8 nov 2014

Sivapancaksaram. Sri Sankaracharya

Traducción y comentarios por Raphael de su libro "Sankara, la esencia del Vedanta"

Sivapañcaksaram

La Quíntuple Realización de Siva


1. Yo no soy el cuerpo, ni los sentidos [ni] la mente [empírica], no soy el sentido del yo, ni el conjunto de las energías vitales ni tampoco el intelecto. Estoy muy lejos de identificarme con mujeres, descendencia, posesiones y riquezas de distinta índole. Yo soy el Sí mismo íntimo, el testigo eterno: ¡Yo soy Siva!

Como en otras ocasiones, Samkara presenta en este verso una síntesis de lo que es la separación del plano empírico: el ser que toma conciencia de Sí mismo como atman no puede seguir identificándose con el propio vehículo psicofísico ni con aquello que le pertenece o que tiene alguna relación con ello. Incluso el intelecto (buddhi), aunque represente un vehículo relativamente puro e idóneo para recibir el conocimiento, debe dejarse de lado porque ni siquiera ello constituye la propia verdadera naturaleza.

Todo, por lo tanto, puede y debe ser rechazado con conocimiento de causa, pero no así el Testigo, el Espectador impasible e independiente de todo, quien todo lo observa, abarca y comprende, y al mismo tiempo trasciende, en cuanto que es pura Conciencia idéntica a Sí mismo y existente de por sí.



2. Así como una cuerda puede parecer una serpiente por ignorancia de [su naturaleza de] cuerda, de la misma manera el atman aparece como jiva, debido a la ignorancia acerca de la naturaleza propia del atman. Sin embargo, cuando se corrige el error al afirmar [la naturaleza de ilusión de la serpiente], entonces se reconoce que se trata de una cuerda. Así, cuando se ha dicho que Yo no poseo cuerpo, [comprendo que] no soy un jiva, sino [el Sí mismo]: ¡Yo soy Siva!

La doctrina de Samkara también se conoce como mayavada es decir la doctrina de la maya la cual no niega totalmente la existencia del mundo, sino que le confiere el sitio que le corresponde en el orden de las cosas, es decir, el de una existencia relativa y no absoluta. El ser humano, víctima de su ignorancia, atribuye un carácter absoluto, por tanto verdadero, a aquello que sólo es relativo; confunde así el no-ser con el Ser, lo no-real con lo Real o, como dice Samkara la cuerda con una serpiente. De ahí el origen de su condición conflictiva e incompleta, destinada a permanecer así, cualquiera que sea la situación exterior creada. De todos modos, un ente relativo, en cuanto que tal, no es la nada y no puede estar rodeado por el vacío. El ser, en el fondo, teme la vacuidad porque inconscientemente sabe que si ésa fuera su naturaleza, es decir, la de vacuidad, él mismo vería anularse toda posibilidad de experiencia y subsistencia, con lo cual desaparecería hasta su razón de ser.

Lo que es vacuidad, en cambio, es su propia proyección, la superestructura creada individualmente y mantenida por la imaginación, el deseo, la voluntad de... ser. Pero es obvio que todo eso, aunque inconsistente, sin embargo no podría mantenerse si llegase a faltarle el soporte, si, en otros términos, no existiera (a priori, a latere y a posteriori) un algo que permanece idéntico a sí mismo, independientemente de lo que se alterna en el escenario de la existencia individual, colectiva y, digamos sin más, universal. Este algo es... Él mismo, pero no ya como individuo, sino más como Sí mismo, o bien como pura Conciencia sin dualidad. La Conciencia es uno sin segundo porque tal es su naturaleza: la dualidad y la unidad son siempre objeto para el Testigo. Por lo tanto, es por ignorancia por lo que, olvidando ser el Sí mismo absoluto, se le auto-identifica (gracias a un simple reflejo de esa Conciencia) y emerge como auto-conciencia, es decir como individualidad, o sea como entidad infinitesimal contrapuesta a la totalidad y en apariencia separada de la misma: en otras palabras,parece la serpiente.

Sin embargo, igual que con una palabra basta para hacer entender al caminante que la serpiente es en realidad una cuerda, lo mismo sucede con el hombre, cuando subsisten en él la cualificación y aspiración necesarias; y basta con que escuche la Instrucción para que despierte al conocimiento íntimo y profundo de ser el Sí mismo. Cuando el discípulo aprenda a no ser cuerpo, a no tener padres, mujer, hijos, bienes ni maestros o discípulos, cuando aprenda a no estar verdaderamente inmerso en el curso de los acontecimientos sino a ser Testigo de los mismos, su auto-conciencia se auto-reconocerá espontáneamente más allá de todo aquello que es devenir-relativo-apariencia, disolviéndose en el Siva absoluto.



3. En verdad, todo ese [universo], que no es verdad absoluta, aparece en el Sí mismo —cuya naturaleza es realidad, conocimiento y beatitud—, mediante una ilusión. Sin embargo, es tan real como la imagen de un sueño nacida de la ilusión producida por el sueño. [En cambio] puro, pleno, eterno y único: ¡Yo soy Siva!

El sueño es la sede natural de los sueños y de la efímera experiencia que la persona cree tener. El universo onírico está totalmente contenido en la mente del durmiente, de la cual brota y en la cual se reabsorbe, y el soñador, sea cual sea el contenido de sus sueños, no saca realmente ninguna experiencia de ello, fuera de alguna alegría o sufrimiento durante el sueño mismo, dada precisamente la irrealidad de tales imágenes. Diremos que no solamente el objeto del sueño es una proyección, sino también el propio sujeto, así como el nexo que los une. Cierto es, en cambio, que el sueño (o el pensamiento en general) necesita una conciencia y resulta obvio que ésta debe ser rigurosamenteunitaria (es decir sin interrupciones ni falta de homogeneidad de cualquier tipo que, formando una variación, se manifestase como entidad distinta), incluyendo una multiplicidad de entes y relaciones y constituyendo su sustrato. Por tanto, el sueño individual se proyecta en el seno de una conciencia individualizada.

Lo mismo ocurre en la manifestación del universo. El universo es el "sueño" cósmico que se proyecta en el seno de la auto-conciencia ishvárica inmersa en el sueño de maya: su multiplicidad mana de la unidad de la auto-conciencia del Ser universal, del cual cada jiva representa un momento consciente-existencial. El propio devenir es tal en cuanto expresa de forma analítica el infinito contenido sintéticamente en lo unitario: es la multiplicidad interpretada individualmente en la unidad.

Pero más allá del individuo y del universo, de la multiplicidad y de la unidad, de la conciencia dual objetivada y de la auto-conciencia subjetiva (individual y universal) está la pura Conciencia no-dual del Sí mismo. Según la expresión de Platón, más allá del "Uno y de los muchos" (devenir), del "Uno-muchos" (Ser) hay el Uno-Uno que representa el fundamento metafísico del Ser y del no-ser.



4. Yo no tengo nacimiento, ni crecimiento, ni tampoco muerte. Todo aquello que es cualidad pertenece a la prakriti y, por lo tanto, se dice que [sólo] le atañe al cuerpo. De la misma manera, también la función de agente, que se refiere sólo al sentido del yo y no Me pertenece en absoluto, en cuanto soy el Sí mismo que es pura Conciencia: ¡Yo soy Siva!

El Ser está más allá del devenir y de sus fases. El nacimiento, el crecimiento y la muerte tienen que ver con la forma-apariencia, el fenómeno y el propio universo, pero no con el Sí mismo eterno e inmutable. Observamos las cosas porque somos distintos de las cosas, conocemos su variación porque somos Invariabilidad. Los atributos pertenecen a lo cualificado y las funciones conciernen a lo determinado. Cualificación y determinación presuponen una relatividad, por tanto una perfección, que podemos advertir y que aparece como objeto: reconocemos la cualificación como objeto porque nosotros mismos somos el No-cualificado. Podemos conocer cualquier objetividad porque nuestra naturaleza es la del Sujeto por excelencia, sin ningún límite ni segundo, nunca objetivable pero siempre auto-presente en conocimiento de causa.



5. Por lo tanto, no existe ningún otro universo que sea independiente de Mí; la objetividad [aparece como] externa [y ésta] parece real pero sólo es una proyección de la maya que, tal como la imagen que se recibe en el espejo, se manifiesta dentro de Mí, que soy pura No-dualidad: ¡Yo soy Siva!

Como el mundo del sueño (o del pensamiento) es interno a la mente individual del soñador, así el universo es interno a la Mente cósmica. Sólo nos aparece como externo si lo observamos partiendo de la perspectiva individual, pero apenas abandonamos esta posición arbitraria y limitada, entendemos que la totalidad, manifiesta o no, realizada o no, está contenida en nuestro propio Conocimiento (que de hecho puede conocerlo todo) en cuanto que posibilidad. El universo es una posibilidad, una virtualidad, por tanto una simple irrealidad si se lo considera desde el punto de vista del Sí mismo absoluto y real. Lo posible desaparece en presencia de lo Real; lo real y lo irreal no pueden coexistir si no es conceptualmente. Lo irreal, en tanto que devenir y por lo tanto no-ser, no puede existir en sí mismo ni existir en cualquier modalidad real junto con el Ser. Dos realidades absolutas no pueden existir porque se anulan respectivamente. Lo irreal es reabsorbido por lo Real como posibilidad, de la misma manera que en la Conciencia sin segundo se reabsorbe toda conciencia unitaria subjetiva y toda conciencia dual objetiva.

Cuando entendemos que una única Conciencia invade y sustenta el sujeto y el objeto de cualquier posible relación, uno no puede no volver a identificarse inmediatamente con aquella mismísima Conciencia, carente de cualquier tipo de límite y de identificación; en otras palabras, se han disueltoen aquel Infinito que, como Siva, ha reabsorbido en Sí mismo todo lo unitario y todo lo finito-indefinido, en aquella No-dualidad que, como Auto-identidad absoluta, es susceptible de comprender cualquier unidad y cualquier dualidad. Entonces, y sólo entonces, nuestra plena naturaleza de Sí mismo aparecerá como clara e inconfundible evidencia.

Fuente: http://www.advaitainfo.com/

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