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2 feb 2015

La vida y el yoga de Śrī T. Krishnamacharya, UNA ENTREVISTA CON T. K. V. DESIKACHAR

Krishnamacharya a los 100 años

Tirumalai Krishnamacharya nació el 16 de noviembre de 1888 en un pueblo del estado de Mysore, India del Sur, en el seno de una familia que seguía sus raíces en el siglo noveno al sur de la India con el famoso sabio Nathamuni, autor de Yoga Rahasya y que fue el primer maestro en la línea de los gurús Vaishnava.

Krishnamacharya recibió de su padre la primera instrucción en sánscrito y del yoga, antes de convertirse en un alumno del Brahmatantra Parakala Mutt en Mysore, una de las escuelas Brahmanas más reconocidas y respetadas. Inscrito a la edad de doce años, estudió los textos védicos y aprendió los rituales vedas, mientras que al mismo tiempo asistía al Royal College en Mysore. A la edad de dieciocho años se mudó a Banaras, donde estudió sánscrito, lógica y gramática en la universidad. De regreso en Mysore, Śrī Krishna Brahmatantra Swami, director del Parakala Mutt le dio una sólida base de la filosofía del Vedānta. Entonces regresó al norte otra vez, para estudiar Sāṃkhya, el sistema más antiguo de la filosofía hindú, cimiento esencial del yoga. En 1916 fue a los Himalayas donde, al pie del Monte Kailash, conoció a su maestro, Śrī Ramamohan Brahmachari, un yogui erudito que estaba viviendo con su familia cerca del lago Manasarovar en el Tíbet.
Krishnamacharya a los 84 años.
Śrī Vageesa Brahmatantra Parakala Swami, uno de los maestros de Krishnamacharya
Śrī Krishna Brahmatantra Swami otro maestro de Krishnamacharya.

Krishnamacharya pasó más de siete años con este maestro, quien ejerció una gran influencia en la dirección que tomó su vida, al asignarle la gran tarea de propagar el mensaje del yoga y usar sus aptitudes como un sanador y ayudante de las personas enfermas. En consecuencia, Śrī Krishnamacharya no siguió una carrera universitaria, sino que regresó al sur donde estudió Āyurveda, el sistema tradicional hindú de curación, además de la filosofía de Nyāya, una escuela védica de lógica reconocida por sus herramientas de investigación y énfasis en el discernimiento ganado por el conocimiento válido. En 1924 regresó a Mysore, donde el rajá, un gobernante progresista, le dio la oportunidad de abrir una escuela de yoga. Fue uno de sus estudiantes más entusiastas. De 1933 a 1955 Krishnamacharya enseñó yoga en la escuela y escribió su primer libro. Yoga Makarandam (Los secretos del yoga).
Krishnarajendra Wodoyar IV, el mahārājá de Mysore, protector y estudiante de Krishnamacharya.

Para entonces su reputación se había expandido por todo el sur de la India y más allá. En 1937, llegaron sus primeros estudiantes occidentales para estudiar yoga. Entre ellos se encontraba Indra Devi. B. K. S. Iyengar, quien se convirtió en su cuñado, recibió su primera instrucción yoga con el aclamado maestro. En 1939 y 1940, un grupo de médicos franceses visitó a Krishnamacharya. Querían verificar si un yogui experimentado podía, a voluntad, detener sus latidos del corazón. Para él, este examen tan maravilloso fue, más que una incómoda demostración, algo que asumió sin sentirse responsable de validar el yoga ante los ojos de un escéptico del mundo científico.
B. K. S. Iyengar a los 24 años, demostrando bhujapīdāsana

Pronto, el interés y el trabajo de Krishnamacharya se volvieron hacia el tratamiento de enfermos, usando Āyurveda y el yoga como agentes curativos. Se convirtió en una persona muy conocida y en 1952 fue llamado a Madrás para tratar a un popular político que había sufrido un ataque cardiaco. Por último, se estableció en Madrás con su familia.
Krishnamacharya a los 46 años en samasthiti.


Krishnamacharya al terminar sus estudios universitarios 1925.

Así como lo hicieron sus estudiantes hindúes también llegaron hasta allá más estudiantes occidentales. Gerard Blitz, quien llevó estos conocimientos a Europa, fue uno de los primeros en buscarlo, al igual que Jean Klein, el maestro Advaita. En 1976, T. K. V. Desikachar, hijo de Krishnamacharya y uno de sus más cercanos discípulos fundó el Krishnamacharya Yoga Mandiram, una institución donde se emplea el yoga para tratar a personas enfermas y se enseña a estudiantes hindúes y extranjeros. Śrī Krishnamacharya continuó enseñando e inspirando a aquellos que lo rodeaban, hasta seis semanas antes de su muerte en 1989.

Pregunta: Por ser su hijo y estudiante, usted debe de haber sido una de las personas más cercanas a él y uno de los que lo conocieron mejor. Por favor, nos podría hablar de Śrī Krishnamacharya, el erudito en sánscrito, sanador y yogui?

Respuesta: La tradición familiar fue el principal motivo por el que mi padre se convirtió en un erudito en sánscrito. Antiguamente, a las personas como los antepasados de mi padre se les reconocía como consejeros, aun por los reyes. Ahora, deberíamos decir que el abuelo de mi padre sería algo así como un primer ministro, por ejemplo, pero entonces ese puesto no era político de la misma manera que lo conocemos ahora. Más bien, era un consejero espiritual que decía a los gobernantes lo que estaba bien o mal. Por supuesto que para hacerlo, los eruditos estudiaban los textos antiguos escritos en sánscrito. Así que para alguien que creció en el medio en el que lo hizo mi padre, era normal ser experto en sánscrito, ya que era la lengua que se utilizaba en esos círculos, al igual que ahora el inglés lo es de la tecnología.
            
En su educación formal tuvo que aprender sánscrito tan bien como para poder leer y estudiar los textos clásicos que describen las ramas de los Vedas. El yoga es sólo una de esas ramas, pero mi padre desarrolló un interés especial en él porque su familia estuvo históricamente involucrada con el yoga. Uno de sus antepasados fue el famoso yogui Nathamuni. El interés en el yoga es como un hilo que va a través de la historia de esta familia y mi padre sólo lo recogió. Su padre fue su primer maestro.
           
Continuó con este interés cuando estudió con los grandes maestros en el norte de la India y se encontró con su especial maestro, Ramamohan Brahmachari, en la región del Lago Manasarovar en los Himalayas. Krishnamacharya permaneció con su maestro por casi ocho años. Ramamohan Brahmachari lo instruyó en el Yoga Sūtra y le enseñó a utilizar el yoga para ayudar a los enfermos. Mucho de la singularidad del trabajo de mi padre proviene de este maestro.
            
Para alguien con una tradición familiar como ésta, es normal que se convierta en un gran erudito del sánscrito y sea experto en la literatura y religión que se nos da en los Vedas. Pero como su maestro le dijo, “Debes difundir el mensaje del yoga,” Krishnamacharya decidió convertirse en un maestro de yoga. Rechazó muchas ofertas para dar cátedras —en sánscrito, lógica, Vedāntay otras materias. Profundizó en todo lo que le había enseñado su maestro, y al final se convirtió en gurú. No le fue fácil, seguro que enfrentó luchas internas, pero lo hizo.
            
Otro punto importante fue que por su interés en la religión, en especial su propia tradición de los Vaishnava, Krishnamacharya se encontró con las enseñanzas de algunos de los más grandes yoguis del sur de la India. Se les llama alvar, lo que significa “alguien que ha venido a nosotros para gobernar.” Los alvar dirigen las mentes de otras personas y son venerados como una encarnación de Dios. Se les confiere esta grandeza desde que son bebés y muchos de ellos no provienen de familias Brahmanes, sino que a veces pertenecen a sencillas familias de campesinos. Vinieron al mundo como personas extraordinarias.
            
Śrī Krishnamacharya estudió los textos de estos maestros que están escritos en nuestro idioma de Tamil y así, descubrió el significado del yoga como se entiende en el sur de la India. De esta manera, pudo combinar las grandes enseñanzas del norte que aprendió de su maestro en los Himalayas, con las del sur, que vienen de nuestros maestros Tamil, los alvar.
Krishnamacharya enseñado a una estudiante occidental, 1954.

P: ¿En esos tiempos, para alguien que quisiera seguir este camino era necesario ir a los Himalayas y vivir con un maestro?
            
R: No, esta fue una decisión personal de Krishnamacharya. Resolvió que quería aprender todo sobre los darśanas Védicos, que son los diferentes sistemas del pensamiento hindú, porque sus maestros no aceptaban algunos de sus puntos de vista. Cuando estaba dando unas conferencias sobre Sāṃkhya y Mīmāṃsā en Mysore, prometió que iría a las mejores universidades de la India para aprender todo lo que se tuviera que aprender sobre las diversas escuelas del pensamiento hindú. En esos días, el mejor lugar para estudiarlo era Kashi, ahora conocido como Varanasi o Banaras, así que fue para allá. Este fue un hecho muy afortunado porque allí, sus maestros reconocieron sus cualidades especiales. En Banaras Krishnamacharya conoció al maestro Ganganath-Jha quien le recomendó ir con un gran maestro de yoga en el norte. Así es como fue al Tíbet. No era un requisito, más bien, fue casi una oportunidad.
            
P: ¿Y Krishnamacharya el sanador?
Krishnamacharya y sus manos sanadores.
            
R: Para la mayoría de las personas el yoga es una disciplina puramente espiritual, pero está claro que para mi padre, incluía otras cosas también. Una de sus biografías relata cómo se interesaba en los enfermos cuando aún era un estudiante. Mi padre me contó que una vez le pidieron que fuera a ver al gobernador británico que sufría de diabetes. Pudo ayudarlo y después se fue para continuar con sus estudios en el norte, en el Monte Kailash.
            
La habilidad para sanar debe venir de su propio ambiente cultural. Es probable haya sido su padre quien le dio los primeros consejos para tratar la diabetes, así como otras enfermedades, porque en el Yoga Rahasya de Nathamuni encontramos muchos comentarios sobre el uso del yoga en el tratamiento de personas enfermas. La enfermedad es un obstáculo en el camino hacia la formación espiritual; es por eso que se tiene que hacer algo al respecto. A través del yoga existen muchas formas de tratar una enfermedad: algunas veces se necesita un mantra, otras un cambio de dieta, otras cierto āsanas y otras veces prāṇāyāma. Es probable que Krishnamacharya haya oído hablar de todo esto en su niñez y quiso aprender más sobre ello. Fue claro para él que si quería aprender más para poder curar, tendría que aprender Āyurveda. Por lo tanto fue a Bengala con Krishna Kumar, un maestro muy conocido y permaneció con él para aprenderlo. Al final, junto al conocimiento de las doctrinas de Nathamuni sobre cómo usar el yoga para promover la buena salud, mi padre tuvo todo el conocimiento del Āyurvedaen sus manos. Así es como comprendió la importancia del pulso para dar información sobre la condición de una persona. Lo aprendió de sus maestros y de los textos antiguos sobre el tema. Krishnamacharya siempre tomaba el pulso a todo el que venía a verlo; una de las primeras cosas que me enseñó fue a tomar el pulso. Los medios que usaba Krishnamacharya cuando daba consejos sobre salud física, mental y espiritual eran poder diagnosticar una condición al tomar el pulso, además del uso del Āyurveday del sistema de salud yoga de Nathamuni. Así que no es de sorprenderse que algunas veces realizara verdaderos milagros.
Desikachar haciendo un diagnóstico, basado en el pulso

P: ¿Qué es lo que hace tan especial al yoga de Krishnamacharya?
            
R: Lo que hace especial a la enseñanza del yoga de mi padre es su insistencia en asistir a cada individuo y a su singularidad. Por supuesto que respetar a cada persona individualmente, significa que siempre empezaremos a partir de donde se encuentra esa persona en este momento. El punto de partida nunca serán las necesidades del maestro, sino las del alumno. Esto requiere de varios acercamientos diferentes; no existe un solo acercamiento para todos. En la actualidad, la forma en que se enseña el yoga, a menudo da la impresión de que sólo existe una solución para los problemas de todos y un tratamiento para todas las enfermedades. Pero el yoga afecta la mente, principalmente y la mente de cada persona es diferente. Lo más seguro es que la cultura y los antecedentes de cada persona sean diferentes también. En cada caso, mi padre escogía lo que era útil y necesario: algunas veces podían ser āsanas , otras era una oración, otras recomendaba a la persona suspender alguna práctica de yoga; entonces, la curación ocurría. Puedo contar muchas historias, todas ellas muestran la necesidad de un acercamiento individual al yoga. Con esto no quiero decir que tengo que dar sólo lecciones privadas, sino que debo crear cierta atmósfera en mis clases, donde cada estudiante pueda encontrar su propio camino hacia el yoga. Tengo que estar consciente de que cada uno de mis estudiantes es diferente a lo que fue ayer, y ni siquiera, el mismo que cuando llegó hace una semana, pero quizá tenga preguntas similares. Este es el mensaje más importante que mi padre difundió y es totalmente opuesto a lo que se está enseñando ahora en muchos lugares.
Krishnamacharya y un estudiante ejecutando eka pāda sarvāngāsana.

La esencia de las enseñanzas de mi padre es la siguiente: las personas no necesitan acomodarse a la yoga, sino que es la práctica del yoga la que debe confeccionarse para que le quede a cada persona. Yo iría aún más lejos y diría que esto es lo que diferencia al acercamiento de mi padre de la mayoría de los otros que existen ahora, donde todo está bien organizado y uno tiene que adaptarse a ciertas estructuras. En el yoga de Krishnamacharya no hay ninguna organización y la persona debe encontrar su propia estructura.
            
Esto supone que progresar en el camino hacia el yoga tiene diferentes significados para cada persona. No debemos obstruir este progreso al estipular deliberadamente ciertas metas. El yoga sirve al individuo y lo hace al invitarlo a una transformación y no sólo dando información. Estas son dos cosas muy diferentes. Por ejemplo, este libro da información sobre varios temas, pero para lograr la transformación, debo explicar cada tema de manera diferente a cada persona. Mi padre nos enseñó más maneras para acercarse a una persona en yoga de las que he encontrado en ningún otro lado. ¿Quién debe de enseñar a quién? ¿Cuándo?, y ¿Qué? Estas son las preguntas importantes que deben hacerse al empezar una práctica. Pero la pregunta más importante de todas que sustenta a las demás es: ¿Cómo se puede utilizar el poder de la respiración? Esto es algo excepcional; en ningún otro lado se le da tanta importancia a la respiración, y nuestro trabajo ha probado que la respiración es una maravillosa droga, si se me permite utilizar este término.
Desikachar, cantando con su hija Mekhala, de 10 años, acompañados por la vīnā, Alemania, 1992.

P: Junto con la respiración, usted, al igual que su padre, usa muchos sonidos y mantras. El mantra pertenece a la tradición hindú. ¿Es posible relacionarnos con este aspecto del yoga de Krishnamacharya en el Occidente?
            
R: Usted debe entender bien la palabra mantra. No es un símbolo hindú, sino mejor aún, algo mucho más universal: es algo que puede llevar a la mente de una persona hacia un plano más elevado. El sonido tiene mucho poder; la voz tiene una influencia tremenda. Sólo piense en la forma en la que un orador captura la atención de una audiencia sólo con sus palabras. En nuestra tradición hindú hemos usado estas cualidades del sonido. Usamos palabras en sánscrito, pero su idioma también está formado de sonidos. En India usamos el mantra porque, debido a su tradición religiosa, tiene un significado para muchas personas. Pero nunca usaría un mantra de forma indiscriminada. Siempre podemos trabajar dentro de la tradición de una persona. Lo que es verdad en todas partes es que los sonidos pueden tener una influencia poderosa en nosotros. Nuestro trabajo prueba esto una y otra vez.
            
P: ¿Puede decir algo sobre el concepto de estructurar su práctica del yoga inteligentemente, el concepto de viṅyāsa krama?
            
R: Primero debo preguntar: ¿A qué se refiere con “inteligentemente”? Seguro que usted está familiarizado con el concepto de que al pararse de cabeza se lleva más sangre a la cabeza. Alguien que sienta que no tiene una buena irrigación de sangre a la cabeza llegue a la conclusión de que pararse de cabeza es el mejor āsana para él. Pero primero debemos analizar esto. ¿Es que todos sufrimos de una irrigación deficiente de sangre a la cabeza sólo porque estamos parados y caminamos derechos? Suponga que alguien está tan obsesionado con esta idea, que empieza a practicar pararse de cabeza todos los días, y si puede, es lo primero que hace en la mañana, a lo mejor como el primero o único āsana. Nuestra experiencia al trabajar con toda clase de personas nos ha enseñado que la persona que hace esto, al final sufrirá de enormes problemas del cuello, lo que resulta en una gran tensión y rigidez en esa área y la irrigación de sangre a toda la musculatura del cuello disminuirá, precisamente lo contrario de lo que se esperaba.
            
Un acercamiento inteligente a la práctica del yoga significa que, antes de empezar, se deben conocer los diferentes aspectos del āsana que desea practicar y se sepa preparar para ellos, de tal manera, que reduzca o anule cualquier efecto no deseado. Por lo que se refiere a pararse de cabeza, por ejemplo, las preguntas son: ¿Está mi cuello preparado para esto? ¿Puedo respirar bien en el āsana? ¿Mi espalda es lo suficientemente fuerte para levantar todo el peso de mis piernas? Acercarse en forma inteligente a su práctica significa conocer todas las implicaciones de lo que quiere hacer, ya sea un āsana o un prāṇāyāma, además de hacer las preparaciones y ajustes apropiados. No es suficiente brincar si se desea alcanzar el cielo. Hacer un acercamiento inteligente significa trabajar hacia su meta paso a paso. Si quiere viajar al extranjero, lo primero que necesita es un pasaporte. Después, las visas para las ciudades que desea visitar y así sucesivamente. El simple hecho de que deseé ir, no hace al viaje posible. Todo aprendizaje sigue este patrón.
Un estudiante de Krishnamacharya, el mahārājá de Kolhapur, demostrando bharadvājāsana, 1940.

P: ¿Cómo veía Krishnamacharya la importancia de los āsanas en la práctica del yoga?
            
R: Mi padre nunca vio al yoga simplemente como una práctica física. Lo relacionaba más con alcanzar lo más elevado, lo que para él era Dios. Así, para Krishnamacharya, el yoga significó dar los pasos que lo dirigieran a Dios para convertirse en uno con Dios. El camino es muy demandante para quienes lo siguen: una voluntad férrea, la confianza y la habilidad mantienen esos esfuerzos en pie, constantemente. La enfermedad es, en definitiva, un mal compañero en el camino, porque puede distraer nuestra atención; en lugar de tener devoción a Dios, podríamos estar pensando sólo en nuestros dolores físicos. Los pasos en el yoga, relacionados con el cuerpo físico, son pasos que nos deberían ayudar para andar todo el camino, y no lo opuesto. No es un asunto de convertir al cuerpo en el centro de todas nuestras actividades, ni deprivarlo de todo. Por medio de la práctica de los āsanas, el yoga puede significar para una persona tener salud otra vez; para alguien más, puede significar encontrar ayuda para prepararse para morir, aunque en verdad, esto no sería por medio de la práctica de los āsanas, sino, mejor aún, al encontrar una manera para alcanzar un estado de ánimo sereno, donde no existan sentimientos de culpabilidad o vergüenza. En un caso como este, yo enseñaría a rezar a la persona. Para un niño, hacer mucho ejercicio físico es muy interesante, además de muy significativo, pero ¿para qué le enseñaría a un niño de ocho años a pararse de cabeza o a sentarse en flor de loto?
            
Ante todo, el yoga es una práctica que intenta hacer más sabias a las personas, estar mejor capacitadas para entender las cosas, de lo que estuvieron antes. ¡Si los āsanas ayudan a esto magnífico! Si no, entonces se pueden encontrar otras formas en su lugar. La meta debe ser siempre bhakti o, para usar las palabras de mi padre, acercarse a la más alta inteligencia, concretamente, a Dios.
           
 P: Cuando Śrī Krishnamacharya enseñaba, sus explicaciones siempre estaban muy ligadas a los textos antiguos. Casi no había explicación que no tuviera una referencia a una cita apropiada de uno de los escritos de los antiguos sabios. ¿Hubo alguna obra que fuera más fundamental para su enseñanza?
            
R: El texto más importante del yoga, hasta donde mi padre sabía, siempre fue el Yoga Sūtra de Patañjali. En realidad, los demás textos eran útiles, pero no había ninguna duda sobre la relevancia del Yoga Sūtra. Otro texto que fue importante para él fue el Yoga Rahasya de Nathamuni. Ese texto contiene consejos sobre procesos prácticos, es un libro que se interesa más por la pregunta de cómo se puede adaptar el yoga a cada individuo. Por ejemplo, tiene mucha información detallada sobre la respiración en los āsanas . El Yoga Rahasya cuenta con una riqueza de información que no se da en el Yoga Sūtra. Además, el texto de Nathamuni pone mucho énfasis en bhakti, devoción a Dios. También, el Bhagavad Gītā es un excelente texto sobre yoga. Enfatiza la creencia de que el camino hacia el poder más alto, no significa que debemos negar o rechazar el cumplimiento de nuestras obligaciones en la vida. Esto es lo que hace único al Bhagavad Gītā. Nos dice que nuestra búsqueda no debe ser un vuelo por la vida. Este texto es muy significativo para las personas para quienes los Vedas son importantes. Relata de una manera fácil de entender y sorprendentemente adecuada, muchas de las cosas del Upaniṣads, contiene consejos sobre cosas como las técnicas de respiración y nutrición. En detalles como éste, el texto es mucho más claro y preciso que el Yoga Sūtra. Un texto como el Hatha Yoga Pradīpikā contiene mucha información buena, pero el texto esencial sigue siento el Yoga Sūtra de Patanjali. Entenderlo es una tarea por vida. Cada vez que se lee, uno puede ver algo más, algo diferente. Lo estudié ocho veces con mi padre y creo que él lo siguió estudiando toda su vida. Cada vez que lo veíamos juntos, decía algo nuevo sobre él. Su último comentario sobre este texto, escrito entre 1984 y 1986 contenía conceptos que nunca había expresado antes. En 1961, estudié con él el verso sobre nābhicakra.1 Pero, ācuánta información adicional sobre el cuerpo humano puso en su último comentario sobre este mismo verso! El Yoga Sūtra es un texto inspirado a todos los niveles, ya sean sobre el cuerpo, la respiración o la mente.
            
A pesar de que el Yoga Rahasya de Nathamuni se adentra con más detalle y énfasis en el tema de bhakti, el Yoga Sūtra fue el texto fundamental para Krishnamacharya.
Krishnamacharya y su familia.

P: Śrī Krishnamacharya fue un hombre de familia y tuvo seis hijos. ¿Puede decir algo sobre su vida familiar?
            
A: Mi padre fue una persona muy preocupada. Quería que todos nosotros hiciéramos yoga y supiéramos todo lo que él sabía. Simultáneamente, buscaba el tiempo para cuidar de nuestras necesidades. Lo recuerdo llevándonos al cine cuando yo tenía ocho años. Pero, nosotros, los niños, de alguna manera, estuvimos más cercanos a mi madre. Por lo general acudíamos a ella cuando necesitábamos algo.
           
 P: ¿Qué lugar ocupó el yoga en la familia?
            
R: Nos gustara o no todos hacíamos yoga. Todos practicábamos āsanas , incluidas mi madre y mis tres hermanas. Recuerdo haber visto a mi madre haciendo āsanas , prāṇāyāma y meditación cuando estaba embarazada de mi hermana la menor. Debo confesar que yo era por lo menos interesado. Sin embargo, cuando mi padre estaba cerca, fingía practicar āsanas . El mayor de mis hermanos era el experto.
Namagiriamma, esposa de Krishnamacharya demostrando mahāmudrā.

P: Contrario a las costumbres de aquellos tiempos, su padre promovió mucho el yoga para mujeres y su madre lo practicaba con regularidad.
            
R: Sí. No sé cómo aprendió tanto. Lo debió de haber tomado de mi padre cuando enseñaba en casa. En realidad nunca lo vi enseñarle, pero ella podía corregirnos todas nuestras prácticas. Se sabía los textos de memoria, a pesar de que no era muy instruida. Su hermana era adepta al yoga también. Acostumbraba acompañar a mi padre en sus giras de conferencias. Y mis hermanas lo ayudaban en sus clases; ahora mi hermana menor enseña yoga. Algunas de nuestras maestras son antiguas estudiantes de mi padre, inclusive mi esposa. Indra Devi, reconocida maestra americana de yoga, estudió con mi padre en 1937.
El joven Desikachar con su hermana y hermano demostrando bharadvājāsana en una conferencia pública.

P: Es interesante que su padre escogiera la vida familiar a la vida de un sannyāsin. ¿Cuál era su postura hacia los sannyāsin?
           
 R: Ser un sannyāsin significa entregarse por completo a un poder superior, a Dios. Creo que mi padre fue un gran ejemplo de eso. Nunca hubo ninguna duda de que sentía que él no era quien hacia las cosas. No creía tener ningún poder y que siempre era el poder de su maestro o de Dios el que trabajaba a través suyo. Siempre dijo que todo lo que decía y hacía venía de su maestro y de Dios. Nunca reclamó haber descubierto nada, sino que decía: “Nada es mío; todo viene de mi maestro y de Dios.” Para mí, eso es sannyāsa. No puedes ser un sannyāsin y al mismo tiempo decir que has descubierto algo por ti mismo. Ser un sannyāsin significa poner a los pies de tus maestros y de Dios todo lo que haces. Mi padre fue un ejemplo de esto. Quienes lo conocieron, a menudo lo vieron quitarle las sandalias a su maestro y ponérselas en la cabeza como una manera de decir que se sentía pequeño, más pequeño que las sandalias de su maestro. Creo que mi padre era un sannyāsin por excelencia, y aún así, también era un hombre de familia; nunca experimentó ninguna contradicción entre vivir con su familia y vivir en el verdadero espíritu de un sannyāsin.
            
Mi padre opinaba que Sannyāsa, en el sentido de usar túnicas naranjas y nunca permanecer mucho tiempo en un lugar, sino vagar y mendigar comida, ya no era apropiado en estos tiempos. Manu, uno de nuestros grandes eruditos, solía decir que en esta época de kaliyuga, sannyāsa se ha vuelto imposible. El maestro de mi padre le dijo que debía llevar una vida de familia y Nathamuni dice que la vida de familia es la parte más importante de nuestra existencia. Con eso no sólo quería decir tener hijos, sino vivir como lo hacen otros y tener responsabilidades. Aún el Upaniṣads no insiste en sannyāsa en el sentido formal de la palabra. El Bhagavad Gītā no le otorga gran valor a sannyāsa. En él, Arjuna descubre que debería involucrarse en la vida y no huir de sus obligaciones. A lo mejor, escoger la forma la sannyāsa es apropiado para quienes han efectuado todas las tareas que tienen que hacer en este mundo, pero no hay muchos así. Lo que se entendía de manera tradicional por el término sannyāsa, ya no es posible en nuestros días.
Krishnamacharya con sus nietos Bhushan y Kausthub y la madre de estos, Sra. Menaka Desikachar, en ocasión de su brahmopadeśam o ceremonia del hilo sagrado, 1983.

P: Estudió con su padre por más de veinticinco años. ¿Cómo llegó a ser su estudiante?
           
 R: Antes que nada, no es exacto decir que estudié con él por veinticinco años. Decir eso da la impresión que yo era como un estudiante de una universidad, donde todo el día se estudia. No. Viví con él veinticinco años de mi vida adulta y durante ese tiempo también estudié con él. De esta forma, estudiar con mi padre fue como ir a una ciudad en el extranjero y familiarizarme lentamente con el idioma, costumbre y hábitos de la gente de allí. Así es cómo aprendí de él. Me enseñó a entender los textos importantes como el Upaniṣads. Aprendí a recitar estos textos y a interpretarlos. Me decía qué tenía que estudiar y decidía qué debía yo enseñar. Por ejemplo, cuando yo estaba dudando en aceptar alguna invitación de la Unión Europea de Yoga, me dijo, “Ve a la conferencia de Suiza!” Así que fui. Me dijo que fuera y enseñara Krishnamurthi y así lo hice, y él me dijo cómo debería de hacerlo. Los aspectos más importantes de mi vida fueron vivir con él, estar con él, verlo, comer con él y demás. También estudié con él, así es como ahora puedo explicar cualquier cosa del Yoga Sūtra. Pero mis explicaciones contienen más de mi experiencia con él, la vida que compartí con él, que sus palabras en sí mismas. Para mí, todo esto ha sido un gran regalo. Todo sucedió en nuestra casa: sus tratamientos, sus enseñanzas, nuestra vida familiar, todo. Esa fue una parte esencial de mi “estudio” con él.
Krishnamacharya a los 100 años de edad con su hijo Desikachar.

P: ¿Cómo era su forma de enseñar? ¿Cómo le enseñó y qué aprendió de él?
            
R: Aprendí āsanas , pero sólo necesitaba trabajar en ellas más o menos seis meses. Tenía veinticinco años y era muy flexible. A menudo me llevaba a sus conferencias y yo tenía que demostrar los āsanas a la audiencia mientras que él explicaba los detalles en particular. Me dijo cómo tenía que realizarlos y yo hice lo que me dijo.
El joven Desikachar demostrando padma mayūrāsana en una conferencia pública.

Los āsanas no se me dificultaron y su práctica no formó parte importante de mi instrucción. Invertía mucho más tiempo estudiando los textos, aprendiendo a leer el pulso, trabajando con los enfermos y aprendiendo los principios importantes para enseñar yoga. Tuve que enseñar primero y después hacer preguntas. Por ejemplo, yo no sabía como enseñar yoga a una mujer embarazada, así que le pregunté y me aconsejó. Observaba a mis alumnos de cerca, al igual que mi trabajo con ellos. Nunca dudé en pedirle consejos y siempre me dio una respuesta, aún en 1989, año en que murió.
            
Cuando empecé a estudiar con él, algunas veces decía: “En este momento, no es correcto lo que estás enseñando.” Lo decía enfrente de los estudiantes, pero yo no me sentía avergonzado. Por el contrario, estaba feliz, porque así evitaría los errores. Mis estudiantes no eran postergados en lo más mínimo por hacer esto. Aún más, se consideraba de buena suerte ser aconsejado por el maestro. El bienestar de los estudiantes fue siempre fundamental para nuestra enseñanza y no tuve problemas para decirles que tendría que pedir consejo a mi padre porque yo no sabía lo suficiente. Y él fue siempre muy amable y me dijo qué se debía de hacer. Esta manera de enseñar requiere amabilidad por parte del maestro y mucha modestia y humildad por parte del estudiante. Puedo decir que vivir con él y tener la posibilidad de observarlo y experimentar su trabajo, tratarlo cuando estuvo enfermo, preparar sus alimentos y llevar a cabo otros rituales, todo esto, fue la verdadera instrucción del yoga que recibí de él.
Compartiendo un verso del Ramāyāna

Desde luego, también estaba el estudio de los textos, lo que me llevó más tiempo que la técnica de āsana, porque una vez que se entienden no hay nada más que decir sobre ellos. Los textos le dan el contenido de su práctica y hacen comprensible lo que usted está haciendo. Fue obligatorio el estudio de ciertos textos y aquí también, fue incuestionable la relación entre el maestro y el alumno. Primero tuve que aprender de memoria el texto que él escogía. Estos textos se recitan en una forma particular. Existen ciertas reglas y hay un juego que se hace al escucharlos y repetirlos mientras se aprenden. Sólo se explican hasta después de que se han aprendido de memoria y las explicaciones se dan de la manera en la que el maestro considera apropiada para cada alumno. Una instrucción como ésta sólo es posible cuando se vive con el maestro. Antes, ésta era la única manera en la que los maestros podían pasar los antiguos textos a otras personas.
            
P: Hoy en día no es fácil vivir tan estrechamente con su maestro, ¿qué podemos hacer?
            
R: Veo una gran diferencia entre la lucha de mi padre por seguir su camino y mi comodidad para aprender el yoga. Él dejó su casa y fue al norte, al Tíbet, muy lejos de su gente y su cultura, y permaneció allí por ocho años. Yo apenas tuve que dar unos pasos para recibir mi instrucción. Vivíamos en la misma casa. Al principio dividí mi tiempo entre el trabajo y el estudio. A lo mejor me perdí de algo al hacerlo de esta manera, pero así lo quiso mi padre.
            
Creo que hoy día no es necesario vivir con un maestro. Para poder encontrar un punto de referencia, sería mejor trabajar en nuestro propio ambiente y después reunirnos con nuestro maestro de vez en cuando. Es absolutamente necesario tener un punto de referencia. Necesitamos de alguien que pueda sostener un espejo frente a nosotros. De otra manera, pronto empezamos a pensar que somos perfectos y que lo sabemos todo. Esta relación personal no puede remplazarse con libros o videos. Debe hacer una relación, una relación verdadera, una que se base en la verdad.
            
P: ¿Nos puede decir algo sobre su relación con su maestro?
            
R: Mi padre fue mi maestro y era una persona adorable. Él era cincuenta años mayor que yo, así que había una gran diferencia entre nosotros. Su educación y antecedentes fueron muy diferentes a los míos, pero lo que más recuerdo es que siempre se ponía a mi nivel cuando trabajaba conmigo. Soy una persona de educación occidental y él, un maestro tradicional. Se dio cuenta de esta diferencia, así que adaptó sus enseñanzas a mí. Tomé eso como un gran ejemplo de lo que podemos hacer los maestros por los demás.
            
El hecho de que yo fuera su hijo nunca interfirió en la relación, aunque la relación entre un padre y un hijo es diferente a la de un maestro y su alumno. Vivíamos en la misma casa con todos nuestros familiares y otras personas. Fui un estudiante lento y hacía alguna tontería, aún así nunca me dijo que tuviera alguna carencia. Sólo tenía palabras de apoyo para mí, como “no tienes la experiencia que yo tengo” y pacientemente perseveraba conmigo.
            
P: ¿También había ahí una relación de padre/hijo?
            
R: Cuando era un maestro, era un maestro. Esperaba que yo llegara a tiempo. Si me pedía que me sentara, me debía de sentar. Esa es la tradición hindú. Tenía la habilidad para separar la relación de maestro de la de padre. También pasé mucho tiempo con él como su hijo, haciendo las cosas normales que realizan juntos padre e hijo.
Padre e hijo.

P: En estos días existe mucho interés en entender qué es el monismo. Algunos maestros dicen que es todo lo que uno necesita. ¿Cuál es la diferencia entre la manera en que enseñaba su padre y Advaita Vedānta?
            
R: Sobre el advaita, mi padre decía, y cito: “La palabra advaita tiene dos partes, a y dvaita.” Así que para comprender advaita debemos primero comprender dvaita. Es un concepto muy interesante. En otras palabras, para comprender advaita, monismo, uno debe primero comprender dvaita, dualismo. Debemos empezar con la realidad de nuestra situación. La mayoría de nosotros estamos en dualismo y tenemos que aceptar la dualidad y empezar desde ahí antes de que podamos llegar a ser uno, antes de que podamos conocer el monismo. Imagine: Si hubiera sólo uno, entonces no habría la palabra ni el concepto de advaita. Este en sí mismo implica dos. El yoga hace la mente humana. El yoga une a los dos y a través de esta unión los dos se vuelven uno. Eso es advaita. Así que el yoga es un escalón hacia advaita. Primero, deben reconocerse los dos y después unirse, de otra manera aun la idea de advaita se convierte en un objeto. En el momento en que digo que soy un Advaitin, estoy convirtiendo la palabra advaita en un objeto y origino una división en mi mismo. El yoga es el método y el acercamiento para hacer realidad esta gran realización. Por eso, el gran maestro de Advaita Vedāntahizo comentarios en el Yoga Sūtra, explicando la trascendencia del yoga y enfatizando la importancia de cosas tales como nāda (sonido) y bandha (un cuerpo cerrado). Habló del yoga como un medio importante para alcanzar esa meta llamada advaita.
            
P: Muchas de las organizaciones espirituales de la actualidad enseñan alguna forma de yoga, como parte de sus caminos recomendados. Pero muchas de estas prácticas yoga parecen ser muy diferentes a lo que su padre recomendaba, o parecen resaltar ciertos aspectos.
            
R: Lo que al final importa es lo que la persona percibe. Si alguna persona es más feliz a través de lo que proporcionan estas instituciones, entonces la afiliación es correcta para esa persona. Tengo buenos amigos que han recibido grandes beneficios por pertenecer a tales organizaciones. No son mis alumnos pero han aprendido a practicar el yoga a la manera de mi padre. Sus vidas en esas organizaciones se ha vuelto más ricas y brillantes a través de la práctica del yoga.
            
P: Existe una gran variedad de enseñanzas de prácticas yoga y hablan de muchas clases de yoga diferentes. ¿Por qué es esto?
            
R: Porque el yoga no es fijo. El yoga es creación. Sé que la forma en que usted enseña es diferente a la mía y mi manera de enseñar es distinta a la de mi padre. Todos tenemos diferentes experiencias, antecedentes y perspectivas acerca del yoga y del por qué el yoga es importante para nosotros. Así que no es una sorpresa que diversas personas encuentren diferentes cosas a través de la misma enseñanza del yoga. Aún dentro de nuestra institución de yoga, diferentes maestros enseñan en distintas formas, de acuerdo con sus perspectivas, prioridades e intereses en el yoga. El Yoga Sūtra dice que cada persona capta diferentes cosas de la misma enseñanza, basándose en su propia perspectiva. No hay nada malo en eso. Así es esto.
            
P: Parece un poco inusual, sin embargo, que varios maestros, todos ellos alumnos de su padre Krishnamacharya, tengan diferentes métodos de enseñanza.
            

R: Bueno, aquí tenemos dos preguntas: ¿Cuánto tiempo estuvieron en contacto con mi padre? Además ¿Cuánto tiempo estuvieron solos antes de que los llamaran a enseñar? Mi relación con mi padre fue muy larga. Lo observé dar clases en diferentes etapas de su vida, desde 1960 hasta casi el final de su vida. Enseñaba a las personas de diferentes maneras, de acuerdo a sus necesidades, su edad, su salud, etc. Esto me enseñó muchas cosas. Además, durante treinta años estuve expuesto a muchos aspectos de su enseñanza. Todos los días tenía lo verdadero ante mí y pude absorber muchos aspectos de su enseñanza y al mismo tiempo, siempre pude regresar a él con preguntas y estudios de casos. De esa forma me ayudaba con mi enseñanza. Tomemos su propio caso por ejemplo. Si tuviera algún problema de salud, me sería fácil ir con mi padre y pedirle ayuda. Así que tuve una gran orientación que otras personas, que ahora enseñan, no pudieron disfrutar. Cuando fueron invitados como maestros, encontraron otras formas de enseñanza, y eso está bien.
            
P: Se puede enseñar el yoga en grupo o debería ser siempre en forma individual?
            
R: Muchas cosas se pueden enseñar en grupo. A menudo, el grupo de apoyo puede ser de mucha ayuda para personas que comparten los mismos intereses o dificultades, como en el grupo de pacientes con operaciones de marcapasos, lo que les enseñamos aquí es el mandiram. Sin embargo, como decía mi padre, no somos magos y no es fácil manejar a muchas personas al mismo tiempo. En yoga, el propósito es traer algún cambio y el maestro es el punto de referencia. Uno siempre recuerda lo que le dijo su maestro, no lo que lee en el libro o lo que dijo en la clase, sino lo que le dijo a uno directamente. Uno necesita al maestro, la intimidad. El yoga es intimidad. No hay yoga entre uno y un millón; el yoga es entre dos: el maestro y el estudiante. En el Upaniṣads se establece esto en una forma maravillosa: en la educación, lo que se necesita primero es el maestro, lo segundo es el alumno. Lo que debe suceder entre ellos es el aprendizaje. La forma en que sucede, es a través de la enseñanza constante de lo que será relevante para el alumno. O sea, la educación.
            
P: Algunas veces el yoga se describe como una larga y ardua tarea para alcanzar una meta ¿Qué piensa usted?
            
R: Todo depende de cuál sea la meta. A menudo, las personas hacen yoga por alguna razón sencilla, y paso a paso progresan y se van involucrando más con las prácticas. Cada paso puede ser agradable, ajustado a su actual realidad. Como mi padre decía, si se va paso a paso, no habrá problemas. Disfrute cada paso. Tratar de saltar muchos pasos a la vez puede ser problemático.
            
P: ¿Cualquiera puede practicar el yoga?
            
R: Todo el que quiera puede practicar yoga. Todo el que tenga respiración; por lo tanto, cualquiera puede practicar el yoga. Pero nadie puede practicar todos los tipos de yoga. Tiene que ser el yoga correcto para cada persona. El alumno y el maestro se reúnen y deciden un programa que es aceptable y se acomoda a la persona.
            
P: Por todo el mundo hay muchos maestros a los que se les conoce como gurús. Muchos son de la India y otros no. Ahora existe un concepto general de la palabra gurú. Pero desde el punto de vista de la tradición yoga, ¿qué es un gurú?
            
R. Un gurú no es alguien que tiene seguidores. Un gurú es alguien que me puede mostrar el sendero. Suponga que estoy en el bosque y de alguna manera pierdo mi camino. Entonces, preguntaré a alguien “¿Es éste el camino a casa?.” Esa persona podría decir. “Sí, sigue esta senda.” Yo le digo. “Gracias” y continúo mi camino. Ese es un gurú.
            
Hoy existe la idea general de que el gurú tiene seguidores y que sus alumnos lo siguen como al flautista de Hamelín. Eso no está bien. El verdadero gurú te muestra el camino. Tú sigues tu camino y entonces te encuentras solo, porque conoces tu lugar y estás agradecido. Claro está que siempre puedo estar agradecido con mi gurú y disfrutar la relación, pero no tengo que seguirlo a donde vaya, porque entonces no estaré en mi propio lugar. Seguir el destino del gurú es otra forma de perderse. El concepto del yoga svadharma significa “tu propio dharma” o “tu propio camino.” Si tratas de hacer el dharma de alguien más, habrá problemas. El gurú te ayuda a encontrar tu propio dharma.
Niños practicando āsanas en el Krishnamacharya Yoga Mandiram

P: ¿Su padre era un gurú?
            
R. Nunca lo dijo, pero para muchas personas lo era.
            
P: ¿Por qué nunca dijo eso de sí mismo?
            
R: Esa es una pregunta delicada, pero como era mi padre, puedo decírselo. El gurú no es aquel que dice “soy el gurú.” Existen magníficas historias en el Upaniṣads, del gurú que, rechazaba la idea de enseñar. Una de las cualidades de una persona íntegra y sabia es que no necesita decir “soy íntegro, soy sabio”: No hay necesidad de decirlo. La persona conoce el camino y él o ella lo conocen. Es simple. La humildad es una de las cualidades de una persona íntegra, no hay nada que probar a nadie. Mi padre fue así.

P: En 1976 se fundó en Madrás el Krishnamacharya Yoga Mandiram. ¿Qué trabajos realizan allí?
            
R: En esencia, hacemos tres cosas: la primera, estamos disponibles para todo el que busque ayuda. Entre los que vienen a nosotros hay personas que tienen problemas o que están enfermos. Esto sigue la tradición de mi padre; durante toda su vida de maestro, personas que sufrían de todo tipo de enfermedades le pedían consejo y ayuda una y otra vez. No fue nuestra intención que este enfoque de trabajo con los enfermos fuera a convertirse en una gran parte de las actividades de mandiram, pero ahora el Departamento de Salud nos reconoce como una institución.
            
La segunda, ofrecemos instrucción a todo el que lo solicite. Si alguien quiere conocer el yoga, puede venir y aprenderlo aquí. Por instrucción no quiero decir sólo la de los āsanas , sino que en el Mandiram se incluye el aprendizaje sobre toda la herencia espiritual y cultural de la India. Damos clases de recitación de los textos vedas y hay clases de importantes textos antiguos como el Upaniṣads, el Yoga Sūtra y el Yoga Rahasya.
            
La tercera área en la que trabajamos es en la investigación y los proyectos de estudio. Más por azar que por otra cosa, hemos empezado a preguntarnos cómo se pueden investigar más de cerca los diversos aspectos del yoga. Lo estamos haciendo con el propósito de realizar nuestro trabajo, de una manera o de otra, más comparable con otros sistemas. Por ejemplo, realizamos investigaciones sobre el tratamiento del dolor de espalda y sobre nuestro trabajo con personas mentalmente discapacitadas. Otro proyecto en el cual estamos trabajando es cómo presentar al público las enseñanzas de mi padre. 

Extraído del libro "El corazón del Yoga" de T K V Desikachar



EL CORAZÓN DEL YOGA
TKV DESIKACHAR

Índice


8 ago 2012

Biografía de Sri T. Krishnamacharya

 
SRI TIRUMALAI KRISHNAMACHARYA
18 de noviembre de 1888 - 3 de noviembre de 1989

Quizá nunca hayas escuchado hablar de el, pero es posible que Tirumalai Krishnamacharya haya influenciado e incluso inventado tu Yoga. Ya sea que practiques las series dinámicas de Pattabhi Jois, el refinado alineamiento de B.K.S. Iyengar, las posturas clásicas de Indra Devi o el Vinyasa del ViniYoga hecho a tu medida, tu practica se origina en la misma fuente: un bramin de un metro cincuenta y cinco nacido hace mas de cien años en una pequeña aldea del sur de la India.

No cruzo jamás ningún océano, pero el Yoga de Krishnamacharya se ha esparcido por toda Europa, Asia y las Américas. Es difícil encontrar hoy día una tradición yoguica cuyas asanas no haya influenciado. Aun cuando aprendas de algún yogui apartado ahora de las tradiciones asociadas con Krishnamacharya, es bastante probable que tu maestro haya estudiado previamente el método Iyengar, Ashtanga, o Viniyoga antes de desarrollar su propio estilo. Rodney Yee, que aparece en numerosos y populares videos, estudio por ejemplo, con Iyengar. Richard Hittleman, un conocido yogui de la T.V. de los años 70 estudio con Devi. Otros profesores han incorporado enseñanzas de varios estilos basados en Krishnamacharya, creando a su vez métodos particulares tales como el White Lotus Yoga de Ganga White y el ISHTA Yoga de Manny Finger. La mayoría de los profesores incluso de estilos no directamente relacionados con Krishnamacharya – Sivananda y Bikram yoga, por ejemplo - han sido influenciados por algunos aspectos de las enseñanzas de Krishnamacharya.

Muchas de sus contribuciones han sido integradas de tal modo en el tejido de la tela del Yoga que, la fuente ha sido olvidada. Se dice que Krishnamacharya es responsable del moderno énfasis en Shirshasana (paro de cabeza) y Sarvangasana (equilibrio sobre los hombros). Fue pionero en el refinamiento de las posturas, en optimizar sus secuencias y en atribuir valor terapéutico a asanas especificos. Al combinar pranayama y asanas, hizo de las posturas una parte integral de la meditación, en lugar de ser un paso en el camino que a ella conduce.

En efecto, la influencia de Krishnamacharya se puede apreciar, mas nítidamente, en el énfasis en la practica de asanas, que ha llegado a ser la rubrica del Yoga de hoy. Probablemente no ha existido otro yogui que haya desarrollado tan deliberadamente las practicas físicas.

En el proceso, transformo el Hatha – que era un oscuro riachuelo del Yoga – en su cauce principal. El resurgimiento del Yoga en India le debe muchísimo a sus innumerables tours y demostraciones, durante los años 30 y también a sus cuatro más famosos discípulos – Jois, Iyengar, Devi y a su propio hijo T.K.V. Desikachar, que han jugado un enorme rol en la popularización del Yoga en Occidente.

Recuperando las raíces del yoga
Krishnamacharya sigue siendo un misterio, incluso para su propia familia. Nunca escribió sus memorias o se atribuyo alguna de sus numerosas innovaciones. Su vida esta envuelta en mito. Aquellos que lo conocieron bien ya son demasiado ancianos. Y si perdemos sus recuerdos, corremos el riesgo de perder mucho mas que la historia de uno de los hombres mas notables del yoga, corremos el riesgo de perder la visión de la historia de esta vibrante tradicion que hemos heredado.

Es curioso ver como la evolución de la personalidad de este hombre multifacético influencia el Yoga que practicamos hoy día. Krishnamacharya comenzó su carrera como profesor perfeccionando su estricta e idealista versión del hatha yoga. Y, a medida que la corriente de la historia lo fue forzando a adaptar, se transformo en uno de los mas grandes reformadores del Yoga.

Algunos de sus estudiantes lo recuerdan como un maestro riguroso y volátil, B.K.S. Iyengar decia que Krishnamacharya podría haber sido un santo ni no hubiese sido tan egocéntrico y tenido tan mal genio. Otros lo recuerdan como un gentil mentor que valoraba sus individualidades.

Desikachar, por ejemplo, describe a su padre como una persona amable que a menudo, colocaba sobre su cabeza las sandalias de su difunto guru, en un acto de humildad.

Ambos hombres continúan siendo totalmente leales a su guru, aun cuando lo conocieron en diferentes etapas de su vida, es como si recordaran a dos personas diferentes. Es posible apreciar todavía en los tonos disonantes de las tradiciones que el inspiro, características aparentemente opuestas, algunas suaves, algunas estrictas, cada una atrayendo personalidades diferentes y agregando profundidad y variedad a nuestra practica de Yoga, todavía en desarrollo.

Krishnamacharya de joven recibiendo
su diploma
Emergiendo de las sombras
El mundo del yoga que Krishnamacharya heredo a su nacimiento, en 1888, era bastante diferente al de hoy. El yoga había perdido mucha fuerza debido a las presiones del régimen colonial británico. Solo un pequeño grupo de hindúes lo practicaba. Pero, a mediados del siglo diecinueve y comienzos del veinte, movimientos revitalizadores hindúes insuflaron nueva vida en la tradición india.

De joven, Krishnamacharya se sumergió en el aprendizaje de diversas disciplinas clásicas hindúes, incluyendo el idioma sánscrito, rituales, leyes, medicina india básica. Con el tiempo, iba a canalizar este amplio bagaje de conocimientos hacia el estudio del Yoga, en donde sintetizaría la sabiduría hindú de estas tradiciones.

Según notas biográficas escritas por Krishnamacharya cerca del termino de su vida, su padre lo habría iniciado en el Yoga a la edad de cinco años, época en que comenzó a enseñarle los Yoga Sutras de Patanjali, y le dijo que su familia descendía de un respetado yogui del siglo IX, Nathamuni. Aunque su padre murió antes de que Krishnamacharya alcanzara la pubertad, inculcó en su hijo una gran sed por el conocimiento y el deseo especifico de estudiar Yoga. En otro manuscrito Krishnamacharya escribió, que cuando todavía era un mocoso, aprendió 24 asanas de un Swami de Sringeri Math, el mismo templo que vio nacer el linaje de Shivananda Yogananda. Luego, a la edad de 16 años, hizo un peregrinaje al santuario de Narhamuni, en Alvar Tirunagari, donde se encontró, en una extraordinaria visión, con su legendario antepasado.

Tal como siempre contó esta historia, se encontró con un anciano en la puerta del templo, quien le indico con el dedo un bosquecillo de mangos que había por ahí cerca. Krishnamacharya camino hacia el bosquecillo donde se desplomo de cansancio. Cuando volvió en si y se levanto, noto que se habían reunido a su alrededor varios yoguis. Su antepasado Nathamuni le canto versos de Yogarahasya (en sánscrito, La esencia del Yoga), un texto perdido hacia mas de mil años. Krishnamacharya lo memorizo y posteriormente lo transcribió.

Las semillas de muchas innovaciones en las enseñanzas de Krishnamacharya se pueden encontrar en este texto, disponible ahora en una versión en ingles (Yogarahasya, traducido por T.K.V. Desikachar, Krishnamacharya Yoga Mandiram, 1998). Aun cuando la historia del autor pudiese aparecer rebuscada, apunta a un importante rasgo de la personalidad de Krishnamacharya: Nunca se atribuyo originalidad. En su versión, el Yoga es divino. Todas sus ideas, originales o no, se las atribuyo a los antiguos textos, o bien a su guru.

Después de su experiencia en el santuario de Nathamuni, Krishamacharya continuo la exploración de una panoplia de disciplinas clásicas indias, obteniendo diplomas en filosofía, lógica, divinidad y música. Practicó Yoga a partir de los conocimientos rudimentarios, obtenidos en los textos y en alguna entrevista ocasional con algún yogui, pero siempre anhelaba estudiar mas profundamente, como le había recomendado su padre. Un profesor universitario lo vio practicando sus asanas y le recomendó que buscara un maestro llamado Shri Ramamohan Brahmachari, uno de los pocos hatha yoguis que todavía quedaban. Sabemos poco sobre Brahmachari, excepto que vivía en una remota cueva con su esposa y tres hijos. Krishnamacharya cuenta que paso siete años con su profesor memorizando los yoga Sutras de Patanjali, aprendiendo asanas y pranayama, y estudiando los aspectos terapéuticos del Yoga. Durante su aprendizaje. Krishnamacharya dice haber dominado 3000 asanas desarrollando algunos de sus mas notables talentos, como detener el pulso. A cambio de la instrucción, Brahnmachari le pidió a su leal pupilo que retornara a su ciudad a enseñar Yoga y a establecer una familia.

La educación de Krishnamacharya le habría permitido conseguir una buena posición en cualquier prestigiosa institución, pero el renunció a esas oportunidades y prefirió honrar la promesa que le había hecho a su mentor. Y, a pesar de todo su entrenamiento, Krishnamacharya regreso a la pobreza. En los años de 1920 enseñar Yoga no era remunerativo. Los estudiantes eran pocos, y Krishnamacharya tuvo que aceptar un trabajo como capataz en una plantación de café. Pero, en sus días libres, viajaba por la provincia haciendo discursos y demostraciones de Yoga.

Krishnamacharya hizo uso de los siddhis, las capacidades sobrenaturales del cuerpo yoguico, para popularizar el Yoga. Estas demostraciones – destinadas a despertar el interés de una tradición moribunda incluían el suspender el pulso, detener vehículos con sus manos, el hacer posturas inverosímiles y levantar objetos pesados con sus dientes. Pensó que para enseñar Yoga, primero tenia que atraer la atención del publico.

Videos de demostraciones de Krishnamacharya

Por medio de un matrimonio arreglado, Krishnamacharya honro la segunda petición de su guru. Los antiguos yoguis eran ascetas que vivían en el bosque sin hogar ni familia. Pero el guru de Krishnamacharya quería que el aprendiera la vida de familia y que enseñara Yoga que sirviera al ciudadano común. Al comienzo esto resulto ser mas difícil de lo imaginado. La pareja vivía en tal pobreza que Krishnamacharya solo tenia un taparrabos, un retazo de genero del sari de su esposa. Mas tarde recordaría este periodo como el mas duro de su vida, pero las dificultades solo lograron endurecer aun mas su inquebrantable resolución de enseñar Yoga.

El desarrollo del Vinyasa Yoga
En el Yogashala con sus alumnos jovenes en el palacio del Maharajá
en Mysore
La fortuna de Krishnamacharya mejoro cuando en 1931 recibió una invitación para enseñar en el Sanskrit College de Mysore. Allí recibió un buen salario y la posibilidad de dedicarse por completo a la enseñanza del Yoga. La familia gobernante de Mysore, por mucho tiempo, había promovido todas las formas de arte autóctono, apoyando e inyectando nuevo vigor a la cultura india. Por mas de un siglo ya había patrocinado el Hatha Yoga y la biblioteca contenía las mas antiguas compilaciones ilustradas de asanas que ahora son conocidas: Sritattvanidhi (traducidas al ingles por el erudito en sánscrito Mormas E. Sjoman en The Yoga Tradition of the Mysore Palace, Adhinav Publications, New Delhi, 1999).

Durante las dos décadas siguientes el Maharajá de Mysore ayudo a Krishnamacharya a promover el Yoga a través de la india, financiando demostraciones y publicaciones. Siendo diabético el Maharajá sintió fuertemente la relación entre yoga y la recuperación de la salud, y Krishnamacharya dedicó mucho tiempo a desarrollar esta conexión. El puesto de Krishnamacharya en el Sanskrit College no duro mucho.

Krishnamacharya y sus jóvenes alumnos

Era demasiado estricto y sus alumnos se quejaron. Como al Maharajá le gustaba Krishnamacharya y no quería perder su amistad y consejo, le propuso una solución: le ofrecio la sala de gimnasia del palacio para que iniciara su propia escuela de Yoga, Yogashala.

Así empezó uno de los periodos mas fértiles de Krishnamacharya. Durante este tiempo desarrollo lo que hoy se conoce como Ashtanga Vinyasa Yoga.

En el Yogashala con sus alumnos jovenes en el palacio del Maharajá
en Mysore
Como los pupilos de Krishnamacharya eran en su gran mayoría jóvenes activos, adapto técnicas de Yoga, gimnasia y lucha india, para desarrollar las secuencias dinámicas de asanas cuyo propósito era conseguir un insuperable estado físico. Este estilo de Vinyasa utiliza los movimientos de Surya Namaskar (saludo al sol) para entrar y salir de cada asana. Cada movimiento se coordina con una forma especial de respirar y drishti, o enfoque de los ojos en ciertos puntos, lo que ayuda a la concentración meditativa. Con el tiempo Krishnamacharya estandarizo las secuencias de posturas en tres series: primarias, intermedias y avanzadas. Los estudiantes eran agrupados de acuerdo a su experiencia y habilidad, teniendo que memorizar cada secuencia antes de avanzar a la siguiente.

Aun cuando Krishnamacharya desarrollo esta forma de practicar Yoga durante la década de 1930, permaneció prácticamente desconocida en occidente por casi 40 años. Recientemente se ha transformado en una de las formas de Yoga mas populares, gracias al trabajo de uno de sus mas leales y famosos discípulos: K. Pattabhi Jois.

Pattabhi Jois conoció a Krishnamacharya en sus tiempos difíciles, antes de los años en el palacio de Mysore. Era un robusto niño de 12 años cuando asistió a una de las charlas de Krishnamacharya.
Pattabhi Jois

Intrigado por la demostración de asanas le pidio a Krishnamacharya que le enseñara Yoga. Las lecciones empezaron al día siguiente, horas antes de que sonara la campana de la escuela y continuaron cada mañana por tres años hasta que Jois tuvo que abandonar su hogar para entrar en el Sanskrit College. Cuando Krishnamacharya acepto el puesto de profesor en ese College, dos años mas tarde, Pattabhi Jois, desbordando de alegría reanudo sus lecciones de Yoga.
Jois conservo una inmensa cantidad de recuerdos de los años que estudio con Krishnamacharya. Durante décadas ha mantenido el trabajo que le dejo Krishamacharya con gran devoción, refinando las secuencias de asanas sin inflingirles modificaciones sustanciales, tal como un violinista clásico pudiera matizar la melodía de un concierto de Mozart, sin cambiar una nota. Jois, a menudo ha dicho que el concepto de vinyasa se origino en un antiguo texto llamado Yoga Kuruntha.

Desgraciadamente, el texto desapareció, nunca nadie lo ha visto. Existen tantas historias sobre su descubrimiento y contenido que uno se cuestiona su autenticidad. Cuando se le preguntó a Jois si el había alguna vez leído el texto, respondió: " No, solo Krishnamacharya". Enseguida le resto importancia a la escritura, indicando varios otros textos que, también dieron forma al Yoga que aprendió de Krishnamacharya, incluyendo el Hatha Yoga Pradipika, los Yoga Sutras, el Baghavad Gita.

Cualquiera fuesen las raíces del Ashtanga Vinyasa Yoga, hoy es uno de los mas influyentes componentes del legado de Krishnamacharya. Quizás, este método, originalmente diseñado para los jóvenes, nos muestra un camino mas amigable hacia una espiritualidad mas profunda en una cultura que valora la energía y lo externo mas que lo interno. En las ultimas tres décadas un numero creciente de yoguis se ha sentido atraído a su precisión e intensidad. Muchos de ellos han hecho el peregrinaje a Mysore, donde Jois todavía enseña.

Rompiendo una tradición
Aunque, Krisnamacharya le enseño a niños y jóvenes en el palacio de Mysore, sus demostraciones publicas atrajeron a diversas congregaciones. Disfrutaba del desafío de presentar el Yoga a públicos con diferente formación y educación. En sus frecuentes tours, que él llamaba viajes propagandísticos, introdujo el yoga entre los soldados británicos, los Maharajas musulmanes y los indios de todas las religiones credos.

Krishnamacharya siempre enfatizaba que el Yoga era para todos, y adecuaba sus enseñanzas para asi respetar las creencias de sus estudiantes. Pero mientras pasaba por alto las diferencias culturales, religiosas y de clases, siempre mantuvo una actitud patriarcal hacia las mujeres. El destino sin embargo, le hizo una jugada: El primer estudiante que llevó su Yoga al escenario mundial pidió ser admitida vistiendo un sari… ¡ Y además era occidental!
Krishnamacharya con Indra Devi

La mujer, que llego a ser conocida como Indra Devi (nacida en Zhenia Labunskaia, en la Latvia pre-soviética) era amiga de la familia real de Mysore. Después de ver una de las demostraciones de Krishnamacharya, pidió ser admitida como estudiante. Al comienzo ni extranjeros ni mujeres eran aceptados. Pero Devi insistió, persuadiendo al Maharajá que intercediera en su favor con este bramin. De mala gana Krishnamacharya inicio las clases, sometiéndola a una estricta dieta y a un difícil régimen de enseñanza destinado a quebrar su voluntad. Ella paso cada desafió impuesto por Krishnamacharya, llegando a ser amiga de el y ejemplar estudiante.

Después de un año de aprendizaje, Krishnamacharya le pidió que enseñara Yoga. Le pidió que trajera a las clases un cuaderno y paso con ella varios días dictándole sus conocimientos sobre como enseñar el Yoga, sobre dieta y pranayama. Inspirada en estas enseñanzas, escribió mas tarde el libro best seller sobre Hata yoga, Forever Young, Forever Healthy (Prentice Hall, Inc., 1953). Años después de haber estudiado con Krishnamacharya, Devi fundó la primera escuela de Yoga en Shangai, China, donde Madame Chiang Kai-shek fue una de sus alumnas.

Posteriormente logro convencer a los lideres soviéticas de que el yoga no era una religión y asi pudo abrir las puertas de la Unión Soviética al Yoga, donde hasta entonces era ilegal. En 1947 se traslado a Estados Unidos. Viviendo en Hollywood llego a ser conocida como La primera Dama del yoga, atrayendo a estudiantes como Marilyn Monroe, Elizabeth Arden, Greta Garbo y Gloria Swanson. Gracias a Devi, Krishnamacharya pudo disfrutar de su primera exposición internacional.

Aunque estudió con Krishnamacharya durante el periodo de Mysore, el Yoga que enseño Indra Devi tiene poco en común con el Ashtanga vinyasa de Jois.

El altamente personalizado estilo de Devi siempre se ha mantenido en sus enseñanzas, este es un estilo suave. Aunque su estilo no utiliza Vinyasa, usa el principio de las secuencias de Krishnamacharya de manera que sus clases recorren un camino – empezando con posturas de pie, progresando hacia un asana central seguido de posturas complementarias y terminando con relajación. De la misma forma que ocurrio con Jois, Krishnamacharya le enseñó a combinar pranayama y asanas. Los estudiantes de su linaje todavía practican, cada postura con una forma determinada de respirar.














Devi agrego, además, un aspecto devocional a su trabajo que llamo Sai yoga. La postura principal de cada clase incluye una invocación de manera que el foco de cada práctica contiene una meditación en la forma de una oración ecuménica. Aunque ella misma desarrolló este concepto, pudo ya haber estado presente en forma embriónica, en las enseñanzas que recibió de Krishnamachara. En sus últimos años, Krishnamacharya también recomendó cantos devocionales dentro de la practica de asanas.

En la actualidad, acercándose a los 103 años, Devi recibe cada tarde estudiantes en uno de sus seis centros de Buenos Aires, Argentina. Y hasta hace tres años atrás, todavía enseñaba posturas. Bien entrada en sus noventa años, continuo viajando por el mundo, llevando la influencia de Krishnamacharya a mucha gente en Norte y Sudamérica. Su impacto en los Estados Unidos se diluyo cuando ella se traslado a vivir a Buenos Aires, en 1985, pero su prestigio en Latinoamérica se extiende mucho mas allá de la comunidad argentina del Yoga.

Tendrás dificultades en encontrar a alguien en Buenos Aires que no haya escuchado hablar de ella. Se contacto con todos los estratos de la sociedad latina. Las seis escuelas de Yoga de Devi, imparten 15 clases de asanas el día y los graduados de su curso de formación de profesores, que dura cuatro años, reciben un certificado internacionalmente reconocido que equivale a un grado pre-universitario.

Instruyendo a Iyengar
Durante el periodo en que Krishnamacharya les enseñaba a Devi y a Jois, brevemente también le enseño a un niño llamado B.K.S. Iyengar, quien creció para jugar, probablemente, el rol más significativo, en introducir el Hatha yoga en Occidente. Es difícil imaginar como habría sido el Yoga que practicamos hoy día sin la contribución de Iyengar, en especial su detallada, precisa y sistemática ejecución de cada asana, su investigación sobre las aplicaciones terapéuticas y su diferenciación por niveles, el riguroso sistema de entrenamiento que ha producido tantos profesores influyentes.
Iyengar
También es difícil saber cuanto influenció su desarrollo posterior el entrenamiento que recibió de Krishnamacharya. Aunque intenso, el tiempo que paso junto a su maestro, fue corto: solo un año.













Además de inculcar en Iyengar devoción por el Yoga, quizá, planto también las semillas que mas tarde germinarian en el yoga de Iyengar. (Algunas de las características por las cuales es conocido hoy día particularmente las modificaciones a las posturas y sus usos terapéuticos son muy similares a las que Krishnamacharya desarrollo en su trabajo de los últimos años). Posiblemente cualquier investigación profunda en el Hatha yoga produce resultados similares. De cualquier modo, Iyengar siempre ha idolatrado el guru de su niñez. Todavía dice: " Soy solo un pequeño modelo en Yoga, mi guru fue un gran hombre".

Al comienzo, el porvenir de Iyengar no era claro. Cuando Krishnamacharya lo invitó a vivir en su hogar - la esposa de Krishnamacharya hermana de Iyengar – predijo que el poco flexible adolescente no tenia futuro en el yoga. De hecho, lo que cuenta Iyengar de su vida con Krishnamacharya suena como una novela de Dickens. Krishnamacharya podía ser un profesor estrictísimo. Al comienzo casi no se tomo la molestia de enseñarle a Iyengar, quien se pasaba la mayor parte del tiempo regando el jardín y haciendo todo tipo de tareas menores. El único amigo que tenía era su compañero de habitación, un niño llamado Keshavamurty, que era el favorito de Krishnamacharya. Una extraña jugada del destino hizo que un día desapareciera Keshavamurthy para nunca mas volver. Solo faltaban días para una importante demostración en el Yogashala y Krishamacharya, naturalmente, confiaba en su pupilo estrella para que demostrara los asanas. Enfrentando a esta crisis, Krishnamacharya rápidamente comenzó a entrenar a Iyengar en una serie de complicadas posturas.

Iyengar practico, en forma diligente, y el día de la demostración sorprendió a Krishnamacharya con una excepcional actuación. Después de esto, Krishnamacharya comenzó la instrucción de su pupilo con renovado vigor. Iyengar progreso rápidamente y empezó también a asistir a Krishnamacharya en sus clases en el yogashala y a acompañarlo en tours. Krishnamacharya continuó sin embargo su autoritario estilo de instrucción. En una oportunidad cuando Krishnamacharya le ordenó que hiciera hanumanasana, (apertura completa de piernas, split), Iyengar se quejo de que nunca había hecho es postura antes.

¡Hazlo! Le grito Krishnamacharya. Iyengar lo hizo desgarrándose los músculos de la corva.
Iyengar y Patthabi Jois

Su corto aprendizaje termino abruptamente. Después de una demostración de Yoga en el norte de la provincia de Karnataka, un grupo de mujeres le pidió a Krishnamacharya que les enseñara. Krishnamacharya eligió a Iyengar, su estudiante mas joven, para que impartiera esa clase. En esa época las clases eran segregadas, es decir, las mujeres estudiaban separadamente de los hombres. Iyengar impresiono a las mujeres con su forma de enseñar. Y, a pedido de ellas, Krishnamacharya designo a Iyengar como su instructor.

Enseñar fue una promoción para Iyengar, pero no contribuyo mayormente a mejorar su situación. Enseñar yoga era todavía una profesión marginal. A veces, recuerda Iyengar, comía solo un plato de arroz cada tres días, sustentándose solamente con agua. Pero se entrego en cuerpo y alma al yoga. De hecho, Iyengar dice que era tal su obsesión por el yoga que, algunos vecinos y miembros de la familia creyeron que había enloquecido. Practicaba durante horas, usaba pesadas piedras para forzar sus piernas en Baddha Konasana (sentado con las plantas de los pies juntas) o bien doblándose hacia atrás sobre un rodillo compactador de cemento para mejorar su Urdhva Dhanurasana (la araña).

Preocupado por su bienestar, el hermano de Iyengar arregló su matrimonio con una joven de 16 años llamada Ramamani. Afortunadamente, Ramamani respetaba su trabajo y llego a ser una compañera muy importante en su investigación de asanas.

Varios ciento de millas alejado de su guru, la unica forma que tenia Iyengar de aprender mas sobre asanas, era explorar con su propio cuerpo y analizar los efectos. Con la ayuda de Ramamani, Iyengar refinó y mejoró las asanas que aprendió de Krishnamacharya.

Al igual que Krishnamacharya, a medida que Iyengar ganaba estudiantes, iba adaptando y modificando las posturas para satisfacer sus necesidades. Y también, al igual que Krishnamacharya, Iyengar nunca dudo cuando tuvo que innovar. En gran medida, abandonó el estilo Vinyasa de su mentor. En cambio, al desarrollar cada postura, constantemente investigó la naturaleza del alineamiento interno, considerando los efectos de cada parte del cuerpo, incluso la piel. Debido a que muchos de los estudiantes que vinieron a el estaban en peores condiciones físicas que los jóvenes estudiantes de Krishnamacharya, Iyengar tuvo que aprender a desarrollar elementos especiales (elementos de ayuda como bloques de madera, cinturones de algodón, la pared) para ayudarles. Y, como alguno de sus estudiantes estaban enfermos, Iyengar empezó a desarrollar asanas como herramienta de curación, creando programas terapéuticos específicos.

Adicionalmente, Iyengar empezó a ver el cuerpo como si fuera un templo y las asanas, como las oraciones. El énfasis de Iyengar en los asanas no siempre gusto a su maestro.

Aunque en las celebraciones de los 60 años de Iyengar, Krishnamacharya elogió las aptitudes de Iyengar en la práctica de asanas, le sugirió que ya era tiempo que se enfocara más hacia la meditación.

A través de las decadas de los años 30, 40 y 50, la reputación de Iyengar como maestro y como terapeuta continúo creciendo. Obtuvo estudiantes famosos y respetados, tales como el filosofo Jiddhu Krishnamurti y el violinista Yehudi Menuhin, quienes lo ayudaron a atraer estudiantes occidentales. En los años 60 el Yoga estaba formando parte de la cultura mundial, e Iyengar estaba siendo reconocido como uno de sus principales embajadores.

Sobreviviendo los años difíciles.
Aun cuando sus estudiantes prosperaban y difundían su evangelio yoguico, Krishnamacharya volvió a encontrarse con tiempos difíciles. Ya en 1947 el número de alumnos había bajado, considerablemente, en el Yogashala.
Según Jois, solo quedaban tres alumnos. El patrocinio gubernamental también se había terminado, India había obtenido su independencia los políticos que reemplazaron a la familia real de Mysore tenían poco interes en el Yoga.













Krishnamacharya lucho por mantener viva la escuela, pero en 1950 tuvo que cerrar. Un Krishnamacharya de 60 años se vió en la situación de tener que empezar todo de nuevo.

A diferencia de algunos de sus protegidos, Krishnamacharya no tuvo la fortuna de disfrutar de los beneficios de la creciente popularidad del Yoga.

Continuó estudiando, enseñando y desarrollando su Yoga en casi total oscuridad. Iyengar estima que este período solitario , cambió la disposición de Krishnamacharya. Según Iyengar, Krishnamacharya podía permanecer distante bajo la protección del Maharajá de Mysore. Pero entregado a si mismo, obligado a conseguir sus propios estudiantes, tuvo mas motivación para adaptarse a la sociedad y desarrollar mayor compasión.

Asi fue como, en 1950, cuando Krishnamacharya luchaba por conseguir trabajo, debió aceptar un puesto de profesor en Mysore, en el Vivekananda College de Chennai. Nuevos estudiantes aparecieron, incluyendo gente de diferentes profesiones, estratos sociales y en variadas condiciones de salud.

Krishnamacharya tuvo que ingeniárselas para inventar nuevos métodos de enseñanza. Y, a medida que iban apareciendo estudiantes con menos aptitudes físicas algunos incluso con incapacidades, Krishnamacharya debió adaptar las posturas para satisfacer las necesidades de cada uno.

Por ejemplo, instruía a un alumno que hiciera Paschimottanasana, (sentado con el cuerpo doblado hacia delante) con las rodillas estiradas para estirar los ligamentos de la corva, mientras que hacia hacer la misma postura a otro estudiante, pero con las rodillas dobladas. Del mismo modo, modificaba la respiración de acuerdo a las necesidades de sus alumnos, a veces reforzando el abdomen poniendo mayor énfasis en la exhalación otras, en la espalda, poniendo énfasis en la inhalación.

Krishnamacharya variaba la duración, frecuencia y las secuencias en los asanas para ayudar a los estudiantes a alcanzar metas especificas de corto plazo, como recuperarse rápidamente de una enfermedad. Y , a medida que los alumnos progresaban, los ayudaba a refinar las posturas hasta conseguir la forma ideal. En su estilo particular, Krishnmacharya ayudaba a sus estudiantes a evolucionar de un Yoga que se adaptaba a sus limitaciones individuales, a un Yoga que maximizaba sus habilidades. Este enfoque, que hoy día se conoce con el nombre de Viniyoga, se convirtió en la marca registrada de la enseñanza de Krishamacharya en sus décadas finales.
Enseñando

Krishnamacharya parecía siempre dispuesto a ampliar estas técnicas a casi cualquier estado de salud que presentara un desafió. En una oportunidad, un doctor le pidió que le ayudara con un paciente que había tenido un infarto cerebral.


Krishnamacharya manipuló los miembros sin vida del paciente poniéndolos en diferentes posturas, una especie de yogaterapia. Y como con muchos estudiantes de Krishnamacharya, la salud de esta persona mejoró, y también la fama de Krishnamacharya como terapeuta.

Fue la reputación de terapeuta la que atraería al último, y uno de sus mayores discípulos. Pero en ese tiempo, nadie -y menos Krishnamacharya – sospecharía que su hijo, T.K.V. Desikachar, llegaría a ser un famoso yogui, el que traspasaría del mundo del Yoga occidental, la linea completa de las enseñanzas de su padre, en especial la de los últimos años.

Manteniendo la llama viva.
Aunque nacido en una familia de yoguis, Desikachar nunca sintió el deseo de continuar con la tradición. De niño, se alejaba de su padre cuando este le pedía que hiciera asanas. Krishnamachatya lo agarró una vez, le ató las manos y pies en Baddha Padmasana ( postura del loto con los brazos cruzados detrás de la espalda y las manos en los pies) y allí lo dejo por media hora. Este tipo de pedagogía no motivo a Desikachar a estudiar yoga, pero seguramente la inspiración llego por otros medios.
Después de obtener un título de ingeniero en la universidad, Desikachar vino a visitar a su familia por un corto tiempo. Iba camino a Delhi, donde le habían ofrecido un buen trabajo en una firma europea. Una mañana cuando estaba sentado en los peldaños de la entrada de la casa leyendo el periódico, vio acercarse por la estrecha calle un enorme vehículo americano que se detuvo justo en frente de la casa de Krishnamacharya. En ese preciso momento su padre salió de la casa, vistiendo solo un dhoti (tela de algodón enrollada alrededor de las caderas) y las marcas sagradas que indican una vida entera de devoción al dios Vishnu. Del asiento trasero del auto, descendió una mujer de apariencia europea, de mediana edad, gritando:
"¡Profesor, profesor! ". Se lanzo sobre los brazos de Krishnamacharya con un abrazo efusivo.











Krishnamacharya y Desikachar


La sangre debe habérsele ido de la cara a Desikachar al presenciar esto, y sobretodo, cuando vio que Krishnamacharya también la abrazaba.

En esos días, las mujeres occidentales y los Bramines no se abrazaban especialmente no en medio de la calle, y menos tratándose de un Bramin tan observante como Krishnamacharya.

Cuando se hubo ido la mujer lo único que atinó a decir Desikachar fue : ¿Por qué?
Krishamacharya le explicó que la señora habia estado estudiando yoga con el, y que gracias a su ayuda, la mujer por primera vez en 20 años había podido conciliar el sueño. Quizá, la reacción de Desikachar al escuchar esta revelación fue una suerte de providencia o karma, sin duda esta prueba del poder del yoga le sirvió como una curiosa epifanía que cambiaría su vida para siempre. En un instante resolvió aprender lo que sabia de su padre.

Krishnamacharya no recibió, de buen grado, este repentino interés de su hijo por el yoga. Le dijo que continuara con su carrera de ingeniero y que dejara el yoga tranquilo. Desikachar se negó a escuchar. Rechazó el trabajo en Delhi, encontró trabajo en una firma local e insistió a su padre que le diera clases.

Eventualmente Krishnamacharya aceptó. Pero, para asegurarse de que el interés de su hijo era genuino – o para descorazonarlo- Krishnamacharya también fijo la hora de inicio de las clases a las 3:30 de la mañana cada mañana.

Desikachar aceptó, pero también puso su propia condición: Nada que tenga que ver con Dios. Un ingeniero pragmático como el no vió la necesidad de la religión.

Krishnamacharya respeto la decisión de su hijo e iniciaron las clases con asanas y recitando los Yoga Sutras de Patanjali. Y, como la familia entera vivía en una sola habitación, no les quedo mas remedio, medio dormidos, que sumarse a las clases. Las lecciones continuarían por 28 años aunque ya no tan temprano.

Durante los años que enseñó a su hijo, Krihsnamacharya continuó refinando su enfoque sobre el Viniyoga, haciendo programas especiales para los enfermos, para las mujeres embarazadas, niños, y por supuesto, para aquellos en la búsqueda de la autorrealización espiritual. Llegó, incluso, a dividir la practica de yoga en tres etapas, representando la juventud, la edad madura y la vejez: Primero, desarrollar fuerza muscular y flexibilidad, segundo, mantener la salud durante los años de trabajo y de sustento de la familia, y finalmente, ir mas allá de la practica física para enfocarse en Dios.

Desikacachar observó que a medida que iban progresando los estudiantes, Krishamacharya no solo comenzaba a poner énfasis en la practica de asanas mas avanzadas, sino que también, en los aspectos espirituales del yoga.

Desikachar se dio cuenta de que su padre sentía que cada accion era en si misma, un acto de devoción, que cada asana debía conducir hacia la calma interior.

Del mismo modo, el énfasis que ponía Krishnamacharya en la respiración tenia por objeto transmitir implicaciones espirituales, conjuntamente, con beneficios fisiológicos. De acuerdo a Desikachar, Krishnamacharya describía el ciclo respiratorio como un acto de entrega: Inhala y Dios se acerca. Mantén la respiración, y Dios permanece contigo. Exhala, y tu te acercas a Dios Mantén la exhalación, y entrégate a Dios.

Durante los últimos años de su vida, Krisnamacharya introdujo los cantos vedicos en la practica de yoga, siempre ajustando el numero de versos para que coincidieran con el tiempo que los alumnos debían permanecer en las posturas. Esta técnica puede ayudar a los estudiantes a mantener enfocada la mente y los prepara para la meditación.

Cuando Krishnamacharya se inclinaba hacia los aspectos espirituales del yoga, respetaba las creencias individuales. Una de sus mas antiguas estudiantes, Patricia Miller, que enseña hoy día en Washington D.C., recuerda que el dirigía las meditaciones ofreciendo alternativas.

Instruía a sus alumnos que cerraran sus ojos y observaran el espacio entre las cejas, y luego, decia: Piensa en Dios. Si no en Dios, en el sol. Si no en el sol, en tus padres. Explica Miller que Krishnamacharya exigía solo una condición: Que admitamos que existe un poder mas grande que nosotros mismos.

Preservando un legado.
Desikachar propaga hoy día el legado de su padre, dirigiendo el instituto Krishnamacharya Yoga Mandiram, en Chennai, India, donde se enseñan todos los diferentes enfoques que tenia Krishnamacharya sobre el yoga y sus escritos son traducidos publicados. Con el tiempo, Desikacahar abrazó toda la gama de las enseñanzas de su padre, incluyendo su veneración por Dios.
Desikachar, sin embargo, comprende el escepticismo occidental y enfatiza la necesidad de despojar el yoga de sus ataduras hinduistas, de manera que siga siendo un vehículo para toda la gente. La visón del mundo de Krishnamacharya estaba enraizada en la filosofía vedica, la vision del mundo occidental lo está en la ciencia. Versado en ambas, Desikachar ve su rol como el de un traductor, llevando la antigua sabiduría de su padre a oídos modernos.













El principal propósito de Desikachar y el de su hijo Kausthub, es el compartir esta antigua sabiduría con la próxima generación. Le debemos a nuestros hijos un futuro mejor, dice. Su organización mantiene clases para niños y también para los niños incapacitados. Y, además de publicar historias y guías espirituales con un sabor contemporáneo, Kusthub también esta produciendo videos para demostrar las técnicas, para enseñarle a los jóvenes, usando los métodos inspirados en el trabajo de su abuelo en Mysore.

Aunque Desikachar paso casi tres décadas como alumno de Krishnamacharya, dice solo haber captado los fundamentos de las enseñazas de su padre. Tanto los intereses como la personalidad de Krishnamacharya semejan un calidoscopio, Yoga era solo una fracción de lo que el sabia. Krishnamacharya también estudio disciplinas como la filología, la astrología y también la música. En su propio laboratorio ayurvedico preparaba formulas en base a yerbas. En India sigue siendo mas conocido como terapeuta que como yogui. También era conocido gourmet, horticulturista y un gran jugador de cartas.

Pero el conocimiento enciclopédico que, a veces, lo hacia aparecer distante, incluso arrogante en su juventud –intelectualmente intoxicado, como suavemente lo caracteriza Iyengar- con el tiempo creo la necesidad de comunicarse mejor con la gente. Krishnamacharya se dió cuenta de que una parte importante del conocimiento tradicional indio que el atesoraba estaba desaparecido, y decidió abrir su gran reserva de conocimientos a cualquiera con sano interés y suficiente disciplina. Sintió que el yoga tenia que adaptarse al mundo moderno o desaparecer.

Hay un dicho indio que dice que cada tres siglos nace alguien para reenergizar una tradición. Es posible que Krishnamacharya fuera uno de esos avatares. Teniendo un gran respeto por el pasado, no dudo en experimentar e innovar. Desarrollando y refinando diferentes ángulos, hizo que el yoga fuese accesible a millones de personas.

Esa difusión y facilitación del yoga a todo el mundo es su mas grande legado. Tan diversas como pueden ser las practicas nacidas del linaje de Krishnamacharya, la pasión y la fe en el yoga siguen siendo la herencia común. El mensaje tácito que proveen sus enseñanzas es que, el yoga no es una tradición estática, es un arte vivo, que respira y crece constantemente, a través de los experimentos y experiencias de cada practicante.