EL MUNDO ESTA EN LA MENTE
Yoga Vasishtha
EXTRACTOS DE LAS INSTRUCCIONES DEL SABIO VASISHTHA A SU DISCÍPULO EL PRÍNCIPE RAMA
La obra titulada Yoga-Vasishtha, conocida también como Maharamayana, comprende treinta y dos mil versos atribuidos al sabio Valmiki, el primer poeta que se expresó en la lengua sánscrita tal como aún hoy la conocemos. En verdad, Valmiki podrá siempre reclamar para sí el hecho de ser el más grande de los poetas sánscritos, y el Yoga-Vasishtha está penetrado de una poesía de la más alta inspiración.
El Yoga-Vasishtha ha sido el libro preferido de yoguis y ermitaños en sus retiros del Himalaya, así como el de reyes y hombres de estado de la India. Comparten la opinión de que quien lo estudia con atención y vive sus enseñanzas se alza por encima de las limitaciones de la materia y, experimentando una inmutable beatitud en su propio ser, hace partícipe a su prójimo de su propia exaltación espiritual por medio de la bondad y de la verdadera filantropía.
DÉCIMA CONVERSACIÓN
Dijo el bienaventurado Vasishtha:
«Este mundo está hecho de realidad y de irrealidad, y lleva el sello del Todopoderoso; está constituido de unidad y de dualidad y, sin embargo, está libre de ambas.
El intelecto caído que se asimila a sí mismo al cuerpo se encuentra realmente confinado en él; pero cuando sabe que es idéntico al puro Atman se libera de su confinamiento.
Brahman es todo en todos; es perfecta paz, sin segundo, sin equivalencia ni comparación.
Como Infinito, Se extiende mediante Su propio poder y despliega Su intelecto en tres direcciones diferentes: creación, preservación y disolución.
Una vez dominada la mente, y que sus sentidos y órganos se hallan concentrados en Atman, aparece ante ella una luz deslumbrante que borra el mundo irreal, como desaparecen las tinieblas de la noche ante la luz del sol.
El mundo imaginario se retira de la vista y cae como una hoja muerta, y jiva queda como una semilla marchita, sin poder de crecimiento ni reproducción.
El intelecto, desprendido de la nube de ilusión que cubría a la mente engañada, brilla con el resplandor de un claro cielo de otoño.
Ahora te he hablado, oh Rama-ji, de la sumisión y rebajamiento de la mente, primera etapa con vistas a su santificación por el Yoga; a continuación te hablaré de la segunda etapa, que es la edificación y fortalecimiento del intelecto.
Continúa con paciencia, valentía y celo incansables tus meditaciones y tu autoexamen y adora a Dios en el santo Yoga. Recuerda que, si una mente es mezquina, codiciosa o se cree superior a otras, no podrá ver a Dios.
Con la inquebrantable perseverancia en esta vía, el peregrino realiza un largo camino hacia un estado que supera todas mis posibilidades de descripción, pero del cual el santo adepto puede tener experiencia a lo largo de su trayecto. En ese estado yóguico todo es paz y bondad. La sílaba OM1 es el símbolo de la totalidad.
Aprende ahora el método de adorar a Dios, oh discípulo bien amado. En la adoración, en todas sus formas, debes dejar de pensar en tu cuerpo y separar a tu mente de tu personalidad. Es necesario que tu mente se aplique asiduamente, bajo la dirección de tu Maestro, en pensar en el espíritu puro e inmaterial, que desde dentro es testigo de los hechos y gestos de tu cuerpo.
La verdadera adoración consiste sólo en meditar interiormente sin ninguna forma exterior; obliga, pues, a tu mente a la adoración del Espíritu universal meditando dentro de ti.
Él es la forma del intelecto, la fuente de toda luz, ¡y tan resplandeciente como millones de soles! Es la luz interior de la mente. Su cabeza y Sus hombros sobrepasan al cielo de los cielos; Sus pies de loto descienden más abajo que el más profundo abismo del espacio.
Los mundos que evolucionan unos sobre otros no ocupan más que un rincón de su inmenso seno. Su resplandor supera los límites del vacío ilimitado. Hacia arriba, hacia abajo, en los cuatro puntos cardinales y hacia todas las direcciones del espacio Se extiende sin jamás disminuir y siempre sin fin.
Contiene en Sí mismo la esfera de este mundo, así como todos los demás mundos con sus montañas y todo lo que se halla en ellos; y el Tiempo irresistible, que sin cesar les precipita hacia adelante, es el guardián en el umbral de Su eternidad.
Se encuentra en el centro de todas las cosas, de las que constituye Su único dispensador de fuerza y de energía ¡Tat Twam Asi!2 ¡Eso eres tú!
¡Adóralo dentro de ti! Para ello no exige que uno sea un iluminado ni que se le queme incienso.
Con la continua conversación sobre este tema sagrado y reanudando constantemente su búsqueda cuando se interrumpe se llega a ser plenamente consciente del Sí mismo.
La ofrenda de un corazón purificado y liberado tanto del deseo como de la aversión Le resulta más agradable que joyas preciosas y que las más perfumadas flores.
La mejor meditación es la que se acompaña de la ofrenda de sí mismo al Señor o al santo Yoga.
Quien adora al Señor así durante una hora completa obtendrá la recompensa de cumplir el sacrificio de Raja3, y el practicar esta forma de adoración a media noche corresponderá al mérito de realizar un millón de sacrificios.
Cuando los benéficos rayos de la misericordia iluminen la mente del yogui compasivo y la dulce influencia de la simpatía alcance su corazón, entonces él será el más agradable y el más apropiado para servir, mediante meditaciones yóguicas, al Señor que reside en su interior.
Cuando un hombre ha controlado las turbulentas pasiones de su mente gracias a la rectitud de su juicio y ha extendido sobre su corazón y su mente el suave manto de la compasión y del contento apaciguante, entonces debe adorar a la divina serenidad dentro de sí.
Se debe meditar en Atman y servir al Maestro tanto en la alegría como en la pena.
Nunca lamentes lo perdido y utiliza lo que posees; adora al Espíritu supremo, en tu mente y en tu alma con una constancia sin desfallecimiento.
Por el bien de todos los seres vivos y por la salvación del universo, mantén tu constancia incluso entre las actividades inicuas de los hombres y permanece fiel a tu voto de estar santamente consagrado en todo tiempo a Brahman y al guru.
Deja de pensar en ti mismo como tal o cual persona; evita todo lo trivial y, sabiendo que todo es el Uno universal, quédate firme en tu voto de adoración al Espíritu supremo, Brahman.
Situado en un mundo de sufrimiento, el hombre no debería prestar ninguna atención al espectáculo de las más o menos graves calamidades que se presentan ante su vista.
No se trata más que de tintes y tonalidades fugitivos que colorean la vacía bóveda del cielo y que pronto se desvanecen en la nada.
Cualquiera que sea el sacrificio ofrecido para servir al Señor, sabe que la ecuanimidad de la mente es la mejor ofrenda y la más eficaz. La ecuanimidad es de un agradable sabor y posee el poder sobrenatural de transformar todo en ambrosía.
La ecuanimidad dilata el corazón y regocija a la mente como inunda la luz del sol la bóveda celeste, y se la considera la devoción más elevada.
Confiando en el razonamiento correcto combinado con el hábito de la calma, los hombres llegan a ser capaces de atravesar los oscuros y peligrosos torrentes de este mundo.
El hombre virtuoso, tranquilo y sereno, benévolo hacia todos los seres vivos, experimenta la benéfica influencia de la Verdad suprema que se manifiesta en su alma.
Quien tiene una mente tan serena como el claro de luna, sea en vísperas de una fiesta o de una batalla, o incluso en el momento de la muerte, ése, en verdad, es un santo.
Quien con la mirada satisfecha infunde sobre todas las cosas a su alrededor el esplendor de su benevolencia, ése es llamado santo.
Quien no tolera en su mente las tribulaciones de esta vida por graves y persistentes que sean y no se ve a sí mismo dentro del marco de su cuerpo, ése es conocido por ser un santo.
Oh príncipe virtuoso, quienquiera que acoja con fe y piedad estas palabras que digo, con certeza crecerá día tras día en el conocimiento de Dios.
Todo sufrimiento cesa para quien medita en su interior estas enseñanzas espirituales. »
Cuando se puso el sol, difundiendo su oro sobre el horizonte, y los lotos del lago cerraron sus pétalos, el bienaventurado sabio Våsishtha terminó su discurso. El emperador y la familia real tocaron los pies del sabio y lo colmaron de regalos, de plata, oro y piedras preciosas; los devas hicieron llover flores celestiales sobre los asistentes exclamando:
«¡Jai! ¡Jai! ¡Jai!»
Notas:
1 Om (o Aum) es la Palabra de Poder que no pertenece a ningún lenguaje particular pero que, en todo Oriente, donde está considerada como el más alto nombre de Dios, se utiliza exclusivamente como un símbolo del Supremo.
2 Tat Twam Asi («Eso eres tú»): Tat (Eso) significa la Realidad trascendente (Brahman). Twam (tú) significa el jiva o alma individualizada y condicionada. Asi (eres) expresa la eterna identidad de ambos, jiva y Brahman. Se trata de una de las cuatro grandes sentencias en las que se encuentra cristalizada la
verdad espiritual de los Vedas.
3 Sacrificio del Raja: En la antigüedad se cumplía el Raja-suya con ocasión de la coronación y unción ritual de un rey, con el acompañamiento de cánticos solemnes, generosas donaciones a los santos brahmanes y limosnas a los pobres.
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