Swami Vishnu Devananda |
El cuerpo astral, los misterios de la mente Parte I
Dejo los links a otras notas de "El libro de yoga" de Vishnu Devananda
Fisiología de los ejercicios de Yoga
Filosofía y finalidad del Yoga
Ahora la segunda parte de :
Capítulo 9: El cuerpo astral, los misterios de la mente y la percepción extrasensorial (Parte II)
Fuente: "El libro de Yoga" de Swami Vishnu Devananda
Todas las funciones vegetativas involuntarias del cuerpo, que se realizan por debajo del plano consciente, están bajo el eficaz control de la mente subconsciente. La inteligencia subconsciente, cuando se manifiesta como instinto, raramente falla. Un animal distingue casi instintivamente la hierba venenosa de la buena. Pero el trabajo del instinto es limitado. Funciona como una máquina. Luego llega al estado superior de conocimiento (intelecto), que es falible y comete errores. A menudo, su alcance es mayor aquí. Lo llamamos razón. La razón es más amplia que el instinto, pero éste es más seguro que la razón. Los animales saben instintivamente lo que deben y lo no deben comer. Cuando están enfermos, la naturaleza les incita prontamente el ayuno. Cuando un perro se siente enfermo, vemos que no quiere comer. La inteligencia subconsciente controla el mecanismo interno y sugiere al perro ayunar, que es el remedio de la naturaleza para eliminar las sustancias venenosas. Esta porción de la naturaleza subconsciente existe todavía en nosotros y nos ayuda de diversas maneras. Si bien, debido al desarrollo del razonamiento, el hombre ha perdido la mayor parte de su instinto, éste todavía juega un papel importante en nuestra vida diaria. Incluso animales como los perros y los gatos han perdido mucho de su instinto debido a la asociación con el hombre y, consecuentemente, padecen sufrimientos como el hombre.
En lugar de guiarse y darse sugerencias adecuadas con el intelecto desarrollado, el hombre interfiere el trabajo natural de la mente subconsciente con sugerencias equivocadas, añadiendo, de este modo, miserias a su vida.
Con la ayuda del subconsciente, podemos cambiar la naturaleza viciada, cultivando cualidades saludables que sean opuestas a las indeseables. Si queremos vencer el temor, hemos de renunciar mentalmente a él y concentrarnos en la cualidad opuesta, el valor. Lo positivo siempre vence a lo negativo. Incluso el desagrado que producen algunas tareas y deberes puede cambiarse cultivando un deseo y gusto por ellos. Todos los actos, placeres y experiencias dejan una impresión sutil en la mente subconsciente. El resurgimiento de estas impresiones induce la memoria. Los grandes yoguis profundizan en esta mente para obtener conocimiento de vidas pasadas.
Los fenómenos ocultos del mundo mental, como la telepatía, lectura del pensamiento, hipnotismo, curación a distancia, etc., prueban claramente la existencia de funciones extraordinarias de la mente. Por las escritura automática y otras experiencias de una persona hipnotizada, podemos deducir fácilmente la existencia de la mente subconsciente.
Todos los genios tienen control sobre la mente subconsciente. Si se fija una idea en la mente, ésta crece durante la noche gracias a la operación del subconsciente. Aquellos que saben manipular la mente suconsciente, pueden desarrollar un trabajo mental enorme a través del proceso automático. Mientras el subconsciente trabaja, la parte consciente de la mente descansa o trabaja sólo parcialmente, supervisando a la mente subconsciente. Por consiguiente, uno se siente más relajado, incluso tras un duro trabajo. Todos los grandes hombres tienen control sobre la mente subconsciente y saben cómo hacerla trabajar. Esta aptitud del subconsciente para operar automáticamente resulta de la asociación con el intelecto desarrollado.
La mente es la mayor fuerza en este mundo. Quien consigue controlar su mente, se hace enormemente poderoso. Puede someter todas las mentes a su influencia. Uno queda sorprendido y aterrado ante los maravillosos y misteriosos poderes de la mente humana.
La mente subconscientre manifiesta varios grados de conciencia, desde la subconsciencia casi total hasta la simple conciencia de los animales superiores y de las formas inferiores de los hombres primitivos, que viven casi completamente en un plano instintivo, con un ligero toque de intelecto desarrollado.
La conciencia de sì mismo le llega al hombre con el desarrollo del intelecto. La conciencia cósmica o universal viene con la apertura de la mente superior. Este crecimiento gradual de la conciencia es una de las más interesantes e importantes ramas de la filosofía Yoga.
Como hemos visto, la mente inferior es el asiento de los apetitos, pasiones, deseos, instintos y emociones de los animales inferiores. Estos instintos bajos se encuentran también en el hombre. Los yoguis aprenden a refrenar y controlar estos instintos, subordinándolos al intelecto evolucionado de la mente superior. A medida que evolucionamos espiritualmente, podemos ver cómo los instintos inferiores predominan en nosotros; sin embargo, no hay que desanimarse por ello, porque incluso saber que están en nosotros, es un signo de progreso espiritual. Antes, cuando los instintos inferiores campeaban a sus anchas, no podíamos reconocer lo que eran, mientras que ahora los vemos y reconocemos. A medida que progresamos en la senda espiritual, la mente superior controla gradualmente a la mente inferior, aunque para esta tarea se necesitan paciencia, fe y perseverancia.
Aunque el hombre tiene en común con los animales algunas características tales como el hambre, la sed, la fatiga y el temor, que pertenecen a la mente inferior, solamente él posee el intelecto para controlarla. En esto consiste su superioridad sobre los animales.
Antes del desarrollo del intelecto, la criatura, en la que predominaba la mente inferior, tenía pasiones, pero no razón; emociones, pero no intelecto para controlarlas; deseos, pero no conciencia de sí misma. Algunos de los animales evolucionados, como los monos y los perros, tienen un pequeño ápice de sus mentes iluminado por los rayos del intelecto y muestran un tenue razonamiento. A esto se le llama conciencia simple.
El primer signo de auténtico intelecto lo constituye la aparición de la auto-conciencia o conciencia de sí mismo; esta auto-conciencia se conoce también como "Yo" consciente y aparece en el momento en que el hombre comienza a compararse con otros y razonar sobre la comparación.
A partir de aquí el hombre afirma su "Yo" consciente en todas las partes y en todas las cosas. Comienza a fiarse más de su mente y a aceptar menos ciegamente todo lo que procede de otros.
Con el despliegue de la segunda fase de la mente (el intelecto), llegaron los comienzos de todos los maravillosos logros de la mente humana de hoy. En el momento presente , el hombre piensa que el intelecto es el principio más alto y rechaza todo lo que no puede comprender, aunque, a medida que el desarrollo del intelecto progresa, comienza a recibir más y más luz de la fase siguiente de la mente, la mente superior. La conciencia del "Yo" comienza cuando el intelecto es el amo. Este "Yo" consciente se llama ahamakara en sánscrito. Ahamakara es el principio de autoarrogancia en el hombre. La misma mente asume un papel egoísta cuando el hombre se autoarrgoa a sí mismo. Es precisamente bajo la influencia del egoísmo cuando el hombre comete las acciones malas y equivocadas. El alma tiene que encontrar nuevas condiciones para alcanzar la madurez espiritual y salvar muchos obstáculos para llegar a ella. Tiene que pasar muchas pruebas y, a veces, parece retroceder en su marcha hacia adelante.
El despertar del intelecto no significa necesariamente que el hombre sea perfecto y virtuoso. Mientras que la inteligencia superior desarrollada proporciona al hombre una tendencia hacia arriba, es igualmente cierto que algunos hombres están tan apegados a la vida animal, que usan esta inteligencia superior para satisfacer sus más bajos deseos animales. Utilizan astucia e inteligencia con los instintos inferiores, en lugar de refrenarlos con el despertar de su instinto de lucha, mientas que las bestias están gobernadas solamente por el instinto.
Mientras que los rayos de la mente superior tiran hacia sí del intelecto, la mente inferior o impura ejerce su poder y el hombre puede descender a abismos de abyección en los que una bestia jamás hubiera pensado. Esta lucha entre la mente pura y la impura comienza cuando el intelecto está en su infancia. En muchos casos éste se ve sometido a la mente inferior. La mente impura o inferior es el asiento de los deseos, apetitos y pasiones. La mente pura o superior es el asiento de la intuición, que aporta el conocimiento superior. El intelecto se encuentra entre ambas y puede ser influenciado por cualquiera de las dos. Si somos seres racionales, la elección está en nosotros. Pongamos nuestro desarrollo intelectual a salvo y no regresemos a la vida animal por la que ya hemos pasado. La intuición es una facultad espiritual de la mente superior y está por encima del intelecto. Es el ojo de la sabiduría.
Kant ha admitido que hay algo más allá de la razón, algo que la razón no puede entender y algo trascendental, que trasciende la razón. También ha dicho que el intelecto es frágil, finito, débil e imponente, ya que está condicionado por el tiempo, el espacio y la causación. Es decir, que tiene sus propios límites y es incapaz de conocer directamente o realizar la siempre-bienaventurada "cosa en sí misma" que corresponde al Brahman (o ser supremo de los filósofos Vedantas).
Si consideramos que la gran mayoría de los hombres tienen su intelecto apenas desarrollado y, por lo tanto, han escalado solamente unos pocos peldaños en el campo intelectual, podemos comprender lo difícil que resulta a las personas -excepto a las pocas almas evolucionadas, con un excepcional desarrollo espiritual- conseguir, incluso ligeramente, el atributo de la mente superior, la intuición.
La intuición, la fase final de la mente, no contradice a la razón, sino que la trasciende y aporta el conocimiento y sabiduría de su campo de conciencia, que el intelecto no puede penetrar. La intuición es el camino hacia el conocimiento de lo autoconseguido por medio de la pureza de corazón que entraña la constante, prolongada e intensa meditación en el atman o alma suprema que no conoce atributos, tiempo, espacio, nacimiento ni muerte. La razón puede afirmarnos que las experiencias del mundo fenomenal son irreales si las comparamos con las experiencias imperecederas de la autorrealización. La razón tiene su propia y definida utilidad, puesto que ayuda al principio, cuando comenzamos la búsqueda de la verdad.
Los teósofos también han clasificado la razón bajo dos denominaciones, sudha manas o razón pura (la mente superior o intelecto) y kama manas o mente instintiva (la mente inferior). Kant ha hecho la misma clasificación, razón pura y razón práctica. Ha dado el nombre de "razón práctica" a la razón impura. La razón práctica puede ayudarnos a conseguir el pan y el conocimiento secular. La razón pura nos ayuda a alcanzar la perfección y el conocimiento superior. Bergson, el filósofo francés, ha ido un poco más lejos: "Hay algo más poderoso que la razón". Ese algo que está más allá del alcance de la razón y de los sentidos, es la facultad de la intuición, con cuyo poder se puede ver lo oculto, lo desconocido.
Cada uno de nosotros, aunque subdesarrollado, posee el principio superior de la mente, la intuición. Pero, aunque hay muchos conscientes de la existencia de la mente superior, solamente unos pocos han desarrollado esta facultad.
Una tendencia hacia la ciencia del Yoga, el hambre del alma por más luz y conocimiento y la insatisfacción con la felicidad material, son todos signos de que la mente espiritual superior ha comenzado a arrojar sus rayos dentro de nuestra conciencia.
Al principio se siente un gran desasosiego espiritual hasta que uno camina sobre la senda del conocimiento. A medida que la mente superior del hombre comienza a desplegarse, éste comienza a tener un constante sentimiento de la realidad del poder supremo y, junto con él, comienza a encontrar el sentido de la fraternidad humana.
El crecimiento del hombre hacia una idea mejor y más plena del poder divino no viene del intelecto. La razón sola no puede dar una respuesta correcta y completa al creciente sentido de la relación entre los hombres. La amabilidad y el amor que predicamos y practicamos no viene a través del razonamiento del intelecto.
En la vida de un jefe de familia, en la de un pobre, en la de un rico, en la de cualquier hombre espiritual, el desarrollo de la intuición es algo grandioso.
El mayor poder se encuentra en lo sutil, no en lo grosero. Un campeón de los pesos pesados puede levantar enormes pesos con sus poderosos músculos, aunque si se le cortan los nervios, delgados como hilos, que le proporcionan el poder y el impulso, no será capaz de hacer nada en absoluto. Mirad una ciudad, con su moderna automatización, luces de colores, enormes fábricas, trenes eléctricos, cines y teatros. Detrás hay una simple central eléctrica que le proporciona energía a través de los cables; ese invisible poder que es la energía eléctrica es el auténtico poder que está tras la actividad y el bullicio de la ciudad. Así, pues, es en lo sutil donde se asienta realmente el poder, aunque manifieste sus movimientos en lo grosero. Generalmente, no vemos ningún movimiento en lo sutil aunque, ocasionalmente, es tan intenso que podemos percibirlo. Nos quejamos constantemente de que no tenemos control sobre nuestros pensamientos. ¿Cómo obtenerlo? Controlando los "movimientos sutiles". Cuando podamos sujetar el pensamiento en su raíz, antes de que sea pensamiento, antes de que sea acción, solamente entonces podremos ejercer nuestro control.
Si pudiéramos investigar, comprender y, finalmente, manipular estos poderes sutiles, entonces sería posible que nos controlásemos a nosotros mismos.
El hombre que tenga control sobre su propia mente seguramente lo tendrá también sobre la de cualquier otro, porque todas las mentes están conectadas con la mente universal. Por esto es por lo que la pureza y la moralidad han sido siempre los objetivos de la religión. Igual que uno podría conocer toda la tierra del universo, conociendo una muestra de ello, con el conocimiento de la propia mente, uno conoce todas las mentes o tiene poder sobre ellas.
Consideremos a toda la humanidad como una raza, con sus hermanos animales formando un todo. El fin hacia el que se mueve el "todo" lo llamamos la perfección en su más alto sentido. Algunos hombres y mujeres en lugar de esperar y renacer una y otra vez a través de épocas, junto con toda la raza humana, han alcanzado la perfección y pasado a través de muchos estados, en unos pocos años de su vida. Los yoguis proclaman que podemos acelerar nuestro proceso de evolución si somos sinceros con nosotros mismos. Si se trajera cierto número de hombres primitivos a la sociedad civilizada y se les diera una educación apropiada, su progreso podría acelerarse, aun cuando sus hermanos vivieran en los bosques de un modo salvaje. Ayudamos a crecer a los árboles y del mismo modo, podemos utilizar medios artificiales para acelerar el progreso del hombre también. No puede ponerse un límite a esta aceleración. No puede predecirse cuánto va a desarrollarse un hombre en el espacio de una vida. Un hombre perfecto, el tipo de hombre a que llegará esta raza dentro de millones de años, puede venir hoy. Tales hombres son profetas y los que han alcanzado la perfección en esta vida son encarnaciones suyas. Recientemente hubo hombres de esa clase: Jesucristo, Buddha y Sankaracharya, el gran filósofo yogui, son los nombres de algunos.
Este proceso de aceleración termina con el desarrollo de la mente superior. Uno puede hacerse filósofo o psicólogo fácilmente, pero estudiar la propia mente y desarrollar los propios poderes mentales está solamente al alcance de aquellos que determinan refrenar la mente instintiva inferior.
De la mente superior procede todo el conocimiento de lo desconocido y es la fuente en la que el vidente obtiene su visión y el profeta su profecía. El conocimiento científico que proporciona el intelecto proviene de la asociación con la mente superior. Muchos se han concentrado en elevados ideales en su trabajo y han oído como les hablaba la mente superior.
Otros, con el desarrollo de su conciencia espiritual, pueden entrar en contacto con esta naturaleza superior y de este modo están en posesión de un conocimiento con el que el intelecto no ha osado soñar.
La intuición es la percepción directa o conocimiento inmediato de aquello que procede de la mente superior. El profesor Bergson habló de la intuición en Francia para que la gente pudiera comprender que había una fuente de conocimiento superior al intelecto. En la intuición no se produce razón, pero no la contradice. El intelecto lleva al hombre a las puertas de la intuición y vuelve a esperar por las respuestas que la razón es incapaz de encontrar. La intuición hace descender al intelecto ciertas verdades que encuentra en su propia región mental y éste razona sobre ellas. Pero estas verdades no se originan en el intelecto. El intelecto es frío, mientras que la mente superior es cálida y está avivada por elevados sentimientos, amor y compasión.
A medida que el hombre crece espiritualmente y su mente superior se desarrolla, se siente unido a toda la humanidad y comienza a amar más y más a sus congéneres. Le duele ver el sufrimiento de otros y trata de hacer algo para remediarlo.
La lucha entre la mente superior y la inferior ha sido considerada por todos los filósofos. El intelecto representa el "Yo" consciente del individuo. Este "Yo" tiene en el fondo la mente instintiva o inferior, la cual ejerce una influencia negativa en el hombre, mientras que en el otro lado se encuentra la mente espiritual, enviando sus desplegados impulsos al intelecto, quien la ayuda a dominar y controlar la mente inferior.
En las historias y leyendas mitológicas la lucha entre la mente superior y la inferior se representa con un hombre que, por un lado, está siendo tentado por el diablo y, por el otro, recibe la ayuda del ángel de la guarda. El ego se encuentra en un estado de transición, y esta lucha le resulta dolorosa. Sin embargo, el crecimiento de la mente superior capacita al hombre para comprender el verdadero estado de cosas y le ayuda a afirmar su dominio sobre su naturaleza inferior.
Consideremos a toda la humanidad como una raza, con sus hermanos animales formando un todo. El fin hacia el que se mueve el "todo" lo llamamos la perfección en su más alto sentido. Algunos hombres y mujeres en lugar de esperar y renacer una y otra vez a través de épocas, junto con toda la raza humana, han alcanzado la perfección y pasado a través de muchos estados, en unos pocos años de su vida. Los yoguis proclaman que podemos acelerar nuestro proceso de evolución si somos sinceros con nosotros mismos. Si se trajera cierto número de hombres primitivos a la sociedad civilizada y se les diera una educación apropiada, su progreso podría acelerarse, aun cuando sus hermanos vivieran en los bosques de un modo salvaje. Ayudamos a crecer a los árboles y del mismo modo, podemos utilizar medios artificiales para acelerar el progreso del hombre también. No puede ponerse un límite a esta aceleración. No puede predecirse cuánto va a desarrollarse un hombre en el espacio de una vida. Un hombre perfecto, el tipo de hombre a que llegará esta raza dentro de millones de años, puede venir hoy. Tales hombres son profetas y los que han alcanzado la perfección en esta vida son encarnaciones suyas. Recientemente hubo hombres de esa clase: Jesucristo, Buddha y Sankaracharya, el gran filósofo yogui, son los nombres de algunos.
Este proceso de aceleración termina con el desarrollo de la mente superior. Uno puede hacerse filósofo o psicólogo fácilmente, pero estudiar la propia mente y desarrollar los propios poderes mentales está solamente al alcance de aquellos que determinan refrenar la mente instintiva inferior.
De la mente superior procede todo el conocimiento de lo desconocido y es la fuente en la que el vidente obtiene su visión y el profeta su profecía. El conocimiento científico que proporciona el intelecto proviene de la asociación con la mente superior. Muchos se han concentrado en elevados ideales en su trabajo y han oído como les hablaba la mente superior.
Otros, con el desarrollo de su conciencia espiritual, pueden entrar en contacto con esta naturaleza superior y de este modo están en posesión de un conocimiento con el que el intelecto no ha osado soñar.
La intuición es la percepción directa o conocimiento inmediato de aquello que procede de la mente superior. El profesor Bergson habló de la intuición en Francia para que la gente pudiera comprender que había una fuente de conocimiento superior al intelecto. En la intuición no se produce razón, pero no la contradice. El intelecto lleva al hombre a las puertas de la intuición y vuelve a esperar por las respuestas que la razón es incapaz de encontrar. La intuición hace descender al intelecto ciertas verdades que encuentra en su propia región mental y éste razona sobre ellas. Pero estas verdades no se originan en el intelecto. El intelecto es frío, mientras que la mente superior es cálida y está avivada por elevados sentimientos, amor y compasión.
A medida que el hombre crece espiritualmente y su mente superior se desarrolla, se siente unido a toda la humanidad y comienza a amar más y más a sus congéneres. Le duele ver el sufrimiento de otros y trata de hacer algo para remediarlo.
La lucha entre la mente superior y la inferior ha sido considerada por todos los filósofos. El intelecto representa el "Yo" consciente del individuo. Este "Yo" tiene en el fondo la mente instintiva o inferior, la cual ejerce una influencia negativa en el hombre, mientras que en el otro lado se encuentra la mente espiritual, enviando sus desplegados impulsos al intelecto, quien la ayuda a dominar y controlar la mente inferior.
En las historias y leyendas mitológicas la lucha entre la mente superior y la inferior se representa con un hombre que, por un lado, está siendo tentado por el diablo y, por el otro, recibe la ayuda del ángel de la guarda. El ego se encuentra en un estado de transición, y esta lucha le resulta dolorosa. Sin embargo, el crecimiento de la mente superior capacita al hombre para comprender el verdadero estado de cosas y le ayuda a afirmar su dominio sobre su naturaleza inferior.
De esta mente superior procede también la inspiración que filósofos, científicos, escritores, predicadores y artistas han recibido y recibe. Aún mas notoriamente en los maestros de la religión.
La ciencia del Yoga proclama que han sido descubiertos los medios de desarrollar la intuición y la personalidad que los psicólogos modernos tienen todavía que aprender. Mientras los psicólogos tantean, todavía a oscuras, las funciones de la mente subconciente, la ciencia de la mente del Yoga ha sobrepasado incluso la mente superior y ha descubierto la fuente de todo el conocimiento, en la que descansan la paz y la alegría eternas que todos los seres buscan.
Elevados poderes psíquicos están abiertos al hombre en este camino, pero el poder llega solamente cuando el hombre cesa de preocuparse por el para su uso personal.
A medida que el hombre se abre a la conciencia espiritual, se hace más consciente de su voz interior y puede distinguirla de los impulsos de los planos inferiores de la mente. Todo el mundo desea ser independiente. A nadie le gusta ser guiado por los deseos de otros. Casi todos prefieren hacer su voluntad y ejercer dominio sobre otros.
Para muchos, el despertar de la intuición se produce lenta y gradualmente. Experimentan un aumento de conocimiento espiritual constante y uniforme. Para éstos es posible que no haya cambios visibles. Otros, en cambio, experimentan súbitos flashes de luz o iluminación que los transportan fuera de los límites del cuerpo y de la mente y los conducen a estados superiores de conciencia y ser. Si la mente no está preparada, no puede llevar a la conciencia la recolección de lo experimentado en aquel estado. Una persona ordinaria que no tenga idea de nada más allá de los sentidos considerará estas cosas como alucinaciones.
Estas experiencias varían de acuerdo con el desarrollo del individuo, su preparación previa y la pureza de su mente.
Ciertas características son comunes a todos. El sentimiento más común es el de tener conocimiento casi absoluto de todas las cosas. Esta experiencia suele durar sólo un momento y, al principio, le deja a uno en la agonía de haber perdido lo que ha visto. Luego uno puede esforzarse en vislumbrar de nuevo aquella felicidad y conocimiento. A algunos la experiencia les viene en forma de estallido de luz cegadora que se apodera por completo de ellos durante unos momentos y les da la sensación de estar rodeados de una aureola de resplandor todo-penetrante.
Aunque estas experiencias son de una duración muy corta, el hombre que las experimenta no vuelve a ser ya nunca la misma persona. La recolección de esta experiencia resulta ser una nueva fuente de fortaleza. Cuando se despierta de este éxtasis, uno piensa: "No puedo estar despierto, porque nada me parece como antes", o también: "Por primera vez en mi vida estoy despierto. Antes todo era un sueño".
Nadie puede describir esta experiencia de un yogui. Algunos describen la imposibilidad de expresar inteligentemente estas cosas.
Yajna Valkya fue un gran sabio y explicó ese elevado estado de conciencia espiritual a su esposa Maitraya, de este modo: "Cuando se es dos, uno ve al otro, oye a otro, piensa en otro, conoce a otro. Pero cuando todo se convierte en ese atman o alma, ¿quién ve a quién?, ¿quién oye a quién?, ¿quién piensa en quién?, ¿quién conoce a quién?". Schopenhauer se hizo eco de esta idea en su filosofía. ¿A través de quién conocemos este universo? ¿Cómo conocer al conocedor? ¿Por qué medios podemos conocerle? Por ningún medio. En esta experiencia se unen el conocedor, el conocimiento y lo conocido. El pasado y el futuro se funden en el presente. Este estado de experiencia del alma se describe en los Upanishads en negativo: "Aquellos que lo conocen, conocen el no y aquellos que conocen el no, lo conocen".
A medida que avanzamos por la senda espiritual, estas experiencias llegarán a todos nosotros en su momento oportuno.
Para concluir, no nos dejemos cegar siempre por la razón, ya que el intelecto está por debajo de la intuición y yerra a menudo. Pero tampoco pensemos que la intuición, el poder de la mente superior, es solamente privilegio de unos pocos. Todos la poseemos, si bien sólo algunos muestran un marcado desarrollo. La devoción, el amor, la pureza, la generosidad y un estímulo por ayudar a nuestros hermanos, son todos signos de la acción de los rayos de la mente superior en nuestra evolución. La ciencia del Yoga trae este mensaje para todos nosotros, independientemente de nuestra religión, casta o nacionalidad: "El hombre es un alma inmortal en la que está todo conocimiento, toda riqueza, toda alegría y toda paz".
Para glosar, la mente humana funciona en tres niveles:
1. La mente subconsciente, instintiva o automática. Controla las funciones involuntarias del cuerpo; es el asiento de las emociones inferiores y de los instintos animales y también corre con las funciones automáticas de nuestras actividades diarias.
2. La mente consciente o intelecto. El intelecto puede controlar y guiar a la mente subconsciente y constituye el requisito básico del ego o "Yo" consciente. Su función es razonar.
3. La mente superconsciente o mente superior. La función de esta mente, superior al intelecto, es alcanzar la intuición y la conciencia superior.
Más allá de estos tres niveles de la mente, se encuentra la pura conciencia, conocida como espíritu, alma o ser, que no tiene forma y que es intemporal e infinita en su naturaleza.
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