31 may 2012

Yoga Vasishtha de Valmiki: Segunda conversación




EL MUNDO ESTA EN LA MENTE
Yoga Vasishtha
EXTRACTOS DE LAS INSTRUCCIONES DEL SABIO VASISHTHA A SU DISCÍPULO EL PRÍNCIPE RAMA



La obra titulada Yoga-Vasishtha, conocida también como Maharamayana, comprende treinta y dos mil versos atribuidos al sabio Valmiki, el primer poeta que se expresó en la lengua sánscrita tal como aún hoy la conocemos. En verdad, Valmiki podrá siempre reclamar para sí el hecho de ser el más grande de los poetas sánscritos, y el Yoga-Vasishtha está penetrado de una poesía de la más alta inspiración.
El Yoga-Vasishtha ha sido el libro preferido de yoguis y ermitaños en sus retiros del Himalaya, así como el de reyes y hombres de estado de la India. Comparten la opinión de que quien lo estudia con atención y vive sus enseñanzas se alza por encima de las limitaciones de la materia y, experimentando una inmutable beatitud en su propio ser, hace partícipe a su prójimo de su propia exaltación espiritual por medio de la bondad y de la verdadera filantropía.


SEGUNDA CONVERSACIÓN

Cuando la música anunció la llegada de un nuevo amanecer, Rama, junto a su padre el rey y sus hermanos, volvió a la asamblea.

El bienaventurado Vasishtha dijo:

«Oh Rama-ji, sabe que este mundo es una continua ilusión alimentada por hombres de naturaleza apasionada o indolente1: ellos son quienes mantienen este edificio irreal, de la misma manera que los pilares apuntalan una construcción. El hombre inteligente debe observar los fenómenos del mundo y, discerniendo en ellos lo real de lo irreal, aferrarse sólo a la realidad.

La mente es quien crea el mundo y lo despliega en su propia imaginación. El mejor
medio de preservar a la mente de la ilusión es, ante todo, conocer los elementos de esta sabiduría sagrada; después, la práctica del humor estable y, por último, el trato con los hombres buenos, que conduce al espíritu hacia la pureza.

La mente penetrada de santidad y de humildad debe recurrir a maestros de Yoga que cuenten con nuestra bendición y que estén versados en filosofía. Gracias a sus enseñanzas, la mente llega a percibir, por sus propias meditaciones, la presencia de Dios en sí misma; y ve al universo desplegarse ante ella como los claros rayos de la luna.

El Espíritu divino es imperecedero y, cuando se ha dado a conocer a la mente humana, deja de subsistir hasta el último ápice de error. Oh hombres, desconociendo al Espíritu divino, Brahman, no hacéis más que someter vuestras almas al sufrimiento; y, en cambio, conociendo a Brahman, alcanzáis la felicidad eterna y la serenidad.

Oh Rama-ji, sabe que el Espíritu se ve tan poco mancillado por su vestido externo
como el cielo por las nubes de polvo. Por extensos que sean, todos los fenómenos del mundo que percibimos a nuestro alrededor no son sino las olas del océano ilimitado del Espíritu divino.

Meditando sobre el Espíritu supremo2 dentro de ti y contemplándolo a la luz de tu
pura buddhi, te sumergirás en la gloria de Brahman.

Sé tolerante, calmo y de humor estable; mantente ponderado, reservado en palabras y dulce en tu mente, y sé como una joya preciosa que brilla con su luz interior. Te verás, así, liberado del tráfago febril de esta vida mundanal.

Libérate del hábito de tus deseos y limpia de tus ojos el afeite de la afección ilusoria. Deja a tu mente satisfecha reposar en tu Atman y liberarse de las obsesivas inquietudes de este mundo.

Conociendo la irrealidad del mundo, ningún hombre con sabiduría se deja engañar
por sus siempre cambiantes decorados.

El maestro espiritual es quien, con la justeza de su argumentación, despierta a la mente indolente y dormida y quien, a continuación, instila en ella la palabra de verdad. Primero sirviendo con diligencia a los buenos y compasivos gurus3 y después gracias al razonamiento, los hombres de intención pura alcanzan la luz de la Verdad percibida como resplandor divino en su mente. Llegan a ser como yo soy, oh Rama-ji.»

Preguntó Rama:

«Dime, oh Sabio de mente elevada, ¿cómo puede la creación proceder del supremo Brahman, de quien has dicho que está inmóvil en el vacío?»

Respondió Vasishtha:

«Oh príncipe, la naturaleza de Brahman es de tal modo que todo poder procede incesantemente de Él: por eso se dice que todo poder reside en Él. En Él están la entidad y la no-entidad; en Él también están la unidad, la dualidad y la pluralidad, así como el principio y el fin de todas las cosas.»

Dijo Rama:
«Venerado Señor, tus palabras son muy oscuras y no logro comprender lo que dices. Todo lo que está producido por algo es invariablemente de la misma naturaleza que su productor: la luz es producida por la luz, el trigo por el trigo y el hombre nace del hombre.

Luego, lo creado por el Espíritu inmutable debe ser también invariable y de naturaleza espiritual. Por otra parte, el Espíritu inteligente de Dios es puro e inmaculado, mientras que la creación es impura y hecha de materia grosera.»

Al escuchar estas palabras, dijo el gran Sabio:

«Rama-ji, Brahman es todo pureza y no hay impureza alguna en Él: las olas que se mueven en la superficie pueden ser fétidas, pero no contaminan a las aguas profundas.»

Replicó Rama:

«Señor, Brahman está exento de sufrimiento, mientras que el mundo está lleno de él. Por eso no puedo comprenderte cuando dices que éste es una producción de aquél.»

Ante estas palabras, el gran Sabio Vasishtha guardó silencio. Hizo para sí mismo la
siguiente reflexión:

No es culpa del hombre instruido dudar de una cosa mientras no le haya sido explicada de manera satisfactoria, como es el caso del príncipe Rama. Pero el hombre instruido a medias no es apto para recibir una enseñanza espiritual, ya que su visión del mundo visible, circunscrita a los objetos inmediatos, demuestra la causa de su perdición.

Quien llega a contemplar la luz trascendente y vislumbra con claridad las verdades
espirituales, no siente el deseo de placeres sensoriales; con el tiempo, llega a la conclusión de que Brahman es todo en todo.

El discípulo debe primero estar preparado y purificado por la meditación, la piedad y la práctica del Yoga, así como por el ejercicio cotidiano de la calma y el autocontrol, y entonces se irá iniciando lentamente en la convicción de Kham Brahman4.

Dijo entonces Vasishtha:

«Te diré, oh Rama, al final de estas conversaciones, si el desecho de los cuerpos groseros puede o no atribuirse a Brahman. Por el momento, sabe que Brahman es omnipotente, que penetra todo y que Él es todo Él mismo, de la misma manera que los magos, mediante prácticas diversas, producen a la vista de la gente numerosas cosas que son irreales apariencias.

Todo lo que se produce, con cualquier forma, en cualquier tiempo o en cualquier lugar, no es sino una variación de la Única Realidad que existe por Sí misma. En consecuencia, oh Rama, deberías maravillarte de cada cambio acaecido en el tiempo y en el espacio, que está lleno del Espíritu de Dios e ilustra el aspecto ilimitado del Infinito.

La mente de aquél que en todo ve a Dios y permanece firme de carácter ya no tiene razón de fluctuar según las variaciones de la naturaleza o las vicisitudes de la fortuna. El Señor manifiesta los poderes que residen en Él, como el mar manifiesta las olas sin salir de sí mismo.

La mente que es testigo de las verdades espirituales y se establece en una perfecta ecuanimidad sin ser afectada por los accidentes exteriores, llega a columbrar que la luz de la Verdad reside en ella.

Cuando hay una lámpara, también hay luz; y el sol radiante trae consigo el día; donde hay una flor también hay perfume; así, allá donde está el Espíritu vivo, allá está el conocimiento del mundo.

El mundo que aparece a su alrededor es como la luz de Atman. Las almas de los
hombres están dotadas de este conocimiento desde que nacen. Después, a medida que crecen, se despliegan en el curso del tiempo en forma de este amplio bosque del mundo.

Sabe, oh Rama-ji, que aunque al hablar de ello se diga corrientemente: ‘Todo está
creado por, o todo viene de Dios’, en realidad, en el sentido espiritual no es así. Ningún cambio, ninguna separación, ni ninguna relación de espacio o de tiempo tiene que ver con el Supremo, que es inmutable, infinito y eterno; ni aparición o desaparición alguna le conciernen.

La mente, por el hecho de haber nacido de Él, dispone tanto del poder como de la inteligencia de Su intelecto y, si se aplica con ardor, alcanza la meta que se ha propuesto.

Decir que la llama de un fuego es producto de otra llama es una sofistería y una
aserción así no contiene la verdad. No se trata de un producto, sino de la misma cosa. Pretender que uno es el productor del otro es igualmente falso, dado que el Brahman único no puede, siendo infinito, producir otra cosa que Él mismo.

Brahman es el intelecto (buddhi). Brahman es la mente (manas). Es la inteligencia
(chit). El universo entero es Brahman y, sin embargo, Él está más allá de todo eso. En realidad, el mundo es una no-entidad, ya que todo es únicamente Brahman.

Nada puede probarse como absolutamente cierto más allá de la existencia de Brahman, y la santa Shruti5 declara: «En verdad, todo es Brahman.»

Me extenderé por completo sobre este tema, oh Rama, en mis últimas conversaciones; tu mente debe progresar más antes de que puedas comprenderlo.

Como un arma es esquivada por otra y una forma de impureza puede ser borrada por otra6, como un veneno se elimina con otro, así la abolición del conocimiento erróneo por un conocimiento superior trae la alegría a la mente.

La existencia del mundo depende en verdad de la existencia del supremo Brahman; sábelo y no te preguntes cómo o de dónde ha llegado la existencia.

Domina tus deseos, oh Rama, y practica la renuncia y el desapego. Sirve a todos los seres vivos; escucha las enseñanzas y sé simple de espíritu. No te parezcas a aquellos que, presos en la centuplicada trampa de los vanos deseos y sometiéndose a las múltiples formas de sus ansias, pasan de un cuerpo a otro, de encarnación en encarnación, como los pájaros vuelan de un árbol para volver a posarse en otro.

Intenta deshacerte de todo deseo terrenal, oh Rama, y consagra tu corazón al santo Yoga.»


Notas: 
1 Naturaleza apasionada o indolente: La mente y el cuerpo físico, como el resto de la creación, participan de las tres cualidades constitutivas de la Naturaleza (prakriti). Así, la naturaleza de la «personalidad» de todo ser humano está determinada por el predominio de estas tres cualidades (gunas): pureza y bondad (sattva), pasión-combate (rajas) o pereza e ignorancia (tamas).
2 El Espíritu supremo: Señalemos que Atman, el principio eterno o Sí mismo del hombre, y Brahman, el Ser puro, lo Absolutamente Incondicionado, son en realidad uno e idénticos: la mente individualizada (uva) imagina erróneamente, bajo los efectos de la ignorancia (avidya), que hay una diferencia entre ambos.
3 Guru: Instructor tradicional o maestro de Yoga.
4 Kham Brahman: «Todo es Dios» (porque toda diferencia, toda creación, es sólo fenoménica y no real).
5 Shruti: Literalmente, «lo que ha sido revelado». Los Vedas y las demás Escrituras que son autoridad, donde se contienen las Verdades espiritualmente reveladas a los videntes de tiempos antiguos, se conocen en conjunto con el término Shruti.
6 Una forma de impureza puede ser borrada por otra: Quizá se trate de una alusión a la nuez kataka, ejemplo citado por el gran filósofo Shri Shankaracharya. Cuando se sacude una de sus semillas dentro de una jarra de agua, adquiere el poder de precipitar hacia el fondo todas las partículas de lodo y polvo, devolviendo
así al agua su claridad.

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