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8 oct 2013

Los efectos del Pranayama. Por B K S Iyengar


LOS EFECTOS DEL PRANAYAMA

Las asanas mejoran la circulación sanguínea a través de todo el cuerpo, incluyendo la cabeza, el tronco y los miembros.

Las asanas que son apropiadas para piernas y brazos mantienen activo el sistema circulatorio. La circulación arterial, capilar, venosa y linfática se ve estimulada por la relajación y contracción rítmica de los músculos, que actúan como bombas por la apertura de nuevos e inusitados estratos vasculares. Ello permite un suministro y una utilización eficaz de la energía, al tiempo que promueve una notable resistencia a las enfermedades.

Aunque las asanas producen efectos similares en el tronco, el pranayama afecta a la expansión rítmica de los pulmones, creando una circulación adecuada de los fluidos corporales dentro de los riñones, el estómago, el hígado, el bazo, los intestinos, la piel y otros órganos, así como de la superficie del torso.

Son los pulmones los que se ocupan directamente de la eliminación del dióxido de carbono presente en la sangre venosa, así como de prevenir que los amoníacos, cetones y aminas aromáticas no aumenten hasta alcanzar niveles tóxicos. Una eficaz circulación de la sangre y la linfa se hace necesaria a objeto de mantener los pulmones limpios y libres de enfermedades bacterianas. El pranayama resulta ahí de ayuda, ya que mantiene los pulmones puros al incrementar el flujo de sangre fresca.

Las funciones del hígado dependen de que las corriente arterial hepática aporte las sustancias de desecho que, una vez transformadas químicamente, son excretadas en la bilis y la orina. También depende de la circulación de la vena porta el conducir sangre desde el estómago y el intestino delgado para ser filtrada y procesada, a fin de eliminar las toxinas y los productos bacterianos. El hígado presenta además una activa circulación linfática y suministra glóbulos blancos (macrófagos) que recorren el plasma sanguíneo, recogiendo tanto desechos sólidos como células extrañas y sus productos, para su destrucción o almacenamiento. Todas estas actividades son estimuladas por el pranayama.

En los riñones, la producción de orina depende de la filtración continua de importantes volúmenes de sangre arterial a través del parénquima renal. Este flujo se halla sujeto a exigencias encontradas, y a menudo es demasiado bajo. La tendencia a derivar sangre fuera de la corteza renal se halla contrarrestada por una autorregulación del flujo a cargo de las pequeñas arterias locales. Este proceso depende de una correcta presión intrarrenal, de ahí que el pranayama sea de ayuda en la consecución de una posición , forma y estado de tensión apropiados de los riñones. El masaje interno mediante la actividad en fases de los músculos abdominales y de la espalda estimula además el flujo linfático renal, tan especial para mantener la salud del órgano.

El uso rítmico del diafragma y de los músculos abdominales en pranayama estimula directamente los movimientos peristálticos y segmentarios de los intestinos, al tiempo que promueve la circulación intestinal. Así, ayuda al intestino en su función de absorción de las materias alimenticias y eliminación de los desechos sólidos, principalmente de los alimentos no absorbidos y de los productos de nuestra bacteria amiga, la flora del colon, así como aquéllos que contienen los residuos de las secreciones de hígado (bilis), páncreas e intestinos. 

El bazo, situado justo debajo de la parte izquierda del diafragma, actúa como filtro para purificar la sangre en circulación de los glóbulos rojos -portadores de oxígeno- ya desgastados. Gran parte de la circulación sanguínea del bazo responde a estructuras linfáticas y se ve estimulada por el pranayama.

El pranayama ayuda a preservar el flujo de sangre pura, el cual tonifica los nervios, el cerebro, la médula espinal y los músculos cardíacos, manteniendo así su eficacia.

Las glándulas sudoríparas actúan como micro-riñones accesorios, sobre todo cuando estimuladas por el pranayama.

Según los textos yóguicos, la práctica regular de pranayama previene y cura las enfermedades. La práctica incorrecta, sin embargo, puede ser causa de asma, tos, hipertensión, dolores en el corazón, los oídos y los ojos, sequedad de la lengua y dureza de los bronquiolos (Hatha Yoga Pradipika).

El pranayama purifica los nadis, protege los órganos internos y las células, y neutraliza el ácido láctico, causante de fatiga, lo que acelera la recuperación.

El pranayama mejora la digestión, hace aumentar el vigor, la vitalidad, la percepción, y la memoria. Libra a la mente del dominio del cuerpo, agudizando el intelecto e iluminando el sí-mismo.

Una columna vertebral erecta puede compararse a una cobra que despliega su caperuza. El cerebro es la caperuza, y los órganos de percepción son los colmillos, en tanto que los malos pensamientos y deseos son glándulas venenosas. La práctica de pranayama aquieta la acometida de los sentidos y los deseos. Así la mente se vuelve sacrosanta o libre de pensamientos (nirvishaya). Las palabras, pensamientos y hechos del sadhaka se tornan limpios y puros. Éste mantiene firmeza (achalata) y estabilidad (sthirata) en su intelecto.

Sólo la práctica proporciona fuerza y conocimiento. La práctica diaria asegura el éxito y la consciencia perfecta, la cual expurga al sadhaka del miedo a la muerte (Shiva Samhita).

El sadhaka experimenta un estado de serenidad. Deja de pensar en el pasado y no teme al futuro, sino que permanece continuamente en el presente. Una vez ha dominado el pranayama sentado en padmasana, se encuentra preparado para convertirse en un alma liberada, afirma el Hatha Yoga Pradipika.

Como el viento barre el humo y las impurezas de la atmósfera, siendo su cualidad inherente el quemar y purificar la zona, así el pranayama es un fuego divino que depura los órganos, los sentidos, la mente, el intelecto y el ego.

Así como el sol naciente dispersa lentamente la oscuridad de la noche, el pranayama elimina las impurezas y refina al sadhaka, preparando su cuerpo y su mente y volviéndolos aptos para la concentración (dharana) y la meditación (dhyana): Yoga Sutras de Patanjali.

El pranayama es la ventana del "Sí-mismo". Es por ello que se lo denomina "la gran austeridad" (maha tapas) y el verdadero conocimiento del Sí-mismo (Brahma-vidya).

Fuente: "Pranayama Dipika" - B.K.S. Iyengar

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