15 mar 2014

Luces sobre el Yoga - Sri Aurobindo: Trabajo. 4/5

CAPÍTULO IV
TRABAJO

Penetrar enteramente en el interior de uno mismo para tener experiencias y descuidar el trabajo, la consciencia exterior, es estar desequilibrado, excesivamente inclinado hacia una parte de la sadhana; porque nuestro Yoga es integral. Así mismo, lanzarse hacia afuera y vivir únicamente en el ser exterior es también estar desequilibrado, demasiado inclinado hacia un lado de la sadhana. Hay que tener la misma consciencia en la experiencia interior que en la acción exterior y hacer que ambas estén llenas de la Madre.

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Proseguir el trabajo ayuda a mantener el equilibrio entre la experiencia interior y el desarrollo exterior; de otro modo se corre el riesgo de promover un desarrollo unilateral y una (alta de equilibrio y de mesura. Por otra parte, es necesario proseguir la sadhana del trabajo por el Divino porque al final esta permite al sadhaka transferir los progresos interiores a la naturaleza y la vida exteriores y contribuye a la integridad de la sadhana.

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Todo depende del estado interior; la condición exterior es útil solamente como un medio y una ayuda para expresar o confirmar el estado interior y tornarlo dinámico y efectivo. Si haces o dices una cosa con el psíquico predominante o con el contacto interior apropiado, será eficaz; si haces o dices la misma cosa por un impulso mental o vital o sumido en una atmósfera mala o impura, puede resultar completamente ineficaz.

Para hacer la cosa verdadera de una manera verdadera en cada caso y a cada momento es menester estar en la consciencia verdadera; no se puede hacer siguiendo una regla mental fija, porque ésta podría convenir en determinadas circunstancias y no convenir de ninguna manera en otras. Cabe establecer un principio general si éste está de acuerdo con la Verdad, pero su aplicación debe ser determinada por la consciencia interior que ve en cada caso lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. Esto es factible de una manera creciente si predomina el ser psíquico y si el ser está enteramente dirigido hacia la Madre y obedece al psíquico.

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No es suficiente una actitud general; hay que ofrecer cada trabajo a la Madre a fin de mantener siempre viva esta actitud. En el momento del trabajo no hay que meditar, porque eso apartaría la atención del trabajo, pero hay que tener presente constantemente la memoria de Aquel a quien se ofrece el trabajo. Esto no es más que una primera etapa; porque cuando puedas sentir constantemente la presencia de un ser interior tranquilo, concentrado en la percepción de la Presencia Divina en tanto que la mente-de-la superficie realiza la acción o cuando puedas empezar a ser siempre consciente de que es la fuerza de la Madre la que está efectuando el trabajo y que tú no eres más que un canal o un instrumento, entonces en lugar de la memoria habrá comenzado la realización automática y constante del Yoga, la unión divina, en las obras.

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Las únicas obras que purifican espiritualmente son las que se efectúan sin ninguna motivación personal, sin el deseo de alcanzar la fama o el reconocimiento público o los honores mundanos, sin empeñarse en secundar las propias motivaciones mentales, las exigencias o concupiscencias vitales, o las preferencias físicas, sin vanidad, sin querer imponerse brutalmente ni buscar posición o prestigio; es el trabajo hecho solamente por amor al Divino y bajo el mandato del Divino. Toda acción hecha con espíritu egoísta, por buena que sea para el prójimo en el mundo de la Ignorancia, no es de ninguna
utilidad para el buscador del Yoga.

En la vida ordinaria se trabaja para fines personales y para la satisfacción de los deseos bajo un control mental o moral, influido a veces por un ideal mental. El Yoga de la Gita consiste en ofrecer el trabajo propio como un sacrificio al Divino, en la conquista del deseo, en una acción desprovista de ego y de deseo, en vivir con bhakti por el Divino, en entrar en la consciencia cósmica, en sentir la unidad de uno con todas las criaturas y en unirse al Divino. Nuestro Yoga añade a todo esto el descenso de la Luz y de la Fuerza supramentales (lo que constituye su meta final) y la transformación de la naturaleza.



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La consagración de uno mismo no depende tanto de la clase de actividad que se hace como del espíritu con el que se realiza ésta, sea de la clase que sea. Cualquier trabajo correcta y cuidadosamente ejecutado como un sacrificio al Divino, sin deseo ni egoísmo, con un espíritu ecuánime y una imperturbable tranquilidad tanto en la buena como en la mala fortuna, hecho por amor al Divino y no por el afán de un beneficio, un premio o un resultado personal, con la consciencia de que es al Poder Divino a quien pertenece toda acción, es un medio de autoconsagración a través del karma.



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Incluso el trabajo más puramente físico y mecánico no se puede hacer de manera conveniente si se acepta la incapacidad, la inercia y la pasividad. El remedio no consiste en confinarse en un trabajo mecánico, sino en rechazar y librarse de la incapacidad, la pasividad y la inercia y abrirse a la fuerza de la Madre. Si la vanidad, la ambición y el amor propio obstaculizan tu camino, expúlsalos lejos de ti. No conseguirás desembarazarte de estas cosas esperando simplemente que desaparezcan. Si te limitas a esperar a que las cosas acontezcan, no hay ninguna razón por la cual tengan que ocurrir.

Si es sin embargo la incapacidad y la debilidad lo que constituye un obstáculo, a medida que te vayas abriendo de un modo auténtico y creciente a la fuerza de la Madre, la energía y la capacidad necesarias para la acción te serán conferidas y se incrementarán en el adhar.



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Los que trabajan para la Madre con toda sinceridad son preparados por este mismo trabajo para recibir la consciencia verdadera, aunque no se sienten para meditar ni sigan ninguna práctica determinada del Yoga. No es necesario decirte como tienes que meditar; todo lo que pueda ser útil llegará por sí mismo si en tu trabajo y en todo momento eres sincero y te mantienes abierto a la Madre.



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Abrirse en el trabajo significa lo mismo que abrirse a la consciencia. La misma
Fuerza que actúa en tu consciencia durante la meditación y que disipa los nubarrones y la confusión siempre que te abres a ella, puede también encargarse de tu acción, no sólo haciendo que percibas los defectos de ésta, sino manteniéndote así mismo consciente de lo que debes hacer y dirigiendo tu mente y tus manos para ejecutarlo. Si te abres a ella en tu trabajo, empezarás a sentir su dirección cada vez más hasta que detrás de todas tus actividades advertirás la Fuerza de la Madre.



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No hay ninguna etapa de la sadhana en la que el trabajo sea imposible, ningún paso en el sendero donde no exista un punto de apoyo y donde haya que renunciar a la acción porque sea incompatible con la concentración en el Divino. El punto de apoyo existe siempre; el punto de apoyo es la confianza en el Divino, la apertura del ser, de la voluntad, de las energías al Divino, la entrega y sometimiento al Divino. Todo trabajo hecho con este espíritu puede constituir un medio para la sadhana. Puede ser necesario para algún individuo determinado sumirse durante algún tiempo en la meditación e interrumpir su trabajo durante ese tiempo o no otorgarle más que una importancia secundaria; pero eso no puede darse más que en casos individuales y como un retiro temporal. Es más, una completa suspensión del trabajo y la retirada total en el interior de un mismo es raramente aconsejable; puede promover un estado excesivamente unilateral y visionario en el que vivas en una especie de mundo intermedio de experiencias puramente subjetivas, sin una base firme ni para la realidad exterior ni para la Realidad suprema y sin la utilización apropiada de la experiencia subjetiva para crear un firme vínculo y después la unificación entre la Realidad suprema y la realización exterior en la vida.

El trabajo puede ser de dos clases: el que es un campo de experiencias utilizado por la sadhana, para una progresiva armonización y transformación del ser y de sus actividades, y el que es una expresión realizada del Divino. Pero el momento de este tipo de actividad no llegará hasta que la Realización haya descendido plenamente a la consciencia terrestre; hasta entonces todo trabajo ha de constituir un campo de entrenamiento y una escuela de experiencia.



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1. Nunca he puesto mi veto en contra de la bhakti. Y tampoco soy consciente de haber prohibido nunca la meditación. En mi Yoga he insistido tanto en la bhakti y el conocimiento como en las obras, aunque yo no haya dado a ninguna de éstas vías una importancia exclusiva como Shankara o Chaitanya.

2. La dificultad que experimentas o que cualquier sadhaka experimenta relativa a la sadhana no proviene en realidad de una oposición entre la meditación y la bhakti o el trabajo. La dificultad reside en la actitud que hay que adoptar, en el planteamiento o enfoque o como quieras llamarlo.

3. Si no puedes todavía acordarte continuamente del Divino cuando trabajas, eso no tiene gran importancia. De momento es suficiente que lo recuerdes y le consagres tu trabajo cuando vayas a iniciarlo y le des gracias al finalizarlo. O a lo sumo recordarlo también cuando haya una pausa. Tu método me parece más bien penoso y difícil; parece como si estuvieras tratando de recordar y de trabajar con una misma parte de la mente.

Yo no se si eso es posible. Cuando se está recordando constantemente durante el trabajo (lo cual es factible), se hace generalmente con la parte posterior de la mente o bien es que se ha creado progresivamente una facultad de desdoblamiento del pensamiento o incluso un desdoblamiento de la consciencia: una parte frontal activa y otra en el interior que hace de testigo y que recuerda. Hay también otro sistema que fue el mío durante mucho tiempo; es un estado en el cual el trabajo se efectúa automáticamente y sin intervención del pensamiento personal o de la acción mental, mientras que la consciencia permanece silenciosa en el Divino. Este estado, sin embargo, no se obtiene tanto en virtud del esfuerzo como por una aspiración y una voluntad de consagración muy simples y constantes; o bien por un movimiento de la consciencia que separa el ser interior del ser instrumental. La aspiración y la voluntad de consagración pidiendo el descenso de una fuerza más grande que realice el trabajo es el método que proporciona mejores resultados, aunque algunos requieren mucho tiempo para alcanzarlo. Ese es el gran secreto de la sadhana, saber como conseguir que el Poder que está detrás o encima de nosotros haga las cosas, en lugar de hacerlo todo con el esfuerzo de nuestra mente.

No quiero decir con eso que el esfuerzo de la mente sea innecesario o que no produzca ningún resultado; sólo quiero señalar que si la mente trata de hacerlo todo por sí misma, se entra por la senda de un esfuerzo laborioso y arduo para todos salvo para los atletas espirituales. Tampoco quiero indicar que el otro método satisfaga el natural anhelo de brevedad; como ya he dicho, el resultado puede hacerse esperar mucho tiempo. La paciencia y una firme resolución son cosas necesarias en cualquier método de sadhana.

La Fuerza está muy bien para los fuertes, pero la aspiración y la Gracia respondiendo a ella no son de ninguna manera mitos, son grandes realidades de la vida espiritual.



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Al decir trabajo no me refiero a una acción hecha en el ego y en la ignorancia, para la satisfacción del ego y bajo el impulso del deseo rajásico. No puede haber karma-yoga sin la voluntad de desembarazarse del ego, el rajas y el deseo, que son los sellos de la ignorancia.


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No me refiero a la filantropía, ni al servicio a la humanidad, ni a todas esas otras cosas -morales o idealistas- que en la mente humana sustituyen a la verdad más profunda del trabajo.


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Al decir trabajo me refiero a una acción hecha por el Divino; por el Divino solamente y por nada más. Naturalmente eso no es fácil al principio, como tampoco es fácil la meditación profunda y el Conocimiento iluminado o incluso el amor y la bhakti verdaderos. Pero al igual que las otras cosas el trabajo tiene que emprenderse con el espíritu y la actitud verdaderos, con la auténtica voluntad dentro de ti, y así lo demás vendrá por sí mismo.

Las obras realizadas con este espíritu son tan efectivas como la bhakti o la contemplación. Mediante el rechazamiento del deseo, el rajas y el ego, se obtiene un sosiego y una pureza en los que puede descender la Paz inefable; por medio de la consagración de la voluntad al Divino, por la inmersión de la voluntad propia en la Voluntad Divina se obtiene la extinción del ego y la expansión en la consciencia cósmica o bien el ascenso hasta lo que está por encima y más allá del cosmos; se experimenta la separación del purusha de la prakriti y se libera el ser de las cadenas de la naturaleza exterior; nos tornamos conscientes del ser interior y percibimos el ser exterior como un instrumento; nos percatamos de que el trabajo es ejecutado por la Fuerza universal y que el Ser-Esencial o purusha vigila u observa, pero permanece libre; nos damos cuenta de que todas las obras nos han sido sustraídas y son realizadas por la Madre universal o suprema o por el Poder Divino que controla y actúa desde detrás del corazón. Si sometemos constantemente toda nuestra voluntad y nuestras obras al Divino, el amor y la adoración se acrecientan y el ser psíquico se sitúa al frente.

Ofreciéndose al Poder que está en lo alto, podemos llegar a sentirlo por encima de nosotros, ser conscientes de su descenso y percibir la apertura de nuestro ser a una consciencia y a un conocimiento crecientes. Finalmente, las obras, la bhakti y el conocimiento van juntos, y la perfección de uno mismo, lo que llamamos la transformación de la naturaleza, se toma posible.

Estos resultados no se producen ciertamente de una manera repentina; vienen de una manera más o menos lenta, más o menos completa según el estado del ser y su crecimiento. No existe un camino privilegiado que conduzca a la realización divina.

Éste es el karma-yoga expuesto en el Gita, tal como yo lo he desarrollado para la vida espiritual integral. No está fundamentado en especulaciones y razonamientos, sino en la experiencia. No excluye la meditación y ciertamente no excluye la bhakti, porque la ofrenda de sí al Divino, la consagración total de uno mismo al Divino que es la esencia de este karma-yoga es esencialmente un movimiento de bhakti. Sólo rechaza una meditación exclusiva que se aparte de la vida, o una bhakti emotiva encerrada en su propio sueño interior, tomadas como el movimiento total del Yoga. Puedes tener tus horas de absorción en la meditación pura o de inmóvil adoración y éxtasis interior; pero no constituyen la totalidad del Yoga integral.

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