7 sept 2014

¿Qué es Yoga? por Andre Van Lyzebeth y Jean Herbert (Aprendo Yoga parte I)

André Van Lysebeth

Del libro "Aprendo Yoga" de Andre Van Lysebeth

Hatha Yoga por Jean Herbert

Demasiado a menudo se olvida que el Hatha-Yoga es ante todo, un yoga. El término yoga, etimológicamente emparentado con la palabra "yugo, que encontramos en -conyuqal-. tiene dos acepciones principales, por lo demás estrechamente ligadas. El estado de yoga es aquel en el cual el hombre está -bajo el mismo yuqo- que lo Divino, es decir, ligado a lo Divino, idea que expresa la palabra -re-ligión-; en una ligera variante, expresa el estado en el que "el hombre aparente" está igualmente ligado al "hombre real", es decir, ha recobrado su verdadera naturaleza y vive en conformidad con ella. La técnica del yoga es una disciplina, sea cual fuere, mediante la cual el hombre se esfuerza por llegar al estado de yoga.


Según las concepciones hindúes, toda técnica, proseguida con asiduidad y concentración, puede conducir al nivel superior de conciencia que corresponde al estado de yoga. Se puede hablar así del yoga del arte, del yoga de la ciencia, del yoga de la gramática, del yoga del amor, del yoga de la meditación, etcétera. Pero tomado como tal, cada yoga implica una disciplina rigurosa y precisa.


Tradicionalmente se consideran cuatro yogas principales: el yoga de la búsqueda intelectual llevada hasta más allá de los limites mentales habituales (Gnana-yoga), el yoga del amor dirigido hacia lo Divino, sea a través de una imagen de lo Divino, sea a través de un objeto o una persona cualquiera en quien se ve lo Divino (es el Bhakti-yoqa), el yoga de la concentración interiorizada (Raja-yoga) y el yoga de la acción desinteresada hecha más o menos directamente para lo Divino (Karma-yoga).


Por distintos que sean entre si estos cuatro yogas no son, sin embargo, enteramente separables. Los grandes sabios han subrayado siempre, por una parte, que cuando se sigue uno de ellos, muy a menudo es, por lo menos, peligroso derogar las reglas fundamentales de cualquiera de los otros y, por otra parte, que todos terminan por encontrarse . El puro bhakti-yoguin adquiere, sin buscarlo, el conocimiento supremo que es la meta del Gnana-yoga; el puro gnana-yoguin desemboca en el amor supremo (para-bhakti) que es lo buscado por el bhaktiyoguin: una práctica intensa del Raja-yoga es más o menos indispensable en todos los demás yogas, y el Karma yoga puede alcanzar una totalidad tal, que el más grande maestro de la India moderna, Shri Aurobindo, ha visto en él el yoga integral, es decir, el que abraza todos los yogas.


Cuando se habla de la práctica de un yoga particular, no se pretende con eso la exclusión de los demás, sino que se entiende que el yoga en cuestión proporciona al interesado una especie de directiva central en torno a la cual se articulan los demás.


Lo que hace los contornos aún menos precisos es, no sólo que cada yoga lleve consigo un número ilimitado de variantes, sino también que cada maestro enseña una técnica de su propia composición, generalmente la que ha seguido él mismo, y en la que están sabiamente dosificados elementos tomados de los diversos yogas.



Además de esos cuatro grandes yogas y de sus diversas variantes y combinaciones, existen otros yogas clásicos, entre los que debemos citar el Mantra-yoga, el Japa-yoga, el Laya-yoga y los otros yogas tántricos, el Agni-yoga y el Hathayoga, que es en el que se piensa más a menudo hoy día en Occidente cuando se habla de -yoqa-. Todos pueden o bien ser practicados más o menos aisladamente, o bien jugar un papel más o menos importante en yogas individuales compuestos.



Aunque un verdadero maestro (gurú) nunca acepta como discípulos sino candidatos para quienes considera con toda objetividad que su propio yoga es el que mejor les conviene, hay que hacer notar que los más grandes maestros, los que han llegado al punto culminante de la evolución espiritual, hacen seguir a cada discípulo y en cada momento de su entrenamiento la disciplina particular más apropiada.


Al comienzo, enfocado simplemente como complementario del Raja-yoga, el Hathayoga tuvo vida independiente desde tiempos probablemente muy antiguos. Si los grandes clásicos Hatha-dipika, Siva Samhita, Goraksha Samhita - los más antiguos se remontan al siglo XIII- lo miran aún más o menos como una ayuda para la práctica de los otros yogas , el yoga del cuerpo físico (Ghatastha-yoga) adquirió pronto gran importancia. Aunque evidentemente hunde sus raíces en el cuadro del hinduismo, desde hace mucho tiempo se practica en la India por adeptos de otras religiones (sikks, jaines, parsis, musulmanes), a veces bajo otro nombre. Su meta se designa generalmente por la expresión nadi suddhi, mediante la cual los yoguistas entienden esencialmente la vitalización del cuerpo y la purificación del sistema para-nervioso constituido por los nadi.


Por lo menos tanto como cualquiera de los otros yogas, el Hatha-yoga es susceptible de aplicaciones variables y presenta en si mismo un número considerable de variantes. Incluye una parte física y una parte mental.


La parte física del Hatha -yoga se compone esencialmente de dos elementos, las posturas (asanas) y las respiraciones dirigidas (pranayama). Pero la parte mental juega un papel determinante, de la que depende en gran medida el efecto obtenido por las prácticas físicas: muchos occidentales cometen el grave error de no concederle el puesto que le compete.


Practicado aisladamente o como elemento preponderante en un yoga individual compuesto, el Hatha-yoqa puede bastar, según los más grandes especialistas hindúes, para conducir al yoguin a los tramos más elevados de la evolución espiritual.


Siempre ha habido en la India, y los hay aun en nuestros días, grandes sabios que no han seguido ninguna otra disciplina. Viven por lo general muy retirados, a menudo en junglas o montañas casi inaccesibles al común de los mortales, y no aceptan sino muy escasos discípulos, aquellos en quienes han discernido la capacidad de someterse a prácticas inverosimilmente arduas, llenas de peligros de toda clase, y en las que seria pura locura lanzarse sin estar seguido y dirigido día a día, si no hora a hora, por un muy gran maestro. Por lo tanto, ese Hathayoga integral no es para los occidentales; y sus representantes calificados, por lo demás, no han cometido jamás la fatal imprudencia de consignar sus enseñanzas por escrito sino en textos rigurosamente herméticos e inutilizables. Además. ese Hatha-yoga integral se practica normalmente -o tal vez siempre- en el cuadro de la religión hindú, es decir, que se propone como meta la unión o la fusión con alguno de los Dioses del Panteón hindú, a menudo Shiva o una de sus Shakti.



Por el contrario, los primeros elementos del Hatha-yoga tomados como disciplina accesoria, son utilizados corrientemente en la India no sólo por aquellos que practican otro yoga a titulo principal para alcanzar planos superiores de conciencia, sino también por aquellos que desean simplemente aprovechar sus ventajas fisicas y mentales sin asociarle la preocupación por una evolución religiosa o espiritual, general o particularizada.


Son estos primeros elementos los que occidentales cada vez más numerosos practican hoy día, sea bajo la dirección de profesores más o menos experimentados, sea sobre la base de un libro ilustrado con croquis o fotografias. 


El provecho que puede procurar una práctica regular de las técnicas más elementales del Hatha-yoga es de tal modo desproporcionado al esfuerzo exigido, que este yoga se ha extendido por Occidente como un reguero de pólvora. Las publicaciones que se refieren a él son legión, las -escuelas- que tienen la pretensión de enseñarlo ya no se pueden contar. Muchas de éstas y de aquéllas justifican la mayor desconfianza, y el profano que confía en ellas tiene muchas probabilidades de tener una mala caída. Aun los ejercicios más fáciles y aparentemente más inofensivos no están exentos de peligro. Lo que aún es más grave es que los resultados estimulantes obtenidos en poco tiempo al precio de pocos esfuerzos empujan al principiante a burlarse de los consejos de prudencia y moderación que se le prodigan y a lanzarse rápidamente a técnicas peligrosas que pueden provocar graves desórdenes en los sistemas respiratorio, circulatorio y nervioso.


Durante más de treinta años he tratado de obtener que grandes maestros hindúes del Hatha-yoqa describan para los occidentales los ejercicios que éstos podrían hacer con provecho y sin peligro, precisando todas las precauciones necesarias. Ninguno de esos maestros ha tenido la suficiente confianza en los occidentales para acceder a mi petición.


El libro del Sr. Van Lysebeth me parece ser de lo mejor que un occidental ha hecho hasta ahora para colmar esta laguna. Ha tenido la sabiduría de proponerse una meta limitada, la descripción muy detallada de alguna de las posturas principales y el modo de realizarlas, más algo que es de la mayor importancia y que ningún occidental, en mi conocimiento, habia hecho antes que él: una exposición minuciosa de los efectos fisiológicos y de todo tipo que produce la práctica de esas posturas, el provecho que se puede obtener de ellas, los peligros que hay que evitar, las contraindicaciones, etc.

Creo que se puede tener confianza en este libro, y deseo que el Sr. Van Lysebeth lo complete con otras obras en las que describa, con el mismo detalle y las mismas precauciones, otros ejercicios del Hatha-yoga. 

Jean Herbert



Andre Van Lysebeth




















Palabras preliminares:

"Un asana yóguico es una mecánica de precisión y el -poco más o menos- es una moneda que nunca tiene curso en yoga. Un error de detalle, ínfimo en apariencia, puede amputar al ejercicio de una fracción importante de sus efectos y aún, en ciertos casos, ir contra el fin propuesto."

Este estudio interesa tanto a los que ya practican, que podrán así controlar su técnica, como a los neófitos o aspirantes que no tienen ocasión de seguir un curso. Nos proponemos, pues, estimado lector, estimada lectora, estudiar juntos una sola posición cada vez. 


Dentro de poco poseerá usted a fondo la técnica exacta de los grandes clásicos del yoga y podrá obtener de su práctica todos los beneficios y alegrías que proporciona el yoga bien hecho. Su sesión diaria llegará a ser no un peso ni una rutina, sino el mejor momento de la jornada, esperado con impaciencia — ¡en la medida en que un aspirante yogui esté autorizado a manifestar impaciencia! 



Cada asana incluye diversos niveles de dificultad creciente; basaremos nuestro estudio sobre el nivel medio, accesible en algunas semanas a la mayoría de los occidentales. 


Los neófitos, gracias a las indicaciones precisas, podrán eliminar sin dificultad los obstáculos del comienzo. Para los alumnos avanzados describiremos cada vez una variante más avanzada: así cada cual tendrá aquí lo suyo.


LAS FUENTES 

Cada estudio, recogido por el autor en el lugar mismo durante sus estadías en la India, aporta la síntesis de la enseñanza del ashram de Swami Sivananda en Rishikesh, del Vishwayatan Yogashram de Delhi, dirigido por Dhirendra Bramachari, del Hatha Yogui Srikantarao, del Ashtanga Yoga Nilayam de Mysore, del Kaivalyadhama Samhiti de Lonavla, por fin de Swami Satyananda en la Bihar School of Yoga. A todo esto el autor añade el fruto de su experiencia personal acumulada en veinte años de práctica ininterrumpida y de enseñanza del yoga en Occidente. A sí ha podido notar las dificultades que el adepto occidental encuentra por el camino y los errores que puede cometer fácilmente. Lea y relea las descripciones de los movimientos, examine y reexamine las fotos: a menudo le sucederá observar un detalle que se le había escapado en una primera lectura y, repitámoslo, en yoga no hay detalles «insignificantes».


André Van Lyzebeth



INDICE DEL LIBRO "APRENDO YOGA" DE ANDRÉ VAN LYZEBETH


  1. INTRODUCCIÓN: ¿QUE ES YOGA? (parte I)
  2. El hombre moderno y el yoga. El espíritu del Hatha Yoga.(parte II)
  3. Respirar es vivir (parte III)


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