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3 jul 2014

Karma Yoga, Swami Vivekananda: cap 1, EFECTOS DEL KARMA SOBRE EL CARÁCTER


Swami Vivekananda – Karma Yoga

CAPITULO PRIMERO:  EFECTOS DEL KARMA SOBRE EL CARÁCTER

1) El placer no es la meta del hombre, sino el conocimiento, que es inherente a él. El bien y el mal tienen una participación semejante en la formación del carácter. 

2) La biblioteca infinita del universo está en la mente. La ley de gravitación y Newton. Todo conocimiento temporal o espiritual está en la mente. Todo golpe mental o físico que recibe el ego es karma. 

3) Para juzgar el carácter de un hombre no hay que observarlo en sus grandes actos, sino cuando ejecuta sus más comunes acciones. 

4) El carácter y el karma.

5) Todo lo que vemos en el mundo es el despliegue del pensamiento y la manifestación de la voluntad del hombre. La voluntad gigantesca de un Buddha o de un Jesús no puede ser explicada por la teoría de la herencia. 

6) Nuestro karma determina lo que merecemos y lo que podemos asimilar. Mensaje del "Bhagavad Guita"acerca del karma-yoga. 

7) Motivos que impulsan al hombre a actuar. 

8) La acción hecha con desapego. El autocontrol tiende a desarrollar la voluntad y modela recios caracteres. 

9) Nos dice el "Bhagavad Guita": "Tenemos derecho al trabajo pero no a sus frutos". 

10) El hombre ideal. 

11) Llegará, el tiempo en que nuestros móviles no serán egoístas y el conocimiento que yace en nuestro interior se manifestará.

1) La palabra karma se deriva del sánscrito kri, que significa hacer; toda acción es karma.
Técnicamente esta palabra también significa los efectos de las acciones. En conexión con la metafísica expresa, algunas veces, los efectos de los cuales nuestras pasadas acciones fueron las causas. Pero en el karma yoga sólo tenemos que tratar a la palabra karma como significando acción. El objetivo de la humanidad es el conocimiento; éste es el ideal único puesto ante nosotros por la filosofía oriental. La meta del hombre no es el placer sino el conocimiento. El placer y la felicidad tienen su término. Es un error suponer que el placer es el objetivo, la causa de todas las miserias que tenemos en el mundo radica en que los hombres piensan, insensatamente, que el placer es el ideal que deben alcanzar. Después de algún tiempo encuentra el hombre que no es la felicidad lo que busca sino el conocimiento, que el placer y el dolor son grandes maestros y que aprende tanto del bien como del mal. Al pasar el placer y el dolor ante el alma individual, dejan sobre ella diferentes imágenes y el resultado de esas impresiones combinadas es lo que se llama "carácter". Si consideráis el carácter de cualquier hombre notaréis que sólo es un conglomerado de tendencias, la suma total de las inclinaciones de su mente; hallaréis que la desdicha y la felicidad son factores que gravitan igualmente en la formación de ese carácter. El bien y el mal tienen una participación semejante en la modelación del carácter y en algunos casos la infelicidad es mejor maestro que la felicidad. Estudiando los grandes caracteres que el mundo ha producido, me atrevo a decir que, en la gran mayoría de los casos, hallaríamos que la desventura les ha enseñado más que la felicidad, que la pobreza les enseñó más que la riqueza y que fueron los reveses más que las alabanzas lo que inflamó su fuego interno.

2) Ahora bien, este conocimiento es inherente al hombre; ningún conocimiento viene de afuera; todo está en el interior. Cuando decimos que un hombre "conoce" deberíamos decir, en lenguaje estrictamente psicológico, que "descubre" o "devela"; lo que un hombre "aprende" es realmente lo que él "descubre" quitando las envolturas que cubren su alma, la cual es una mina de conocimiento infinito. Decimos que Newton descubrió la gravitación. ¿Se hallaba ésta sentada en algún rincón esperándole? Estaba en su propia mente; llegó el instante propicio y la descubrió. Todo el conocimiento que el mundo ha recibido procede de la mente; la biblioteca infinita del universo está en vuestra propia mente. El mundo externo es tan sólo la sugestión, la ocasión, que os hace estudiar vuestra propia mente, pero el objeto de vuestro estudio es siempre vuestra propia mente. La caída de una manzana dio la sugestión a Newton y él estudió su propia mente; puso en orden todos los eslabones previos del pensamiento en su mente y descubrió uno nuevo entre ellos, al cual llamamos ley de gravitación. No estaba en la manzana ni en cosa alguna en el centro de la tierra. Por lo tanto, todo conocimiento temporal o espiritual está en la mente humana. En muchos casos no es descubierto sino que permanece oculto y cuando el velo se va alzando lentamente, decimos que "estamos aprendiendo", y el adelanto en el conocimiento es hecho en virtud de este adelanto en el proceso de descubrir. El hombre en quien se va levantando este velo es el que más conoce; aquel en el que se mantiene denso, es el ignorante, y quien ha logrado quitarlo enteramente lo conoce todo, es omnisciente. Ha habido hombres omniscientes y creo que habrá muchos más todavía; y que habrá millares de ellos en los ciclos futuros. 

El conocimiento existe en la mente como el fuego en el pedernal; la sugestión es la fricción que lo hace brotar. Lo mismo ocurre con todos nuestros sentimientos y acciones -sonrisas y lágrimas, dichas y penas, risas y lamentos, maldiciones y bendiciones, alabanzas y censuras- si nos estudiamos tranquilamente a nosotros mismos, veremos que han surgido de adentro producidos por otros tantos impactos. El resultado es lo que somos; al conjunto de todos esos impactos se le llama karma -obra, acción. 

Cada golpe mental y físico dado al ego por el cual, podemos decir, se produce la chispa, y por los cuales éste descubre su propio poder y conocimiento, es karma, usando la palabra en su más amplio sentido; así, pues, todos estamos produciendo continuamente karma.

Os estoy hablando, eso es karma.
Vosotros escucháis, eso es karma.
Respiramos, eso es karma.
Caminamos, es karma.
Todo lo que hacemos, física o mentalmente, es karma
y deja sus huellas en nosotros.

3) Hay ciertos movimientos que son como el agregado, la suma total, de un gran número de impulsos más pequeños. Si nos acercamos a la costa del mar y oímos las olas al estrellarse contra las rocas nos parece oír un gran ruido; y sin embargo sabemos que una ola está compuesta, realmente, de millones y millones de diminutas olas, cada una de las cuales hace un ruido que nosotros, no obstante no percibimos; sólo las oímos cuando se agrupan en esa gran masa. Similarmente, cada latido del corazón es un modo de obrar; ciertas maneras de accionar las sentimos y se hacen tangibles para nosotros y son, sin embargo, el agregado de una cantidad de pequeñas acciones. Si deseáis juzgar realmente el carácter de un hombre no observéis sus grandes actos. Cualquier insensato puede convertirse en héroe en un momento dado. Observad a un hombre cuando ejecuta sus más comunes acciones; esas son, ciertamente, las que os revelarán el verdadero carácter de un gran hombre. 

Las grandes ocasiones elevan hasta al más bajo de los seres humanos a cierta clase de grandeza, pero sólo es realmente grande aquel cuyo carácter es siempre grande, es siempre el mismo, dondequiera esté.

4) El karma, en sus efectos sobre el carácter, es el poder más formidable con que el hombre tiene que enfrentarse.El hombre es, diremos, un centro y está atrayendo hacia sí todos los poderes del universo; en este centro funde a todos ellos y los emite de nuevo en una poderosa corriente. Este centro es el
hombre real, el omnipotente, el omnisciente, y atrae hacia sí a todo el universo; bien y mal, felicidad y sufrimiento, todo corre hacia él y se reúne entorno suyo; y con ello modela la poderosa corriente de tendencias llamada carácter y la arroja al exterior. Así como tiene el poder de atraerlo todo, también tiene el poder de emitirlo.

5) Todas las acciones que vemos en el mundo, todos los movimientos en la sociedad humana, todas las obras que tenemos en torno nuestro son, simplemente, el despliegue del pensamiento, la manifestación de la voluntad del hombre. Máquinas o instrumentos, ciudades, barcos, acorazados, todo es simplemente la manifestación de la voluntad del hombre; y esta voluntad es producida por el carácter y el carácter es moldeado por el karma.

Así como es el karma, así es la manifestación de la voluntad. Los hombres de poderosa voluntad que el mundo ha producido han sido todos tremendamente activos -almas gigantescas dotadas de una voluntad capaz de arrancar los mundos de sus órbitas, y esa voluntad fue adquirida por medio de un trabajo persistente efectuado durante siglos y siglos. La voluntad gigantesca de un Buddha o de un Jesús no podía ser adquirida en una sola vida, porque sabemos quienes fueron sus padres. Nada nos dice que éstos pronunciaran una sola palabra por el bien de la humanidad. Millones y millones de carpinteros como José ha habido, millones viven todavía. Han existido en el mundo millones y millones de pequeños reyes como el padre de Buddha. Si sólo fuera un caso de transmisión hereditaria, ¿cómo explicaríais que este pequeño príncipe al que quizá no obedecían sus propios servidores, produjera este hijo a quien medio mundo adora? ¿Cómo explicaréis el abismo que hay entre el carpintero y su hijo, a quien millones de seres humanos adoran como Dios? Esto no puede ser resuelto por la teoría de la herencia. La gigantesca voluntad que Buddha y Jesús esparcieron en el mundo, ¿de dónde les vino?; ¿de dónde proviene esta acumulación de poder? Debe haber estado allí durante edades y edades, creciendo de continuo hasta que produjo en la sociedad un Buddha o un Jesús, para continuar expandiéndose hasta nuestros días.

6) Todo esto es determinado por el karma, la acción. Nadie puede obtener cosa alguna a no ser que merezca; ésta es una ley eterna; algunas veces podemos pensar que no es así, pero a la larga llegamos a convencernos de ello. Un hombre puede luchar toda su vida por conseguir riquezas; puede trampear a miles, pero al fin se da cuenta que no merece ser rico y su vida se le hace molesta y una pesada carga. Podemos ir acumulando objetos para nuestro bienestar físico, pero sólo lo que merecemos es realmente nuestro. Un necio puede comprar todos los libros del mundo y tenerlos en su biblioteca, pero sólo será capaz de leer aquellos que merece; y este merecimiento es producido por el karma.

Nuestro karma determina lo que merecemos y lo que podemos asimilar. La responsabilidad de lo que somos es nuestra y cualquier cosa que queramos ser tenemos el poder de lograrlo. Si lo que somos ahora es el resultado de nuestras pasadas acciones, se desprende de ello, claramente, que todo lo que deseemos ser en el futuro puede ser producido por nuestras acciones presentes; así, pues, tenemos que saber cómo actuar. Vosotros diréis "¿cuál es la utilidad de aprender a actuar? Cada cual actúa de una manera o de otra en el mundo." Pero hay una cosa que hacemos, y ésta es, fragmentar nuestras energías. Con respecto al karma-yoga el "Bhagavad Guita" (Parte del poema épico "Mahabharata". Considerado por los eruditos occidentales como la más preciosa joya de la literatura oriental.) Dice que es ejecutar el trabajo con habilidad, como si fuera una ciencia: sabiendo cómo trabajar se pueden obtener los más grandes resultados.

Debéis recordar que toda acción es simplemente exteriorizar el poder de la mente, ese poder que ya existe en ella, despertar al ego. El poder está dentro de cada hombre, también lo está el conocimiento; las diferentes acciones son como golpes que los hacen surgir, que despiertan a esos gigantes.

7) El hombre actúa por distintos motivos; no puede haber acción sin motivo. Algunos quieren la fama y trabajan por la fama. Otros ambicionan dinero y trabajan por el dinero. Otros buscan poder y trabajan por el poder. Hay quienes quieren conseguir el cielo y actúan con el fin de alcanzarlo. Los hay que trabajan por dejar un nombre cuando se mueran, como hacen en China, donde ningún hombre consigue un titulo hasta que muere; costumbre mejor que la nuestra después de todo. Allí cuando un hombre hace algo muy bueno, dan un título de Nobleza a su padre ya muerto o a su abuelo. Algunas personas trabajan para eso. Los que pertenecen a ciertas sectas mahometanas trabajan toda su vida para lograr que se les construya un gran sepulcro cuando mueran. Conozco sectas entre las que tan pronto como nace un niño le preparan una tumba; ésta es según ellos la acción más importante que un hombre tiene que llevar a cabo, y cuanto más grande y más suntuoso sea su sepulcro, tanto mejor se considera que el hombre es. Otros trabajan como cumpliendo una penitencia; después de cometer toda clase de maldades hacen levantar un templo o dan algo a los sacerdotes para comprárselos y obtener de ellos un pasaporte para el cielo. Piensan que esta clase de beneficencia les purificará y seguirán viaje sin pagar tasa alguna, a despecho de sus pecados. Tales son algunos de los diferentes motivos para actuar.

8. - Trabajad por amor al trabajo. Hay en cada país unos pocos seres humanos que son, realmente, la sal de la tierra y que trabajan por amor al trabajo, sin preocuparse del renombre ni la fama, ni siquiera de ir al cielo. Trabajan simplemente porque de ello resultará el bien. Hay otros que hacen bien a los pobres y ayudan a la humanidad por motivos todavía más elevados, porque creen en el bien y aman el bien. El deseo de nombre y fama, rara vez produce resultados inmediatos; por regla general ya somos viejos cuando llegan a nosotros y estamos cansados de la vida. ¿Si un hombre trabaja sin tener ningún motivo egoísta en vista, no consigue nada? Sí, logra lomás elevado. El inegoísmo es lo más compensatorio, pero los hombres no tienen la paciencia de practicarlo. También lo es desde el punto de vista de la salud. Amor, verdad e inegoísmo no son simples figuras retóricas de moral sino que constituyen nuestro más elevado ideal, porque en ellas se encuentra la manifestación de ese inmenso poder. En primer lugar, un hombre que puede trabajar cinco días, o menos aún, cinco minutos sin ningún motivo egoísta, sin pensar en el futuro ni en el cielo, ni en el castigo, ni en ninguna cosa por el estilo, tiene en sí la capacidad de llegar a ser un poderoso gigante moral. Es difícil de hacer esto, pero en lo íntimo de nuestros corazones reconocemos su valor y el bien que produce. Este tremendo control es la más grande manifestación de poder; este auto-control es una manifestación de mucho mayor poder que el necesario para cualquier otra acción externa. Un carruaje con cuatro caballos desbocados, puede precipitarse de una montaña abajo; pero no ocurrirá si el cochero puede sofrenar los caballos. ¿Cuál es mayor manifestación de poder, dejarlos o sofrenarlos? Una bala de cañón atraviesa el espacio, cruza una larga distancia y cae; otra es detenida por el choque contra una pared, y el impacto genera un calor intenso. Toda manifestación de energía impulsada por un móvil egoísta se fracciona; no producirá un poder que retorne a vosotros; pero si es controlada producirá un desarrollo de poder. 

Este auto-control tenderá a producir una voluntad poderosa, un carácter que dará un Buddha o un Cristo. Los insensatos no conocen este secreto; sin embargo quieren dirigir a la humanidad. Hasta un tonto puede regir al mundo entero si actúa y espera. Que aguarde unos años, que controle la necia idea de gobernar, y cuando ésta se haya ido totalmente, él será un poder en el mundo. La mayoría de nosotros no alcanza a ver más allá de unos pocos años, lo mismo que ciertos animales que no pueden ver más allá de unos cuantos pasos. Un pequeño y estrecho círculo; eso es nuestro mundo. No tenemos la paciencia de mirar más allá, y de este modo nos volvemos inmorales y malos esta es nuestra debilidad, nuestra impotencia.

9. - Ni aun las formas más bajas de actuar han de ser menos despreciadas. Dejad que el hombre que no conoce nada mejor trabaje por fines egoístas, por nombre y fama; pero todos deben tratar siempre de alcanzar móviles cada vez más elevados y de comprenderlo. "Tenemos derecho al trabajo pero no a sus frutos" (Bhagavad Guita). Dejad aparte los frutos. ¿Por qué preocuparse por los resultados? Si deseáis ayudar a un hombre, nunca penséis cuál será la actitud de él hacia vosotros. Si queréis hacer una obra grande o buena, no os inquietéis en pensar cuál será el resultado.

10. - Surge una cuestión difícil con respecto a este ideal de la acción. Es necesaria la actividad intensa, debemos actuar siempre. No podemos vivir un minuto sin actuar. Entonces, ¿qué hay del descanso? He aquí un aspecto de la lucha por la vida: la acción, en cuyo torbellino somos rápidamente absorbidos. Y he aquí el otro: la calma, la íntima renunciación; apacible a nuestro alrededor, hay muy poco ruido y pocos actores en la escena, sólo está la naturaleza con sus animales, plantas y montañas. Ninguno de estos aspectos constituye un cuadro perfecto. Si un hombre acostumbrado a la soledad se pone en contacto con el torbellino del mundo, será destruido por él; lo mismo pasa con el pez que vive en las aguas profundas del mar, el cual, tan pronto como es llevado a la superficie, se hace pedazos al ser privado del peso del agua que mantenía su integridad. ¿Puede un hombre que se ha acostumbrado al tumulto y apresuramiento de la vida, vivir a gusto en un lugar tranquilo? Sufre, y acaso puede llegar hasta perder la razón. El hombre ideal es aquel que, en medio del más grande silencio y soledad, halla actividad intensa, y en medio de la más intensa actividad, el silencio y la tranquilidad del desierto. Un hombre tal ha aprendido el secreto de dominarse; ha logrado el control de sí mismo. Atraviesa las calles de una gran ciudad, con su abigarrado tráfico,y su mente se halla tan tranquila como si estuviese en una caverna donde ni el más leve sonido puede llegarle; y es capaz de intensa actividad en todo momento. Este es el ideal del karma-yoga, y si habéis alcanzado esto, habréis aprendido, realmente, el secreto de la acción.

11. - Pero tenemos que empezar por el principio, ocuparnos de los trabajos que nos corresponda, aceptándolos como son, Y prodigar lentamente, ser más inegoístas cada día. Debemos hacer la obra y buscar el móvil que nos impulsa a hacerla, y casi sin excepción, en los primeros años, encontraremos que nuestros móviles son siempre egoístas; pero, gradualmente, este egoísmo se desvanecerá con la persistencia, hasta que al fin llegará un momento en que podamos hacer obra realmente inegoísta. Todos podemos esperar que un día u otro, luchando como vamos por las sendas de la vida, llegará un tiempo en que seamos perfectamente inegoístas; y cuando lo consigamos, todos nuestros poderes se concentrarán y el conocimiento que yace en nuestro interior se manifestará.

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