23 feb 2014

Aforismos del Yoga de Patanjali, cap. 2: CONCENTRACIÓN: SU PRÁCTICA. Swami Vivekananda

Es el Swami Vivekananda quien comenta y aclara los "Aforismos sobre Yoga" de Patanjali, pero no lo hace de una manera meramente intelectual sino con la autoridad propia de quien, como él, era un ser extraordinario y, además, había realizado el Raja Yoga. No sólo los aspirantes espirituales sino también aquellos que andan ansiosamente tras el verdadero conocimiento, sabrán valorar el aporte que significa una obra de esta magnitud.
La versión directa del inglés de los aforismos, fue igualmente hecha por el Swami Vivekananda, venciendo la dificultad que ofreciera siempre a los orientalistas este tipo de expresión en sánscrito, tan precisa y concisa, que su interpretación correcta llegó a ser casi imposible incluso para muchos eruditos en esa antigua lengua. 

Traducción de los aforismos directo del Inglés: Swami Vijoyananda
Traducción de los comentarios de Federico Climent Terrer

ÍNDICE
Cap. 1: CONCENTRACIÓN: SU USO EN LO ESPIRITUAL. 
Cap. 2: CONCENTRACIÓN: SU PRÁCTICA.

Cap. 3: PODERES
Cap. 4: INDEPENDENCIA

CAPÍTULO II 

CONCENTRACIÓN: SU PRÁCTICA

1. Mortificación, estudio y entrega de los frutos de la acción a Dios es llamado kriya yoga. 

Los samadhis o modalidades de concentración con que terminamos el primer capítulo son muy difíciles de lograr, y por tanto hemos de proceder lentamente en su práctica. El paso preliminar es el yoga kriya, que literalmente significa obra, esto es, actuando hacia el yoga. Los órganos son los caballos, la mente son las riendas, el intelecto es el cochero, el alma es el viajero y el cuerpo es el coche. El dueño de la casa, el rey, el Ser del hombre va sentado en el coche. Si los caballos son muy fogosos y no obedecen a las riendas, si el cochero, el intelecto, no acierta a refrenarlos, el coche estará en peligro. Pero si los caballos, los órganos, están bien regidos y si el cochero, el intelecto, sostiene firmes en sus manos las riendas, la mente, entonces el coche llegará a su destino. Por tanto ¿qué significa en el aforismo la mortificación? Sostener firmemente las riendas al guiar el cuerpo y los órganos, de modo que no se les deje hacer lo que quieran, sino mantenerlos ambos sujetos al dominio de las riendas. 

¿Qué significa el estudio en el aforismo? 
No es el estudio de las ciencias y letras humanas, sino el estudio de las obras que enseñan la liberación del alma, pero en modo alguno significa el estudio por controversia y debate. 

El yogui ha transcendido el período de controversia, pues ya está harto de sus pasadas discusiones. Sólo estudia para intensificar su convencimiento. Las dos clases de conocimiento escriptural son vada y siddhanta. Vada es el argumentativo y siddhanta el decisivo. El hombre completamente ignorante adopta el vada para luchar con argumentos y razonar en pro y en contra; pero una vez cansado de discutir estérilmente, adopta el siddhanta, el decisivo, y llega a una conclusión. Sin embargo, no basta llegar a esta conclusión. Es necesario intensificarla. Hay infinidad de libros y el tiempo es corto. Por tanto, el secreto del conocimiento es aprender lo esencial y vivirlo. 

Refiere una antigua leyenda índica que si se pone delante de un cisne una copa de leche aguada, el cisne se beberá la leche y dejará el agua. Así debemos tomar lo de valioso conocimiento y dejar la escoria. Al principio será necesaria la gimnasia intelectual, pues no hemos de proceder nunca ciegamente en nada. 

El yogui ha transcendido la etapa argumentativa y ha llegado a una conclusión inconmovible como la roca. Lo único que entonces procura es intensificar la conclusión y dice no discutáis si alguien os arguye. Callad. No repliquéis a ningún argumento sino manteneos tranquilos y apartaos de discusiones que no hacen más que perturbar la mente: Lo único necesario es disciplinar el intelecto; por tanto ¿de qué sirve perturbarlo con nimiedades? El intelecto es muy débil instrumento y sólo alcanza a darnos muy limitado conocimiento por medio de los sentidos. El yogui transciende los sentidos, y en consecuencia de nada le sirve el intelecto. Está segurísimo de lo que sabe y no necesita argumentar, pues cada argumento desequilibraría su mente, perturbaría el chitta y toda perturbación es un retroceso. La argumentación y las indagaciones de la razón sólo sirven durante el camino, pues hay allende muchas y más altas cosas. La plenitud de la vida no es para certámenes escolares y corporaciones de controversia.

"La entrega a Dios del fruto de las obras" consiste en no alabarnos ni vituperarnos sino ponerlo todo en manos del Señor y permanecer en paz. 

2. (Es por) la práctica del samadhi y reducir al mínimo los obstáculos que causan dolor.

La mayoría de los hombres dejan que su mente haga lo que se le antoje como chiquillo mimado. Por lo tanto, es necesario practicar constantemente la yoga kriya a fin de mantener bien regida la mente. Los impedimentos contra el yoga provienen de falta de disciplina y ocasionan sufrimiento. Sólo es posible vencer dichos impedimentos sujetando la mente y manteniéndola a raya por medio del yoga kriya.

3. Los obstáculos que causan dolor son: ignorancia, egoísmo, apego, aversión y el estar aferrado desmedidamente a la vida. 

Estas son las cinco aflicciones, el quíntuple lazo que nos liga. De ellas, la ignorancia es la causa, y las otras cuatro los efectos. La ignorancia es la única causa de nuestra desdicha. ¿Qué otra cosa puede hacernos miserables? La naturaleza del alma es eterna felicidad; pero la afligen la ignorancia, la alucinación y la ilusión. Toda pena del alma es simplemente ilusión. 

4. La ignorancia es el productivo suelo de todos los que a siguen, ya sea que estén adormecidos, atenuados, oprimidos o expandidos. 

La ignorancia es la causa del egoísmo, apetito, aversión: y apego a la vida. Estas impresiones existen en diversos estados. A veces duermen. A menudo oímos la expresión: "es inocente como un niño”; y sin embargo en el niño puede subyacer el estado de un demonio o, de un dios, que gradualmente se irá manifestando. En el yogui; estas impresiones o samskaras que dejaron pretéritas acciones están atenuadas, es decir, en estado sutil, y puede dominarlas de modo que no se manifiesten. A veces estas impresiones están temporáneamente reprimidas por otras más intensas, pero se manifiestan en cuanto cesa la represión. Por fin, cuando el ambiente las favorece se manifiestan en toda su actividad las buenas o las malas impresiones. 

5. Ignorancia es tomar lo no-eterno, impuro, penoso y no-Ser como lo eterno, puro, dichoso y Atman o Ser (respectivamente). 

Toda clase de impresiones manan de una sola fuente: la ignorancia. Primero hemos de saber qué es ignorancia. Creemos que el hombre es su cuerpo. Tal es la gran ilusión. 

6. Egoísmo es la identificación del que ve con el instrumento de la visión. 

El perceptor es realmente el Yo, el puro, el santo, infinito e inmortal. Este es el Yo humano. ¿Cuáles son sus instrumentos? El chitta o materia de la mente; el buddhi o facultad determinativa; el manas o mente; y los indriyani u órganos de sensación. Estos son los instrumentos de que el Yo se vale para percibir el mundo exterior, y la identificación del Yo con sus instrumentos es la ignorancia del egotismo. Nosotros decimos: "Yo soy la mente”; "Yo soy el pensamiento”; "Estoy colérico”; "Soy feliz". 

¿Cómo es posible que nos encolericemos ni cómo podemos odiar? Debemos identificarnos con el inmutable Yo; y si el Yo es inmutable ¿cómo puede ser unas veces feliz y otras desdichado? El Yo es arrúpico, infinito, omnipresente. ¿Qué puede mudarlo? Transciende toda ley. ¿Qué puede afectarlo? Nada hay en el universo capaz de afectarlo; pero movidos por la ignorancia nos identificamos con la materia de la mente y creemos experimentar placer o dolor. 

7. Apego es aquello que mora en el placer. 


Hay cosas que nos dan placer y la mente se dirige hacia ellas; y a esta inclinación en busca del centro de placer le llamamos apego, afición o apetito. Nunca nos aficionamos a lo que no nos causa placer. A veces encontramos placer en cosas estrafalarias o extravagantes; pero subsiste el principio de que nos aficionamos a lo que nos causa placer. 



8. La aversión es aquello que mora en la aflicción.



Inmediatamente nos apartamos de todo cuanto nos causa dolor. 



9. El apego a la vida emana de su propia naturaleza y está establecido en el erudito. 

En todo ser animado observamos el apego a la vida. Sobre este apego se ha intentado basar la teoría de una vida futura, porque los hombres aman de tal modo la vida que anhelan también otra vida después de la terrena. Desde luego que este argumento no tiene mucho valor; pero lo extraño es que en los países occidentales, la idea de que el apego a la vida, denota la posibilidad de una vida futura, se aplique tan sólo al hombre y no a los animales. 

En la India, el apego a la vida se considera como una prueba de las pasadas vidas y experiencias. Por ejemplo, si es verdad que todos nuestros conocimientos provienen de la experiencia, también será verdad que no podemos imaginar ni comprender lo que jamás hayamos experimentado. Sin embargo, tan pronto como los polluelos salen del cascarón empiezan a picotear el grano. Muchas veces se ha visto que una gallina ha empollado huevos de pato, y al romper los polluelos el cascarón se zambulleron inmediatamente en el agua, y la clueca se figuró que se iban a ahogar. 

Si la experiencia es la única fuente de conocimiento ¿en dónde a prendieron los recién nacidos polluelos a picar el grano y quién les enseñó a los patitos que el agua era su predilecto elemento? Si se responde que obran por instinto, replicaremos que el instinto es una palabra, pero no una explicación. ¿Qué es tal instinto? Tenemos varios instintos. 

Por ejemplo, las muchas mujeres que saben tocar el piano recordarán con cuánta precaución habían de pulsar el teclado; pero al cabo de largos años de práctica, la pianista puede hablar con sus amisas mientras toca sin que los dedos equivoquen ni una tecla. La práctica se convirtió en instinto. Lo mismo sucede con todo cuanto hacemos. 

La práctica se transmuta en instinto y actuamos automáticamente; pero en cuantos casos conocemos hasta ahora, en las acciones automáticas o instintivas parece que no interviene la razón. En cambio, en la terminología de los yoguis, el instinto es la razón involucionada, pues involuciona el discernimiento y entonces son automáticas las impresiones. Por lo tanto, es perfectamente lógico opinar que lo que llamamos instinto en este mundo es la razón involucionada; y como quiera que la razón no puede existir sin experiencia, todo instinto ha de ser el resultado de pasadas experiencias. 

Las aves de corral temen al halcón, y los patitos gustan del agua, como resultado de pasadas experiencias. 

La cuestión está en si estas experiencias pertenecen a una alma determinada o simplemente al cuerpo; si la experiencia del pato proviene de sus antepasados o es propia del recién nacido pato. Los modernos cientistas afirman que las experiencias pertenecen al cuerpo; pero los yoguis sostienen que son experiencias de la mente transmitidas por medio del cuerpo. Tal es la teoría de la reencarnación. 

Hemos visto que todo nuestro conocimiento, tanto si lo llamamos percepción, razón o instinto, debe proceder de la experiencia, y que el instinto no es más que la razón involucionada, de modo que el instinto puede revertir en razón. Así sucede en el universo entero, y en esto se basa uno de los principales argumentos que en pro de la reencarnación aduce la India. La repetida experiencia de varios temores produce en el transcurso del tiempo el apego a la vida. El niño es instintivamente medroso porque en él subsisten las pasadas experiencias de dolor. Aun en los hombres más cultos, que saben que su cuerpo ha de perecer y dicen que aunque hayan tenido centenares de cuerpos el alma no puede morir, aun en éstos, con todos sus intelectuales convencimientos, hallamos el apego a la vida. ¿De qué proviene este apego a la vida? 

Ya hemos visto que ha llegado a ser instintivo, y en la terminología psicológica de los yoguis es uno de tantos samskaras, que sutiles y ocultos dormitan en el chitta. Todas las pasadas experiencias de la muerte, todo lo que llamamos instintivo es experiencia transmutada en subconsciente, que late en el chitta y no está manifiesta sino que actúa subyacentemente. Los vrittis del chitta, las ondas mentales groseras se notan fácilmente y no hay mayor dificultad en regirlas; pero ¿y los instintos sutiles? ¿Cómo regirlos? 

Cuando me encolerizo, toda mi mente es una ola de cólera. La siento, la veo, la manejo, puedo fácilmente manipularla y luchar contra ella, pero no saldré airoso de la lucha hasta que penetre en sus causas. Alguien me insulta y noto que se me calienta la sangre, pero el insultador prosigue insultándome hasta que no puedo contenerme, me arrebato y me identifico con la cólera. Cuando el insultador empezó a maltratarme, pensé: "Me voy a irritar". La cólera era una cosa y yo otra; pero al encolerizarme, yo era la misma cólera. 

Las emociones se han de dominar en su modalidad sutil, en germen y raíz, antes de que nos dominen. La inmensa mayoría de las gentes no conocen las sutiles modalidades de las emociones en el estado en que surgen de la subconciencia. No vemos la burbuja cuando surge del fondo del lago ni tampoco cuando se acerca a la superficie sino cuando estalla y forma un rizo en el agua. Sólo podemos dominar las ondas mentales cuando es posible manejarlas en estado naciente, y hasta que no seamos capaces de subyugarlas antes de que se embravezcan, no habrá esperanza de refrenar perfectamente una pasión. Para subyugar nuestras pasiones hemos de sofocarlas de raíz y sólo entonces podremos quemar sus semillas. Así como las semillas una vez fritas ya no germinan aunque se las siembre, tampoco rebrotarán las pasiones sofocadas al nacer. 

10. Los finos samskaras deben ser vencidos reduciéndolos a sus estados causales.

Samskaras son las sutiles impresiones que más tarde se manifiestan en forma grosera. ¿Cómo subyugar las samskaras sutiles? Reduciendo el efecto a su causa. Cuando el chitta, que es el efecto, se reduce a su causa, se desvanecen las sutiles impresiones por medio de la meditación

11. Por la meditación sus modificaciones (densas) deben ser rechazadas.

La meditación es uno de los más eficaces medios de regir las ondulaciones mentales. Por la meditación es posible que la mente subyugue las ondulaciones, y si el individuo practica la meditación día tras día, mes tras mes y año tras año hasta que se concrete en hábito y medite aun a su pesar, quedarán vencidos la cólera y el odio. 

12. El "receptáculo de las acciones" tiene su raíz en las obstrucciones portadoras de dolor, y su experiencia tiene lugar en esta vida visible o en la vida no visible. 

El "receptáculo de las obras" significa la suma total de samskaras. Siempre que ejecutamos una acción, se levanta una onda en la mente, y cuando acabamos de ejecutar la acción, creemos que se desvanece la onda; pero no se ha desvanecido sino que aún subsiste en más sutil modalidad, y cuando tratamos de recordar la acción vuelve a intensificarse la onda que estaba todavía allí, pues si no estuviera no hubiéramos podido recordar la acción. Así cada acción, cada pensamiento, buenos o malos, se sutilizan y se almacenan en la subconciencia. Tanto los pensamientos placenteros como los ingratos se califican de obstrucciones aflictivas porque según los yoguis, al fin y a la postre ocasionan dolor. Todo placer dimanante de los sentidos acarreará eventualmente dolor. 

Todo goce acrecienta el deseo de un goce más vivo hasta que al fin ocasiona dolor. No tiene límites el deseo del hombre, y cuando llega a un punto en que no puede satisfacerlo, ocasiona dolor. Así es que los yoguis consideran la suma total de impresiones, buenas o malas, como obstrucciones penosas, porque obstruyen el camino de la liberación del alma. Lo mismo cabe decir de las samskaras, las sutiles raíces de todas nuestras acciones, que son las causas que han de producir repetidos efectos en esta vida o en las venideras. En casos excepcionales, cuando las samskaras son muy vigorosas, producen rápidamente el efecto, es decir, que las acciones en extremo malvadas o las de máxima bondad producen su efecto aun en esta misma vida. 

Afirman los yoguis que si un hombre logra adquirir formidable poder de buenas samskaras, no morirá, pues aun en esta misma vida puede mudar su cuerpo humano en cuerpo de los dioses. Los yoguis mencionan en sus libros varios casos de esta índole. Un hombre tal transmuta la materia de su cuerpo y reordenan sus partículas de modo que se exime de las enfermedades y de la muerte corporal. ¿Por qué no ha de ser esto posible? El fisiológico significado del alimento es la asimilación de energía solar que está en la planta comida por un animal que a su vez se lo come el hombre. Así es que nos asimilamos energía solar; y en consecuencia ¿por qué habría de haber tan sólo un medio de asimilarnos dicha energía? La planta no se la asimila de la misma manera que el hombre, ni tampoco es el mismo el procedimiento por el cual se la asimila la tierra. Pero la tierra, la planta, el animal y el hombre se similan de un modo u otro energía solar. Dicen los yoguis que por medio de la mente pueden asimilarse cuanta energía solar necesiten sin recurrir a los medios ordinarios. 

Así como la araña teje la tela de su propia substancia, y en la tela queda limitada de suerte que no puede ir más allá del límite de su tela y sólo por los hilos de la tela puede moverse, así el hombre ha proyectado de su propia substancia la red de nervios y sólo puede actuar por medio de los nervios. Pero los yoguis no necesitan sujetarse a esta condición. Análogamente, podemos transmitir electricidad a todas las partes y puntos del mundo, mas para transmitirla necesitamos alambres. 
Sin embargo, la Naturaleza emite cantidades enormes de electricidad sin valerse de alambres. ¿Por qué no hacemos nosotros lo mismo? Podemos emitir y transmitir 
electricidad mental, pues lo que llamamos pensamiento es muy semejante a la 
electricidad. El fluido nervioso tiene algo de electricidad, pues se polariza y responde a las direcciones eléctricas. Sólo podemos transmitir nuestra electricidad por conducto de los nervios. ¿Por qué no transmitir la electricidad mental sin esta ayuda? Los yoguis dicen que es perfectamente posible y practicable y que quien logre realizarlo podrá actuar en todo el universo y doquiera con cualquier cuerpo sin valerse del sistema nervioso. 

Cuando el hombre actúa por medio de los nervios decimos que vive y cuando cesa de actuar por medio de los nervios decimos que ha muerto. Pero cuando el hombre sea capaz de actuar tanto con nervios como sin ellos, nada significarán para él ni el nacimiento ni la muerte. Todos los cuerpos del universo están constituidos por tanmatras de cuya diversa combinación resultan las diferencias. Pero como el hombre es el que combina y ordena los tanmatras, puede ordenar su cuerpo en una u otra forma. ¿Quién construye el cuerpo sino el mismo hombre? ¿Quién se asimila el alimento? Si otro tomara el alimento por nosotros, no podríamos vivir. ¿Quién da a la sangre su tónica por medio de los alimentos? Ciertamente el hombre. ¿Quién purifica la sangre y la hace circular por las venas sanguíneas? El hombre. Somos los dueños del cuerpo en que vivimos; pero hemos perdido el conocimiento de cómo rejuvenecerlo. Nos hemos degenerado hasta el automatismo. Hemos olvidado el procedimiento de ordenar las moléculas. Lo que hacemos automáticamente lo hemos de hacer conscientemente. Somos los dueños y hemos de regular la ordenación de las moléculas de nuestro cuerpo, y tan pronto como de esto seamos capaces lo seremos también de rejuvenecer el cuerpo como queramos, libres de enfermedades, muertes y nacimientos. 

13. Estando ahí las raíces, la fruición viene en la forma de especies, vida y experiencias de placer y dolor. 

Si las raíces, las causas, las samskaras subsisten, manifiestan sus efectos. La causa concretada se transmuta en efecto; y el efecto sutilizado se transmuta en causa de un nuevo efecto. El fruto de un árbol lleva semilla que produce un nuevo árbol y así sucesivamente. 

Todas nuestras acciones de ahora son efectos de pasadas samskaras, y a su vez estas actuales acciones se transmutarán en samskaras que ocasionarán futuras acciones y así sucesivamente. Por esto dice el aforismo que mientras subsista la causa habrá fruto en forma de especies de seres, y uno será ángel, otro hombre, otro animal y otro demonio.

El karma produce diferentes efectos en la vida. Un hombre vive cincuenta años, otro cien, otro a los dos años sin llegar a la madurez. Todas estas diferencias en la vida están reguladas por el pasado karma. Si un hombre ha nacido para gozar, aunque se recluya en una selva le seguirá el placer. Si otro hombre ha nacido para sufrir, sufrirá doquiera vaya. Es la consecuencia de su pasado. Según la filosofía yoguista las acciones virtuosas allegan placer y las viciosas acarrean dolor. Todo el que obra mal cosechará el fruto de sus maldades en forma de dolor.

14. Ellos cargan con los frutos de placer y dolor, causados por la virtud o el vicio. 

15. Para el que sabe discernir todo es, podría decirse, doloroso, en razón de que todas las cosas producen sufrimiento ya ea como una consecuencia, o como un anticipo de la pérdida de la felicidad, o como un nuevo deseo ardiente ante la vista de impresiones de felicidad, y también por oposición de las cualidades. 

Dicen los yoguis que el hombre de discernimiento y buen sentido ve a través de todo lo que llamamos placer y dolor, y sabe que a todos les tocan, pues el placer se entremezcla con el dolor. Ve el yogui que los hombres persiguen durante toda su vida un fuego fatuo y nunca satisfacen cumplidamente sus deseos. El gran rey Judhishthira dijo una vez que lo más admirable de esta vida es que a cada momento vemos morir a las gentes en nuestro rededor y nos figuramos que nunca hemos de morir. Rodeados por todas partes de insensatos, creemos que somos el único cuerdo. Al ver por doquiera tantos casos de veleidad, presumimos que nuestro amor es el único constante. ¿Cómo así? Porque aun el amor es egoísta, y los yoguis dicen que al fin y al cabo, veremos que lentamente se amortigua el amor de marido y mujer, de hijos y amigos. A decadencia están sujetas todas las cosas de esta vida. Cuando todo, hasta el amor, decae, entonces ve el hombre relampagueantemente cuán vano y como un sueño es este mundo. Entonces vislumbra la renunciación (vairagyam) y también vislumbra el más allá. Sólo por renuncia a este mundo se llega al otro; nunca apegándose exclusivamente a este mundo. Todas las grandes almas renunciaron a los goces y placeres de los sentidos para alcanzar su grandeza. La causa de la aflicción es el entrechoque de las diferentes fuerzas naturales, que cada cual arrastra por su lado de modo que imposibilitan la permanente felicidad. 

16. La desdicha que todavía no ha llegado puede ser evitada.

Ya hemos agotado parte de nuestro karma; estamos agotando ahora otra parte; y el resto espera dar fruto en el porvenir. La primera parte ya no existe, pues se agotó. Estamos agotando la segunda. Únicamente podemos contrarrestar la parte del karma que está en espera de dar fruto, ya contrarrestarlo deben dirigirse nuestros esfuerzos. Esto es lo que Patanjali da a entender cuando dice que las samskaras se han de vencer por ondulaciones contrarias. 


17. La causa que debe ser evitada es la unión del vidente con lo visto. 

¿Quién es el preceptor? El Yo del hombre, el Purusha. ¿Qué es lo percibido? El conjunto de las cosas objetivas, desde la mente hasta la más densa forma de materia. Todo placer y todo dolor provienen de la unificación de Purusha con la mente. Recordemos que según el yoga de Patanjali Purusha es puro, y cuando se unifica con el mundo exterior, parece que por reflejo siente placer o dolor. 


18. Lo experimentado está compuesto de elementos y órganos, su naturaleza es de iluminación, acción e inercia y tiene el propósito de tener experiencia y liberar (al experimentador). 

Lo experimentado, esto es, la Naturaleza, está compuesto de elementos y órganos: de los elementos sutiles y densos que componen el conjunto de la Naturaleza, y de los órganos de los sentidos, de la mente, etc. Lo experimentado es de la índole de la iluminación o sattva, de la de acción o rajas y de la de inercia o tamas. ¿Qué finalidad tiene la Naturaleza? Que Purusha adquiera experiencia. El Purusha ha olvidado, por decirlo así, su potente naturaleza divina. 

Refiere una leyenda que Indra, el rey de los dioses, se infundió una vez en el cuerpo de un cerdo y se revolcaba en el cieno. Tenía por compañera una verraca que le dio lechoncillos, y era dichoso. Al verle los dioses en semejante apuro, le dijeron: "Eres el rey de los dioses y tienes a todos los dioses bajo tu mando. ¿Por qué estás aquí?" A lo que respondió Indra: "No importa. Estoy muy bien aquí. Ningún cuidado me da el cielo mientras tenga esta verraca y estos lechoncitos." Los dioses no supieron qué replicar, y al cabo de algún tiempo decidieron ir matando los lechoncillos uno tras otro y por fin a la verraca. Cuando todos murieron, Indra afligióse y lloró. Entonces los dioses abrieron en canal el cuerpo del cerdo, y de él salió Indra que rióse del horrible sueño que había tenido, creyendo que en la vida del cerdo cifraba su dicha, con deseo de que el universo 
entero adoptara tal vida. Esta leyenda simboliza que cuando Purusha se unifica con la Naturaleza olvida que es puro e infinito. Purusha no ama, porque es el mismo amor. Purusha no existe, porque es la misma existencia. Purusha no conoce, porque es el mismo conocimiento. Es un error decir que el Yo ama, existe y conoce. El amor, la existencia y el conocimiento no son cualidades del Purusha sino su esencia. Cuando Purusha se refleja en una cosa, la esencia se diversifica en las cualidades de dicha cosa. No son cualidades de Purusha sino su esencia, la esencia de Atman, del Ser infinito sin nacimiento ni muerte, establecido en su propia gloria. Sin embargo, parece tan degenerado, que si se le dice que "no es un cerdo" gruñe y muerde. 

Así nos sucede en este mundo de maya, de sueño, donde todo es miseria, clamor y llanto, donde ruedan unas cuantas rodajas de oro tras de las que a la rebatiña andan las gentes. Ni la Naturaleza ni sus leyes sujetan al Yo. Así lo enseñan los yoguis y se ha de aprender pacientemente. Los yoguis muestran cómo al unificarse Purusha con la mente y el mundo exterior se cree miserable. Después nos enseñan los yoguis que la experiencia es el medio de liberación, y cuanto antes sea posible hemos de pasar por todas las experiencias para salir de esta red que nos aprisiona. Nos hemos metido en la trampa y por nuestro esfuerzo hemos de escapar de ella. Por lo tanto, hemos de pasar por la experiencia de maridos y mujeres, hijos y amigos, y las pasaremos sin tropiezo si no olvidamos lo que en realidad somos. No olvidemos nunca que es transitorio nuestro actual estado y que lo hemos de pasar. La experiencia del placer y del dolor es el único maestro que nos los da a conocer, y paso a paso nos conduce al estado en que todas las cosas se empequeñecen y el Purusha se magnifica hasta el punto de que el universo entero parece una gota en el océano y se desvanece por su propia nulidad. 

Hemos de pasar por diferentes experiencias, pero no olvidemos nunca el ideal.

19. Los estados de las cualidades son: definido; lo indefinido; lo que solamente es indicado, y lo "sin indicios". 

La Yoga de Patanjali está fundada enteramente en la filosofía sankhya según ya dijimos; y conviene recordar los puntos capitales que sobre cosmología mantiene la escuela sankhya, en cuya opinión, la Naturaleza es a la par la causa material y eficiente del universo. En la Naturaleza hay tres clases de elementos: sattva, rajas y tamas. El elemento sátvico es armonía, luz, serenidad; el rajásico es actividad; el tamásico es tinieblas, pesadez e ignorancia. Los sankhyas llaman avyaktam (indefinida u homogénea) a la Naturaleza antes de la creación, cuando no hay distinción de forma ni de nombre, porque los tres elementos están en perfecto equilibrio. Al romperse el equilibrio, los tres elementos se entremezclan en infinidad de diversas proporciones, de que resulta el universo. También en todo hombre existen dichos tres elementos o materiales. Si predomina sattva se manifiesta en conocimiento; si rajas, en actividad; si tamas, en ignorancia, tinieblas, pereza y lasitud. Según la escuela sankhya, estos tres elementos son la suprema manifestación de la Naturaleza y constituyen el Mahat o inteligencia universal de la que cada intelecto humano es parte. La psicología sankhya establece muy aguda distinción entre Manas o mente y Buddlti o intelecto. La función de la mente se contrae a recoger y transmitir impresiones y presentarlas al individual Mahat que las discierne. De Mahat proviene la egoidad, de que a su vez dimanan los sutiles materiales cuya combinación engendra los materiales densos que constituyen el universo exterior. 

Afirma la filosofía sankhya que desde el intelecto hasta la piedra toda es producto de una sola substancia cuyas variedades sólo difieren en grados de densidad o existencia. Las variedades sutiles son la causa y las densas son el efecto. Según la filosofía sankhya, más allá del universo material está Purusha, que no es en modo alguno material ni análogo a Buddhi ni a Manas ni a los tanmatras ni a los materiales densos, sino que está separado de todos ellos .y es de naturaleza del todo diferente. De aquí arguye la escuela sankhya que Purusha debe ser inmortal porque no resulta de ninguna combinación. No puede morir lo que no es resultado de una combinación. 

El número de purushas o almas es infinito. Ahora comprenderemos por qué dice el aforismo que los estados de las cualidades son definidos, indefinidos, indicados y sin indicación. Los estados definidos son los elementos densos que percibimos sensoriamente. Los indefinidos son los elementos sutiles, los tanmatras, que no puede percibir el hombre ordinario; pero por medio de la práctica de la Yoga, dice Patanjali que al cabo de algún tiempo, serán las percepciones tan sutiles que podrán verse efectivamente los tanmatras. Por ejemplo, dícese que cada persona está rodeada de una aura luminosa, y los yoguis ven esta aura aunque el hombre ordinario no la vea a pesar de irradiar los tanmatras como la flor exhala el aroma que percibimos. Cada día de nuestra vida emitimos efluvios de bien o de mal que llenan la atmósfera por doquiera vamos. De esta suerte acude inconscientemente la idea de construir templos e iglesias. ¿Por qué ha de construir el hombre iglesias donde adorar a Dios? ¿Por qué no adorar a Dios en otra parte? Aunque el hombre no conozca la razón, comprenderá que el lugar en donde las gentes adoren a Dios, ha de estar lleno de buenos tanmatras. Cada día van allí las gentes y cuantas más veces vayan más armónicos y santos efluvios se asimilarán y más santificado estará el lugar. Si un hombre no tiene muy actualizada la cualidad sátvica y va a aquel lugar, recibirá su influencia y despertará mayormente la cualidad sátvica. Tal es, por tanto, el significado de los templos y lugares santos; pero conviene tener presente que la santidad del lugar depende de la santidad de las gentes que en él se congregan. La dificultad está en olvidar el significado original y poner el carro delante del caballo. Las gentes santificaron el lugar, y el efecto se invirtió en causa, pues el lugar santificó a los hombres. Si sólo fueran allí los malvados, el lugar sería tan siniestro como otro cualquiera. No es el edificio, sino la congregación, lo que constituye una iglesia, y esto es lo que siempre se olvida. Por esto los sabios y santos en quienes abunda la cualidad sátvica pueden emitirla y ejercer día y noche tremenda influencia en su vecindad. Un hombre puede ser tan puro que su pureza devenga tangible, de modo que se purifiquen cuantos con él se pongan en contacto. 

El "solamente indicado" de que habla el aforismo, significa Buddhi, el intelecto. El "solamente indicado" es la primera manifestación de la Naturaleza de la que proceden todas las demás manifestaciones. La última manifestación es el "no indicado". En este particular parece que hay muy honda dis crepancia entre la ciencia moderna y las religiones. Todas las religiones tienen la idea de que el universo procede de la inteligencia. 

La teoría de Dios, en su significado psicológico, dejando aparte todo concepto de personalidad, es que la inteligencia es lo primero en el orden de la creación y que de la inteligencia procede lo que llamamos materia densa. Por el contrario, los filósofos modernos opinan que la inteligencia aparece en último lugar, porque los minerales evolucionan en vegetales y los vegetales en animales y los animales en hombres, de suerte que los seres inteligentes son los últimos, por lo que en vez de proceder todas las cosas de la inteligencia, es la inteligencia lo último en aparecer. Pero la religión y la ciencia, aunque a primera vista se contradigan, afirman ambas la verdad. 

Supongamos una serie indefinida, tal como A - B - A - B - A - B, etc. ¿Qué es primero, A o B? Si tomamos la serie como A - B - A- B... diremos que primero es A; pero si tomamos la serie en el sentido B - A - B - A - B... diremos que primero es B. Depende de la manera de considerar la serie. La inteligencia se modifica y transmuta en materia densa que a su vez se transmuta en inteligencia y así continúa el proceso. Los sankhyas y otros religionistas colocan primero la inteligencia, y la serie es inteligencia - materia - inteligencia - materia. . . El cientista coloca primero la materia, y la serie es entonces materia - inteligencia - materia - inteligencia. . . Ambos indican la misma cadena. Sin embargo, el filósofo índico va más allá de la inteligencia y la materia y encuentra a Purusha, el Yo, de quien la inteligencia es prestada luz. 

20. El veedor es la inteligencia solamente y aunque es puro ve a través del coloreado intelecto. 

También este aforismo pertenece a la filosofía sankhya. Hemos visto que según esta filosofía, desde la forma más densa hasta la inteligencia, todo es Naturaleza, y más allá de la Naturaleza están los purushas que no tienen cualidades. Así pues ¿cómo aparenta el alma ser dichosa o desdichada? Por reflejo. 

Si cerca de un trozo de límpido cristal colocamos una flor roja, el cristal parecerá rojo. Análogamente las apariencias de dicha o desdicha, del alma no son más que reflejos. El alma en sí permanece incolora. El alma está separada de la Naturaleza. La Naturaleza es una cosa y el alma otra, eternamente separada. Añade la escuela sankhya que la inteligencia es un compuesto, que crece y se desvanece y cambia como cambia el cuerpo, pues su índole es muy análoga a la del cuerpo. Lo que una uña es respecto del cuerpo, así es el cuerpo respecto de la inteligencia. La uña es parte del cuerpo; pero se la puede recortar centenares de veces sin menoscabo del cuerpo. 

De la propia suerte, la inteligencia subsiste durante eones aunque vayan pereciendo los cuerpos. Sin embargo, la inteligencia no puede ser inmortal porque cambia, crece y se desvanece. Lo que se muda no puede ser inmortal. Evidentemente la inteligencia está elaborada, y esto demuestra que ha de haber algo allende la inteligenc ia. Tampoco puede ser libre porque todo lo relacionado con la materia está en la Naturaleza y por lo tanto sujeto para siempre. ¿Quién es libre? Quien transcienda la causa y el efecto será ciertamente libre. Si se objeta diciendo que la idea de libertad es ilusión, responderé que también es ilusión la idea de esclavitud. Llegan a nuestra conciencia íntimamente enlazadas las ideas de libertad y esclavitud. Si queremos atravesar una pared y damos de cabeza contra ella, vemos que estamos limitados por la pared; pero al propio tiempo reconocemos en nosotros la fuerza de voluntad y creemos que la podemos dirigir a cualquier parte. A cada paso nos asaltan estas dos ideas contradictorias. Creemos que somos libres y a cada momento notamos que no lo somos. Si una idea es ilusoria, también ha de serlo la otra, y si una es verdadera también lo es la otra, porque ambas tienen por base la conciencia. 

Los yoguis dicen que ambas ideas son verdaderas, pues somos esclavos en cuanto se refiere a la inteligencia, y libres en cuanto concierne al alma. El Yo, el Purusha trasciende la ley de causación. Su libertad infiltra diversas capas de materia en las diversas formas de inteligencia, mente, etc. El Yo es la luz que todo lo ilumina. La inteligencia no tiene luz propia. Cada órgano tiene un peculiar centro en el cerebro, de modo que cada órgano está separado, de los demás, pues no tienen un órgano común. 


¿Cómo armonizo todas las percepciones? ¿De dónde obtengo su unidad? Si fuese del cerebro, sería necesario que los cinco sentidos tuviesen un centro común en el cerebro, y sabemos que hay un centro para cada uno. Pero es posible ver y oír al mismo tiempo, y por tanto ha de haber una unidad tras la inteligencia. Si bien es verdad que la inteligencia está relacionada con el cerebro, tras la inteligencia está siempre el Yo, el Purusha, la unidad, en quien se concentran todas las percepciones. El Yo es libre y a cada punto proclama su libertad; pero nos equivocamos al mezclar esta libertad con la inteligencia y la mente. Tratamos de atribuir dicha libertad a la inteligencia e inmediatamente notamos que la inteligencia no es libre, y si tratamos de atribuirla al cuerpo, vemos nuestro error, porque el sentimiento de la libertad está entremezclado con el de la sujeción. El yogui discierne entre lo que es libre y lo que es esclavo y se desvanece su ignorancia. Reconoce que Purusha es libre, que es la esencia de aquel conocimiento que dimanante de buddhi se convierte en inteligencia y como tal queda esclavo. 

21. La naturaleza de lo experimentado es para él. 

La Naturaleza no tiene luz propia. Mientras Purusha está presente en la Naturaleza, parece luminosa, pero es prestada su luz, como prestada y refleja es la luz de la luna. Según los yoguis, todas las manifestaciones causadas por la Naturaleza no tienen otro propósito que lograr la liberación final de Purusha. 


22. Aunque destruida para aquel que ha logrado la meta, sin embargo no queda destruida, siendo común a otros. 

Toda la actividad de la Naturaleza se contrae a infundir en el Yo el conocimiento de su individualidad distinta de la materia. Cuando el Yo se reconoce a sí mismo, la Naturaleza ya no tiene para él ningún atractivo. Pero la Naturaleza sólo se desvanece para quien ha logrado la liberación, pues hay infinito número de seres, todavía en proceso de evolución, en las primeras etapas del sendero, en cuyo provecho, seguirá actuando la Naturaleza. 

23. La unión es la causa de la realización de ambos, los poderes de lo experimentado y su Señor. 

Según este aforismo, los poderes del Alma y de la Naturaleza se manifiestan a la par cuando ambas están en conjunción. Entonces aparecen todas las manifestaciones. La ignorancia es la causa de esta conjunción. Cada día notamos que la causa de nuestros placeres y dolores es nuestra unificación con el cuerpo. Si tengo la completa certidumbre de que no soy mi cuerpo, no me afectarán el calor ni el frío ni cosa alguna externa. El cuerpo es una combinación. Es ficticio decir que yo tengo un cuerpo, mi vecino otro y el sol otro, pues sabemos que la materia de los cuerpos está cambiando continuamente. Las moléculas existentes un día en la masa del sol pueden formar parte otro día de la materia de nuestros cuerpos. 


24. La ignorancia es su causa. 

Por ignorancia nos hemos unido a un cuerpo particular, exponiéndonos a la aflicción.Esta idea del cuerpo es puramente supersticiosa. La superstición nos hace sentirnos dichosos o desdichados. La superstición causada por la ignorancia nos hace sentir frío o calor, placer o dolor. Hemos de sobreponernos a esta superstición. Se ha demostrado que en ciertas condiciones puede una persona quemarse sin sentir dolor. La dificultad está en que este repentino solevantamiento de la mente sobreviene como un torbellino que a poco se desvanece; pero si lo alcanzamos por medio del yoga, permanecerá el Yo separado del cuerpo. 

25. Habiendo ausencia de ésta (ignorancia) hay ausencia de unión, que es la cosa que debe ser evitada; esto es la independencia del veedor. 

Según el Yoga de Patanjali, el alma se unifica con el cuerpo a causa de la ignorancia. Nuestro propósito ha de ser librar al alma del dominio del cuerpo, y tal es la finalidad de todas las religiones. Toda alma es potencialmente divina. Hemos de lograr la manifestación de la interna divinidad sujetando la naturaleza externa e interna. Se logra este propósito por las obras, por la devoción, por disciplina psíquica, por la filosofía, por uno, varios o todos estos medios. Tal es la esencia de la religión. Las doctrinas, los dogmas, los rituales, los libros, los templos y los formulismos son pormenores secundarios. El yogui procura alcanzar la liberación por disciplina psíquica. Mientras no nos libremos de la Naturaleza seremos sus esclavos en obediencia a sus dictados. El yogui afirma que quien domina la mente, domina también la materia. 

La Naturaleza interna es mucho más sutil que la externa y más difícil de domeñar y regir, por lo que quien logra dominarla la hará su sierva y será capaz de dominar el universo entero. La yoga raja expone los medios de lograr este dominio. Se habrán de subyugar fuerzas naturales mucho más sutiles que las conocidas. Nuestro cuerpo es la externa corteza de la mente. No son la mente y el cuerpo dos cosas diferentes, sino que pueden compararse a, la ostra y su concha. Son dos aspectos de una misma cosa. El molusco se asimila materia del exterior y elabora su concha. De la propia suerte, las internas y sutiles fuerzas a que llamamos mente, se asimilan del exterior materia densa con la que elaboran la externa concha a que llamamos cuerpo. Por lo tanto, si dominamos lo interno, fácil nos será dominar lo externo. Tampoco son esencialmente distintas las fuerzas físicas de las psíquicas. No hay por una parte fuerzas físicas y por otras fuerzas mentales. Las fuerzas físicas son más concretas modalidades de las psíquicas, así como el mundo físico es la concreta manifestación del mundo mental. 

26. El medio de destrucción de la ignorancia es la práctica ininterrumpida del discernimiento. 

La verdadera finalidad de la práctica del yoga es discernir entre lo real y lo ilusorio y reconocer que Purusha no es la materia ni la mente, y por tanto no puede cambiar. Únicamente cambia la materia que se combina, recombina y disuelve incesantemente. Cuando por la constante práctica sepamos discernir, se desvanecerá la ignorancia y brillará Purusha en todo el esplendor de su verdadera naturaleza, omnisciente, omnipotente y omnipresente. 

27. Su conocimiento es el del séptuple elevado prinicipio. 

El conocimiento de la verdadera naturaleza del Yo se adquiere por siete grados sucesivos, uno después de otro, y cuando uno de ellos principia comprendemos que estamos adquiriendo conocimiento. El primer grado será aquel en que nos convenzamos de haber conocido lo que deseábamos conocer, y quede la mente satisfecha. Mientras anhelamos conocimiento, lo buscamos aquí y allá, doquiera creemos encontrar algo de verdad, y si no la hallamos, buscamos en otra parte; pero toda investigación será vana hasta que nos percatemos de que el conocimiento está en nuestro interior y que nadie puede ayudarnos, pues debemos ayudarnos a nosotros mismos. 

Cuando principiemos a ejercitar el discernimiento, el primer indicio de que nos acercamos a la verdad será el desvanecimiento de la insatisfacción. Estaremos completamente seguros de haber encontrado la verdad y que no puede ser otra cosa que la verdad. Entonces conoceremos que amanece para nosotros, y cobrando ánimo debemos perseverar hasta el fin. El segundo grado será la carencia de dolor, pues nada externo ni interno en el universo será capaz de causarnos dolor. El tercer grado será el logro del pleno conocimiento. Será nuestra la omnisciencia. El cuarto será el término de todo deber por medio del discernimiento. El quinto, la liberación del chitta, pues notaremos que han desaparecido todas las dificultades, luchas, esfuerzos y vacilaciones de la mente, así como la piedra caída de la montaña al valle, jamás vuelve a la montaña. El sexto grado será el en que el chitta se resuelva en su causa siempre que así lo queramos. El séptimo y último nos dará el pleno conocimiento del Yo libre ya de la mente y del cuerpo. Entonces conoceremos que siempre estuvimos separados del universo y que ni mente ni cuerpo se relacionaron ni mucho menos se identificaron con el Yo, pues mente y cuerpo seguían su propio camino, y nosotros por ignorancia nos unimos a ellos. Pero en esencia hemos sido independientes, omnipotentes, omnipresentes, siempre bienaventurados. Nuestro verdadero Yo era tan puro y perfecto que nada más necesitábamos para ser felices, porque éramos la felicidad. Reconoceremos entonces que nuestro conocimiento no depende de otra cosa alguna y que todo en el universo se ilumina con nuestro conocimiento. Este será el último grado y el yogui gozará de la eterna paz, sin que ya nunca experimente dolor ni engaño ni aflicción. Conocerá que siempre ha sido bienaventurado, perfecto y omnipotente. 

28. Por la práctica de las diferentes partes del yoga, llegado al discernimiento, quedan destruídas las impurezas y el conocimiento deviene efulgente. 

Ahora llega la práctica del conocimiento. 

Todo cuanto antes hemos dicho es sumamente elevado. Está muy por lo alto de nuestro entendimiento. Pero es el ideal. Primero es necesario dominar cuerpo y mente. Después, poco a poco realizaremos el ideal. Una vez conocido el ideal, se ha de practicar el método para realizarlo. 

29. Las ocho partes del raya yoga son: yama, niyama, asana, pranaiama, pratiahara, dharana, dhiana y samadhi. 

30. No matar, veracidad, no robar, continencia y no recibir, esto es llamado Yama.


El que aspire a ser perfecto yogui ha de renunciar al apetito sexual. El alma no tiene sexo; ¿por qué se ha de degradar con pensamientos de sexualidad? Más adelante comprenderemos mejor por qué se ha de desechar toda idea de sexualidad. La mente del hombre que recibe dádivas está influida por la mente del donante, y así el que recibe la dádiva se expone a degenerarse, anular la independencia de la mente y esclavizarse. Por lo tanto hay que abstenerse de recibir dádivas. 

31. Estos son (universales) grandes votos, indestructibles por el tiempo, lugar, propósito y normas de castas. 

Significa que todo ser humano, sin distinción de edad, nacionalidad, posición social y casta ha de practicar los preceptos de no matar, no mentir, no hurtar, castidad y abstención de dádivas.

32. Purificación interna y externa, contentamiento, mortificación, estudio y adoración a Dios, son niyamas.

La purificación externa significa un cuerpo limpio. El hombre desaseado no puede ser yogui. También ha de haber purificación interna, que se obtiene por el ejercicio de las virtudes enumeradas en el aforismo 33 del capítulo primero. Por supuesto que la purificación interna es más valiosa que la externa, pero ambas son necesarias, y la externa sin la interna, de nada vale. 

33. Para cerrar el paso a pensamientos que dañen al yoga, deben levantarse pensamientos contrarios. 

Tal es el medio indicado para practicar las virtudes. Por ejemplo, cuando una oleada de cólera asalta la mente ¿cómo reprimirla? Levantando una oleada de índole opuesta. Pensemos entonces en el amor. A veces una esposa y madre está enfadada con su marido; pero interviene el niño y ella besa al niño movida del amor que le profesa, y la oleada de amor así levantada neutraliza la suscitada por el enfado. El amor es opuesto a la cólera. 

Análogamente cuando asalte el pensamiento de hurtar, debe suscitarse el pensamiento de no hurtar y cuando apunte la idea de recibir dádivas, se ha de forjar la idea de la abstención.

34. Las obstrucciones al yoga son: matar, falsedad, etcétera, ya sean cometidas, causadas o aprobadas; ya sea por medio de la avaricia, o ira o ignorancia; ya sean de carácter leve, medio o grave; su resultado es infinita miseria e ignorancia. Esto es (el método) de pensar lo contrario. 

Igualmente delinque el que miente que quien induce a mentir y quien aprueba una mentira, Una mentira leve no deja de ser mentira. Todo pensamiento vicioso reacciona contra quien lo emitió. Cada pensamiento de odio que uno haya emitido, aunque fuere en una caverna, se mantiene en espera de recaer algún día en forma de aflicción sobre el que lo emitió. Nada será capaz de impedirlo. 

Recuérdese esto para no cometer malas acciones. 

35. Una vez establecidos en el no matar, la sola presencia hace cesar (en otros) toda enemistad. 

Si un hombre se afirma en la idea de no matar, se le mostrarán mansos hasta los animales más naturalmente fe roces. El tigre y el cordero juguetearán juntos ante el yogui. Cuando se alcanza el estado de yogui se tiene el convencimiento de estar firme en la idea de no matar. 

36. Por el establecimiento en la veracidad el yogui alcanza el poder de lograr para sí y los demás el fruto de la acción sin actuar. 

Cuando la veracidad esté firmemente establecida en el hombre, ni aun en sueños mentirá. Será verídico en pensamiento, palabra y obra. Todo cuanto diga será verdad. Le dirá a otro hombre: "Bendito seas." Y el otro hombre recibirá la bendición. Si otro está enfermo y le dice: " Sana “, inmediatamente sanará. 

37. Estableciéndose en el no robar toda la riqueza llega al yogui.

Cuanto más arrebatéis de las cosas materiales, en mayor sujeción os tendrán; pero si no hacéis caso de ellas, a vosotros se someterán. 

38. Se gana energía al establecerse en la continencia. 

El cerebro del hombre casto manifiesta tremenda energía y gigantesca fuerza de voluntad. Sin castidad no es posible tener energía espiritual. La continencia confiere admirable dominio sobre las gentes. Los instructores espirituales del mundo fueron todos muy castos, y de la castidad dimanaba su poder. Por lo tanto, el yogui ha de ser continente. 

39. Cuando está firme en el no recibir logra el recuerdo de su pasada vida. 

Cuando el hombre no admite dádivas ni regalos ni dones no depende del donante sino que permanece independiente y libre. Se purifica su mente, porque si recibiera la dádiva se contaminaría de los males del dador. Si no admite dádivas, se purifica su mente, y la primera facultad que adquiere es la memoria de pasadas vidas. Entonces se afirma el yogui en su ideal. Ve que ha venido a este mundo y salido de él muchas veces, por lo que determina liberarse esta vez para ya no volver más a ser esclavo de la materia. 

40. Estando establecido en la limpieza interna y externa surge el disgusto por el propio cuerpo y la no relación con otros. 

Cuando hay verdadera purificación del cuerpo, externa e interna, nace la aversión al cuerpo y se desvanece la idea de mantenerlo hermoso. Un rostro que a otros les parecerá bello, será para el yogui meramente animal si no lo anima la inteligencia. En cambio, lo que a las gentes les parezca un rostro vulgar, será celestial para el yogui si lo ilumina el espíritu. El afán de mimar el cuerpo es el peor tósigo de la vida humana. Así el primer indicio de la afirmación de la pureza será no pensar en identificarse con el cuerpo. Únicamente cuando la pureza se establece desechamos la idea del cuerpo. 

41. También se produce la purificación del sattva, alegría de la mente, concentración,conquista de los órganos y capacitación para la realización del Ser. 

Por la práctica de la purificación prevalece la cualidad sátvica y la mente se concentra jubilosamente. El primer indicio de religiosidad es el júbilo. Cuando un hombre está taciturno, podrá ser síntoma de dispepsia, pero no de religión. Las emociones jubilosas son de índole sátvica. Todo le place al hombre sátvico, y cuando a este punto llegue, comprenderá que adelanta en la práctica del yoga. 

Todo dolor dimana de tamas, y por tanto hemos de desechar esta tenebrosa cualidad, uno de cuyos resultados es la aspereza. Sólo tienen aptitud para ser yoguis, los fuertes, sanos, juveniles, de buena contextura y osados. Para el yogui todas las cosas son santas y todo rostro humano que ve le regocija. Tal es la característica del hombre virtuoso. La aflicción no tiene otra causa que el pecado. ¿De qué sirve un rostro ceñudo? Es terrible cosa. 

Quien esté malhumorado, no salga de casa aquel día, porque ¿con qué derecho ha de difundir su mal humor por el mundo? Cuando el hombre sea dueño de su mente, gobernará también su cuerpo, y en vez de ser esclavo de esta máquina será su dueño. En vez de que la máquina corporal supedite al alma, será su más eficaz instrumento. 

42. Del contentamiento viene superlativa felicidad. 

43. La mortificación da como resultado poderes a los órganos y al cuerpo por la destrucción de las impurezas. 

Los resultados de la mortificación se notan inmediatamente a veces en la clarividencia, clariaudiencia y otras facultades psíquicas.

44. Por la repetición del mantra viene la realización de la deidad elegida. 

Significa que cuanto más alto es el estado espiritual a que se aspira más penosa ha de ser la práctica. 

45. Sacrificando todo a Ishvara viene le samadhi. 

La resignación a la voluntad del Señor conduce al perfecto samadhi. 

46. La postura adecuada es aquella que es firme y agradable. 

Hasta que el hombre se coloca en una firme postura (asana) no puede practicar debidamente los ejercicios de respiración y otros igualmente necesarios. La firmeza de postura significa que hemos de quedar como si no tuviéramos cuerpo físico. De ordinario, cuando nos sentamos se nota al cabo de rato cierta molestia, pero cuando se desecha la idea del cuerpo material se pierde toda sensación física, sin sentir placer ni dolor y al restituirse el hombre al cuerpo lo encontrará descansado. Este es el único descanso perfecto que se le puede dar al cuerpo. Una vez logrado el completo dominio del cuerpo, manteniéndolo firme, será también firme la práctica de la yoga; pero no habrá manera de concentrar la mente mientras los disturbios del cuerpo perturben los nervios, porque los nervios, y especialmente los del sistema simpático, presiden las funciones del organismo. 

47. Aminorando la tendencia natural (a la intranquilidad) y meditando sobre lo ilimitado (la postura se hace firme y placentera). 

Podemos hacer firme la postura meditando sobre lo infinito; pero como no es posible meditar sobre el Absoluto infinito, meditemos sobre la infinidad del espacio, ya que el espacio es el más apropiado símbolo del Absoluto.

48. Conquistada la postura las dualidades no serán motivo de obstrucción. 

Ya no molestarán las dualidades, el bien y el ma l, el calor y el frío y demás pares de opuestos. 

49. Después de eso sigue el control de la exhalación e inhalación. 

Cuando se ha logrado la postura es posible dominar e interrumpir a voluntad los movimientos de prana. Entonces obtiene el hombre la facultad de pranayama o dominio de las fuerzas vitales del cuerpo. Prana no es el aliento, aunque así se le llama figuradamente. Prana es la suma total de energía cósmica. Es la energía existente en cada cuerpo y su más notoria manifestación es el movimiento de los pulmones, ocasionado por la prana inherente en el aliento cuyo dominio se denomina pranayama. Empecemos por dominar el aliento como medio más fácil de llegar al dominio de prana. 

50. Sus modificaciones son: externa o interna, o sin moción, reguladas por lugar, tiempo y número, por períodos largos o cortos. 

Significa que por el pranayama podemos inspirar el aliento a voluntad y es el pranayama externo; espirarlo también a voluntad, y es el pranayama interno; o también retener el aliento, y es el pranayama inmóvil. Por lugar se entiende el punto del cuerpo en donde queremos concentrar la prana, y por tiempo, el número de segundos que hemos de retener el aliento y mantener la prana en el punto elegido. El pranayama da por resultado el udghata o despertar de kundalini. 

51. El cuarto es retención del prana por la meditación sobre objetos externos e internos. 

Se refiere el aforismo a la cuarta modificación de pranayama o sea el udghata que se logra por larga práctica acompañada del reflejo, que está ausente en las otras tres modificaciones. 

52. Con esto las capas que cubren la luz del chitta son atenuadas. 

La chitta posee por su propia naturaleza todo conocimiento. Está constituida por partículas sátvicas, pero cubiertas por partículas rajásicas y tamásicas. Pranayama rasga el velo. 

53. La mente deviene apta para el dhárana.

Una vez rasgado el velo es posible concentrar la mente. 

54. El atraer hacia sí los órganos se produce cuando abandonan sus propios objetos y, por así decir, toman la forma de la sustancia mental. 

Los órganos son distintos de la materia mental. Veo un libro. La forma no está en el libro, está en la mente. Algo externo produce aquella forma; pero la verdadera forma está en chitta. Los órganos se identifican con cuanto perciben y toman la forma de los objetos. 

Si es posible impedir que la materia mental tome dichas formas, la mente quedará en calma. A esto se le llama pratyahara. 

55. Después de eso surge el supremo control de los órganos. 

Cuando el yogui logra que los órganos en vez de identificarse con la forma de los objetos externos asuman la propia de la materia mental, entonces adquiere el pleno dominio de los órganos. Cuando los órganos están completamente sometidos, lo estarán también los músculos y nervios, pues los órganos son los centros de todas las sensaciones y movimientos. Los órganos se clasifican en de acción y de sensación. Esto significa en términos de la ciencia fisiológica que el sistema nervioso tiene dos aspectos: el llamado cerebro-espinal cuyos elementos sirven para recibir y transmitir las sensaciones y el llamado simpático cuyos elementos no reciben ni transmiten sensaciones, sino que sirven para poner en acción los órganos. Cuando están dominados los órganos, el yogui puede dominar todas sus emociones y acciones, y el cuerpo todo queda sujeto a su voluntad. Sólo entonces se alegra el hombre de haber nacido, bendice la hora en que nació y reconoce cuán admirable es en realidad su cuerpo. 

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