La fuente más importante del prana es la atmósfera. Muchos milenios antes que la ciencia descubriera la electricidad, los yoguis percibieron que la atmósfera vibra con una energía sutil y que ésta constituye la fuente principal de todas las energías en acción en el cuerpo humano. Al respecto, una de las más significativas afirmaciones es la de la doctora Teresa Brosse, que hemos transcrito en el capítulo anterior, cuando se refiere al yogui para quien “La energía que le permite controlar su corazón e incluso detenerlo es de la misma naturaleza que el relámpago”. Es una afirmación sorprendente, si consideramos que el rayo ha sido siempre, y continúa siéndolo para los pueblos primitivos, un fenómeno terrorífico, incluso sobrenatural, y que estos pueblos están muy lejos de establecer una identidad de naturaleza, ni tan siquiera alguna relación, entre el relámpago y las energías vitales que permiten el funcionamiento de su propio organismo.
Comparando las teorías yoguicas con las observaciones y descubrimientos de la ciencia occidental, podemos afirmar que el prana de la atmósfera está constituido, si no en su totalidad, al menos en forma principal, por partículas electrizadas, digamos los iones negativos, y por otra parte que existe en nuestro cuerpo un verdadero metabolismo de la electricidad que captamos de la atmósfera. En este dominio son de valor las fuentes occidentales, aunque relativamente poco numerosas, pues nuestros sabios se interesan más en lo que sucede en el cinturón de Van Allen que en los fenómenos de ionización en la atmósfera a ras del suelo, el medio vital en el cual vivimos...
Para encontrar indicaciones respecto a la electricidad atmosférica y sus repercusiones biológicas, nuestra elección se ha limitado primeramente a dos investigaciones que trabajan en países diferentes: Fred Vlés, profesor de la Facultad de Medicina de Estrasburgo, director de Instituto de Física Biológica, y el ruso Tchijewski, de Kiev.
Nos referimos sobre todo a la obra de Fred Vlés, especialmente a su apasionante libro que debería haber revolucionado la biología, pero que no ha tenido el eco merecido:
“Les conditions biologiques crees para les propriétés électriques de L´atmosphéré"
YIN Y YANG
Sorprende constatar que, excepto estos pocos casos, la ciencia no se ha preocupado mayormente de la influencia de la electricidad atmosférica sobre el ser humano, y esto hasta una época muy reciente. Los geofísicos nos enseñan que la Tierra es un conductor cuya superficie está cargada negativamente, en tanto que la alta atmósfera es positiva. La atmósfera, nuestro medio vital, se encuentra encerrada en un campo electrostático dirigido aproximadamente de arriba abajo, con diferencias de potencial de 100 al 150 voltios por metro de altura. La existencia de este campo de fuerzas dirigido de arriba abajo se conoce en China desde la antigüedad.
Una digresión nos llevará a examinar la concepción china yin y Yang, y escucharemos ahora a Soulié de Mourant, que introdujo la acupuntura china en Europa después de la Primera Guerra Mundial:
“Uno de los aspectos más insólitos de la ciencia china es la importancia primordial que concede a la relatividad yin-yang. Este doble término se emplea en los sentidos más diversos y desconcierta a menudo a los investigadores. El yang es lo que está arriba, en relación a lo que está abajo, a la inversa del yin."
Después de conocerse la electricidad, inmediatamente se ha llamado yang al polo positivo, e yin al negativo.
“...Los doctores E. y H. Biancini, de París, han reunido en un artículo interesantísimo las nociones dispersas sobre las relaciones de la electricidad atmosférica y cósmica con la fisiología humana. Es interesante compararlas con las respectivas nociones chinas."
“ En cuanto a la existencia y los signos de esta fuerza, Beccaria había demostrado hacía mucho tiempo que el signo normal de las manifestaciones de un cielo sereno es positivo."
Los chinos constatan la energía positiva yang y atribuyen su origen al Sol y a los astros; también la energía negativa yin, atribuyendo su origen a la Tierra. Una obra china presenta la cuestión en estos términos (Isio Jou Menn del siglo XVI, p.38): “ El yang es lo ligero, lo puro. Es la energía que flota arriba y de la cual está formado el cielo. El yin es espeso y pesado. Es lo que ha tomado forma y se ha concretizado para formar la Tierra. La energía del cielo azulado se mantiene arriba, pero los vegetales se nutren de ella!...>> ¿Cómo ha percibido estas fuerzas los chinos de la antigüedad –porque estas nociones están reproducidas de obras del siglo XXVIII antes de Jesucristo – y distinguido, bajo el nombre de energía yang, la electricidad atmosférica positiva, y como energía yin la carga negativa de la Tierra? Se ignora.”
La climatología biológica permite extraer importantes nociones para la comprensión del yoga y de nuestras reacciones en diversas regiones geográficas y condiciones climáticas. Nos contentaremos, por el momento, con retener que el “gradiente potencial” de la atmósfera difiere considerablemente según el sitio y la época (variaciones diurnas y estacionales). Los fenómenos cósmicos influyen en él: fases de la luna, actividad del Sol, etc. Todos los factores meteorológicos lo modifican y, bajo ciertas circunstancias, el campo eléctrico puede incluso invertirse temporalmente.
PRANA= IONES NEGATIVOS
Por el momento centraremos nuestra atención en la ionización de la atmósfera. El rayo constituye una de sus manifestaciones más evidentes. Un solo rayo descarga en el aire el equivalente del consumo total de energía eléctrica de varios días de una capital como París. Sin embargo, la electricidad atmosférica es importante en todo momento, aun cuando no se manifiesta en la forma espectacular de la tempestad.
Este capítulo será sin duda de lectura árida, pero dada la importancia esencial de las conclusiones que brotan de él, no podemos prescindir de su contenido.
Ante todo, recordemos que un ión es un átomo o fragmento de molécula cargado eléctricamente, y que los iones son los verdaderos obreros de la vida en la célula; constituyen en buena parte su potencial vital, es decir, pránico.
En la atmósfera encontramos dos tipos de iones:
a) Los pequeños iones negativos, o iones normales. Muy activos eléctricamente, son minúsculos paquetes de energía eléctrica casi en estado puro. En el aire que respiramos, están por lo general constituidos por uno o más átomos de oxígeno o nitrógeno que llevan una carga correspondiente a un electrón único. Los pequeños iones negativos proporcionan la vitalidad al organismo, representan el prana atmosférico en su forma activa.
b) Los grandes iones, o iones lentos. Estos están formados de un núcleo polimolecular, por consiguiente mucho más gruesos, al cual se ha agregado un ion negativo normal- que deberíamos mejor decir ha caído en el lazo de dicho núcleo.
Retendremos, pues, que los pequeños iones negativos vitalizantes son rápidos, muy móviles, en tanto que los grandes iones lentos hacen de cazamoscas, aglutinando los pequeños iones, a los que atraen y capturan a su paso. La presencia de numerosos iones lentos, formados por captación de pequeños iones muy móviles, disminuye la conductividad del aire, lo que sucede especialmente cuando está sucio con polvo, humo, niebla. Generalizando, se puede decir que la concentración de los pequeños iones en la atmósfera disminuye cuando aumenta la de los grandes, y viceversa, o que la concentración de unos es inversamente proporcional a la de los otros. Esta es la razón por la que hay sobreabundancia de iones grandes en la atmósfera impura de las ciudades. En el campo, donde el aire está limpio, se cuentan uno, dos o tres pequeños iones por uno grande, en tanto que en la ciudad la proporción es de 1 pequeño contra 275 grandes, y en ciertos casos la proporción es de 1 contra 600. Si consideramos los iones negativos como los “ obreros de la vida en el interior de la célula” (docto Goust), se comprenderá cuán pobre en prana es la atmósfera de las ciudades y, por tanto, cuán debilitante.
Lo anterior explica y confirma las teorías yóguicas que afirman que el prana no es ni el oxígeno, ni el nitrógeno, ni ninguno de los constituyentes químicos de la atmósfera, porque la proporción de oxígeno de la atmósfera es la misma en la ciudad que en el campo. Lo que hace que el aire de las grandes ciudades sea menos tónico y vivificante que el del campo es el predominio de los grandes iones lentos y la ausencia de los pequeños iones negativos activos. Por consiguiente, las partículas de polvo son tan perniciosas, sino más, como los gases de escape de los coches y las emanaciones industriales, porque absorben y neutralizan todo el prana de la atmósfera. No concluyamos que basta con acondicionar el aire de nuestros departamentos y limpiarlo de polvo antes de respirarlo. El acondicionamiento del aire no lo restituye los pequeños iones negativos. La única solución consistiría en impedir a cualquier precio que las partículas contaminarán la atmósfera ante que lleguen a vaciarla de sus pequeños iones vitalizantes. El humo y la niebla desempeñan el mismo papel. A menudo, en nuestras ciudades, se conjugan estos tres elementos. ¿Hay que extrañarse que la vitalidad de los londinenses por ejemplo, baje tanto en invierno?
FUENTES DE LOS PEQUEÑOS IONES REVITALIZANTES
Ionizar negativamente los átomos de oxígeno, es agregarles energía eléctrica. Esto no se produce sino bajo la influencia de importantes fuentes de energía. ¿Cuáles? Las radiaciones telúricas, es decir, las emanaciones radiactivas naturales del suelo- tan débiles que no nos causan ningún daño, a la inversa de la radiactividad artificial, mucho más poderosa- son un factor importante de la ionización del aire. (Algunas rocas emiten rayos gamma). Sin embargo, la fuente principal de iones negativos vitalizantes la constituyen las radiaciones electromagnéticas de corta longitud de onda que provienen del Sol, inagotable generador de energía.
Otra fuente: los rayos cósmicos; éstos son muy importantes, puesto que la radiación solar es intermitente (alternancia del día y la noche, interposición de la pantalla de nubes), en tanto que los rayos cósmicos irradian día y noche y atraviesan las capas más espesas de nubes sin perder nada de su energía; se los encuentra incluso en el suelo.
Enormes cantidades de iones vitalizantes se producen por las grandes masas de agua en movimiento o en curso de evaporación: por esto el aire es tan vitalizador al borde del mar- y no sólo a causa de la presencia del yodo, del que incluso diríamos que desempeña un papel menor-.
En el mar se dan todas las condiciones para una ionización vitalizante máxima: grandes masas de agua en movimiento y en evaporación, amplia acción del viento, ausencia de polvo, ionización máxima por el Sol y los rayos cósmicos. A lo largo de la costa nos bañamos en un océano de prana, a veces incluso demasiado intenso para algunos organismos ultrasensibles, incapaces de absorber y de repartir esta afluencia sobreabundante de energía. Algunos niños se vuelven nerviosos e irritables. Hay adultos que pierden a veces el sueño. Las técnicas yóguicas del pranayama tienen por finalidad, entre otras, la de permitirnos fijar una mayor cantidad, almacenarla y repartirla por el organismo, dirigiéndola donde sea necesario.
Ya podéis presentir que estas consideraciones teóricas van a desembocar muy pronto de lleno en la práctica. “Una onza de práctica vale más que toneladas de teoría” (Swami Sivananda)
METABOLISMO DE LA ELECTRICIDAD
El término metabolismo nos es familiar. Designa habitualmente la totalidad de las transformaciones que nuestro cuerpo hace sufrir a las moléculas de los alimentos, sea para edificar nuestras estructuras celulares, sea para liberar la energía vital. Sabemos también que hay un metabolismo del agua, que en el cuerpo sirve de “ criada para todo servicio”. Sucesivamente constituye el líquido intra o extra celular, entra en la composición de la sangre o de la linfa, etc., disuelve las substancias tóxicas para expulsarlas por la piel, pulmones, intestinos, riñones. Por el contrario, generalmente ignoramos que existe un verdadero metabolismo de la electricidad: es el gran mérito de Fred Vlés el haberlo estudiado. El animal- y este término incluye al hombre- se carga negativamente absorbiendo pequeños iones negativos. Estos siguen un complicado camino a través del organismo asociándose al fenómeno de oxidorreducción4. Todos los fenómenos vitales van acompañados de oxidaciones o de reducciones, sin hablar de otras funciones y acciones mucho más complejas en el interior mismo de las células, en particular de la célula nerviosa. Los otros metabolismos dependen en cierta forma de este metabolismo eléctrico. El mamífero que vive en la naturaleza ingiere hasta hartarse las cargas negativos ligadas al oxígeno respiratorio y elimina su exceso mediante la pérdida general que tiene lugar por la piel. Al igual que la betería de nuestro coche, debemos “cargarnos” al máximo, para saturarnos de electricidad negativa y dejar que la piel evacue el posible excedente. Fred Vlés ha constatado que, cargadas con el mismo potencial, una rata muerta se descarga muy lentamente en tanto que una viva presenta una fuerte pérdida de energía negativa, índice de una gran actividad eléctrica vital; también es índice de que el organismo está bien abastecido de pequeños iones negativos revitalizantes. De este modo, pues, la ciencia occidental se acerca a las teorías yóguicas relativas al prana, confirmandolas integralmente.
Fred Vlés ha establecido que los animales homotérmicos, es decir, todos los mamíferos, sufren una pérdida de electricidad mayor que los poikilotérmicos (los de sangre fría, como la rana), en la que es casi nula. En el mamífero, que ha adquirido la regulación de la temperatura, el régimen de intercambios eléctricos con la atmósfera es, por consiguiente, muy importante. La rana depende menos que nosotros del prana del aire. El metabolismo de la electricidad, medible y medido, explica muchas cosas. Retengamos, primeramente, que la asimilación de iones negativos debe ser muy importante para mantener la máquina viva en máxima actividad, por tanto para cargar nuestros acumuladores a fondo, puesto que hay que asegurar la evacuación de los iones utilizados, porque el organismo tiene necesidad de renovar constante y activamente sus cargas eléctricas. Desde el punto de vista de la electricidad, el organismo sano puede compararse a un largo de montaña siempre alimentado con agua fresca que se va inmediatamente por el torrente, y el organismo debilitado, enfermo, a una marisma en la que el agua está detenida y podrida. Todo sucede como si la pérdida de iones fuese tan importante como su absorción, como si condicionase a ésta exactamente en la misma forma que la espiración condiciona la inspiración.
Favorecer el metabolismo electrico
Fred Vlés ha mostrado que esta pérdida de electricidad se veía favorecida por la acción fotoquímica de la luz ultravioleta que proviene especialmente de los rayos solares. Los baños de sol nos vitalizan al activar nuestro metabolismo eléctrico. Esto explica por qué el organismo no debe ser aislado eléctricamente, sino que debe permanecer unido al suelo, porque así es objeto de una huida eléctrica constante. En la naturaleza todos los animales, según la expresión tan viva de Fabre, están “sometidos a una electroterapia permanente” sin posibilidad de sustraerse a ella. La piel mantiene el aire encerrado entre sus pelos, lo que constituye el mejor aislante térmico, sin que los pelos obstaculicen la evacuación de la electricidad. Al contrario, son como pararrayos al revés. Todos hemos observado las propiedades eléctricas de la piel del gato: al acariciarlo, puede producirse un crepitar de electricidad estática. Mediante sus patas, los animales están en contacto directo con el suelo. Sus organismos funcionan “ a tierra”. Esta acción es tan importante, que Fred Vlés se pregunta si muchas investigaciones referentes al metabolismo de los mamíferos (efectuadas sobre animales enjaulados, por ejemplo), sin preocuparse de las condiciones eléctricas, no necesitarán una revisión de segunda aproximación. En el hombre, la ropa forma una capa aislante que frena la evacuación normal de la electricidad por la piel y reduce los intercambios eléctricos con el aire atmosférico. Además detienen los rayos ultravioletas. El calzado nos aísla, en el sentido eléctrico del término, y contribuye así a disminuir nuestra vitalidad. Los pueblos que viven desnudos, o casi desnudos, han gozado siempre de una vitalidad mucho mayor, y en cuanto se visten para seguir el ejemplo del hombre blanco, disminuye su vitalidad. Las tenidas occidentales con las que se cubren los negros de África, imitando a los blancos, son una falta de sentido que entraña graves repercusiones sobre su salud.
Decididamente, esta noción de prana en forma de electricidad atmosférica, así como la necesidad de su renovación constante, aclaran muchas cosas.
Explica por qué caminar con los pies desnudos en la naturaleza provoca una sensación de euforia particular que no se siente sobre el piso de una habitación, donde el organismo funciona sin “ toma de tierra”. Kneipp, gran intuitivo, lo había presentido al recomendar caminar pies desnudos sobre la hierba húmeda por el rocío matinal. El rocío permite una mejor “toma de tierra” del organismo. Caminar a pies desnudos por un río o arroyo produce efectos que no puede procurar un baño de pies en una jofaina. Examinando ciertos fenómenos bajo su aspecto pránico, muchos hechos misteriosos e inexplicables se volverán límpidos y darán lugar a aplicaciones prácticas no sólo para nuestro comportamiento general, sino sobre todo para la respiración yóguica.
SAUNA Y PRANA
Un aspecto inesperado del problema se nos ofrece ahora bajo la forma del sauna.
Fred Vlés admite, en efecto, que el animal que se carga negativamente al absorber iones negativos por la respiración, puede eventualmente hacerlo también emitiendo iones positivos por evaporación del agua. Y si hay un lugar en que se está sometido a una abundante evaporación es ciertamente la sauna.
Después de una buena sauna, el hombre se siente tan dinamizado y “cargado como después de un largo paseo por la naturaleza, lo que no puede deberse únicamente a la eliminación de toxinas. La apertura de los capilares, la activación de la circulación sanguínea a través de todo el cuerpo produce una tonificación general que puede explicar en buena parte esos efectos de la sauna. Sin embargo, este sentimiento de “dinamismo”, de sentirse “cargado”, puede provenir también de un aumento de la carga eléctrica del organismo.
RESUMEN
- El prana es la suma total de todas las energías del Universo.
- El prana con “p” minúscula, es una forma particular de aquél; en la atmósfera está representado principalmente por los pequeños iones negativos.
- El contenido de prana de la atmósfera está sujeto a variaciones muy importantes, estacionales y geográficas.
- Los grandes iones lentos carecen de interés desde el punto de vista pránico; en cuanto trampas para los iones pequeños, son incluso nefastos.
- El polvo, el humo, la niebla privan al aire del prana.
- El Sol, los rayos cósmicos, las masas de agua en movimiento y en evaporación son los principales factores de ionización y cargan de prana al aire.
Existe un metabolismo de la electricidad. El organismo absorbe electricidad atmosférica, la utiliza y la evacua por la piel; mientras más activo es este metabolismo por la absorción de iones negativos y la evacuación de la electricidad en exceso, más “vivo” y en buena salud estará el organismo.