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26 may 2020

Yoga: La Ciencia del Alma, Osho. Vol. I: parte II, Introducción al yoga

Yoga:
La Ciencia del Alma,
Vol. I
Autor : Osho. 1974.

Discursos sobre los Yoga Sufras de Patanjali,
recopilados en diez volúmenes. Bombay, India



Capítulo 1

Introducción al Yoga (parte II)





El primer sutra:


Ahora la disciplina del Yoga. 

Atha yoga nush asanam

Ahora la disciplina del Yoga. Cada palabra ha de ser entendida por separado porque Patanjali no emplea palabras superfluas.

Ahora la disciplina del Yoga.


En primer lugar trata de comprender la palabra "ahora". Este "ahora" indica el estado de mente del que te estaba hablando. Si estás desilusionado, si no tienes esperanzas, si eres consciente de la completa futilidad de todo deseo, si ves tu vida como carente de sentido -todo lo que has estado haciendo hasta ahora ha muerto, nada queda en el futuro- estás en un absoluto desespero; lo que Kierkegaard llama angustia. Si estás angustiado, sufriendo, sin saber qué hacer, sin saber adónde ir, sin saber a quién mirar, al borde mismo de la locura o del suicidio o de la muerte, todo el modelo de tu vida se ha vuelto fútil. Si este momento ha llegado, Patanjali dice,

Ahora la disciplina del Yoga;

solamente entonces podrás entender la ciencia del Yoga, la disciplina del Yoga.


Si ese momento no ha llegado, puedes continuar estudiando Yoga, puedes convertirte en un gran erudito, pero no serás un yogui. Podrás escribir tesis sobre ello, podrás dar discursos sobre ello, pero no serás un yogui. El momento aún no te ha llegado. Intelectualmente puedes estar interesado; mediante tu mente puedes relacionarte con el Yoga, pero el Yoga no es nada si no es una disciplina. El yoga no es un shastra, no es un texto. Es una disciplina. Es algo que has de hacer. No es curiosidad, no es especulación filosófica. Es algo más profundo que esto. Es cuestión de vida o muerte.


Si ha llegado el momento en que sientes que todas las direcciones se han vuelto confusas, en que todos los caminos han desaparecido, que el futuro es oscuro y que cada deseo se ha vuelto amargo, y que con cada deseo solamente has conocido desencanto, que todo ir en pos de esperanzas y sueños ha cesado,


Ahora la disciplina del Yoga


Este "ahora" puede no haber llegado. Entonces puedo seguir hablando del Yoga, pero tú no escucharás. Solamente podrás escuchar si el momento te ha llegado.



¿Estás absolutamente insatisfecho? Todo el mundo contestará, "sí", pero esa insatisfacción no es real. Estás insatisfecho con esto, puede que estés insatisfecho con esto otro, pero no estás totalmente insatisfecho. Todavía albergas esperanzas. Estás insatisfecho con tus expectativas pasadas, pero con las futuras aún estás esperando. Tu insatisfacción no es total. Todavía estás suspirando por alguna satisfacción, por alguna gratificación.


A veces te sientes desesperado, pero esa desesperación no es auténtica. Te sientes desesperado porque no has logrado ciertos anhelos; ha habido esperanzas no satisfechas. Pero la esperanza aún está ahí, la esperanza no ha desaparecido. Aún esperas. Estás insatisfecho con esta esperanza, con esa ilusión, pero no estás desencantado del esperar en sí. Si estás desencantado con el esperar mismo, entonces te ha llegado el momento en que puedes penetrar en el Yoga. Y entonces está introducción no será algo mental, especulativo. Esta entrada será una introducción a una disciplina.


¿Qué es disciplina? Disciplina quiere decir crear un orden en ti. Tal y como eres, eres un caos. Tal y como eres, estás en absoluto desorden. Gurdjieff solía decir -y Gurdjieff se asemeja en muchas maneras a Patanjali; trataba de diversas maneras de hacer de la esencia de la religión una ciencia-, Gurdjieff dice que no eres uno, que eres una multitud. Ni siquiera cuando dices "yo", existe el "yo". Hay muchos "yoes" en ti, muchos egos. Por la mañana un "yo"; por la tarde, otro "yo"; por la noche, un tercer "yo", pero nunca te das cuenta de esta confusión porque ¿quién será el que vaya a darse cuenta? No existe un centro que pueda llegar a hacerse consciente.



Que "el Yoga es una disciplina" quiere decir que el Yoga quiere crear un centro cristalizado en ti. Tal y como eres, eres una multitud, y una multitud posee muchas características. Una es que no puedes confiar en una multitud. Gurdjieff solía decir que el hombre no puede prometer. ¿Quién será el que prometa? Tú no estás allí. Si tú prometes, ¿quién cumplirá la promesa? Al día siguiente, aquél que prometió ya no estará allí.



La gente acude a mí y me dice, "Ahora haré un voto. Prometo hacer esto". Yo les digo "Piénsatelo dos veces antes de prometer algo. ¿Confías acaso que el que ha hecho la promesa esté presente dentro de un rato?" Decides levantarte pronto desde mañana en adelante; a las cuatro en punto. A las cuatro en punto, alguien en tu interior dice, "Déjalo. Hace frío afuera. ¿Y por qué tienes tanta prisa? Podemos hacerlo mañana." Y te duermes de nuevo.


Cuando te levantas te sientes arrepentido, y piensas, "Eso no está bien. Debería haberlo hecho". Y de nuevo tomas la decisión, "Mañana lo haré". Y lo mismo sucederá mañana porque a las cuatro de la madrugada aquél que hizo la promesa ya no está allí; otro está en su silla. Y tú eres como el Rotary Club: el presidente va cambiando. Todos los miembros llegan a ser presidentes. Existe una rotación. A cada momento alguien distinto es el amo. Gurdjieff solía decir, "Esta es la principal característica del hombre: no es capaz de prometer". No puedes cumplir tus promesas. Sigues prometiendo y sabes bien que no podrás cumplirlo, porque no eres uno; eres un desorden, un caos. Por esto

Patanjali dice,
"Ahora la disciplina del Yoga".


Si tu vida se ha convertido en puro sufrimiento, si te has dado cuenta de que cualquier cosa que haces se convierte en un infierno, entonces el momento ha llegado. Este momento puede cambiar tu dimensión, tu dirección del ser.


Hasta ahora has vivido como un caos, como una multitud. Yoga significa que ahora tendrás que ser una armonía, tendrás que hacerte uno. Se necesita una cristalización, se necesita un centramiento. Y a menos que logres un centro, todo lo que hagas será inútil. Es desperdiciar vida y tiempo. En primer lugar es necesario un centro, y solamente puede ser dichosa una persona que tiene un centro. Todo el mundo quiere tenerlo, pero tú no puedes pedirlo. ¡Has de ganártelo! Todo el mundo suspira por un estado de felicidad en su ser, pero solamente se puede ser feliz con un centro. Una multitud no puede ser feliz, una multitud no posee un Yo. No tiene un atman. ¿Quién será el que va a ser feliz?


"Felicidad" significa absoluto silencio y el silencio es posible solamente cuando existe armonía, cuando todos los fragmentos disonantes se han vuelto uno; cuando no se es una multitud, sino uno.


Cuando estás solo en la casa y no hay nadie más allí, entonces eres feliz. Ahora mismo tienes a todo el mundo en tu casa; tú no estás allí. Solamente los invitados están allí; el anfitrión está siempre ausente. Y solamente el anfitrión puede ser feliz.


A este centramiento Patanjali lo llama "disciplina", anushasanam. La palabra "disciplina" es hermosa. Deriva de la misma raíz que "discípulo". "Disciplina" quiere decir "capacidad de aprender", "capacidad de saber". Pero no puedes saber, no puedes aprender, mientras no hayas alcanzado la capacidad de ser.


Una vez un hombre acudió a Buda y le dijo... debió de haber sido un reformador social, un revolucionario. Le dijo a Buda, "El mundo está sumido en el sufrimiento. Estoy de acuerdo contigo". Buda nunca dijo que el mundo estuviera sumido en el sufrimiento. Buda dice, "Tú eres tu sufrimiento", no el mundo. La vida es el sufrimiento, no el mundo. El hombre es el sufrimiento, no el mundo. La mente es el sufrimiento, no el mundo. Pero este revolucionario le dijo, "El mundo está sumido en el dolor. Estoy de acuerdo contigo. Ahora dime exactamente qué es lo que puedo hacer. Tengo una profunda compasión y deseo servir a la Humanidad."



El servicio debió de haber sido su lema. Buda le miró y permaneció en silencio. Ananda, un discípulo de Buda, le dijo, "Este hombre parece ser sincero. Guíalo. ¿Por qué guardas silencio?" Entonces Buda le dijo a aquel revolucionario, "Quieres servir al mundo, pero ¿dónde estás tú? No veo a nadie en tu interior. Miro en ti y no hay nadie. No posees ningún centro y, a menos que poseas un centro, todo lo que hagas creará más daño". Todos tus reformadores sociales, todos tus revolucionarios, tus líderes, son los grandes engendradores de sufrimiento, los traficantes de sufrimiento. El mundo sería mejor si no existieran los líderes. Ellos no pueden ayudar. Han de hacer algo porque el mundo está sumido en el sufrimiento. Y al no estar centrados, hagan lo que hagan, creará más sufrimiento. La compasión sola no servirá, el servicio a solas no servirá. La compasión proveniente de un ser centrado es algo totalmente distinto. La compasión proveniente de una multitud es dañina. Esa compasión es un veneno.


Ahora la disciplina del Yoga

Disciplina significa capacidad de ser, capacidad de saber, capacidad de aprender. Debemos entender estas tres cosas.

La capacidad de ser. Las posturas del Yoga no se ocupan realmente del cuerpo; se ocupan de la capacidad de ser. Patanjali dice que si eres capaz de sentarte en silencio sin mover tu cuerpo durante unas pocas horas, estás creciendo en la capacidad de ser. ¿Por qué te mueves? No puedes sentarte sin estar moviéndote, ni tan sólo unos pocos segundos. Tu cuerpo empieza a moverse. Sientes picor en cierto sitio, las piernas se adormecen, muchas cosas empiezan a pasarte. Esas son solamente excusas para que te muevas.


No eres el amo. No le puedes decir al cuerpo, "A partir de ahora y durante una hora, no voy a moverme". El cuerpo se rebelará de inmediato.

Inmediatamente te obligará a moverte, a que hagas algo y te lo justificará: "Has de moverte porque un insecto te está picando". Puede que no encuentres al insecto cuando lo busques. No eres un ser; eres una constante agitación, una continua actividad febril. Las asanas de Patanjali, las posturas, no se ocupan realmente de ningún adiestramiento fisiológico, sino de un adiestramiento interior del ser; simplemente ser, sin hacer nada, sin ningún movimiento, sin actividad alguna, solamente estando allí. Este permanecer allí ayudará al centramiento.



Si eres capaz de permanecer en una postura, el cuerpo se convertirá en un esclavo; te seguirá. Y cuanto más te siga el cuerpo, un mayor ser morará en tu interior, habrá en ti un ser más fuerte. Y, recuerda, si el cuerpo no se mueve, la mente no puede moverse, porque la mente y el cuerpo no son dos cosas; son dos extremos de un mismo fenómeno. Tú no eres cuerpo y mente, eres cuerpo-mente. Tu personalidad es psicosomática; las dos cosas: cuerpo-mente. La mente es la parte más sutil del cuerpo. O puedes decirlo a la inversa, el cuerpo es la parte más burda de la mente.


Por eso cualquier cosa que le pase al cuerpo, le pasa a la mente y viceversa; cualquier cosa que le pasa a la mente le pasa al cuerpo. Si el cuerpo está inmóvil y tú puedes mantener una postura, si puedes decir al cuerpo, "Quédate inmóvil", la mente guardará silencio. En realidad, la mente empieza a moverse y trata de mover el cuerpo, porque si el cuerpo se mueve, entonces la mente puede moverse. Con un cuerpo inmóvil, la mente no puede moverse; necesita de un cuerpo que se mueva.


Si el cuerpo está inmóvil, la mente está inmóvil; tú estás centrado. Esta postura de inmovilidad no es solamente una habilidad fisiológica. Sirve para crear una situación en la que se dé el centramiento, en la cual te vuelvas disciplinado. Cuando tú eres, cuando te has centrado, cuando sabes lo que esto significa, entonces puedes aprender, porque entonces eres humilde. Entonces puedes entregarte. Entonces ningún falso ego se colgará de ti porque una vez que estás centrado sabes que todos los egos son falsos. Entonces puedes postrarte. Entonces habrá nacido un discípulo.


Ser un discípulo es un gran logro. Solamente a través de la disciplina llegarás a ser un discípulo. Solamente mediante el estar centrado llegarás a ser humilde, te volverás receptivo, te volverás vacío, y el gurú, el Maestro, podrá verterse en ti. Con tu vacío, con tu silencio, él podrá llegar y alcanzarte. La comunicación se hará posible.



Un discípulo quiere decir uno que está centrado, que es humilde, receptivo, abierto, que está dispuesto, alerta, esperando, en oración. En Yoga, el Maestro es muy, muy importante, absolutamente importante, porque solamente cuando estás en la íntima cercanía de un ser que está centrado, se despierta tu propio centro.


Ese es el significado de satsang. Conoces la palabra satsang. Está absolutamente mal empleada. Satsang quiere decir íntimamente cerca de la Verdad, significa cerca de la Verdad, significa próximo a un Maestro que se ha vuelto uno con la Verdad; solamente estar cerca de él, abierto, receptivo y expectante. Si tu espera se ha vuelto profunda, intensa, surgirá una profunda comunión.


El Maestro no hará nada. Simplemente estará allí, asequible. Si estás abierto, fluirá en ti. A este fluir se le llama satsang. Con un Maestro no tendrás necesidad de aprender nada más. Si puedes aprender a estar en satsang, eso es suficiente; simplemente estando cerca de él, sin preguntar, sin pensar, sin argumentar, solamente allí presente, asequible de tal forma que el ser del Maestro pueda fluir en ti. Y el ser puede fluir. De hecho ya está fluyendo. Siempre que alguien alcanza la integridad, su ser se convierte en una radiación. El fluye. Tanto si lo recibes como si no, no es importante. El fluye como un río. Si estás vacío como una vasija, dispuesto, abierto, él fluirá en ti.


Un discípulo significa uno que está dispuesto a recibir, uno que se ha convertido en un útero; el Maestro puede penetrarle. Este es el significado de la palabra satsang. No es realmente un discurso; el satsang no es un discurso. Puede que haya un discurso, pero el discurso es una excusa. Vosotros estáis aquí y yo hablaré sobre los sutras de Patanjali. Esto es una excusa. Si estás realmente aquí, entonces el discurso, la charla, se convierte en una excusa para que tú estés aquí, para que estés presente. Y si realmente estás aquí, empieza el satsang. Puedo fluir y ese flujo es más profundo que cualquier charla, que cualquier comunicación mediante el habla, que cualquier encuentro contigo a través del intelecto.


Mientras tu mente está ocupada, si eres un discípulo, si eres un ser disciplinado, mientras tu mente está ocupada en escucharme, tu ser puede estar en satsang. Entonces tu cabeza está ocupada; tu corazón está abierto. En un nivel más profundo, surge entonces el encuentro. Ese encuentro es satsang y todo lo demás es una excusa solamente en función de encontrar formas de estar cercano al Maestro.


La proximidad lo es todo, pero solamente un discípulo puede estar cerca. No todo el mundo puede estar cerca. La cercanía significa una confianza amorosa. ¿Por qué no estamos próximos? Porque tenemos miedo. Demasiado cerca puede ser peligroso, demasiado abierto puede ser peligroso porque te vuelves vulnerable y entonces te será difícil defenderte. De modo que, como medida de seguridad, nos mantenemos a distancia de todo el mundo, nunca dejamos que se aproximen a partir de una determinada distancia.


Todo el mundo tiene un territorio a su alrededor. Siempre que alguien invade tu territorio, te asustas. Todo el mundo posee un espacio al que proteger. Tú estás sentado a solas en tu habitación. Un desconocido entra en tu habitación. Fíjate simplemente en el instante en que verdaderamente te asustas. Hay una cierta distancia. Si él traspasa ese punto, si va más allá de ese punto, te asustas, te entra miedo. Empiezas a sentir un temblor repentino. El puede moverse dentro de unos ciertos límites.


Estar cercano quiere decir que ahora no tienes ningún territorio propio. Estar cerca quiere decir ser vulnerable; estar cerca quiere decir que suceda lo que suceda no vas a pensar en términos de seguridad.


Un discípulo puede estar cerca por dos razones. Una: él está centrado, está tratando de estar centrado. Una persona, aunque sólo esté tratando de estar centrada, pierde el miedo, se vuelve intrépida. Posee algo que no puede ser matado. Tú no tienes nada; de ahí el miedo. Eres una multitud. La multitud puede dispersarse en cualquier momento. No posees ningún apoyo que vaya a estar allí suceda lo que suceda. Estás existiendo sin un apoyo, sin una base; un castillo de naipes, siempre atemorizado. Cualquier viento, cualquier brisa puede destruirte, de modo que has de protegerte.


Debido a esta constante protección no puedes amar, no puedes confiar, no puedes ser amistoso. Puedes tener muchos amigos, pero no habrá amistad porque la amistad necesita proximidad. Puedes tener esposos y esposas y ésos que llamas amantes, pero no hay amor porque el amor requiere proximidad, el amor necesita confianza. Puedes tener gurús, puedes tener Maestros, pero no serás un discípulo porque no te puedes permitir entregarte por completo a otro, acercarte a su ser, aproximarte a su ser, de modo que pueda inundarte, subyugarte.


Un discípulo quiere decir un buscador que no es una multitud, uno que trata de estar centrado y cristalizado, que al menos lo intenta, que se esfuerza, que se esfuerza sinceramente por convertirse en un individuo, en sentir su propio ser, en llegar a ser su propio amo. Toda la disciplina del Yoga es un esfuerzo para hacerte el amo de ti mismo. Tal y como eres, eres un esclavo de muchos, muchos deseos. Hay muchos, muchos amos ahí y tú eres simplemente un esclavo y eres lanzado en muchas direcciones.

Ahora la disciplina del Yoga


El Yoga es disciplina. Es un esfuerzo de tu parte por cambiarte a ti mismo. Hay muchas más cosas que han de ser comprendidas. El Yoga no es una terapia. En Occidente están ahora en boga muchas terapias psicológicas y muchos psicólogos occidentales piensan que el Yoga es también una terapia. ¡No lo es! Es una disciplina. ¿Y cuál es la diferencia? Esta es la diferencia: se necesita una terapia si estás enfermo, se necesita una terapia si tienes una enfermedad, se necesita una terapia si tienes una patología. Se necesita una disciplina aunque estés sano. En realidad, solamente cuando estás sano puede una disciplina ayudarte. No es para casos patológicos. El Yoga es para aquellos que están completamente sanos, normales, por lo que respecta a la ciencia médica. No son esquizofrénicos, no están locos, no están neuróticos. Son gente normal, gente sana sin ninguna patología determinada. Y aún así son conscientes de que sea lo que sea esa normalidad, es algo fútil, sea lo que sea, la salud no sirve de nada. Se necesita algo más, se necesita algo más grande, se necesita algo más sagrado y más total.


Las terapias son para la gente enferma. Las terapias pueden ayudarte a llegar al Yoga, pero el Yoga no es una terapia. El Yoga es para una clase de salud superior, para una clase de salud diferente, para una clase de ser y de totalidad diferente. La terapia puede, a lo sumo, reajustarte. Freud dice que no podemos hacer más. Podemos hacer de ti un miembro normal, adaptado a la sociedad. Pero si la sociedad en sí misma es patológica, entonces ¿qué? ¡y es así! La sociedad está enferma. Una terapia puede normalizarte en el sentido de que te ajusta a la sociedad, ¡pero la sociedad está en sí misma enferma!


Por eso, a veces sucede que en una sociedad enferma una persona que está sana es considerada enferma. Jesús es considerado un enfermo y se hacen todos los esfuerzos posibles para reajustarlo. Y cuando descubren que es un caso sin esperanzas, entonces lo crucifican. Cuando descubren que no pueden hacer nada, que este hombre es incurable, entonces lo crucifican. La sociedad está enferma en sí misma porque la sociedad no es más que tu colectividad. Si todos los miembros están enfermos, la sociedad está enferma y cada uno de los miembros ha de adaptarse a ella.


El Yoga no es una terapia, el Yoga no trata en forma alguna de adaptarte a la sociedad. Si quieres definir al Yoga en términos de adaptación, entonces no es una adaptación a la sociedad, sino que su adaptación es a la Existencia misma. ¡Es sintonizarse con lo Divino!


De modo que puede suceder que un perfecto yogui pueda parecerte un loco. Puede que parezca que no está en sus cabales, que está fuera de su mente, porque ahora él está en comunicación con algo mayor, con una mente superior, con un orden de cosas más elevado. Está en contacto con la mente universal. Siempre ha sucedido así: un Buda, un Jesús, un Krishna, siempre parecen, de algún modo, excéntricos. No pertenecen a lo nuestro; parecen ser forasteros.


Por eso les llamamos avataras, forasteros. Han llegado como si vinieran de otro planeta; no son como nosotros. Pueden ser superiores, pueden ser buenos, pueden ser divinos, pero no son como nosotros. Vienen de alguna otra parte. No son parte de nuestro ser, de la Humanidad. El sentimiento de que son forasteros ha ido persistiendo; ¡no lo son! Ellos son los que verdaderamente están dentro, porque han tocado el núcleo más interno de la Existencia. Pero a nosotros no nos lo parecen.

Ahora la disciplina del Yoga.





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