16 jun 2012

Yoga Vasishtha de Valmiki: Decimoquinta conversación


EL MUNDO ESTA EN LA MENTE
Yoga Vasishtha
EXTRACTOS DE LAS INSTRUCCIONES DEL SABIO VASISHTHA A SU DISCÍPULO EL PRÍNCIPE RAMA

La obra titulada Yoga-Vasishtha, conocida también como Maharamayana, comprende treinta y dos mil versos atribuidos al sabio Valmiki, el primer poeta que se expresó en la lengua sánscrita tal como aún hoy la conocemos. En verdad, Valmiki podrá siempre reclamar para sí el hecho de ser el más grande de los poetas sánscritos, y el Yoga-Vasishtha está penetrado de una poesía de la más alta inspiración.
El Yoga-Vasishtha ha sido el libro preferido de yoguis y ermitaños en sus retiros del Himalaya, así como el de reyes y hombres de estado de la India. Comparten la opinión de que quien lo estudia con atención y vive sus enseñanzas se alza por encima de las limitaciones de la materia y, experimentando una inmutable beatitud en su propio ser, hace partícipe a su prójimo de su propia exaltación espiritual por medio de la bondad y de la verdadera filantropía.


DECIMÓQUINTA CONVERSACIÓN

Dijo el bienaventurado Vasishtha:

«Escucha mi consejo, Rama, y esfuérzate con tus actos, tu dicha y tu liberalidad en ser modelo de gran hombre; cuenta con tu inquebrantable poder de resistencia para afrontar todas tus cuitas y temores.»

Preguntó Rama:

«Dime, venerable Señor, ¿qué acción es la que confiere mayor grandeza a quien la realiza? Dime en qué consiste la dicha suprema y también cuál es la gran liberalidad que me aconsejas.»

Respondió Vasishtha:

«Hace ya mucho tiempo que el dios Shiva, aquel que lleva sobre su frente la luna creciente, explicó estas tres virtudes al príncipe de los Bhringis, por ellas liberado de toda enfermedad y toda inquietud.

Dijo Bhringi a Shiva:

‘Señor, me encuentro abrumado de dolor viendo las olas desencadenadas en este mundo de oscuros abismos en el que desde hace tanto tiempo nos debatimos sin encontrar el puerto en calma y seguro de la Verdad. Dime, Señor, ¿cuáles son esa verdad cierta y esa seguridad interior en las que podemos poner nuestra confianza, capaces de procurarnos apaciguamiento y descanso en esta residencia arruinada que es el mundo?’

El Señor Shiva contestó:

‘Pon siempre tu confianza en una paciencia imperturbable, y no te preocupes ni temas por ninguna otra cosa; esfuérzate en alcanzar la perfecta renuncia a toda pasión y a toda actividad.

Actúa con la mayor grandeza quien realiza las acciones tal como se presentan ante él, le proporcionen o no alegría sin temer ni desear su efecto.

Cumple bien con su función quien realiza sus deberes sin complicación ni aprensión y mantiene una actitud reservada y la pureza de su corazón, sin verse manchado por el egoísmo o la envidia.

Cumple bien con su función quien no se ve afectado por nadie ni por nada y, ante cualquier objeto, se limita a ser únicamente testigo.

Actúa con la mayor grandeza quien considera su propia nacimiento, su vida y su muerte, así como su elevación o su rebajamiento, en una misma luz y ante ninguna circunstancia pierde su ecuanimidad.

El más feliz es aquel que permanece como espectador desvinculado e indiferente al observar la conducta y el comportamiento de la humanidad y mira sin elegir nada para sí.

El hombre más contento es aquel que soporta las vicisitudes de la fortuna con constante aguante, como oculta el mar las olas tumultuosas en sus profundidades insondables.

Experimenta los mayores placeres aquel para quien sal y azúcar son semejantes y no se ve afectado por las circunstancias, ya sean felices o adversas.

Es el mejor de los renunciantes aquel que ha abandonado toda preocupación sobre su vida y su muerte, sobre su placer o su dolor y, resueltamente, ha desterrado de su mente sus méritos y sus imperfecciones.

Ha ofrecido el más grande sacrificio quien ha sacrificado su propia mente y sus esfuerzos en el altar de la abnegación.

Medita siempre sobre el Espíritu eterno e inmaculado que no tiene principio ni fin. Fijando tu pensamiento así, tú mismo llegarás a ser inmaculado y serás absorbido por el siempre idéntico Brahman, donde todo es paz y serenidad.

Aprende a conocer a Brahman único e inmortal como alma y principio de las diversas manifestaciones que de Él emanan. Su inmensidad se despliega a través de la totalidad de la existencia, al igual que el cielo infinito abarca y manifiesta todas las cosas dentro de sí mismo.

Para ninguna cosa es posible, se trate de una existencia positiva o potencial, subsistir al margen o independientemente de la Esencia universal. ¡Guarda esta firme convicción en tu mente y te verás libre de todo temor en el mundo!

Oh muy virtuoso Rama, estáte siempre atento a tu mente en tu interior y cumple tus actos exteriores con tu cuerpo y tus miembros. Abandonando tu sentido del egoísmo y de la personalidad y viéndote por ello libre de toda preocupación y dolor, alcanzarás la suprema felicidad.»

Dijo Rama a Vasishtha:

«¡Oh muy santo Sabio, conocedor de todo! ¿Qué sucede a la esencia de la mente después de que el egoísmo de un hombre ha desaparecido de ésta y ambos, egoísmo y mente, se han disuelto en la nada?»

Contestó el bienaventurado Rishi:

«La pureza de la mente aparece con toda su evidencia en la expresión radiante y serena del hombre que ha disuelto el egoísmo y los defectos que lo acompañan en una mente mortificada.

Todas las trabas que suponen nuestras pasiones y afectos, se quiebran y caen. Cuando se rompen las ataduras de nuestros deseos, nuestro resentimiento se atenúa y nuestra ignorancia se va disipando progresivamente; nuestra codicia disminuye y nuestra ansia levanta el vuelo alejándose; nuestros miembros se relajan y nuestra desazón se torna en sosiego.

Entonces, nuestras preocupaciones ya no pueden apenarnos ni la alegría enajenarnos: en todas partes nos sentimos en calma y la paz reina en nuestros corazones.

A veces, la alegría y el dolor pueden marcar la expresión del gnani1, como una nube ennegrece el cielo, pero no podrán ya oscurecer su mente, que permanece clara como un día eterno.

Su humor es estable y tranquilo, sin ofender ni oponerse a nadie; entonces, amado y honrado por todos, se queda apartado, cumpliendo su tarea con asiduidad y gustando en cada instante la dulce tranquilidad de su mente.

Réprobo es el hombre que se ahoga en su propia ignorancia y que no va a la búsqueda de la salvación de su mente, asequible mediante la luz de la razón y que le preserva de todas las dificultades del mundo.

Quien quiera obtener la tan deseada felicidad dominando las oleadas de las desafortunadas encarnaciones en el vasto océano de este mundo, debe siempre preguntarse:

‘¿Qué será de mí después de esto? ¿Qué significan las breves satisfacciones experimentadas aquí? ¿Qué es este mundo? ¿Hacia dónde va todo esto?’

Necesita seguir a un Maestro tradicional, caso de ser suficientemente afortunado para encontrar uno.

Descubre la corriente de  las aguas profundas de tu consciencia y zambúllete en ella.

Rechaza todas las cosas exteriores como uno se resguarda en las casas de los ardientes y perjudiciales rayos solares.

El océano de la ignorancia rodea el mundo y se desborda sobre él al igual que las aguas saladas cercan y bañan a una isla; y las distinciones que hacemos al decir ‘yo’ y ‘mío’ son las olas de ese mar de nuestro error.

Las emociones de la mente, así como sus diversos sentimientos y pasiones, son las oleadas multiformes de ese mar de ignorancia; el egoísmo y el amor propio forman la vorágine en la que el hombre testarudo espontáneamente se precipita.

Sus apegos y animosidades son los tiburones que con sus fauces se apoderan de él y finalmente le arrastran a las profundidades.

Ve y zambúllete en el sereno mar de la soledad espiritual y lava tu mente en el néctar de la meditación ambrosiaca. Sumérgete en la profundidad de la Unidad y aléjate de las olas saladas de la dualidad y de las aguas salobres de la diversidad.

Reconócete como esa mente única de la que se sabe que está presente en todo el mundo; ¿y qué existe, al margen de Eso, que puedas lamentar o deplorar?

Adora al Señor Dios, Creador de los mundos, siempre generoso y otorgador de toda cosa.

La adoración a Dios anula todos nuestros pecados y deshace los nudos y trampas del mundo.

Habiendo vencido a las tinieblas de la ignorancia gracias a la pureza de tu naturaleza, puedes proseguir la vía del Yoga Adhyatma bendecido por el adicto servicio a un Maestro.

Mis palabras, oh Rama-ji, son las palabras del propio Brahma y nadie las oye si no es por su sattvika-karma2 de numerosas encarnaciones anteriores.»

Al terminar el discurso, toda la asamblea se inclinó profundamente ante el santo Instructor, Vasishtha, diciendo:

«¡Jai a ti! ¡Jai a ti, oh Sabio inmortal!»


Notas:
1 Gnani: Aquel que conoce a Dios; hombre iluminado.
2 Sattvika-karma: El mérito adquirido por las buenas acciones.

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