26 nov 2012

La forma moldeada por la vida

Por Stanley Keleman, de su libro "Anatomía Emocional"
 
La vida construye las formas. Estas formas son parte de un proceso organizativo que incluye las emociones, los pensamientos y las experiencias dentro de una estructura. Esta estructura, a su vez, ordena los acontecimientos de la existencia. Las formas revelan el proceso que transcurre desde la fase protoplasmática -concepción, desarrollo embriológico-, hasta la forma humana personal, las estructuras de la infancia, adolescencia y época adulta. Las moléculas, células, organismos, agrupamientos y colonias son las formas de inicio del movimiento vital. Más tarde, la forma de la persona quedará moldeada por las experiencias internas y externas del nacimiento, el crecimiento, la diferenciación, las interrelaciones, el apareamiento, la reproducción, el trabajo, la resolución de problemas y la muerte. A través de todo este proceso, la forma queda marcada por los desafíos y tensiones de la existencia. La forma humana queda, asimismo, grabada por el amor y la decepción.

Desde el punto de vista de un proceso, la vida es formas en movimiento, algo así como lo que ocurre en una película. Cuando el movimiento se retarda, nos hacemos conscientes de los cambios que suceden en una situación emocional determinada, momento a momento. Si pudiéramos fotografiar nuestras vidas y mostrarlas escena a escena, veríamos que somos como secuencias móviles de contornos emocionales variables. Una implosión de células se organiza en un feto, luego se moldea en un niño y finalmente en un adulto. En este viaje del huevo fecundado, se crean subdivisiones, compartimentos, pasadizos y laberintos que contienen líquidos ionizados. Conforme dialogamos con las formas vivas de nuestro alrededor -primero, con el útero, luego con nuestra madre, luego con muchas otras formas- construímos los estratos de las formas emocionales. Esta geometría del conocimiento somático encuentra expresión visual en las imágenes que vendrán posteriormente.

Durante los últimos 30 años, explorando las emociones y el soma he comprendido lo que Freud exponía tan elocuentemente: la anatomía es el destino. El proceso anatómico es de una sabiduría profunda y poderosa, capaz de originar imágenes y sensaciones internas. Las formas exteriores del cuerpo y de los órganos internos nos hablan tanto de la movilidad celular, como de l aorganización y el movimiento de la psique y del alma. Los sentimientos que estas formas generan son la base de los programas cerebrales, el conocimiento, de la manera en que pensamos y sentimos. Los sentimientos son la argamasa que nos mantiene unidos; sin embargo están basados en la anatomía. Se puede describir visualmente los arquetipos de nuestra vida interior y exterior, mostrándonos la danza esencial de excitación y emoción como formas de experiencia. A partir de estas formas somáticas conocemos la historia genética, social y personal de un ser humano.

La anatomía emocional consta de capas de piel y músculo, más músculos, órganos, más órganos, huesos y la capa invisible de las hormonas, además de la organización de la experiencia. Los tratados de Anatomía clásicos tienden a presentar imágenes que son bidimensionales, pasando por alto el elemento más importante, la vida emocional. Al mismo tiempo, la Psicología, que está comprometida con el estudio de la emoción, carece de conocimientos anatómicos. Sin anatomía, las emociones no existen. Los sentimientos tienen una arquitectura somática.

Al hablar sobre anatomía emocional es importante evitar conceptos sobre lo que "normal" o ideal. No existe una estructura ideal en los humanos. La preocupación primordial debería ser cómo el individuo se maneja a sí mismo para funcionar. Todos los humanos adoptan la postura erguida, pero la individualidad se manifiesta en la variedad de formas y posturas que asumen.
 

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