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3 jul 2014

Karma Yoga, Swami Vivekananda: Prefacio por Swami Vijoyananda

Ramakrishna, maestro de Swami Vivekananda
PREFACIO

 Nos sentimos felices al presentar la primera edición de una traducción auténtica y correcta de “Karma-Yoga", de Swami Vivekananda. Las obras del gran Swami Vivekananda son expresiones de la Suprema Verdad. Swami Vivekananda, discípulo predilecto de Sri Ramakrishna (la Encarnación Divina) era un ser muy elevado. Estaba establecido en Dios. No sé cuántos de mis queridos lectores comprenderán el significado de este concepto. Les daré una idea aproximada de este estado de bienaventuranza que, para el caso, podríamos definirlo así: Swami Vivekananda vivía casi todo el tiempo en constante comunión con Dios. De manera que sus dichos y escritos son expresiones misericordiosas que ayudan a aquellos seres que sinceramente están buscando (según su propio temperamento) un sendero, un entendimiento, para lograr la Suprema Meta de la vida humana: Liberación Absoluta.

Si el lector tiene un temperamento activo y, al mismo tiempo, por su propia experiencia nota que su naturaleza ya no acepta la norma de la mayoría de la gente de una satisfacción momentánea en el plano sensorio y quiere disfrutar aquella plenitud de dicha donde nadie queda excluido, este lector encontrará la lectura del “Karma-Yoga” útil y de gran beneficio. Algunos creen que sólo por la lectura de buenos libros uno puede ser espiritual. La mera lectura, si no va acompañada de la práctica recomendada, puede hacer del lector con buena memoria un polemista de “Peñas”o “Club de Debates” donde se discute toda clase de ideas, hasta las ideas filosóficas y religiosas. Lo cierto es que la lectura de los libros escritos por verdaderos maestros, que son figuras condensadas de la Suprema Verdad, ayudan sólo a aquellos que sufren constantemente inquietud espiritual, en medio de la activa vida del progreso material, quienes llevan una vida moral y ética, que son naturalmente veraces y amantes de la humanidad, saben aprovechar los textos espirituales; para los otros (si los llegan a leer) no tienen más sentido que el de “una lectura más”, que, muchas veces, si algo les deja es una profunda confusión. 

Por ejemplo, ¿cuántos de nosotros podemos comprender el significado real del dicho de la Encarnación Divina Sri Krishna cuando nos dice: ”Tenemos derecho al trabajo, pero no a sus frutos"? Muchos dicen que es imposible actuar sin pensar o sin anhelar el fruto, el resultado de la acción. Sin embargo, ese pensamiento, ese deseo que es acompañado por la febril esperanza en el fruto, les hace cada vez mas débiles, más limitados; se alejan cada vez más del verdadero progreso, que los convertiría al estado de Ser puro, esto es, en la Plenitud misma. Hay personas, que dicen ser muy instruidas, cuya opinión está formada por la lectura de los diarios y revistas - generalmente llenos de partidismos y de un pernicioso nacionalismo-, que creen que en el Occidente todos los seres humanos son muy activos y muy prácticos, y que piensan que los hindúes son poco activos, casi holgazanes y muy soñadores. Tales opiniones positivamente equivocadas y muy dañinas. La verdad es que, en todas partes del mundo, hay gente de la más variada mentalidad. Así como en la India se encuentra gente que vive para comer,también se encuentra en el Occidente gente contemplativa y dedicada a la vida espiritual, cuya realización se logra, por la activa práctica del inegoísmo. 

Las diferencias que separan a los orientales de los occidentales son meramente superficiales; son un puñado de ideas locales, regionales, de supersticiones y tradiciones, de nombres y formas, de modos de comer, de vestir y de divertirse. Debajo de esa superficialidad, los problemas y sus soluciones son puramente humanos, no son orientales ni occidentales. Sin embargo, por esa influencia ajena, nos equivocamos y, a veces, nos equivocamos enormemente, sembrando y cosechando desprecio, odio y rencor. 

Sólo será de provecho la lectura de “Karma-Yoga” para aquellos que han desarraigado de su mente esas limitantes ideas de “superioridad” e “inferioridad”, de crudo egoísmo, que mantienen al hombre en el nivel animal a pesar de su cuerpo humano. Filosóficamente, Swami Vivekananda es un Vedantista. Por su propia realización sabia que Dios trascendental es, a la vez, Dios universal y, también, que todo lo que existe es Dios manifestado. Eso de pensar que en algún momento estamos separados de Dios es la mayor ignorancia del ser humano y todo el progreso espiritual no es nada más que el esfuerzo, cualquiera sea el sendero que se siga, para destruir esa tan dañosa insensatez. 

Los Vedantistas declaran que hay tres clases de seres humanos: 

1) Los baddhas, aquellos que están profunda e inconscientemente ligados a las ideas y objetos transitorios. Ellos aceptan como única realidad la vida objetiva; creen que son criaturas de la naturaleza, aunque a veces, sin sentirlo, dicen que Dios es el creador. Su vida se manifiesta a través de los siguientes actos: respirar, moverse, comer, descansar o dormir, divertirse, hacer el acto sexual, temer o, atemorizar. Todos esos actos los llevan acabo con o sin la ayuda de la máquina. La inmensa mayoría de los seres humanos pertenece a esta categoría. Ellos no comprenderán el “Karma-Yoga”.

2) Mamukshu, o activos aspirantes a la liberación. Las personas de este tipo se han dado cuenta que el logro fácil o difícil de los objetos o ideas que buscan para satisfacer sus deseos corpóreos o mentales, no los libera de esa ligadura que sienten, de ese encadenamiento que nos impone la dependencia, que les resulta no sólo molesto sino que, a veces, llega a ser penoso y hasta doloroso. Son ellos quienes buscan, se esfuerzan y experimentan diversos métodos, opiniones y consejos, para ser libres. Pero, una cosa esencial les falta, y ésta es, que no se examinan a sí mismo, no buscan su propia, intima naturaleza. No saben si esa intima naturaleza es activa, emocional, filosófica o mística. Siguen leyendo muchos libros, oyendo opiniones ajenas y, a veces, tratan de encaminar su vida durante cierto tiempo influido por la atracción de alguna lectura o conferencia de algún escritor o conferencista. Aún más. Como al principio sus sufrimientos y problemas surgen en el plano físico-mental, buscan soluciones de alivio inmediato, ya sea para ellos, o para sus familiares, o para su patria o para la humanidad toda, pero siempre sin llegar a la raíz del mal. Si no son religiosos ocasionales, practicantes de algún culto devocional, siguen haciendo obras altruistas. Sin duda alguna, no llevan la vida de los baddhas, o sumergidos en conceptos puramente materiales; pero, debo aclarar que su progreso hacia la vida espiritual es muy limitado. Hay gente instruida, por lo menos de habla española, que considera a sus actos altruistas como práctica de inegoísmo. El hombre del mundo, aunque sea muy instruido, difícilmente comprende que uno puede vivir, actuar y sentir felicidad, pensando y actuando continuamente para los demás. Porque la clave del "Karma-Yoga" consiste en la práctica del inegoísmo, esto es, el continuo “no yo, sino tú". Este "tú" puede ser la Divinidad, o cualquier ser. Todos piensan y actúan, todos producen “karma", pero sólo los bien despiertos, amantes de lo permanente, del estado de liberación, pueden y practican, el "Karma.Yoga". Los devotos pueden y deben practicar el karma-yoga, ofrendando a Dios todos sus actos y pensamientos, y los resultados de ambos.

3) La tercera clase de gente es conocida como mukta, o liberado. Son muy pocos los que en una vida llegan a un estado tan elevado. La mayoría de ellos se despojan hasta de la noción de su personalidad, y después de haber logrado ese estado de bienaventuranza viven muy poco tiempo más, pero la bondad fluye de ellos naturalmente y ayudan a muchos aspirantes espirituales. Entre los seres de esta categoría muy de vez en vez viene uno que, por la especial e inexcrutable voluntad Divina, viven para esparcir el divino mensaje de la Liberación. 

Históricamente, el origen de este mensaje sobre Karma-Yoga, para nuestra época, quedó sellado en un día del año 1884. Sri Ramakrishna, la Encarnación Divina, estaba bajando del estado supraconsciente del samadhi, donde se unía con la Purísima Conciencia Divina. Repitió varias veces una expresión religiosa de los vaisnavas, adoradores de Vishnú, que dice: "Caridad a los seres, afecto al Santo Nombre y adoración a los devotos". Después de repetirla dos o tres veces, la corrigió, diciendo: "¡Qué insensatez! ¿Quién eres tú para hacer caridad a los seres? ¡El ser es Shiva (Dios Mismo)! Se lo debe servir." La habitación donde ocurriera ese hecho maravilloso estaba llena de devotos de Sri Ramakrishna. Todos le habían oído. Un momento después algunos jóvenes salieron y se reunieron afuera: entre ellos estaba Vivekananda. Muy emocionado, dijo a los otros: "¡Qué maravilla! ¡Qué cosa sorprendente y completamente nueva hemos oído hoy! Si Dios quiere, algún día esparciré al mundo entero ese divino mensaje." Y ese mensaje lo dio al mundo, en forma sistematizada, Swami Vivekananda en "KARMA-YOGA". Aun la gente buena, de cualquier parte del mundo, que constantemente hace obras altruistas, muy rara vez concibe la idea de liberación o salvación por la misericordia Divina. Ellos sienten el dolor humano, ven que sus semejantes sin instrucción llevan una vida embrutecida y considerándolos necesitados y dolientes los ayudan. Pero, en la ayuda que presta una persona u otra sigue existiendo el concepto de diferencia. Estos conceptos de alto y bajo, rico y pobre, sano y enfermo es la sementera de todo mal. Ese mal sólo puede ser sacado de la mente por la práctica de karma yoga, sirviendo a todos los seres humanos, considerándolos como vivientes manifestaciones del Único, indivisible Dios. Con esta nueva modalidad del "servicio", el servidor y aquel a quien se sirve, ambos quedan beneficiados; quien así sirve deshace su egoísmo y progresa hacia lo universal, alcanzando lo cual uno se vuelve inmortal y goza de la bienaventurada Liberación. 

El Karma- Yoga nos enseña y nos ayuda positivamente, pues aprendemos que por cualquier acción inegoísta podemos sentir la presencia de Dios. Es un hecho muy triste y lamentable el ver que, en todas partes del mundo, la inmensa mayoría lleva una vida sumida en la ignorancia, falta de instrucción, hasta de una alimentación básica nutritiva, y esta clase de gente, de mentalidad reducida, sólo puede levantarse por la cariñosa manifestación de la vida inegoísta. Desde la guerra ruso-japonesa el mundo, en una o en otra parte, está en guerra, en pequeña o en gran escala. La paz es hoy un concepto utópico. Hay muchas clases de progresos, de los cuales se habla y se oye hablar, pero todos ellos mantienen y robustecen, casi en todos los casos, uno de los peores y más dañino de los vicios del ser humano: el egoísmo. Que los instruidos se den cuenta de esto y piensen seriamente para no convertirse en participe activos o inconscientes de la propagación de este cáncer mental que está diezmando la sociedad humana. 

El mensaje del KARMA-YOGA llega a todos nosotros, para que seamos bien activos, purifiquemos nuestro corazón de toda mezquinad y hagamos de la vida toda un ininterrumpido servicio a la humanidad, humanidad que es la más evidente y mejor manifestación de la Divinidad. He oído muy a menudo una queja: "¿Por qué debemos luchar tanto?''. Aquel que no lucha es un perezoso, una cosa inerte. ¡Luchemos para conquistar el bienaventurado estado de la Liberación! Entonces, sólo entonces, en la plenitud sentiremos la Paz. Sirviendo a todos los seres necesitados como siendo manifestaciones Divina, ofrendando el fruto de toda accióna Dios, seremos bienaventurados. Ésa es la gran lección del “Karma-Yoga".

SWAMI VIJOYANANDA

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