La creación artística, como el descubrimiento de lo científico, se encara en el sistema hindú como la revelación de una realidad superior, de un principio hasta entonces oculto bajo la apariencia de las formas. Una máscara de cera exactamente parecida a un rostro conocido no es realmente una obra de arte. La obra de arte debe estilizar, extraer rasgos característicos, expresar su carácter; no fotografiar la naturaleza sino, como lo explicaba Ananda Coomaraswamy, imitar la naturaleza en el procedimiento por el cual ella crea. El artista debe, pues, tratar de percibir la realidad interna de las cosas. Lo hace a veces por intuición, pero puede, por métodos de concentración mental, lograrlo con más rapidez y seguridad.
Así los métodos de yoga cobran gran importancia en las artes, y el arte mismo puede considerarse como una de las formas esenciales de yoga: "una concentración en la cual toda distinción entre el sujeto y el objeto desaparece y que es medio de lograr la armonía o la unidad de la conciencia" (A Coomaraswamy, Dance of Shiva ).
La intensidad de la concentración del artesano, del artista, ha sido dada como ejemplo en el Bhágavata Purana, donde el sabio Dattatreya, al enumerar los veinticuatro maestros de los cuales aprendió la sabiduría, menciona entre ellos a un artesano que fabricaba flechas: "Un artesano que fabricaba flechas estaba tan enteramente absorto en su trabajo, que no advirtió que la procesión real pasaba con gran estrépito a su lado; así, aquel cuyo pensamiento está inmerso en la sola contemplación de lo Divino no percibe nada más, ni en sí mismo ni fuera". Çankaracharya retoma esta comparación en sus comentarios sobre los Brahma-Sutra.
Çukracharya, en el capítulo IV de su Çukranitisara, explica la importancia de la concentración mental: "El artista debe realizar el parecido de los dioses exclusivamente por la concentración mental. La visión espiritual es para él el mejor y verdadero modelo. Debe basarse en esta visión y no en los objetos visibles percibidos por los sentidos. El artista debe esforzarse por pintar seres divinos. Reproducir simples cuerpo humanos es malo y hasta irreligioso. Es preferible representar un ser divino, aun desagradable de ver, antes que una simple forma humana, aun bella."
Pues el fin del arte no es copiar la obra divina, empresa imposible y sacrílega, sino revelar sus prototipos trascendentes y desapegar al hombre de las ilusiones del mundo dándole un pregusto de la armonía celeste.
"Meditando con amor sobre la naturaleza de la divinidad que quiere representar, el escultor logra modelar las imágenes del templo. Para llevar a bien esta forma de yoga, le es preciso ante todo establecer las proporciones generales, según los datos de los libros tradicionales." (Çukracharya)
El artista debe establecer primeramente un trazado geométrico según las proporciones simbólicas correspondientes a la imagen que quiere representar; luego debe concentrar su visión y su pensamiento sobre ese diagrama o yantra, hasta que perciba a través de las líneas geométricas la forma que debe esculpir. Esta concentración creadora del artista es una de las formas de concentración más absoluta que aquella por la cual se crean las imágenes: la visión directa de un objeto tangible jamás permite intensidad tal." La forma de concentración del pintor o del escultor no difiere esencialmente de la meditación religiosa o del éxtasis místico (lo que difiere es la intensión y motivación de esta concentración [nota de Conciencia Yoga]. Una como otra conducen a la realización de un aspecto de la divinidad inmanente.
Para comprender la significación de los modos de la música, se emplea también a veces un procedimiento de visión mental. La atmósfera del modo se representa entonces por imágenes visuales expresadas en breves poemas. Sólo cuando el músico, al meditar sobre el poema del modo escogido y sobre los sonidos que le corresponden, ha realizado en sí mismo el estado de ánimo que debe traducir, se hace capaz de transmitir su visión al auditorio por la mediación mágica de los sonidos (...).
La danza y la música han sido objeto de una importante literatura técnica en todas las épocas desde hace más de dos milenios (...). La leyenda representa la creación misma del universo por la danza de Çiva y, en los momentos en que desciende a la tierra, ese dio danza desnudo, en las selvas, la danza masculina (tándava). Párvatî, la esposa de Çiva, enseñó a las pastoras de las primeras edades la danza femenina (lasya). El dios Krishna, tañendo su flauta mágica, reveló a los hombres los dieciséis mil ritmos diferentes.
(...) La música, la pintura, la escultura, la arquitectura eran consideradas como ciencia (vidya) por los antiguos hindúes, lo mismo que la geometría, la gramática o la lógica. El término de "arte" (kala) estaba resevado a las artes menores o artesanales.
Extracto del artículo de Alain Daniélou, "Les arts traditionnels et leur place dans la culture de l'Inde", 1953
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