19 feb 2013

Práctica y renuncia: abhyasa y vairagya. Por B K S Iyengar

Por qué son esenciales práctica y renuncia


Avidya (ignorancia) es la madre de la vacilación y la aflicción. Patañjali explica cómo se puede obtener conocimiento mediante la percepción directa y correcta, la inferencia y el testimonio, y que la comprensión correcta llega cuando finalizan los tanteos. Práctica y renuncia desempeñan aquí un importante papel en la obtención de conocimiento espiritual. 


El apego es una relación entre el hombre y la materia y puede ser heredado o adquirido. 


El no apego es el proceso deliberado de alejarse del apego y la aflicción personal, por el que uno ni se apega al deber, ni se separa totalmente de él, sino que ayuda de buena gana a todos, amigos y enemigos. El no apego no significa retirarse al interior y encerrarse en uno mismo, sino que implica el cumplimiento de nuestras responsabilidades sin incurrir en la obligación o la creación de expectativas. Está entre el apego y el desapego, a un paso del desapego, y es algo que el sadhaka (practicante) necesita cultivar antes de pensar en la renuncia. 



El desapego aporta discernimiento: poder de ver todas y cada una de las cosas o seres tal cual son, en su pureza, sin prejuicios ni egoísmos. Es una manera de comprender la naturaleza y sus potencias. Una vez que se comprenden los propósitos de la naturaleza, uno debe aprender a desapegarse de ellos a fin de alcanzar un estado de existencia absolutamente independiente, en el que el alma irradia su propia luz. 



La mente, la inteligencia y el ego, que giran en la rueda del deseo (kama), ira (Krodha), codicia (lobha), apasionamiento (moha), orgullo (mada) y malicia (matsarya), sujetan al sadhaka a sus impresiones; le resulta muy difícil salir de la confusión y diferenciar entre la mente y el alma. La práctica del yoga y la renuncia a los deseos sensuales conducen hacia el logro espiritual. 



La práctica requiere de cuatro cualidades por parte del aspirante: dedicación, celo, atención ininterrumpida y perseverancia. La renuncia también requiere de cuatro cualidades: desconectar los sentidos de la acción, evitar los deseos, calmar la mente y liberarse de todo anhelo. 



Los practicantes también son de cuatro niveles: tibio, medio, intenso y muy intenso. Y se clasifican en cuatro etapas: los principiantes, quienes comprenden las funciones internas del cuerpos, quienes pueden conectar la inteligencia a todas las zonas del cuerpo y aquellos cuyo cuerpo, mente y alma se han tornado uno. 



Efectos de práctica y renuncia



La intensidad de la práctica y renuncia transforma la consciencia, citta, no cultivada y dispersa, en una consciencia cultivada, capaz de centrarse en los cuatro estadíos de percepción consciente. El buscador desarrolla curiosidad filosófica, empieza a analizar con sensibilidad, y aprende a comprender las ideas y propósitos de los objetos materiales mediante una perspectiva correcta (vitarka). A continuación medita sobre ellos para conocer y comprender por completo los aspectos sutiles de la materia (vicara). Después avanza para experimentar el júbilo espiritual o la pura beatitud (ananda) de la meditación, y finalmente percibe al Sí-mismo. Estos cuatro tipos de percepción consciente se denominan colectivamente samprajñata samadhi o samprajñata samapatti. Samapatti es transformación o contemplación del pensamiento, el acto de enfrentarse a uno mismo. 


Tras pasar por estos cuatro estados de percepción consciente, el buscador pasa a un nuevo estado, un estado atento pero pasivo de tranquilidad conocido como manolaya. Patañjali previene al sadhaka que no se deje atrapar en este estado, que es una encrucijada en el camino espiritual, sino que dé intensidad a su sadhana para experiementar un estado todavía más elevado, conocido como nirbija samadhi o dharmamegha samadhi. Puede que el sadhaka no sepa que camino seguir tras manolaya, y puede que se quede allí atascado para siempre, en un desierto espiritual. En este calmo estado de vacío, las tendencias ocultas permanecen inactivas pero latentes. Vuelven a manifestarse y activarse en el momento en que desaparece el estado de alerta pasiva. Así pues, este estado no debe confundirse como el objetivo más elevado del yoga. 

Este estado tranquilo es un gran logro en el camino de la evolución, pero no obstante es un estado de suspensión en el campo espiritual. Uno pierde la consciencia corporal y no es molestado por la naturaleza, lo que significa conquistar la materia. Si el buscador es prudente, se da cuenta de que este estado no es el objetivo ni el fin, sino sólo  el principio del éxito en el yoga. Por ello, debe aumentar su esfuerzo (upaya pratyaya), con fe y vigor, y utilizar su experiencia previa como guía para pasar del estado de vacío o soledad, hacia el estado de no-vacío de la unicidad o plenitud, donde la libertad es absoluta. 

Si la intensidad de la práctica del sadhaka es grande, el objetivo estará cerca. Si flaquea en sus esfuerzos, entonces el objetivo retrocede en proporción a su falta de fuerza de voluntad e intensidad. 

Del libro "Luz sobre los Yoga Sutras de Patañjali" de B K S Iyengar

Links a otros textos relacionados:

Abhyasa y Vairagya: La práctica y el desapego
La presencia del sadhana en los cuatro capítulos de los Yoga Sutras
Cómo lograr Vairagya. Por Sri Swami Sivananda

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