EL MUNDO ESTA EN LA MENTE
«Estas son algunas de las enseñanzas de ese noble príncipe, oh Rama-ji, que te ofrezco para el bien de la humanidad:
‘Qué es samadhi? La insensibilidad de la mente al tumulto del orgullo y el rencor es conocida por el sabio con el término samadhi; cuando la mente es inquebrantable como una roca, resistiendo con firmeza al viento rugiente de las pasiones, está en samadhi.
Soy puro, iluminado y plenamente consciente en todo momento. Mi mente está tranquila y mi corazón descansa en cualquier circunstancia.
Yoga Vasishtha
EXTRACTOS DE LAS INSTRUCCIONES DEL SABIO VASISHTHA A SU DISCÍPULO EL PRÍNCIPE RAMA
La obra titulada Yoga-Vasishtha, conocida también como Maharamayana, comprende treinta y dos mil versos atribuidos al sabio Valmiki, el primer poeta que se expresó en la lengua sánscrita tal como aún hoy la conocemos. En verdad, Valmiki podrá siempre reclamar para sí el hecho de ser el más grande de los poetas sánscritos, y el Yoga-Vasishtha está penetrado de una poesía de la más alta inspiración.
El Yoga-Vasishtha ha sido el libro preferido de yoguis y ermitaños en sus retiros del Himalaya, así como el de reyes y hombres de estado de la India. Comparten la opinión de que quien lo estudia con atención y vive sus enseñanzas se alza por encima de las limitaciones de la materia y, experimentando una inmutable beatitud en su propio ser, hace partícipe a su prójimo de su propia exaltación espiritual por medio de la bondad y de la verdadera filantropía.
NOVENA CONVERSACIÓN
NOVENA CONVERSACIÓN
Dijo el bienaventurado Vasishtha:
«En una región del norte, entre las cumbres del Himalaya, hay una cima llamada Kailasha.
Allí es donde Shiva, la gran Divinidad, pasea observando las cascadas que brotan de las cavernas de la montaña y vuelven a ser tragadas por ellas.
Allí una vez vivió una raza de hombres que tenían a Surghu como jefe. Era poderoso, hospitalario y reflexivo.
Los sabios acostumbran a viajar, aliviando sufrimientos y reduciendo la ignorancia, y así ocurrió que, un día, el sabio Mandavya visitó a ese pueblo.
Surghu dio la bienvenida al sabio y dijo: ‘Me siento tan sumamente gozoso de recibir esta visita como la tierra cuando llega la primavera. El pensamiento de las recompensas y castigos que he distribuido entre mis súbditos atormenta sin cesar mi corazón.
Dígnate, pues, bienaventurado sabio, aliviarme de este dolor y permite al sol de la paz y la serenidad iluminar la oscuridad de mi mente.’
Mandavya respondió: ‘Oh príncipe, con el esfuerzo y con la confianza en las propias fuerzas es como las dudas de la mente se funden, como la nieve bajo los rayos del sol.
El autoconocimiento, oh príncipe, es también esencial.
Pregúntate en tu mente: ¿Quién soy yo? ¿Qué es esta vida nuestra y qué es esa muerte que nos acecha? Seguramente estas preguntas te conducirán al discernimiento.
Cuando, reflexionando sobre la condición de tu mente, llegues a conocer tu verdadera naturaleza, permanecerás imperturbable tanto ante la alegría como ante la pena, y serás firme como una roca.
A los desapasionados se les honra como a los más afortunados de los hombres, y quien conoce esta verdad conserva el contento interior y es un sabio.
Las grandes almas evitan preocuparse de las cosas exteriores para poder contemplar la pura luz del Espíritu supremo en su propio interior. Hasta que no te hayas liberado de los desvelos por tus fruslerías particulares no podrás tener ninguna visión del Espíritu universal. Sólo tras la desaparición de todo interés por el mundo el Espíritu trascendente se da a conocer.
Deshazte de todo sentimiento hacia las cosas particulares y tendrás un conocimiento de lo que es universal; empezarás a comprender al Atman que lo engloba todo.
Sólo a condición de empeñarte en conocer al supremo Espíritu de todo corazón y con toda la mente y de sacrificar en esa búsqueda cualquier otro objeto o intención se convierte en posible conocer ese Espíritu en Su plenitud. Todos los objetos visibles que parecen ligados por el hilo de las causas y de los efectos son creación de la mente, que los mantiene unidos como el cordón sujeta las perlas de un collar. Aquello que permanece tras la disolución de la mente y de sus cuerpos creados en sólo Atman, que es el Dios supremo, Aquel que es más exaltado que todo.’
El jefe Surghu ofreció regalos, frutos y flores al sabio, que partió hacia otras regiones para seguir su misión.
Entonces Surghu, siguiendo la enseñanza del sabio, meditó asiduamente durante tres años en el silencio de su mente y se percató de su divinidad.
Dijo: ‘Mi Atman está dotado de toda belleza y es la luz que ilumina todo objeto. ¡Veo! ¡Veo! Mi Atman carece de forma y, sin embargo, es capaz de tomar toda forma y manifestación.
La causa de la felicidad y miseria humanas consiste en una falsa representación de la facultad de entender. Este mundo es un escenario instalado por la mente, que juega a protagonista mientras Atman asiste silencioso como espectador de la obra.
Contemplo esta maravillosa esfera del intelecto que ahora brilla sobre mí con todo su esplendor, y yo te saludo, oh luz santa, a quien veo ante mí resplandecer.’
El jefe Surghu reinó cien años en ese estado de iluminación, tras lo cual, por impulso propio, abandonó la habitación de su frágil cuerpo.
Esa mente inteligente, liberada de la servidumbre de la reencarnación, se convirtió en uno con el Espíritu inmaculado y fue absorbida en el supremo único, al igual que el aire contenido en un recipiente se une con el firmamento que lo engloba todo cuando el recipiente se rompe.»
El bienaventurado Vasishtha continuó:
«Estas son algunas de las enseñanzas de ese noble príncipe, oh Rama-ji, que te ofrezco para el bien de la humanidad:
‘Qué es samadhi? La insensibilidad de la mente al tumulto del orgullo y el rencor es conocida por el sabio con el término samadhi; cuando la mente es inquebrantable como una roca, resistiendo con firmeza al viento rugiente de las pasiones, está en samadhi.
Soy puro, iluminado y plenamente consciente en todo momento. Mi mente está tranquila y mi corazón descansa en cualquier circunstancia.
Nada podría perturbar el dulce reposo de mi mente, anclada en una comunión ininterrumpida con el Santo Espíritu, Brahman.
Nada hay en el mundo que podamos considerar como anterior a nosotros, porque todo lo que brilla y reluce aquí abajo en realidad no es nada y está desprovisto de valor intrínseco.
Como aquí no hay nada que pueda desear, tampoco hay nada que me repela, porque la ausencia de una cosa también implica la ausencia de su contrario.
El sabio silencioso que conoce todo, que es santo, tranquilo y sereno dentro de sí, jamás es molestado por una mente rebelde.
Con la seguridad que proporciona el servicio al magnánimo Maestro, la mente dotada de sabiduría recibe el saber y medita para salvarse del océano de este mundo exactamente igual que un viajero obtiene de un barquero el batel que le permitirá atravesar un río.
Este es el verdadero camino que conduce a la mente a la pureza y que te volverá capaz de desenredarte de las trampas de tu mente, liberando a tu corazón de las redes del egoísmo.»
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