18 jun 2016

Introducción a «El canto del Espíritu» (Bhagavad Guita) por Paramahansa Yogananda

Fuente: El Yoga del Bhagavad Guita. Publicación de Self Realization Fellowship




Introducción a «El canto del Espíritu»

El Bhagavad Guíta es la más amada de las escrituras de la lndia, la escritura que ocupa un lugar preeminenre. Constituye el Sagrado Testamento o Biblia de los hindúes, el único libro al que todos los maestros recurren como fuente suprema de autoridad en materia de escritos de inspiración divina. Bhagavad Guita significa «El canto del Espíritu», la divina comunión entre el hombre y su Creador basada en la percepción de la Verdad, las enseñanzas del Espíritu manifestadas a través del alma, las cuales han de entonarse sin cesar. [...]

Todo el conocimiento del cosmos se halla contenido en el Guita. Sumamente profundo y, no obstante. redactado en un revelador lenguaje de consoladora belleza y simplicidad, el Guita ha sido comprendido y aplicado en todos los órdenes de la actividad y del esfuerzo espiritual del hombre, cobijando bajo su amparo a una amplia gama de seres humanos —cada uno con su dispar naturaleza y sus diferentes necesidades—. Dondequiera que uno se halle en el camino de regreso a Dios, el Guita proyectará su luz sobre ese tramo del recorrido.

Sabiduría proveniente de una edad antigua y más elevada de la civilización

La India ha conservado en su literatura una cultura muy avanzada que data de una gloriosa edad dorada de tiempos pretéritos. Desde la época remota de fecha desconocida en la que se originaron por primera vez los Vedas, pasando por el majestuoso despliegue posterior de una poesia y una prosa sublimes, los hindúes han dejado registro de su civilización no en monolitos de piedra ni en edificios derruidos, sino en la arquitectura de sus ornamentados escritos, esculpidos en el eufóníco lenguaje del sánscrito. La composición misma del Bhagavad Guita —su retórica, aliteraciones, dicción, estilo y armonía- demuestra que la india había transitado hacía ya largo tiempo las etapas de crecimiento material e intelectual y había alcanzado una elevada cima de espiritualidad.


Los versos del Guita se hallan en el libro sexto de los dieciocho que conforman el Mahabharata, el gran poema épico de la India. [...] Esta epopeya de venerable antigüedad —que tal vez sea el poema más extenso de la literatura universal- relata la historia de los descendientes del rey Bharata, los Pandavas y los Kauravas, primos entre sí, cuya disputa por el reino fue la causa de la cataclísmica guerra de Kurukshetra. El Bhagavad Guita, el sagrado diálogo acerca del yoga entre Bhagavan Krishna —que era (anto un rey terrenal como una encarnación divina- y su principal discípulo, el príncipe pandava Arjuna, tiene lugar, supuestamente, en vísperas de esta pavorosa guerra.
Vyasa, autor del Mahabarata y los Vedas

La autoría del Mahabharata, incluida la parte correspondiente al Guita, se atribuye tradicionalmente al santo iluminado Vyasa, cuyos datos históricos exactos se desconocen. [...] La tradición asocia a Vyasa con muchas obras literarias, en especial la organización de los cuatro Vedas (por lo cual ha recibido el nombre de «Vedavyasa»), la compilación de los Puranas (libros sagrados que ilustran el conocimiento védico a través de relatos históricos y legendarios acerca de antiguos avatares, santos y sabios, reyes y héroes de la India) y la autoría del poema épico Mahabharata, el cual, según se supone, fue escrito por Vyasa ininterrumpidamente, a lo largo de dos años y medio, en un apartado retiro del Himalaya donde transcurrió la etapa final de su vida.


Cómo descifrar el código del simbolismo yóguico del Guita

Los textos sagrados de la antigüedad no hacen una diferenciación clara entre lo histórico y lo simbólico; más bien, en numerosas ocasiones, entrelazan ambos en la tradición de las escrituras reveladas. Los profetas tomaban casos de la vida cotidiana y acontecimientos de la época y, a partir de ellos, establecían símiles con el fin de expresar sutiles verdades espirituales. Al común de la gente no le seria posible concebir las profundidades del conocimiento divino si éste no estuviera definido en términos habituales.

Cuando los profetas de las escrituras escribían en metáforas y alegorías más crípticas —-como ocurría a menudo—, era para ocultar de las mentes ignorantes, que no se encontraban espiritualmente preparadas, las revelaciones más profundas del Espíritu. Así fue cómo el sabio Vyasa escribió, con aguda inteligencia, el Bhagavad Guita, en el lenguaje del simil, la metáfora y la alegoría, entretejiendo hechos históricos con verdades psicológicas y espirituales, pintando con palabras un cuadro de las tumultuosas batallas interiores que debe librar tanto el hombre materialista como el espiritual.

Bajo la dura cáscara de la simbología, ocultó los significados espirituales más profundos, para protegerlos de la devastadora ignorancia propia de las edades oscuras hacia las cuales la civilización se estaba precipitando en coincidencia con el fin de la encarnación de Sri Krishna sobre la tierra.

En términos históricos —y en el umbral de una guerra tan horrenda como la que se relata en el Mahabharata—, es muy poco probable que, como se describe en el Guita, Krishna y Arjuna detuvieran su carro en campo abierto, entre los dos ejércitos contendientes en Kurukshetra, y allí entablasen una extensa disertación acerca del yoga. Si bien muchos de los principales acontecimientos y personajes que forman parte del voluminoso Mahabharata están basados realmente en hechos históricos, su exposición poética dentro de la epopeya ha sido organizada de una manera práctica y plena de significado —y fue condensada de un modo maravilloso en la parte que corresponde al Bhagavad Guita— con el principal objeto de exponer la esencia del Sanatana Dharma de la India, la Religión Eterna.

Al interpretar una escritura, no se deben ignorar, por lo tanto, los hechos y elementos históricos con los que se reviste la formulación de la verdad. Es preciso distinguir entre la simple ilustración de una máxima moral o referencia a un fenómeno espiritual y aquella que tiene una connotación esotérica más profunda. Es necesario reconocer las señales de convergencia entre los ejemplos materiales y las doctrinas espirituales, sin tratar de deducir necesariamente, de cada uno de ellos, un significado oculto. Hay que saber cómo intuir las indicaciones y las declaraciones expresas del autor sin inferir significados que jamás se pretendían y sin dejarse engañar por el entusiasmo y el hábito imaginativo de intentar extraer un sentido espiritual de cada palabra o afirmación.

La forma correcta de comprender las escrituras es a través de la intuición, estableciendo una sintonía con la realización interior de la verdad.[...] Mediante la ayuda de un gurú que posee realización divina, e] devoto aprende a utilizar el cascanueces de la percepción intuitiva para romper la dura cáscara del lenguaje y la ambigüedad y llegar al meollo de la verdad oculto en las máximas de las escrituras.

Mi gurú, Swami Sri Yukteswar, nunca me permitió leer una sola estrofa del Bhagavad Guita (o de los aforismos de Patanjali, el mayor exponente del Yoga en la india) por mero interés teórico. El Maestro me hacía meditar en las verdades espirituales hasta que yo me volvía uno con ellas; únicamente entonces solía debatirlas conmigo. [...] De este modo, durante aquellos preciados años que permanecí en la bendita compañía del Maestro, él me dio la clave para descifrar los misterios de las escrituras sagradas.


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La historia que narra el Mahabharata comienza tres generaciones antes del nacimiento de Krishna y Arjuna, en época del rey Shantanu. [...]

La descendencia genealógica de los Kurus y los Pandus a partir de Shantanu constituye paralelamente una analogía del descenso escalonado del universo y el ser humano desde su origen en el Espíritu hasta la materia. El diálogo que tiene lugar en el Guita se ocupa del proceso a través del cual dicho descenso puede revertirse, lo cual le permite al hombre volver a ascender desde la limitada conciencia de si mismo como ser mortal hasta la conciencia inmortal de su verdadero Ser —el alma— en unidad con el Espíritu infinito.
Batalla de Kurukshetra, Sri Krishna y Arjuna en medio del campo de batalla entre los Kandavas y los Pandavas

Esta genealogía se encuentra esbozada en God Talks With Arjuna [Dios habla con Arjuna, libro de Paramahansa Yogananda], junto con el significado espiritual que se debe atribuir a los diversos protagonistas tal como fue transmitido por Lahiri Mahasaya. Este significado esotérico no es arbitrario. Para explicar el sentido interno de palabras y nombres, la clave fundamental es buscarlo en la raíz original de dichas palabras en sánscrito. Se corre el riesgo de cometer graves errores en la definición de los términos sánscritos, si no se cuenta con la
capacidad intuitiva necesaria para arribar a la raíz apropiada y descifrar el significado correcto que se deriva de ésta según su uso en la época en que se originó la palabra en cuestión. Cuando la base se establece correctamente, es posible entonces extraer también significados de las diversas fuentes relacionadas con el uso común de las palabras y el modo específico en que se las utilizaba para conformar una idea coherente y lógica.

Es digno de destacar cómo el autor del gran Bhagavad Guita ha revestido cada tendencia o facultad psicológica, asi como numerosos principios metafísicos, con el atuendo del nombre apropiado. ¡Cuán bella es cada una de las palabras empleadas! Todas ellas brotan de una raíz sánscrita. Haría falta una gran cantidad de páginas para ahondar en el lenguaje sánscrito que subyace a las metáforas l...].

Al lector le quedará claro, después de leer con detenimiento algunos de los versos del primer capítulo, que el marco histórico de la batalla y los contendientes que participaron en ella han sido utilizados para ilustrar la batalla psicológica que se libra entre las cualidades del discernimiento puro, en sintonía con el alma, y la mente ciega, encaprichada con los sentidos, que se encuentra bajo el engañoso influjo del ego. En apoyo de esta analogía, se muestra la exacta correspondencia entre los atributos materiales y espirituales del ser humano, tal como los describió Patanjali en sus Yoga Sutras, y los contendientes en lucha mencionados en el Guita: el clan de Pandu —que representa la Inteligencia Pura— y el del rey ciego Dhritarashtra —que representa la Mente Ciega con su prole de tendencias sensoriales negativas [los Kauravas o Kurus].


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Estos rebeldes de los sentidos —producto de la ciega mente sensorial- sólo han causado enfermedades, preocupaciones mentales y la peste de la ignorancia y de la hambruna espiritual como resultado de la escasez de sabiduría en el reino corporal.

La activa fuerza del alma y el autocontrol nacido de la meditación deben apoderarse del reino y plantar allí el estandarte del Espíritu, a fin de establecer, de este modo, un imperio resplandeciente de paz, sabiduría, abundancia y salud.


Bhagavan Krishna, el Señor del Yoga: el Divino Maestro del Guita

La figura clave del Bhagavad Guita es, por supuesto, Bhagavan Krishna. El Krishna histórico se halla envuelto en el misterio de la metáfora y la mitología propias de las escrituras. La similitud entre los títulos «Krishna» y «Cristo» y entre las historias relativas al milagroso nacimiento de Krishna y Jesús y a sus primeros años de vida ha llevado a algunas mentes analíticas a sugerir que ambos eran, en realidad, una única persona. Esta idea ha de desecharse por completo, incluso si tomamos como base las escasas evidencias históricas existentes en sus países de origen.

No obstante, existen en verdad algunas similitudes. Ambos fueron concebidos de manera divina y tanto su nacimiento como la misión que Dios les encomendó habían sido profetizados. Jesús nació en un humilde pesebre; Krishna, en una prisión (donde sus padres —Vasudeva y Devaki- eran mantenidos en cautiverio por el malvado hermano de Devaki, Kansa, que habia usurpado el trono de su padre). Tanto Jesús como Krishna fueron llevados en secreto a un lugar seguro para ponerlos a salvo de un decreto de muerte que ordenaba hallar y aniquilar a todos los hijos varones recién nacidos. Jesús era llamado «el buen pastor»; Krishna fue pastor de vacas en su infancia. Jesús fue tentado y amenazado por Satanás; Krishna fue perseguido por la fuerza del mal, que adoptando la forma de demonios trató infructuosamente de matarle.

«Cristo» y «Krishna» son títulos que poseen una connotación espiritual semejante: Jesús el Cristo y Yadava el Krishna (Yadava, el nombre familiar de Krishna, significa «descendiente de Yadu —ancestro de la dinastía Vrishni—»). Estos títulos dan cuenta del estado de conciencia que manifestaban estos dos seres iluminados, su unidad esencial con la conciencia de Dios omnipresente en la creación. La Conciencia Crística Universal o Kutastha Chaitanya, Ia Conciencia Universal de Krishna, es «el hijo unigénito» o único reflejo no distorsionado de Dios que impregna cada átomo y punto del espacio en el cosmos. La conciencia de Dios se manifiesta plenamente en aquellos que tienen total realización de la Conciencia de Cristo o Krishna. Dado que su conciencia es universal, la luz que proyectan se irradia sobre todo el mundo.

Un siddha es aquel que se ha perfeccionado y ha alcanzado la completa liberación en el Espiritu; él se conviene en un paramukta, un ser «supremamente libre», y puede entonces retornar a la tierra como un avatara (El término sánscrito avatar significa "descenso", sus raíces son ava, "abajo", y tri, "pasar". En las escrituras hindúes, avatar significa descenso de la Divinidad a la carne.) —como lo hicieron Krishna, Jesús y muchos otros salvadores de la humanidad a través de los tiempos—. Cada vez que la virtud declina, un alma divinamente iluminada viene a la tierra para restablecer de nuevo la virtud (Guita IV:7-8). Un avatar o encarnación divina tiene dos propósitos sobre la tierra, uno cuantitativo y otro cualitativo. Por medio de sus nobles enseñanzas acerca de la lucha del bien contra el mal, eleva cuantitativamente el nivel espiritual de la población en general. Sin embargo, el principal objetivo de un avatar es cualitativo: forjar otras almas que posean la realización divina, ayudando a tantos como le sea posible a alcanzar la liberación. Este último es un lazo espiritual muy personal e íntimo entre gurú y discípulo; se trata de la unión entre los leales esfuerzos espirituales del discípulo y las divinas bendiciones otorgadas por el gurú. Son estudiantes quienes reciben sólo una pequeña parte de la luz de la verdad, mientras que son discípulos aquellos que siguen el sendero con firmeza y perseverancia, con dedicación y devoción, hasta encontrar su propia libertad en Dios. En el Guita, Arjuna se presenta como el símbolo del devoto ideal, del discípulo perfecto.


Cuando Sri Krishna se encarnó en la tierra, Arjuna (que en su vida anterior había sido un gran sabio) nació también para acompañarle. Los grandes seres siempre traen consigo compañeros espirituales de vidas pasadas para que los ayuden en su misión presente. El padre de Krishna era hermano de la madre de Arjuna, de modo que Krishna y Arjuna eran primos; y si bien compartían vínculos de sangre, los unía, sin embargo, el lazo aún más poderoso de la unidad espiritual.

Sri Krishna fue criado en un entorno pastoril en Gokula y el cercano Brindaban, en las márgenes del río Yamuna, adonde había sido llevado secretamente por su padre Vasudeva tan pronto como Devaki dio a luz en la prisión de Mathura. (De forma milagrosa, se abrieron las puertas, que estaban cerradas con candado, y los guardias quedaron sumidos en un profundo sopor, lo cual permitió que el recién nacido fuera llevado a salvo a su hogar de acogida). Sus padres adoptivos fueron Nanda, un bondadoso cuidador de ganado, y su tierna esposa, Yasoda. Durante su niñez en Brindaban, Krishna asombraba a todos con su precoz sabiduria y despliegue de increíbles poderes. Su gozo interior con frecuencia se expresaba de repente en forma de explosivas travesuras, para diversión y deleite —y algunas veces desconcierto— de aquellos a quienes iban dirigidas sus bromas.

Uno de estos episodios le reveló a Yasoda la divina naturaleza del niño al que estaba criando. Cuando era pequeño, a Krishna le encantaba quitarle a las lecheras el queso que ellas elaboraban y comérselo. En cierta ocasión, se había llenado tanto la boca que Yasoda temió que pudiera ahogarse, así que rápidamente intentó abrírsela. Sin embargo, en vez de queso (según algunos relatos populares había comido barro), lo que vio en la boca abierta de Krishna fue el universo entero —e| cuerpo infinito (vishvarupa) del Creador—, incluida la imagen de ella misma. Llena de temor reverencial, apartó la mirada de la visión cósmica, feliz de contemplar y estrechar una vez más contra su pecho a su bienamado pequeñuelo.
Krishna y las gopis, obra de Jean Pierre Dalbéra

Dorado de una apariencia física y facciones de gran belleza, así como de un encanto y un modo de ser irresistibles, el pequeño Krishna era la personificación misma del amor divino y una fuente de gozo para todos. En la comunidad, todos le amaban y era a la vez un fascinante líder y amigo para sus compañeros de la niñez, los gopas y las gopis, que cuidaban con él los rebaños de vacas del poblado en los boscosos alrededores.


A las personas de mentalidad mundana, adictas a los sentidos como único medio de gratificación, les resulta difícil comprender la pureza de la amistad y el amor divinos que no están manchados por el deseo o la expresión carnales. Sería absurdo considerar de forma literal los supuestos flirteos entre Sri Krishna y las gapis. El simbolismo implícito es aquél de la unidad entre el Espíritu y la Naturaleza, que al danzar juntos en la creación proveen el divino lila o juego para entretener a las criaturas de Dios. Con las encantadoras melodías de su flauta celestial, Sri Krishna llama a todos los devotos a la enramada de la divina unión del samadhi que se experimenta en la meditación, para que allí se solacen con el cálido y bienaventurado amor de Dios.

Al parecer, Krishna era poco más que un niño cuando llegó el momento en que debió abandonar Brindaban para cumplir con el propósito de su encarnación: ayudar a los virtuosos a ponerle freno al mal. La primera entre sus muchas heroicas y milagrosas hazañas fue destruir al malvado Kansa y liberar del cautiverio a sus padres Vasudeva y Devaki. Después, Vasudeva los envió a él y a su hermano Balarama al ashram del gran sabio Sandipani para recibir instrucción.

Nacido en el seno de la realeza, como adulto Krishna desempeñó sus deberes reales y participó en numerosas campañas contra los reinos gobernados por regantes malvados. Estableció la capital de su propio reino en Dwarka, situada en una isla mar adentro, en el estado occidental de Gujarat. La mayor parte de su vida está entrelazada con la de los Pandavas y los Kauravas, cuya capital se hallaba en la región norte de la India central, cerca de la ubicación actual de Delhi (Kurukshetra, lugar donde se libró la batalla y se produjo el diálogo entre el Señor Krishna y Arjuna narrado en el Guita, se encuentra a unos 160 km al norte de Delhi y es, hasta el día de hoy, un venerado sitio de peregrinaje). Participó en muchos de los asuntos seculares y espirituales de los Pandus y los Kurus, como su aliado y consejero, y desempeñó un papel significativo en la guerra de Kurukshetra que ambos bandos libraron entre sí.


Una vez cumplida en la tierra la misión que le había sido divinamente encomendada, Krishna se retiró a los bosques. Allí abandonó su cuerpo debido a una herida accidental infligida por la flecha de un cazador que le confundió con un ciervo mientras se hallaba descansando en un claro —un hecho que había sido profetizado como la causa de su partida de este mundo.

En el Bhagavad Guita, nuestra atención se centra en la función de Sri Krishna como gurú y consejero de Arjuna, así como también en el sublime mensaje del yoga que en su papel de maestro predicó al mundo —el camino de la acción correcta y de la meditación para alcanzar la comunión divina y la salvación—, un mensaje cuya sabiduría le ha entronizado en el corazón y la mente de los devotos a lo largo de los siglos.

Hemos oído hablar de los santos ascetas o de los profetas de los bosques o de vida retirada, que eran hombres de renunciación exclusivamente; Krishna, en cambio, fue uno de los más grandes ejemplos de divinidad, ya que vivió y se manifestó como un Cristo y al mismo tiempo cumplió con los deberes de un noble rey. Su vida demuestra el ideal no de la renuncia a la acción —una doctrina conflictiva para el hombre circunscrito a un mundo cuyo aliento vital es la actividad—, sino de la renuncia a los deseos por los frutos de la acción, que atan al hombre a lo terrenal.

Si no existiera el trabajo, la civilización humana no sería sino una jungla de enfermedades, hambre y confusión. Y si todos los hombres del mundo abandonasen sus civilizaciones materiales y se marchasen a vivir a los bosques, los bosques mismos se transformarían entonces en ciudades ya que, de no ser así, sus habitantes perecerían, víctimas de la insalubridad. Y sin embargo, la civilización material está llena de imperfecciones y sufrimientos. ¿Cómo se puede remediar todo esto?

La vida de Krishna constituye una prueba de su filosofía, la filosofía de que no es necesario huir de las responsabilidades de la vida material. El problema puede ser resuelto trayendo a Dios al sitio mismo en el cual Él nos ha colocado. Sea cual sea nuestro entorno, el Cielo habrá de manifestarse en toda mente donde reine la comunión con Dios.

La ambición de poseer cada vez más dinero, el enfrascarse en el trabajo cada vez más y por más tiempo, con apego o ceguera, son causa de sufrimiento. No obstante, renunciar sólo de forma externa a los objetos materiales cuando uno todavía alberga en su interior apego por ellos conduce únicamente a la hipocresía y al engaño. Con el fin de evitar los peligros de ambos extremos —ya sea renunciar al mundo o ahogarse en la vida material—, el ser humano debe entrenar su mente, por medio de la meditación constante, para que le sea posible llevar a cabo las necesarias acciones prescritas por el deber en la vida cotidiana y, al mismo tiempo, conservar la conciencia de Dios en su interior. Ése es el ejemplo que brinda la vida de Krishna.

El mensaíe de Sri Krishna en el Bhagavad Guita constituye la respuesta perfecta para la era moderna y para todas las eras: el yoga de la acción prescrita por el deber del desapego y de la meditación para alcanzar la unión divina. Trabajar sin experimentar la paz de Dios en nuestro interior es un infierno. Trabajar, en cambio, sintiendo que el gozo del Señor brota constantemente en el alma es llevar dentro de nosotros un paraíso portátil adondequiera que vayamos.

El sendero que Sri Krishna aconseja en el Bhagavad Gaita es el dorado camino medio de la moderación, tanto para el ocupado hombre de mundo como para el aspirante espiritual más elevado. Seguir el sendero propuesto en el Bhagavad Guita representaría la salvación de ambos, ya que éste es un libro que trata de manera universal acerca de la realización del Ser (Paramahansa Yogananda definió la realización del Ser {Self-realization} de la siguiente manera"La realización del Ser consiste en saber —física, mental y espiritualmente que somos uno con la omnipresencia de Dios; que no necesitamos orar para que ésta venga a nosotros, que no solamente estamos próximos a ella en todo momento, sino que la omnipresencia de Dios es nuestra propia omnnipresencia, y nuestro ser es y será invariablemente siempre parte de la Divinidad. Lo único que necesitamos hacer es tomar mayor conciencia de ello-.") poniendo al hombre en contacto con su Ser verdadero, el alma, y mostrándole cómo se ha originado del Espíritu, cómo llevar a cabo sus justas obligaciones en la tierra y cómo retornar a Dios. La sabiduría del Guita no tiene como objeto que los áridos intelectualistas realicen con sus aserros un despliegue de piruetas mentales para entretenimiento de los dogmáticos, sino, por el contrario, mostrar a los hombres y mujeres del mundo, ya sea que se trate de personas con responsabilidades familiares o de renunciantes, el modo de vivir una vida equilibrada que incluya el contacto verdadero con Dios mediante la práctica de los métodos graduales del yoga.



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