme a la Luz,

        Mṛtyor māmṛtaṃ gamaya. / De la muerte condúceme a la Inmortalidad."


Asato Ma Sad Gamaya es un Shanti Mantra, Mantra de paz. Se recita durante diversos rituales védicos, o al comenzar o finalizar una práctica, o un satsang. Pavamāna mantra, dentro del "Brihadaranyaka Upanishad" I.iii.28 (Upanishad de los Grandes Bosques).



Explicación: 
De la revista "Matruvani" la palabra de Amma. 


Esta es la verdadera oración: el reconocimiento por parte del buscador de su limitación y su sentido grito de ayuda en el camino a la transcendencia. No es una oración por las cosas del mundo. No es una oración para pedir comida, cobijo, salud, compañía, riquezas, éxito, fama, gloria o incluso el cielo. Quien recita estos tres mantras se ha dado cuenta de que esas cosas son inconsistentes, están empapadas de dolor y, aunque las reciba en abundancia, le dejarán eternamente insatisfecho. Cuando comprende esto plenamente es cuando recita esta oración. La esencia de cada uno de los tres mantras es la misma: "Oh, Gurú, ayúdame a liberarme de mi errónea comprensión de mi mismo, del universo y de Dios y bendíceme con el verdadero conocimiento". Es en este espíritu en el que gente de todo el mundo recita regularmente estos mantras y en el que se recitan dos veces al día en los asrhams de Amma, tanto al finalizar el archana por la mañana como después del arati por la tarde.

El primer mantra- asato ma sadgamaya- quiere decir: "Condúcenos de lo asat a lo sat". Es mejor no traducir sat (ni su contrario, asat) ya que, como ocurre con muchas palabras del sánscrito, sat tiene muchos significados. No sólo la mayoría de ellos se pueden aplicar aquí, sino que el alcance de la combinación deliberada de estos dos términos consigue una profundidad que ninguno de ellos podría tener por separado. Estos significados combinados son: existencia, realidad y verdad (los significados combinados de asat son: no-existencia, no-realidad y falsedad).

Generalmente consideramos a la religión o la filosofía como la búsqueda de la Verdad. Pero sólo en la filosofía hindú del Advaita Vedanta el concepto de "verdad" ha sido tan meticulosa y acertadamente diseccionado. De acuerdo con el Advaita, para que algo sea considerado verdadero en último término, debe ser verdadero no sólo en un determinado momento, sino siempre: verdadero en los tres periodos del tiempo, presente, pasado y futuro. De hecho, el Advaita va un paso más allá. Dice que si algo no existe en los tres periodos del tiempo, eso no existe de verdad, no es real en último término. Por tanto, verdad, existencia y realidad son una y la misma cosa. Esa realidad, dice el Vedanta, es lo que llamamos Dios.

El universo y sus objetos están en un constante estado de cambio. Los planetas están en constante movimiento, las posiciones que mantienen entre ellos y con los demás cuerpos astrales están en constante flujo. Las estaciones, de modo parecido, se suceden continuamente. Desde un punto de vista científico, podemos entender con facilidad que nuestros cuerpos (y sus células) empiezan a existir, nacen y después pasan por periodos de crecimiento, mantenimiento, deterioro y muerte. De hecho, estas seis modificaciones forman parte de todo en la creación. En cuanto a las emociones, oscilamos entre la felicidad, el dolor y la ira. Incluso nuestras convicciones intelectuales raramente se mantienen fijas durante mucho tiempo. Por tanto, según el Vedanta, no podemos decir que este mundo es, en último término, real. No es, en último término, verdadero. En último término, no existe. Parece real, pero no lo es. Una cosa así decimos que es asat.

El buscador que pone voz a esta oración ha llegado a entender la naturaleza finita de todos los objetos del mundo y quiere que el Gurú le guíe de lo asat a lo sat. Está harto de depender de cosas que no son reales. ¿Por qué? Porque de la misma manera que un castillo de arena es arrastrado por la marea, depender de lo asat siempre acaba en dolor. Sat es nuestro Verdadero Ser: la conciencia gozosa que siempre fue, es y será. Al estar más allá del tiempo, esta conciencia nunca puede ser arrastrada por las mareas del tiempo. De hecho, sat es la parte esencial de todos los objetos que son asat. De lo que se trata es de separar el grano de la paja, por así decirlo. Cuando hablamos de la realidad última, los sabios dicen que tiene la naturaleza de sat-cit-ananda: existencia pura, conciencia pura y gozo puro.

El segundo mantra - tamaso ma jyotirgamaya- significa: "Condúcenos de la oscuridad a la luz", Cuando los Vedas hablan de oscuridad y luz, quieren decir ignorancia y conocimiento respectivamente. Esto es así, porque la ignorancia, al igual que la oscuridad, oculta la verdadera comprensión. Y de la misma manera que el único remedio contra la oscuridad es la luz, el único remedio contra la ignorancia es el conocimiento. El conocimiento del que estamos hablando es, de nuevo, el conocimiento de nuestra verdadera naturaleza. Ahora, en la oscuridad de nuestra ignorancia, nos creemos encadenados y limitados (de lo contrario no recitaríamos estos mantras en primer lugar). Pero el Gurú y las escrituras nos dicen que, en verdad no estamos, no hemos estado y nunca estaremos encadenados. Somos eternamente sat-cit-ananda. Lo único que puede eliminar nuestra ignorancia con respecto a nuestra verdadera naturaleza es la formación espiritual a manos de un Verdadero Maestro como Amma. Cuando culmine esta formación, la luz inundará la habitación por decirlo de alguna manera, la oscuridad se desvanecerá.

El mantra final - mrtyorma amrtam gamaya- significa: "Condúcenos de la muerte a la inmortalidad". Esto no debe entenderse como una oración para vivir eternamente en el cielo o en la tierra. Es una oración para que el Gurú nos ayude a entender la verdad: "Nunca he nacido y no puedo morir ya que no soy el cuerpo, la mente o el intelecto, sino la conciencia eterna y gozosa que sirve de sustrato a toda la creación".
Es importante recordar que, cuando en estos mantras se dice "condúcenos", no se habla de un movimiento físico. El Atma no es un sitio lejano al que tengamos que peregrinar, ni algo en lo que tengamos que transformarnos. Atma significa "ser". No hace falta que transformemos nuestro ser en nuestro ser, ni tenemos que viajar a él. Estamos en él. Se trata de un viaje hacia el conocimiento. Es un viaje desde lo que entendemos equivocadamente que es nuestro ser hasta lo que verdaderamente es. Lo que los mantras en realidad quieren decir es: "Condúcenos a la comprensión de que no soy el cuerpo, la mente ni el intelecto limitados, sino que soy, he sido y seré siempre esa conciencia eterna, absoluta y gozosa que le sirve de sustrato".

En una ocasión, mientras analizábamos estos mantras, Amma dijo que el primer paso para alcanzar el conocimiento por el que uno reza cuando recita estos mantras es el satsang: escuchar charlas espirituales, leer libros espirituales y estar en compañía de buscadores espirituales y, lo que es más importante, de maestros espirituales. "Necesitamos ser alimentados continuamente con el conocimiento de que nuestra verdadera naturaleza es el Atma y no el cuerpo, la mente ni el intelecto", dijo Amma. Mediante el satsang, nuestro apego hacia lo asat disminuye progresivamente. "Poco a poco, según vas entendiendo que todo en el mundo-todas las relaciones mundanas, todas las cosas mundanas- son siempre cambiantes y no permanentes, tu actitud hacia el mundo cambia. Aumentamos el desapego". Según vamos adquiriendo desapego, nuestros deseos también disminuyen de manera natural porque sabemos que las cosas del mundo no son permanentes y no pueden darnos una felicidad duradera. Conforme disminuyen los deseos, la mente cada vez está menos agitada. Gana serenidad, tranquilidad, paz. Entonces, con esta mente sosegada, sutil y penetrante finalmente podemos llegar a realizar nuestra verdadera naturaleza.


2007 Diciembre Matruvani

4 jul 2016

Karma Yoga, como liberarse de las atracciones y aversiones. Por Swami Dayananda Saraswati.



Del libro "Todo sobre Sadhana"

KARMA YOGA

Las atracciones y las aversiones, o mala, provienen de la ignorancia del ser, y así, solamente el conocimiento del ser puede liberarlo a uno de ellas. Existen porque me siento vacío en mi mismo, y por eso tengo que depender de ellas para mi felicidad. Si sé que soy pleno y completo, las atracciones y las aversiones ya no son factores encadenantes, sino mas bien solo emociones humanas. El aguijón de las atracciones y las aversiones desaparece ante el conocimiento del ser.

Pero es necesario lograr una mente relativamente satisfecha o en paz y neutralizar las atracciones y las aversiones, porque solo una mente tal puede apreciar lo que es la paz y el contentamiento absoluto. Las atracciones y aversiones no pueden ser eliminadas a menos que el conocimiento ocurra y el conocimiento no puede adquirirse a menos que las atracciones y aversiones sean neutralizadas! La condición es parecida a la muchacha que quiere aprender a nadar. No puede meterse al agua a menos que sepa nadar, y no puede aprender a nadar a menos que se meta al agua! Debe haber una manera de solucionar la impotencia de esta situación. En el caso de nadar, la solución es que entre al agua e imite las brazadas mostradas por el instructor. En el caso de la búsqueda del autoconocimiento, la solución es desempeñar las acciones con la actitud de karma-yoga. El desempeño de las acciones con esta actitud conduce a la neutralización de las atracciones y aversiones.

¿QUÉ ES KARMA?

Las acciones, o karma, pueden ser ampliamente divididas en dos categorías: acciones motivadas por el deber, que deben hacerse por nuestra posición en la familia, la sociedad y demás deberes, y las acciones motivadas por deseos, las
cuales se desempeñan con el deseo de adquirir felicidad. Con respecto a las acciones motivadas por deberes, uno tiene un deber como padre o madre hacia su hijo o hija, como jefe a sus empleados, como ciudadano al país, etc. Todo el mundo está generalmente consciente de tales deberes por cultura, tradición, normas generales de conducta, o por las leyes del país. El deber de los padres es educar y criar a sus hijos. El deber de un empleado es cumplir sus obligaciones con su jefe. El deber de un ciudadano es ajustarse a las leyes de la
nación. Por cultura o tradición uno pudiera también sentir un deber hacia su vecino, a sus semejantes, a sus invitados, hacia los ancianos, etc. La actitud de karma yoga en todas esas acciones es que las acciones deben ser desempeñadas con un sentido del deber, porque tienen que hacerse. Uno no debe tener expectativas por los resultados de tales acciones. Deben desempeñarse alegremente. El sentido del deber ha de crecer en uno para que así esas acciones motivadas por el deber se desempeñen de manera tan natural como respirar y comer. No debe haber quejas ni expectativas de beneficios por el desempeño de estas acciones. 

Los padres crían a sus hijos porque es su deber. Un niño requiere que se le cuide. El niño necesita amor, guía y ayuda para que aprenda y crezca, y es el deber de los padres proveerlos, porque son los autores del niño. Esta actitud del
deber ayuda a neutralizar las atracciones y las aversiones. Si, por otra parte, al niño se le cría con la expectativa de que será obediente, que se hará cargo de sus padres en su ancianidad, etc., entonces los problemas seguramente surgirán. Cada gesto del niño que demuestre desobediencia o indiferencia se vuelve entonces una cuestión de ansiedad. La actitud de los padres debe ser la de desempeñar su deber hacia el niño y dejar que él o ella decidan si quiere o no cumplir su deber hacia ellos. Los padres pueden mostrar el ejemplo para que su hijo lo siga, pero no deberían nunca hacerle demandas. Esta actitud es llamada “indiferencia hacia los resultados de la acción”. Eso prevendrá que surjan muchas desilusiones futuras y hará que el trabajo presente se vuelva en sí una alegría. Es entonces que uno puede desempeñar diligentemente su trabajo porque está en posición de hacerlo. De la misma forma que un empleado cumple con su deber frente a su jefe porque eso es lo que le corresponde hacer como empleado, uno puede también desempeñar su deber hacia la familia, la sociedad, etc. como un servidor del Señor, porque uno está posicionado de tal manera para hacerlo. Ese trabajo se vuelve entonces una ofrenda al Señor. Esta actitud de karma yoga es la actitud de tomar al Señor como mi director, quien me ordena llevar a cabo las acciones relativas al lugar donde se me ha situado en el mundo, y por mi parte cumplo esas obligaciones como una expresión de agradecimiento por todo lo que el Señor me ha dado. El trabajo se desempeña por el gusto del trabajo y no por lo que se habrá de ganar por ello. El Señor Krsna describe a un yogi como alguien que ejecuta la acción que debe hacerse sin expectativas del resultado. Esa persona es ciertamente un yogi y también un sannyási; no es alguien que abandona sus deberes. Por lo tanto a esa persona se le considera sannyási o renunciante, aunque siga trabajando en el mundo, si desempeña todos sus deberes sin la expectativa del resultado.

¿Cuál debe ser la actitud hacia los miembros de nuestra familia, la sociedad y los demás para los que uno se encuentra desempeñando el deber? Uno no debe tener un apego excesivo hacia su hijo, cónyugue, hogar, etc., aunque se debe preocupar por su bienestar y por cumplir las obligaciones que tiene hacia ellos. Apego excesivo es cuando uno solamente es feliz si el cónyugue o el hijo u otros son felices, o viceversa. Un apego así está destinado a traernos pesar. En el mismo espíritu, uno ha de desempeñar el deber hacia sus semejantes, la sociedad y la nación con la debida incumbencia pero sin excesivo apego hacia ellos. La base para la acción es el deber y no el derecho. El apego excesivo introducirá el elemento del derecho, porque surgen las expectativas, resultando en la creación de más atracciones y aversiones y en consecuencia la impureza de la mente.

La otra categoría de acciones incluye las acciones desempeñadas con el deseo de lograr fines específicos. Mientras tenga atracciones y aversiones, el deseo será inevitable. Mi felicidad depende de ciertos objetos (atracciones) y necesito adquirirlos. Me siento infeliz ante la presencia de ciertos objetos (aversiones) y por lo tanto necesito deshacerme de ellos. La palabra “objeto” puede incluir riqueza, fama, poder, gente, o cualquier cosa deseable o indeseable. Por esto las atracciones y las aversiones lo impulsan a uno a desempeñar acciones con la vista puesta en lograr objetivos específicos de tal manera que pueda satisfacerse el deseo por lograr felicidad. Nadie que no haya adquirido el conocimiento del ser está libre del poder de las atracciones y las aversiones y de los deseos que éstas generan.

La Gita (Bhagavad Guita) describe el método para neutralizar las atracciones y las aversiones con respecto tanto a las acciones empíricas como a las religiosas que se hacen, para lograr la felicidad aquí y en el más allá. La Gita reconoce el hecho de que las atracciones y las aversiones no pueden reprimirse, porque están sujetas a explotar algún día. Mientras uno se encuentre ignorante del ser, habrá egoísmo y por ello tratará de adquirir riqueza y seguridad. Por tanto la Gita describe karma yoga, la actitud con la que deben desempeñarse las acciones motivadas por deseos. Esta actitud conducirá a neutralizar las atracciones y las aversiones.


LA INEVITABILIDAD DE ADQUIRIR ATRACCIONES Y AVERSIONES

¿Cómo produce atracciones y aversiones una acción? Una acción motivada por el deseo se desempeña con la vista puesta en lograr un resultado específico. Se dice que ni un tonto podría desempeñar una acción sin un fin en mente. Si el resultado de la acción está en conformidad con lo que se espera, uno piensa que es exitoso y se siente feliz. Si el resultado de la acción no está en conformidad o es menor de lo esperado, uno adquiere el sentimiento de fracaso y se desalienta. Uno no puede dejar de desear y por eso todo el tiempo están llevándose a cabo acciones motivadas por deseos. Los sentimientos de éxito y de fracaso son consecuencias naturales.

Nadie puede tener éxito todo el tiempo y por eso los fracasos son comunes. Si el fracaso siempre produce desaliento, uno se considera un fracasado. De esta manera, cuando se emprende cualquier nueva acción, entonces surge la aprehensión. Esa persona no puede aprender de sus fracasos, porque la mente está demasiado agitada para formarse un juicio objetivo. Como resultado, no aprendemos de nuestras experiencias. Si uno generalmente es exitoso, con cada éxito aumenta nuestra expectativa de nosotros mismos. Al final llega el momento en que uno no está satisfecho con lo que pudiera parecer, desde el punto de vista de otro, un resultado exitoso. Éxito y fracaso son relativos. Dos socios en un negocio pudieran tener diferentes expectativas. Uno tal vez desee 15 por ciento de utilidad y el otro 30 por ciento. Si el resultado es 20 por ciento de utilidad, uno se pudiera sentir exitoso y feliz, mientras que el otro se sentirá abatido. Cualquier resultado se juzga como éxito o fracaso dependiendo de las expectativas o de lo que valora el que desempeña las acciones.

El éxito produce un agrado que eleva nuestras expectativas y lo carga a uno para que siempre tenga éxito. El fracaso produce desagrado y abatimiento. Así que no importa cómo se lleve a cabo una acción y cualquiera que sea el resultado, las consecuencias son atracciones y aversiones y así uno sigue atado a ellas. Cómo nos sentimos cambia como el clima inglés: hoy soleado, mañana nublado. Las nubes de atracciones y aversiones continúan cubriendo al sol de la plenitud que es nuestra naturaleza. Cuando el sol es eclipsado, no está visible, pero el observador sabe que ahí está. De igual manera, la plenitud no es visible, pero uno sabe que existe. Así que uno sigue desempeñando acciones para adquirirla y las acciones continúan produciendo atracciones y aversiones. En virtud de esto, lograr la plenitud se convierte en una cuestión de azar. Cada éxito destapa las nubes por el momento y se siente una alegría momentánea, pero vuelve a quedar cubierta por las nubes de atracciones y aversiones. Nuestra felicidad está ciertamente fundada ¡en un cimiento arenoso!

La felicidad tampoco puede ser asegurada renunciando a las acciones, porque uno no puede permanecer siquiera un momento sin actuar. Actuar es la única manera de expresar deseos. Mientras haya deseos en la mente no se debe renunciar a las acciones, de lo contrario lo único que eso conseguiría es una represión de deseos. La causa de los deseos son las atracciones y las aversiones. Así entonces las acciones no pueden renunciarse sino hasta que sean neutralizadas. Por lo tanto, el éxito y el fracaso resultantes de las acciones producen atracciones y aversiones, las que a su vez resultan en más acciones. ¡Los seres humanos parecen estar metidos en un círculo vicioso!

¿Hay manera de salir de esto? En la Bhagavad Gita el Señor Krsna muestra la forma. En este famoso verso declara la regla general de la acción y el resultado: “Tú tienes opción en el desempeño de la acción, pero nunca en el resultado de la misma”. Los seres humanos están bendecidos con la facultad de opción. Con su discerniente intelecto pueden elegir, planear y desempeñar acciones con la vista puesta en la obtención de un resultado deseado. Sin embargo, el resultado de la acción está gobernado por las leyes de causa y efecto, las cuales no están bajo el control de los seres humanos. Ellos pueden calcular, hasta donde mejor puedan, cuál será el resultado de una acción, pero no pueden estar seguros de eso. El resultado está gobernado por factores que están fuera de su control. Es como cuando una flecha es disparada: el arquero puede apuntar la flecha en la dirección deseada y soltarla con la fuerza requerida; pero no tiene control sobre el punto que la flecha va a alcanzar, porque el vuelo de la flecha está también gobernado por la fuerza de gravedad, la velocidad del Viento y otros factores que pueden ser si acaso, solamente estimados por el arquero, pero nunca controlados. Ese es el caso con cada acción.

El resultado de las acciones está gobernado por leyes, las cuales no son creadas por seres humanos y sobre las cuales no tienen control. Si el resultado es entonces distinto de lo que uno espera, ¿es eso realmente por culpa nuestra? ¿Puede uno decir que ha fallado? La acción nunca falla, en cuanto a que siempre produce un resultado de acuerdo a leyes. Estas leyes son efectivas todo el tiempo, en todo lugar y bajo todas las condiciones. Tampoco puede decirse que uno ha fallado, porque la acción la ha desempeñado de acuerdo a lo mejor que pudo. Pudiera decirse que el juicio respecto al resultado es diferente, porque uno no conoce todos los factores implicados en producir el resultado. Pero no hay razón para que uno se considere fracasado. De manera similar, uno no puede calificarse como exitoso, porque el resultado es producido de acuerdo a leyes. El resultado lo producen las leyes de causa y efecto y no la persona. No se puede decir que las leyes tuvieron éxito o que fracasaron, porque son invariables e imparciales.

En realidad, el éxito y el fracaso no existen; lo único que existe es un efecto para cada causa. Esta ley fundamental la expresa el Señor Krsna en el verso de la Gita citado arriba. Uno desconoce esta ley o no la considera cuando califica el resultado como éxito o como fracaso. Si junto mis palmas con fuerza el aplauso va a resultar. Esta es la ley de causa y efecto. Tengo la opción de aplaudir o no aplaudir, pero, una vez que he aplaudido, no puedo insistir que no debiera darse el sonido. El resultado de la acción no está bajo mi control. Si aplaudo y también me quejo del ruido o culpo al Señor porque hizo el ruido, ¿quién es el culpable? Si mis palmas se juntan, el sonido es inevitable, y si me considero fracasado porque no esperaba que el sonido fuera a producirse, yo soy el único culpable. Si, por otra parte, me considero a mí mismo como exitoso porque el sonido se produjo, estoy igualmente equivocado. El resultado lo producen las leyes de la acción, mientras que la opción de llevar a cabo la acción es mía. El Señor Krsna nos está pidiendo únicamente que tomemos en cuenta esta ley fundamental de la acción y no calificar el resultado como un éxito o un fracaso. Esta actitud de tomar el resultado como es y no como un éxito o un fracaso se llama karma yoga. La persona con discernimiento desempeña acciones tomando en consideración la ley de la acción. Esa persona planea y ejecuta acciones lo mejor que puede, pero acepta los resultados como vienen en vez de sentirse deprimido o eufórico por ellos.


PRASADA BUDDHI: ACEPTAR CON GRACIA LO QUE VIENE

La persona religiosa considera la ley de la acción como la ley de Dios. Para esa persona, el resultado de cada acción viene del Señor, porque Él creó las leyes y Él las maneja. Los hindúes en particular, están concientes del Señor como el proveedor de los resultados de la acción, porque la cultura hindú está basada en este principio. El alimento es ofrecido primero al Señor. A la comida se le llama prasada y en los templos se distribuye prasada. Lo importante acerca de prasada es que viene del Señor y contiene Su gracia; por lo tanto, bendecirá a quien, con reverencia y gratitud, participe de ella. Para un devoto el objeto en sí y la cantidad de prasada no son de consecuencia. Acepta una flor, una hoja, unas cuantas gotas de agua, un terrón de azúcar, cenizas o un laddu, con igual reverencia y gratitud. El devoto no ve prasada sólo como un objeto. Aunque prasada se percibe como un objeto, la manera como se le ve es diferente. El devoto trata al objeto de prasada de acuerdo a lo que es; el terrón de azúcar se come, las cenizas son aplicadas en la frente, la flor se coloca en la cabeza y así por el estilo. Pero la reverencia y la gratitud son las mismas en cada caso. Al devoto no le interesa qué y cuánto es el prasada. Que es prasada es suficiente.

Debido a que la ley de la acción la crea y la sostiene el Señor, el resultado de la acción en efecto viene del Señor. La acción desempeñada por un ser humano, por ser el producto de su voluntad, simbólicamente se la ofrece al Señor, quien la recibe y se la regresa en la forma del resultado. Porque para un devoto cualquier cosa que viene del Señor es prasada, cada resultado es prasada. Lo que es prasada debe aceptarse como es y con un sentido de gratitud. En cualquier cosa que es prasada hay alegría. Esa actitud hacia el resultado de una acción es llamada prasada buddhi, lo cual es también karma yoga. El resultado, ya sea que sea o no de acuerdo a lo que esperaba, es prasada. En virtud de eso no experimento ningún sentimiento de fracaso o de éxito, sino en vez de ello siento gratitud ante cada resultado. La actitud de aceptar el resultado como prasada conduce a que todo pesar quede eliminado.


La acción puede producir atracciones y aversiones únicamente si se toma al resultado como éxito o fracaso. Cuando se ve el resultado sólo como la función de las invariables leyes de la acción, si se le considera como prasada del Señor, se evita la reacción que el éxito y el fracaso contienen. La mente está en calma y tranquila a pesar de los aparentes éxitos y fracasos y no se crean nuevas atracciones o aversiones. Las atracciones y aversiones existentes sin duda van a crear deseos y producir acciones, pero se evita la producción de nuevas atracciones y aversiones aceptando los resultados con la actitud de karma yoga. De esta manera, se rompe la viciada cadena: acción, éxito-fracaso, atracciones-aversiones, deseo, acción. Con la actitud de karma yoga, la acción que nace de atracciones y aversiones se convierte en el medio que elimina las atracciones y aversiones mismas. La mente que no reacciona de acuerdo a atracciones y aversiones está libre de las agitaciones de la felicidad y del pesar. Una mente así está tranquila. Es una mente contemplativa. Solo esa mente puede evaluar los resultados y aprender.

Uno aprende solamente cuando la mente está quieta. Esto es verdad para cualquier tipo de conocimiento: político, científico, financiero, o el Vedanta. Una mente quieta y tranquila puede estar alerta; no está intranquila con el pesar o la euforia. La acción que se hace con una mente alerta se vuelve bella. Una simple acción tal como comer se vuelve agradable si la mente está alerta y conciente del acto de comer. La mente tranquila, alerta, fresca y atenta es una mente que aprende. Esto no puede ser así mientras la mente esté bajo el dominio de las atracciones y las aversiones. A los seres humanos se les insta a que desempeñen sus acciones con la actitud de karma yoga. El apego a los resultados de una acción es el valor que se le ha asignado al resultado, es decir, insistir que el resultado debiera sólo ser de acuerdo a mis expectativas. Esta actitud se abandona cuando se acepta el resultado como es, como prasada del Señor. La acción entonces pierde su capacidad de producir reacciones que generen agitaciones en la mente.

Las acciones son como las semillas tostadas que no pueden germinar aunque se planten. Las atracciones y aversiones existentes se neutralizan con cada acción. Así entonces la acción es recomendada para todo el que albergue deseos en la mente. La naturaleza de las variedades de atracciones y aversiones escondidas en la mente nos son desconocidas; lo único que hace que se manifiesten es la acción. Cuando se desempeña la acción con la actitud de karma yoga quedan neutralizadas las atracciones y aversiones que produjeron la acción; es decir, se vuelven incapaces de perturbar la tranquilidad de la mente. Con el correr del tiempo uno adquiere un estado mental que prácticamente está libre de atracciones y aversiones. La impureza de la mente queda eliminada y el buscador está apto para descubrir su libertad, que es el objetivo fundamental.


RENUNCIA A LA ACCIÓN

La renuncia a la acción es una consecuencia natural de karma yoga. Cuando las atracciones y aversiones son en gran parte neutralizadas, la mente ya no es molestada por los deseos de adquirir felicidad y seguridad, porque está alegre y tranquila en sí misma. En esta etapa, uno está listo para renunciar a las acciones. Las acciones deben renunciarse únicamente cuando ya no hace falta hacerlas. Sannyasa, o renuncia a la acción, no debe hacerse en base a la voluntad sino debe ser un desenlace natural y la indicación de una mente madura que está contenta consigo misma, que no exige ni depende de otras cosas y seres para su felicidad. Si se toma [el voto de] sannyasa sin haber alcanzado esta madurez mental, uno está cerrando el campo de acción que se necesita para neutralizar las atracciones y aversiones. El solo atuendo que denota sannyasa no ofrece la plenitud. Es muy difícil obtener sannyasa sin karma yoga, la actitud que representa tener una mente madura.

Karma yoga implica también renuncia, la renuncia del apego a los resultados de la acción. Esto culmina en sannyasa, que es la renuncia a todas las acciones. Sannyasa de la acción significa que el buscador está preparado para ir exclusivamente en busca del conocimiento del ser y nada más. La búsqueda del autoconocimiento culmina en el logro del sadhya, del objetivo final, el cual es descubrir el hecho que “yo” realmente no desempeño ninguna acción; yo soy el no-hacedor. Soy la conciencia que con su pura presencia bendice al cuerpo, a la mente y al intelecto. Todas las acciones son desempeñadas por el cuerpo, la mente y el intelecto mientras que yo soy el simple testigo, así como el sol que ilumina al mundo entero sin tomar parte en ninguna actividad. Yo, la conciencia, no puedo sino brillar, y así el cuerpo, la mente y el intelecto se activan de la misma manera que una bola de hierro que se calienta y brilla tan solo por su contacto con el fuego. Yo no desempeño ninguna acción, a pesar de que las acciones emanan de este cuerpo. Este conocimiento es el verdadero sannyasa, el fin cuyo medio principal es la búsqueda de conocimiento y karma yoga el medio secundario.

La persona promedio no puede practicar karma yoga porque se encuentra bajo el dominio de las atracciones y las aversiones. Por no conocer la naturaleza verdadera del ser, la persona ignorante se toma a sí misma como quien desempeña todas las acciones. Uno pudiera pensar que volviéndose un sannyasi alcanzaría la plenitud, pero quien sea que tenga la noción de ser un hacedor, no puede renunciar a la acción. Mientras se tenga el conflicto entre continuar actuando o tomar la vida de asceta, se debe continuar actuando. Cuando se resuelva este conflicto como resultado de la neutralización de las atracciones y las aversiones y la eliminación, en alto grado, del sentido de ser el hacedor, el desenlace natural es la renuncia a la acción en términos de conocimiento.


Swami Dayananda Saraswati



Swami Dayananda Saraswati es un maestro contemporáneo de Vedanta y un erudito en sánscrito en la tradición de Sankara. Swamiji ha estado enseñando Vedanta en la India desde hace más de cinco décadas y en todo el mundo desde 1976. Su profunda erudición y asimilación del Vedanta combinado con una apreciación sutil de los problemas contemporáneos hacen de él un maestro sin igual que consigue transmitir la visión del Vedanta de una forma excepcionalmente clara y sencilla, tanto a estudiantes tradicionales como modernos.

Una de sus contribuciones únicas a la humanidad, fue el haber diseñado y conducido cursos residenciales de tres años enseñando a sus estudiantes Vedanta y sánscrito - siete cursos en la India, dos en los Estados Unidos. Más de 200 de sus estudiantes son ahora maestros y enseñan Vedanta tanto en la India como alrededor del mundo. Bajo su guía, se han fundado varios centros Arsha Vidya en el mundo para la enseñanza del Vedanta, entre ellos, hay tres centros de atención primaria en la India en Rishikesh, Coimbatore, Nagpur y uno en los EE.UU. en Saylorsburg, Pennsylvania. Hay más de un centenar de centros en la India y en el extranjero que llevan a cabo la misma tradición de la enseñanza del Vedanta.

Además de la enseñanza, Swami Dayananda ha iniciado y apoyado varios esfuerzos humanitarios durante los últimos cuarenta y cinco años. El mayor alcance de ellos es el establecimiento del All India Movement for Seva en 2000. Un organismo dedicado a proveer ayuda médica y nutricional, asistiendo en educación e infraestructura a la gente en áreas remotas de la India. Este movimiento ha sido bendecido por todos los líderes hindúes tradicionales que forman una unidad de la tradición Hindú, llamada la Hindu Dharma Acharya Sabha. Esta institución ha sido formada gracias a los esfuerzos y la coordinación hábil de Swami Dayananda.

Swami Dayananda ha promovido varios eventos internacionales y participó como un orador en algunos foros globales así como la Asamblea de Organizaciones No-gubernamentales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU); la Asamblea Global de la UNESCO en Seúl; la Celebración del Cincuenta Aniversario de la ONU; la Cumbre del Milenio de la Paz Mundial; el Congreso Mundial para la Preservación de la Diversidad Religiosa en Delhi; la Iniciativa para la Paz Mundial de las Líderes Femeninas, Religiosas y Espirituales en Ginebra; el Parlamento de Religiones Mundiales en Barcelona; el Congreso para la Preservación de los Sitios Sagrados; la Cumbre de la Juventud para la Paz; y la Cumbre de los Líderes Hindúes-Judíos en Delhi y en Jerusalén.

Arsha Vidya significa conocimiento de los Rishis, o los antiguos veedores hindúes de la verdad.


"Si soy lo que quiero ser, el asunto a tratar es sobre yo mismo. Lo que quiero ser, da la casualidad, que soy yo. El buscador no está separado de lo buscado"



27 jun 2016

La batalla espiritual que se libra en la vida cotidiana (simbolismo del Bhagavad Guita)


Por Paramahansa Yogananda, de su libro "El Yoga del Bhagavad Guita"


De Dios provenimos, y nuestro destino final es retornar a Él. El fin y el medio para alcanzar esa meta es el yoga, la ciencia eterna de la unión con Dios.


El capítulo inicial del Bhagavad Guita sirve de introducción al sagrado discurso que le sigue. Su propósito, sin embargo, no es simplemente situarnos en la escena y proveer un telón de fondo que haya de leerse a la ligera, como un texto insustancial. Cuando se lee como la alegoría que su autor, el gran sabio Vyasa, pretendió exponer, este capítulo presenta los principios básicos de la ciencia del yoga y describe las primeras contiendas espirituales del yogui que se dispone a recorrer el sendero hacia kaivalya, la liberación, la unidad con Dios —la meta del yoga—. Comprender las verdades que se hallan implícitas en el primer capítulo significa emprender el viaje del yoga con un itinerario claramente delineado.

Cómo emplear el poder de la introspección para triunfar en la vida

Dhritarashtra dijo:

«En la sagrada llanura de Kurukshetra (dharmakshetra kurukshetra), donde con ansias de lucha se han congregado mi descendencia y los hijos de Panda, dime, ¡oh Sanjaya!, ¿qué hicieron?».

El rey ciego Dhritarashtra (la mente ciega) preguntó al veraz Sanjaya (la introspección imparcial): «Cuando mi descendencia, los Kurus (las irreflexivas tendencias negativas de la mente y de los sentidos), y los hijos del virtuoso Pandu (las tendencias puras del discernimiento) se congregaron en el dharmakshetra (sagrada llanura) de Kurukshetra (el terreno corporal de la actividad), con ansias de luchar por conseguir la supremacía, ¿cuál fue el resultado?».



En sentido literal, Sanjaya significa «completamente victorioso», «aquel que se ha conquistado a si mismo». Sólo quien no está centrado en su ego tiene la capacidad de ver con claridad y de modo imparcial. Por eso, en el Guita, Sanjaya personifica la visión divina que mora en nuestro interior; para el devoto aspirante, Sanjaya representa el poder del autoanálisis intuitivo e imparcial, la introspeccíón discernidora. Es la capacidad de tomar distancia de uno mismo, observarse sin prejuicios y juzgar con exactitud. Los pensamientos pueden estar presentes sin que nos percatemos conscientemente de ello. La introspección es aquel poder intuitivo mediante el cual la conciencia es capaz de observar los pensamientos. No razona; más bien, siente —no con la parcialidad de la emoción, sino con la claridad y la calma de la intuición.

En el Mahabharata, del cual forma parte el Bhagavad Guita, el gran rishi (sabio) Vyasa preludia el texto del Guita otorgándole a Sanjaya el poder espiritual de ver a distancia lo que está ocurriendo en la totalidad del campo de batalla, a fin de que pueda relatárselo al rey ciego Dhritarashtra a medida que los acontecimientos se desarrollan. Por ello, uno podria esperar que la pregunta que el rey formula en la primera estrofa se encontrara en tiempo presente. El autor, Vyasa hace de manera intencional que Sanjaya narre el diálogo del Guita en forma retrospectiva y emplee el verbo en tiempo pasado (¿qué hicieron?), a fin de indicar claramente a los estudiantes perceptivos que el Guita se refiere sólo de modo incidental a una batalla histórica que tuvo lugar en la llanura de Kurukshetra, al norte de la India. Lo que en realidad Vyasa describe es primordialmente una batalla universal: la enconada contienda que a diario se libra en la vida de cada ser humano.



La pregunta que con gran interés formula el rey ciego Dhritarashtra, para solicitar del imparcial Sanjaya un informe objetivo acerca del resultado de la batalla entre los Kurus y los Pandavas (los hijos de Pandu) en Kurukshetra, es, metafóricamente hablando, la pregunta que debe formularse el aspirante espiritual cuando examina día tras día los sucesos de su justa batalla en la que espera alcanzar la victoria de la realización del Ser, la unidad con Dios. Por medio de la introspección sincera, analiza sus acciones y evalúa el poderío de los ejércitos en pugna, constituidos por sus buenas y malas tendencias: el autocontrol frente a la indulgencia sensorial; la inteligencia discernidora en contraposición a las inclinaciones mentales sensoriales; la resolución espiritual de meditar confrontada con la resistencia mental y la inquietud física; y la divina conciencia del alma en oposición a la ignorancia y la atracción magnética de la naturaleza inferior del ego.

El campo de batalla espiritual se encuentra en el cuerpo y la mente humanos

El campo de batalla en que se enfrentan esas fuerzas es Kurukshetra (Kuru, de la raiz sánscrita kri, «trabajo, actividad material»; y ksetra, «campo»). Este «campo de acción» es el cuerpo humano con sus correspondientes facultades físicas, mentales y espirituales; es el terreno donde se desarrollan todas las actividades de la vida. En esta estrofa del Guita se alude a dicho terreno como «Dharmakshetra» (llanura o campo sagrado, pues dharma significa rectitud, virtud, santidad), porque éste es el lugar donde se libra la justa batalla entre las virtudes de la inteligencia discernidora del alma (los hijos de Pandu) y las acciones innobles y descontroladas de la mente ciega (los Kurus, la descendencia del rey ciego Dhritarashtra).

El Dharmakshetra Kurukshetra se refiere también a los deberes y acciones religiosos y espirituales (aquellos que el yogui desarrolla en la meditación) en contraposición con las responsabilidades y actividades mundanas. Por consiguiente, en esta interpretación metafísica más profunda, el Dharmakshetra Kurukshetra representa el campo corporal interior en el que tiene lugar la actividad espiritual de la meditación yóguica para alcanzar la realización del Ser: la llanura del eje cerebroespinal con sus siete centros sutiles de vida y de conciencia divina. 



La conciencia material frente a la conciencia espiritual

Existen dos fuerzas o polos magnéticos opuestos que rivalizan en este campo: la inteligencia discernidora (buddhi) y la mente ligada a la conciencia sensorial (manas).

Buddhi, el intelecto discernidor puro, está representado alegóricamente por Pandu, esposo de Kunti (madre de Arjuna y de los demás príncipes pandavas, que defienden los rectos principios de nivritti, la renuncia a la mundanalidad). El nombre de Pandu deriva de pand, «blanco»: una referencia metafórica a la claridad del intelecto discernidor puro.

Manas se encuentra representado alegóricamente por el rey ciego Dhritarashtra, padre de los cien Kurus o impresiones y tendencias sensoriales, la totalidad de las cuales se inclina hacia pravritti, el goce mundano.

La capacidad que posee buddhi para discernir correctamente la obtiene de la supraconciencia del alma que se manifiesta en los asientos causales de la conciencia situados en los centros espirituales del cerebro y de la espina dorsal. Manas, la mente sensorial —el polo magnético sutil orientado hacia el exterior; en dirección al mundo de la materia- se encuentra ubicada en el puente de Varolio, el cual, desde el punto de vista fisiológico, se halla en todo momento ocupado en la coordinación de los sentidos.

(El puente de Varolio o protuberancia anular es una porción del tronco encefálico; se encuentra situado por encima del bulbo raquideo y centrado por debajo de los dos hemisferios cerebrales, y conecta el cerebro, el cerebelo y la médula. Sus dimensiones son pequeñas (aproximadamente 2,5 x 2,5 x 3.8 Cm) y por su interior pasan las vías ascendentes sensitivas y descendentes motoras que conectan el cerebro con el resto del cuerpo. Éstas vías atraviesan una densa red de neuronas. llamada "formación reticular" cuya función es activar el resto del cerebro y regular el ciclo circadiano de sueño y vigilia. El puente de Varolio contiene una estructura especial. el locus coeruleus (lugar azul): un pequeño y comprimido racimo de células que contienen norepinefrina, una sustancia química cuya función es estimular la movilización que prepara el cuerpo para la acción. Esta estructura participa en los procesos de despertar, soñar, dormir y en la variacón de los estados de animo.)

De este modo, la inteligencia inherente a buddhi atrae la conciencia hacia la verdad o las realidades eternas, la conciencia del alma o la realización del Ser. Manas (la mente sensorial) aleja de la verdad a la conciencia y la mantiene ocupada en las actividades sensoriales externas del cuerpo y, por consiguiente, inmersa en el mundo de las relatividades ilusorias, o maya.

El nombre de Dhritarashtra deriva de dhrta, «sostenido, apoyado, firmemente sujeto (por las riendas)» y rastra, «reino», derivado de raj, "gobernar". Por inferencia, obtenemos el significado simbólico, dhrtam rashtram yena, «aquel que sostiene el reino (de los sentidos)» o «aquel que gobierna sosteniendo con firmeza las riendas (de los sentidos)».

La mente (manas o conciencia sensorial) coordina los sentidos del mismo modo en que las riendas mantienen unidos a los diferentes corceles de un carruaje. El cuerpo es el carruaje; el alma es el amo del carruaje; la inteligencia es el conductor; y los sentidos son los corceles. Se dice que la mente es ciega porque no puede ver sin el auxilio de los sentidos y de la inteligencia. Las riendas del carruaje reciben y transmiten los impulsos provenientes de los corceles y de la dirección indicada por el conductor. De manera similar, la mente ciega por sí sola no reconoce ni ejerce dirección alguna, sino que simplemente recoge las impresiones de los sentidos y transmite las conclusiones e instrucciones provenientes de la inteligencia.

Si la inteligencia está gobernada por buddhi, el poder del discernimiento puro, los sentidos se encuentran bajo control; si, por el contrario, la inteligencia está gobernada por los deseos materiales, los sentidos se comportan de manera turbulenta y descontrolada [...J y caen en costumbres perniciosas y hábitos autodestructivos.


El devoto que avanza en pos de la realización del Ser debe contar con un cuerpo saludable, sentidos educados mediante el autocontrol que se comporten de manera correcta, unas riendas mentales fuertes para sujetarlos y una aguda inteligencia discernidora para guiarlos. El carruaje corporal puede, entonces, avanzar hacia su meta a través del recto y angosto sendero de la acción correcta.



El hombre mundano que posee un cuerpo vulnerable, escaso discernimiento y facultades mentales débiles, y que permite que sus vigorosos impulsos vaguen descontrolados a su propio arbitrio por los ásperos caminos de la vida, con toda certeza deberá enfrentar un desastroso destino marcado por una salud quebrantada y fracasos materiales. [...]

El devoto es consciente de que el objetivo más importante de la vida es alcanzar la meta de la realización del Ser: conocer, a través de la meditación, su verdadera naturaleza como alma y su unidad con el Espíritu eternamente bienaventurado. A fin de no verse asediado por las caídas en las zanjas del sufrimiento físico, mental y espiritual, aprende también a desarrollar la inteligencia discernidora, facultades de percepción claras y armoniosas, sentidos provistos de autocontrol y un cuerpo dotado de salud y vitalidad, para que todos ellos estén al servicio del alma.


Es preciso tomar partido en la lucha entre 
el bien y el mal

Desde el momento de la concepción hasta que exhala el último aliento, el ser humano debe librar, en cada encarnación, incontables batallas —biológicas, hereditarias, bacteriológicas, fisiológicas, climáticas, sociales, éticas, políticas, sociológicas, psicológicas y metafísicas—, es decir, toda clase de conflictos internos y externos. En cada enfrentamiento se encuentran las fuerzas del bien y del mal compitiendo para lograr el triunfo (El bien es aquello que expresa la verdad y la virtud y atrae la conciencia hacia Dios; el "mal" es la ignorancia y la ilusión u engaño, aquello que aleja de Dios la conciencia del devoto). 

Lo que el Guita se propone es que el ser humano alinee los esfuerzos del lado de dharma, la rectitud. La meta final es la realización del Ser: percibir que el verdadero Ser del hombre, el alma, por haber sido creada a imagen de Dios, es una con la siempre existente, siempre consciente y eternamente renovada bienaventuranza del Espíritu.

La primera contienda en la que toma parte el alma cada vez que se encarna es aquella que la enfrenta a otras almas que también desean reencarnar. Durante la unión del espermatozoide y el óvulo que da comienzo a la formación de un nuevo cuerpo humano, se produce un destello de luz en el mundo astral, el hogar celestial en que habitan las almas entre una y otra encarnación. Esa luz transmite un patrón que atrae a un alma según su karma —las influencias creadas por uno mismo como resultado de las acciones de vidas pasadas—. En cada encarnación, el karma se expresa en parte a través de las tendencias hereditarias; el alma del futuro bebé es atraída hacia una familia en la cual la herencia concuerda con el pasado karma de éste. Muchas almas pugnan por entrar en esa nueva célula viviente, pero sólo una lo logra. (En el caso de la concepción múltiple, se halla presente más de una célula primordial).


Cuando se encuentra en el vientre de la madre, el bebé nonato lucha contra las enfermedades, la oscuridad y los periódicos sentimientos de limitación y frustración que le invaden a medida que la conciencia de su alma recuerda y luego gradualmente olvida la mayor libertad de expresión que disfrutaba durante la permanencia en el mundo astral. El alma encerrada dentro del embrión debe, ademas, luchar contra el karma, el cual influye —para bien o para mal- sobre la formación del cuerpo en el que ahora reside. A esto se le debe sumar el conflicto con las influencias vibratorias que le llegan desde fuera: el entorno y las acciones de la madre, las sensaciones y sonidos procedentes del exterior, las vibraciones de amor y de odio, de calma y de ira.

A partir del nacimiento, el instinto del bebé por lograr el bienestar y la supervivencia lucha contra la relativa impotencia de su inmaduro instrumento corporal.

El niño inicia su primera batalla consciente cuando debe optar entre el deseo de jugar sin un propósito fijo y el deseo de aprender, estudiar y seguir algún tipo de educación sistemática. De manera gradual, se le presentan batallas de índole más seria, que le vienen impuestas, desde el interior, por los instintos kármicos o, desde fuera, por las malas compañías y el entorno.

El joven se ve repentinamente enfrentado a una multitud de problemas para los cuales, a menudo, no está preparado: las tentaciones del sexo, de la guía y la falsedad, de obtener dinero por medios fáciles pero cuestionables, las presiones de las compañias que frecuente y las influencias sociales Por lo general, descubre que no cuenta con la espada de la sabiduría para que le ayude a hacer frente a los ejércitos invasores de las experiencias mundanas.

El adulto que vive sin cultivar ni utilizar los poderes innatos de la sabiduría y del discernimiento espiritual descubre inexorablemente que el reino de su cuerpo y de su mente se halla asolado por los elementos insurgentes de los erróneos deseos causantes de sufrimiento, los hábitos destructivos, el fracaso, la ignorancia, la enfermedad y la infelicidad.

Hay pocas personas que sean siquiera conscientes de que en su reino existe un permanente estado de conflicto. Por lo general, sólo cuando la devastación es casi completa, los seres humanos se dan cuenta, desvalidos, del triste y ruinoso estado en que se encuentran sus vidas. Es preciso iniciar cada día una nueva batalla psicológica en pos de la salud, la prosperidad, el autocontrol y la sabiduría a fin de que el hombre avance hacia la victoria y recupere, de ese modo, cada centímetro del territorio perteneciente al alma que ha sido ocupado por las fuerzas rebeldes de la ignorancia.

El yogui —el hombre cuya conciencia está despertando- no sólo ha de hacer frente a las mismas batallas externas que libran todos los seres humanos, sino que además debe afrontar el choque interno entre las fuerzas negativas de la inquietud [que nacen de manas, la conciencia sensorial) y el poder positivo de sus deseos y esfuerzos por meditar (que reciben el apoyo de buddhi, la inteligencia discernidora) cuando trata de establecerse nuevamente en el reino espiritual interior del alma —en los sutiles centros de vida y conciencia divina situados en la espina dorsal y el cerebro.

Por lo tanto, el Guita señala en su primera estrofa la necesidad fundamental de que el hombre practique cada noche la introspección, para que le sea posible discernir claramente qué fuerza —la del bien o la del mal- ha ganado la batalla cotidiana. A fin de vivir en armonía con el plan divino, el ser humano debe formularse cada noche esta pregunta que siempre resulta pertinente: «Reunidas en el campo sagrado del cuerpo —el lugar de las buenas y malas acciones—, ¿qué hicieron mis tendencias rivales? ¿Qué facción obtuvo hoy la victoria en la incesante lucha? Vamos, dime, ¿qué hicieron las tendencias erróneas, tentadoras y malignas, y las fuerzas antagónicas de la autodisciplina y el discernimiento?».

Después de practicar la meditación de manera concentrada, el yogui siempre le pregunta a su capacidad de introspección: «Congregadas en la región de la conciencia del eje cerebroespinal y en el campo de la actividad sensorial del cuerpo, con ansias de combatir, ¿qué hicieron las facultades sensoriales de la mente, que tienden a arrastrar la conciencia hacia el exterior, y qué hicieron los hijos de las tendencias del discernimiento del alma, que intentan recuperar el reino interior? ¿Quién ha triunfado en el día de hoy?».

El individuo común y corriente, como asediado guerrero cubierto con las cicatrices resultantes de las batallas libradas, se halla muy familiarizado con la lucha. No obstante, en numerosas ocasiones, su entrenamiento fortuito es incapaz de brindarle una comprensión completa de la naturaleza del campo de batalla y de los principios científicos que se hallan tras los ataques de las fuerzas contrarias. Tal conocimiento podría lograr que se multiplicasen sus victorias y disminuyeran sus desconcertantes derrotas.

El alma contra el ego

En la narración histórica acerca del motivo de la guerra de Kurukshetra, se relata que los nobles hiios de Pandu gobernaron virtuosamente su propio reino hasta que el rey Duryodhana, el malvado gobernante qua era hijo del rey ciego Dhritarashtra, despojó astutamente a los Pandavas de su reino y los condenó al exilio. (El rey ciego Dhritarashtra tenía cien hijos. [...] el mayor, Duryodhana, representa el Deseo Material «El primogénito, aquel que ejerce poder sobre las demas inclinaciones del reino corporal y es famoso por las guerras y causas malvadas. La derivación metafórica de Duryodhana es duh-yudham yah sah "aquel que es dificil de contrarrestar en todo sentido". El nombre mismo proviene del sánscrito dur "dificil", y yudh «combatir». El deseo material es extremadamente poderoso, por ser el rey y el lider de todos los goces mundanos, así como el causante y perpetrador de la batalla contra la justa reclamación del alma sobre su reino corporal.)

En un sentido simbólico, el reino del cuerpo y de la mente le pertenece, por derecho, al rey Alma y a sus nobles úbditos, las tendencias virtuosas. Sin embargo, el rey Ego y sus parientes, las innobles tendencias negativas, usurpan arteramente el trono. Cuando el rey Alma se yergue para reclamar su territorio, el cuerpo y la mente se transforman en un campo de batalla. (En este párrafo los epitetos "Rey Alma" y "Rey Ego" se emplean en el sentido mas amplio de su significado y no necesariamente para referirse a su uso específico en la alegoría del Guita, en la que Krishna es el alma y Bhishma es el ego.)

La esencia del Guita es mostrar cómo el rey Alma gobierna su reino corporal, lo pierde y lo conquista de nuevo.

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La manera en que están organizados el cuerpo y la mente del ser humano revela, a través de su detallada perfección, la presencia de un plan divino. «¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?». El Espiritu de Dios —el reflejo de Dios en el hombre- es el alma.

El alma ingresa en la materia como una chispa de Vida y conciencia omnipotente que se aloja en el interior del núcleo formado por la unión del espermatozoide y el óvulo. Al desarrollarse el cuerpo, este primer «asiento de la Vida» permanece en el bulbo raquideo, el cual se considera, por consiguiente, el portal de Vida a través del cual el rey Alma hace su entrada triunfal en el reino del cuerpo. [...]

Las facultades o instrumentos creativos del alma son de naturaleza astral y causal. [...] . Los centros de vida y conciencia a partir de los cuales operan estos poderes son el cerebro astral (o «loto de mil pétalos» de luz) y el eje astral cerebroespinal (o sushumna), que contiene los seis chakras o centros sutiles. 

(En el cuerpo humano, el alma se halla encerrada en tres cuerpos: el cuerpo fisico, el cuerpo astral de luz y energía vital, y el cuerpo causal de conciencia (llamado así porque es el causante de los otros dos cuerpos). Los poderes sutiles del cuerpo astral son los que construyen, mantienen y dan vida a la densa forma física, y son los siguientes: la inteligencia "buddhi", el ego (ahamkara), el sentimiento (chitta), la mente (manas, la conciencia sensorial), los cinco instrumentos del conocimiento, los cinco instrumentos de la acción y los cinco instrumentos del prana.)

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Las fuerzas de la mente menos refinadas se manifiestan en las estructuras más burdas del cuerpo; en cambio, las sutiles fuerzas del alma —la conciencia, la inteligencia, la voluntad, el sentimiento— precisan del bulbo raquídeo y de los delicados tejidos del cerebro para habitar allí y manifestarse a través de ellos.

En términos simples, las cámaras interiores del palacio del rey Alma se hallan ubicadas en los centros sutiles de la supraconciencia, la Conciencia de Cristo o de Krishna (Kutastha Chaitanya o Conciencia Universal) y la Conciencia Cósmica. Estos centros se encuentran, respectivamente, en el bulbo raquídeo, en la porción frontal del cerebro a nivel del entrecejo (asiento del ojo único u ojo espiritual) y en la parte superior del cerebro (el trono del alma, en el «loto de mil pétalos»). En dichos estados de conciencia, el rey Alma gobierna con supremacía como la imagen pura de Dios en el hombre.


Por el contrario, cuando el alma desciende a la conciencia corporal, permanece bajo la influencia de maya (la ilusión cósmica) y de avidya (la ilusión o ignorancia del individuo, la cual crea la conciencia del ego). [...] El alma, en el papel del ego, se atribuye a sí misma todas las limitaciones y restricciones del cuerpo. Una vez que ha aceptado tal identificación, ya no puede expresar su omnipresencia, omnisciencia y omnipotencia. Imagina que se halla sometida a las limitaciones —al igual que un acaudalado príncipe que, al vagar por los vecindarios pobres en estado de amnesia, podría imaginar que es pobre—. En ese estado de ilusión, el rey Ego toma el control del reino corporal.

La conciencia del alma puede decir, junto con el Cristo que se hallaba despierto en Jesús, «El Padre y yo somos uno». La engañada conciencia del ego dice: «Soy el cuerpo; éstos son mis familiares, éste es mi nombre, éstas son mis posesiones» Aun cuando el ego cree que gobierna, en realidad es un prisionero del cuerpo y de la mente, que a su vez son títeres de las sutiles maquinaciones de la Naturaleza Cósmica. [...] El ser humano medio es consciente tan sólo de su cuerpo, de su mente y de las conexiones externas de ambos. Permanece hipnotizado por las ilusiones del mundo (expresadas de muy diversas maneras tanto en la literatura antigua como en la actual), las cuales refuerzan su tácita suposición de que es una criatura mortal y limitada.

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Las regiones físicas del reino corporal que están bajo el dominio del rey Ego se hallan con frecuencia desvitalizadas y en estado ¡nsalubre a causa de las epidemias y el envejecimiento prematuro que se propagan por el reino. [...] La ciudadanía de pensamientos, voluntad y sentimientos permanece sumida en la negatividad, las limitaciones, el hastío y la desdicha; los inteligentes trabajadores de las células y de las unidades atómicas y subatómicas de vida se tornan desorganizados, ineficientes y endebles. [...] Se transgreden todas las leyes que podrían conducir al bienestar de los ciudadanos mentales y celulares del reino humano. Éste se ha convertido en un territorio en el que impera la oscuridad, en un lugar plagado de temor, incertidumbre y sufrimientos, los cuales neutralizan cada breve instante de placer.

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[En] el reino corporal gobernado por el rey Alma [...], la ciudadanía de pensamientos, voluntad y sentimientos es sabia, constructiva, pacífica y feliz. La multitud de trabajadores conscientes e inteligentes constituida por células, moléculas, átomos, electrones y unidades de chispas vitales creativas (vitatrones o prana) esta llena de vitalidad, es armoniosa y eficiente. [...] Todas las leyes que conciernen a la salud, la eficiencia mental y la educación espiritual de los pensamientos, de la voluntad, de los sentimientos y de los inteligentes habitantes celulares del reino corporal se cumplen bajo la guía suprema de la sabiduría. Como resultado de ello, la felicidad, la salud, la prosperidad, la paz, el discernimiento, la eficiencia y la guía intuitiva prevalecen en todo el reino corporal, ¡un reino de pureza, colmado de luz y bienaventuranza!

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El cuerpo y la mente humanos son verdaderos campos de batalla en los que se entabla la guerra entre la sabiduría y la fuerza ilusoria consciente que se manifiesta como avidya, la ignorancia. Todo aspirante espiritual que tenga el propósito de establecer en su interior el gobierno del rey Alma debe derrotar a las fuerzas insurgentes del rey Ego y sus poderosos aliados.