25 ene 2014

Ashtavakra Gita: El canto del Ser. Parte I, cap. I-XII

El Ashtavakra Gita es una antigua escritura de la tradición Advaita Vedanta, la escuela no-dualista difundida por Shankara en el siglo VII,  de gran importancia filosófica y espiritual. Se explican las enseñanzas sobre la naturaleza del alma, la realidad y la esclavitud, en un diálogo entre el Maestro Ashtavakra y su discípulo Janaka.       Parte II, cap. XIII- XX

CAPÍTULO I
SOBRE EL SER COMO TESTIGO OBSERVADOR DE TODO

Janaka dijo:

1. ¿Cómo se adquiere la sabiduría, cómo nos aseguramos el renunciamiento? Por favor dímelo ¡Oh maestro!.                                                                                                                

Ashtavakra respondió:

2. Hijo mío, si deseas la liberación, debes rehuir los objetos de los sentidos como si fueran veneno, y buscar como agua de vida la caridad, la rectitud, la misericordia, el contentamiento y la verdad.

3. Tú no eres tierra, tú no eres agua ni fuego, aire ni éter. Sabe que eres el Yo supremo, y que la naturaleza de tu emancipación es el Yo y el testigo.

4. Si puedes reposar en la conciencia, habiéndote separado del cuerpo, en ese mismo momento alcanzarás la felicidad, el contento de la paz y la libertad de las cadenas.

5. Tú no perteneces a la casta brahmánica ni a ninguna otra; de ninguna orden formas parte; objeto no eres de la percepción sensual. Por completo desapegado, sin forma, tú eres el que todo lo ve: ¡sé, por ello, feliz!

6. Bien y mal, placer y dolor en la mente están, no en ti ¡oh Señor! Ni el que hace ni el que goza eres tú. En verdad, tú reinas para siempre en libertad.

7. Tú, el que todo lo ve, en verdad moras libremente. La única cadena que te ata es esta: que percibes al Ser de forma diferenciada.

8. Mordido por la gran serpiente negra de la vanidad, piensas: "Yo soy el que obra"; al beber el antídoto de la fe y pensar: "Yo no soy el que obra", serás feliz.

9. Piensa: "Soy la pura inteligencia"; y con este fuego de la fe, quema la densa selva de la ignorancia; al liberarte del dolor, serás feliz.

10. Aquello donde el universo parece existir como la serpiente en la cuerda, es la Dicha, la Dicha Suprema; tú, al ser esa conciencia, serás feliz.

11. Quien se imagina prisionero, en verdad está aprisionado; quien se imagina libre, en verdad no sufre
cárcel.

12. El Yo es el testigo, el que todo lo impregna; el cabal, el libre, el único; inteligencia desprovista de acción, de apego, de deseo, mora siempre en paz. La ilusión hace que Él parezca pertenecer al mundo.

13. Aprende a entender tu Yo como la eterna Inteligencia, el Uno sin segundo, una vez abandonada la ilusión de que tu ser es un reflejo del Yo, y que las condiciones externas o las condiciones internas lo rozan.

14. Largo tiempo, hijo mío, has estado sujeto por el lazo de pensar: "Yo soy el cuerpo". Corta el lazo de esta ilusión con la espada de la sabiduría que dice: "Soy el conocimiento", y serás feliz.

15. Desapegado, inmóvil, autoiluminado, sin mácula, tal eres tú. En verdad, ésta es la única cadena que debes cargar en tu búsqueda del conocimiento.

16. Tú todo lo impregnas; en verdad, todo en ti se entrelaza. Tú eres la Conciencia Pura. Que tu ánimo no decaiga.

17. Autogobernado, libre de máculas, siempre cabal, así eres tú, en la impasible felicidad interior. De insondable inteligencia, sin agitaciones, imperturbable, tal eres tú. Debes, para ello, tener tan sólo tu mente dirigida a la conciencia.

18. Sabe que cuanto tiene forma es falso, que lo sin forma es lo único permanente. En verdad, con esta enseñanza no hay posibilidad de renacer.

19. Al igual que una imagen en el espejo no es distinta al objeto que refleja, así el Alma, el Señor del Cuerpo, es el mismo adentro y afuera.

20. Al igual que el espacio que todo lo penetra es el mismo, dentro y fuera de una vasija, así es el Eterno, el Uno que mora en todos los seres.

CAPÍTULO II

SOBRE EL GOZO EN EL SER

El discípulo dice:

1. ¡Ah! Inmaculado, pacífico soy, el Yo de inteligencia que trasciende la materia. Hasta ahora he sido burlado por la ilusión de los fenómenos.

2. Al igual que ilumino este cuerpo, así ilumino el universo. Por ello, mío es el universo entero, o nada es mío.

3. Puesto que he renunciado al mundo y al cuerpo, de algún modo percibo ahora al Yo supremo, mediante la sabiduría adquirida, merced a las enseñanzas del Maestro.

4. Al igual que las olas, la espuma y las burbujas nada son sino el agua de la que provienen, así ocurre con el mundo emanado del Yo supremo: nada es sino el Yo supremo.

5. Al igual que el azúcar impregna el jugo de la caña y la dulzura impregna el azúcar, así ocurre con el mundo que me ilusiona, en tanto Yo impregno el mundo.

6. El mundo parece existir porque se ignora el Yo. El conocimiento del Yo hace que no resulte real. La serpiente parece existir porque se ignora que es una cuerda; al percibirse la cuerda como tal, la serpiente cesa de existir.

7. La luz es mi más profunda naturaleza; nada soy, sino luz. Al iluminarse el mundo, soy Yo que lo ilumino.

8. ¡Ah! El mundo me envuelve en su ilusión, y existe en mí merced a la ignorancia, como la plata en la madreperla, la serpiente en la cuerda y el agua del espejismo a la luz del sol.

9. El mundo que de mí ha emanado en mí se resuelve, como la vasija en el barro, la ola en el océano y el brazalete en el oro de que está compuesto.

10. ¡Ah! ¡De maravilla soy! A mi propio Yo reverencio, que no conoce la decrepitud, y que sobrevive a la destrucción del mundo entero, desde Brahma hasta una hoja de hierba.

11. ¡A! De maravilla soy! Ante mi propio Yo me inclino, que sigue siendo Uno, aún unido a un cuerpo; que de ninguna parte viene, a ninguna parte va, y todo lo impregna.

12. ¡Ah! ¡De maravilla soy! A mi propio Yo reverencio. Nadie en sabiduría me supera a mí, que sin ser rozado por el cuerpo, llevo no obstante al mundo en mí, para siempre.

13. ¡Ah! ¡De maravilla soy! A mi propio Yo saludo, al que nada de aquí le pertenece, aun cuando le
pertenezca cuanto se halle dentro del alcance del discurso y el pensamiento.

14. El conocimiento, el conocedor y lo conocido, en realidad no existen. Eso, en lo cual estas tres cosas parecen existir en razón de la ignorancia, Eso soy Yo, el inmaculado.

15. ¡Oh! El pesar clava sus raíces en la dualidad. Ninguna cura existe para ello, excepto el comprender que soy la Dicha, la Inteligencia y la Pureza.

16. Tan sólo el conocimiento Soy; a mi propio Yo le he puesto límites en razón de la ignorancia. He reflexionado constantemente y el descanso hallé en Eso, que está más allá de la mente.

17. La libertad y las cadenas ya no son mías. La ilusión incesante se ha desvanecido. ¡Ah! el mundo se halla en mí, o en verdad en mí no está.

18. El mundo y el cuerpo nada son: esto he descubierto. El Yo es la Pura Conciencia misma. ¿Por qué, entonces, el uno se superpondría a la otra?

19. Cuerpo, infierno y cielo, libertad, esclavitud y miedo, todas éstas son meras imaginaciones. ¿Qué debería hacer Yo, cuya naturaleza es la Conciencia?

20. ¡Ah! A mí, que no veo ninguna dualidad, aun en una multitud, a mí, que me está reservado un bosque, ¿a qué me he de adherir?

21. No soy el cuerpo, ni el cuerpo es mío. El yo individual no soy, soy la Conciencia. En verdad, tal es mi esclavitud: estar adherido a la existencia personificada.

22. Ah! En Mí, el océano ilimitado, al levantarse el viento de la muerte, forma olas que toman la apariencia de innumerables mundos de figura diversa.

23. Al cesar el viento de la muerte, la barca del infortunado mercader, el yo personificado, se desvanece en Mí, el gran océano insondable.

24. En mí, el gran océano insondable, las olas de los diversos yoes particularizados se elevan, golpean entre sí, juegan y desaparecen de modo magnífico.

CAPÍTULO III

SOBRE LA PRESENCIA DEL SER EN TODO Y TODO EN EL SER

1. Al saber que tu Yo es el Yo único e indestructible, ¿cómo puedes tú, un sabio,  un conocedor del Yo, continuar en la búsqueda de riquezas?

2. ¡Discípulo mío! el apego a los objetos, que son por esencia ilusorios, surge por la ignorancia del Yo, al igual que el deseo; así como el confundir un trozo de madreperla con la plata, surge por el desconocimiento de la madreperla.

3. Puesto que sabes que eres Aquello en que el mundo parece existir como las olas en el océano, ¿por qué corres como un desvalido?

4. Puesto que sabes que el Yo es la Pura Conciencia y Belleza, ¿por qué eres esclavo de la codicia y la impureza?

5. De maravilla es que, aun en el sabio que ve el Yo en todos los seres y a todos los seres en el Yo, perdure todavía el sentido de "lo mío".

6. De maravilla es que, aún quien habita en la unidad suprema y tiene el designio de la liberación, perdure en la sujeción al deseo y en la agitación por los deleites sensuales.

7. Al conocer la naturaleza del gran enemigo de la sabiduría, ¿cómo puede el sabio, que ve aproximarse su fin, abrigar afecto por los objetos sensuales?

8. ¡De maravilla es que, hasta aquel que no siente apego por los objetos de este mundo o el otro, que discierne entre lo eterno y lo no-eterno, que está empeñado en la emancipación, siente temor por esa misma emancipación!

9. Alabado o denigrado, el sabio de mente dominada, ve sólo el yo y por nada siente ira o agrado.

10. Al ver su propio cuerpo moverse como si fuera ajeno, ¿como podría esa gran alma estar perturbada por el elogio o la censura?

11. Al ver el mundo como una ilusión, cesada toda curiosidad, ¿cómo habrá de temer nada el hombre de mente dominada, aún la proximidad de la muerte?

12. Esa grande alma cuya mente está desprovista de deseo, aún por lo que está más allá del deseo, que encuentra la paz en la autocomprensión, ¿tiene algo con que pueda comparársele?

13. El hombre de mente fuerte, sabedor de que lo visible es por esencia una mera nada, no ve nada que deba alcanzarse ni nada que deba evitarse.

14. El que se ha quitado toda impureza interna, que libre está de cualquier idea de diversidad, y se ha elevado por sobre la esperanza, el uso de los objetos sucediéndose en su curso natural, no le depara placer ni dolor.


CAPÍTULO IV

SOBRE LA GLORIA DE LA AUTOREALIZACIÓN

1. ¡Oh alegría! La comparación no cabe entre el sabio que conoce su Yo y transita el mundo de los sentidos, y las bestias de carga que, uncidas, están al yugo del mundo.

2. ¡Oh alegría! El asceta que mora donde Indra y los demás Dioses desearon en vano, no ostenta soberbia alguna.

3. Bien y mal no rozan el Yo interior de quien Aquello conoce. El espacio, aunque parece estar cubierto por el humo, en verdad ni siquiera es tocado por aquel.

4. El hombre de grande alma sabe que todo esto es sólo el Yo; ¿habrá entonces quien pueda prohibirle moverse como desee?

5. En el mundo compuesto de las cuatro clases de criaturas, desde Brahma hasta una hoja de hierba, el que conoce el Yo es el único que tiene la fuerza de renunciar al placer y el dolor.

6. El liberado, el que conoce su propio Yo, emancipado está de la dualidad, como el Señor del Mundo. Tal como conoce, obra. Alguien semejante no sufre los embates del miedo por parte alguna.

CAPÍTULO V

LOS CUATRO MODOS DE ABSORCIÓN EN EL SER

El maestro dice:

1. No te apegues a nada que llames tuyo; puro eres, ¿a qué anhelas renunciar? Al disolver el agregado corporal en el Ser, has de encontrar la absorción en tu propio Yo.

2. El mundo surge en ti como las burbujas en el océano. Así, al saber que el Ser es Uno, has de encontrar la absorción en tu propio Yo.

3. El mundo, aunque presente a los sentidos, en realidad no está en ti, el Puro. Se halla como la serpiente en la cuerda. Por ello has de encontrar la absorción en tu propio Yo.

4. Idéntico en el placer y el dolor, cabal, parejo en la esperanza y la decepción, imperturbable ante la vida y la muerte, has de encontrar la absorción en tu propio Yo.  

CAPÍTULO VI

EN REALIDAD, NO HAY EMANCIPACIÓN NI ABSORCIÓN EN EL YO

1. Tal como el espacio ilimitado soy, igual a una vasija este mundo es, forjado en la materia. Este es el conocimiento. No existe el apego, la renuncia ni la absorción.

2. Soy el gran océano donde el mundo es una ola. Este es el conocimiento. No existe el apego, la renuncia, ni la absorción.

3. Soy esa madreperla sobre la que se superpone este mundo cual si fuera plata. Este es el conocimiento. No existe el apego, la renuncia ni la absorción.

4. Estoy en todos los seres y todos los seres están en mí. Este es el conocimiento. No existe el apego, la renuncia ni la absorción.

CAPÍTULO VII

COMPRENSIÓN DEL YO EN LA VIDA MUNDANAL

1. En Mí, el océano ilimitado, la barca del mundo se agita de uno a otro lado, impelida por el viento de la muerte, mas eso no Me afecta.

2. En mí, el océano ilimitado, la obra del mundo se yergue y desvanece, mas eso no aumenta ni disminuye mi caudal.

3. En Mí, el océano ilimitado, el mundo, tan sólo se superpone. En extremo calmo, sin forma Soy; así he de permanecer.

4. El Yo no está en lo visible, ni lo visible en lo que es ilimitado y sin mácula.

5. ¡ Ah! La  Inteligencia  misma soy. El mundo  es el espectáculo de un mago ¿Cómo se puede,  entonces, abrigar ideas de aceptación o de renuncia?

CAPÍTULO VIII

LA NATURALEZA DE LA LIBERACIÓN Y DE LA ESCLAVITUD

1. Esto es la esclavitud: la mente que todo lo desea, que por todo se aflige, que se aferra a todo, que de todo se apodera, que se siente desdichada por todo, y por todo siente ira.

2. Esto es la liberación: la mente que nada desea, que por nada se aflige, que no se aferra a nada, que de nada se apodera, que por nada se siente desdichada, ni dichosa ante nada.

3. Esto es la esclavitud: la mente que se apega a la condición que fuere. Esto es la liberación: la mente que no se apega a ninguna condición, sea la que fuere.

4. Donde no hay ego reina la liberación; donde hay ego, la esclavitud reina. En posesión de este conocimiento, no tomes ni evites nada de la vida.

CAPÍTULO IX

VERSOS SOBRE LA IMPASIBILIDAD

1. Las cosas obradas y no obradas, y los pares de opuestos, ¿cuándo alcanzan el reposo y para qué? En posesión de este conocimiento, aun cuando en este mundo permanezcas, a través de la impasibilidad, emprende el renunciamiento y libérate de los votos.

2. ¿Quién, hijo mío, es el afortunado que, de puro mirar el espectáculo del mundo, ha hecho que el anhelo vital, el amor por el gozo y la sed de conocimiento alcancen el reposo?

3. Impermanente es todo esto, socavado por la triple miseria, carente de esencia, cargado de máculas, apto para ser desechado.

4. ¿Qué  es  el  tiempo, qué  la  edad, cuándo  los  opuestos  no  existen para el hombre? No prestándoles atención, haciendo lo que surge en el momento, el hombre logra la perfección.

5. Múltiples son las doctrinas de los grandes sabios, y también las de santos y ascetas. Una vez que las ha comprendido, llegando a la impasibilidad, ¿qué hombre no alcanzará la paz?

6. El que ha obtenido la comprensión completa de la Esencia Consciente mediante la práctica de la impasibilidad y la ecuanimidad, siendo un maestro excelente, se transforma en un sabio del mundo.

7. Tan pronto veas que las modificaciones de los elementos nada son en verdad, sino únicamente elementos básicos, en ese mismo instante, liberado de la esclavitud, morarás en tu propia naturaleza.

8. El mundo nada es, sino impresiones mentales: dispérsalas. La renuncia a aquél precede a la renuncia a éstas. Puesto que tu condición es el ahora, aquí permanece.

CAPÍTULO X

VERSOS SOBRE LA QUIETUD

1. Una vez dejado de lado el deseo, el enemigo, el funesto deseo  de  riquezas y  también el deber, causa de ambos, deja de lado el apego y muéstrate indiferente ante todo.

2. Sabe que amigos, tierras, bienes, esposas y riquezas nada son sino imágenes de sueño o espectáculos de un mago cuya duración no excede los tres o cinco días.

3. Sabe que el mundo existe cuando hay deseo. Aplícate al firme no-apego, y así, al verte libre del deseo, serás feliz.

4. La esclavitud es el deseo, su destrucción la libertad. El no-apego a lo visible conduce gradualmente a la dicha que sigue a la comprensión del Yo.

5. Tú eres Uno, Inteligente y Puro; el mundo está desprovisto de inteligencia y es falso. La ignorancia misma nada es; ¿qué puede significar para ti la sed de conocimiento?

6. Reinos, hijos, esposas, cuerpos y placeres, todo has ido perdiendo, nacimiento tras nacimiento, aun cuando a ellos te apegabas.

7. Cesa ya, entonces, el amor por las riquezas, el deseo y aún las buenas obras. En ninguna de ellas la mente encuentra reposo en la selva del mundo.

8. ¿Durante cuántas encarnaciones te arrebató la acción en cuerpo, mente y palabra, acabando todo en molestia y confusión? Cesa entonces ahora de obrar.

CAPÍTULO XI

VERSOS SOBRE LA SABIDURÍA

1. La existencia y la no-existencia y sus modificaciones, todo es debido a la naturaleza de las cosas. En la segura posesión de este conocimiento, imperturbable y libre de dolor, el hombre encuentra, sin dificultades, la paz.

2. Ishvara es el creador de cuanto existe. No hay otro. En la segura posesión de este conocimiento, en reposo el deseo interior, el hombre encuentra la paz, y a nada se apega.

3. Las acciones pasadas traen riqueza y miseria en sucesión implacable. Domínate al saberlo; pues al tener los órganos de los sentidos gobernados, ya nada se desea, no se siente dolor por nada.

4. Placer y dolor, nacimiento y muerte, a las pasadas acciones se deben. En la segura posesión de este conocimiento y la capacidad de mantenerlo, libre de ansiedad, el hombre no sufre máculas, aun cuando se empeñe en la acción.

5. El cuidado produce dolor, no otro obrar trae. En la segura posesión de este conocimiento, el hombre se eleva por sobre el cuidado y la felicidad, y encuentra la paz y la libertad de todo apego.

6. "No soy este cuerpo, ni este cuerpo es mío. Soy la conciencia misma". El que posee con seguridad este conocimiento alcanza la unión, sin recordar ya lo que ha hecho o no ha hecho.

7. "Desde Brahma hasta una hoja de hierba, en verdad, soy todo esto": el que posee con seguridad este conocimiento, libre se halla de pensamientos contradictorios, encontrándose puro, en paz e indiferente a lo que se logra y lo que no se logra.

8. “Este mundo múltiple y maravilloso, en verdad nada es". En posesión de este conocimiento, libre de deseos y conocimientos específicos, el hombre encuentra el reposo.

CAPÍTULO XII

VERSOS SOBRE LA COMPRENSIÓN DE LO MISMO POR EL DISCÍPULO

1. Al principio no me sentí propenso al obrar corporal; luego a sostener el discurso, y por último, al obrar de la mente. En ese estado me hallo.

2. El sonido, las formas, los olores, los gustos y objetos táctiles han dejado de ser motivo de conocimiento; los sentidos han dejado de distraer mi mente, que permanece en una libre firmeza. En ese estado me hallo.

3. La práctica que conduce al samadhi borra igualmente la distracción causada por la superposición mundanal y lo demás. En posesión del conocimiento de que esta es la regla, me encuentro. En ese estado me hallo.

4. Nada tengo que ganar ni que perder; no tengo alegría ni tengo pena. ¡Oh conocedor de Brahman, así me hallo!

5. Las  reglas de  la orden, la condición de quienes han dejado la orden, la meditación y el renunciamiento a lo adquirido, todo ello significaba distracciones para mí. En posesión del conocimiento de que esto es así, habito en mi propio Yo.

6. La realización de las acciones se debe tanto a la ignorancia como su cesación. En la firme posesión de este conocimiento me encuentro. En ese estado me hallo.

7. Meditar en lo que no es objeto de meditación conduce al hombre a ejecutar una acción mental. He renunciado a esta idea, e inconmovible me hallo donde me encuentro.

8. El que obra así ha alcanzado cuanto debe ser alcanzado. ¿Qué puede necesitar quien por naturaleza es así?

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